viernes, 7 de mayo de 2010

ganas de nada, excepto de TI


Lo tengo comprobado: la primavera la sangre altera.
De una parte enerva a los adolescentes con sus hormonas al límite,
y de otra aplasta a los mayores con las fuerzas -por lo bajo- al límite.
Que hasta en el confesionario me llega el común
"se me van hasta las ganas de rezar".
Se confirma pues aquello que decía el Poverello de Asis
cuando hablaba del hermano cuerpo como del burrito que me lleva.
De todos modos yo prefiero -ya que tenemos alma y sus potencias-
la rima de un santo español que dice:

Mi vida es toda de amor
y si en amor estoy ducho
es por fuerza del dolor,
que no hay amante mejor
que aquel que ha sufrido mucho.

Y más resumidamente lo que dice la doctora de la oración
cuando sentencia aquello de "hacer de la necesidad, virtud".

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