sábado, 30 de julio de 2022

viernes, 29 de julio de 2022

jueves, 28 de julio de 2022

miércoles, 27 de julio de 2022

martes, 26 de julio de 2022

lunes, 25 de julio de 2022

domingo, 24 de julio de 2022

viernes, 22 de julio de 2022

jueves, 21 de julio de 2022

El aborto químico y problemas de salud en la mujer

Según un estudio de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI), el 85% de las mujeres que abortan prefieren someterse a abortos quirúrgicos en clínicas abortivas y el 15% restante prefiere tomar píldoras abortivas para someterse a abortos farmacológicos. Ambos tipos de aborto pueden producir complicaciones. En el caso del quirúrgico, podrían ser endometriosis, infecciones o perforación del útero, entre otras. En el caso del químico, sepsis y grandes pérdidas de sangre que requieren pasar por quirófano.

En este sentido, médicos del Instituto Charlotte Lozier han publicado un estudio que analiza una práctica peligrosa: muchas mujeres al ingresar en el hospital con complicaciones tras un aborto, no avisan al médico de que se han tomado la píldora abortiva, sino que dicen que han sufrido una pérdida natural, lo que aumenta los riesgos para su salud tras el aborto.

En el artículo “A Post Hoc Exploratory Analysis: Induced Abortion Complications Mistaken for Miscarriage in the Emergency Room are a Risk Factor for Hospitalization”, publicado en la revista Health Services Research and Managerial Epidemiology, los autores han realizado un análisis longitudinal durante 17 años de 423.000 abortos provocados y 121.283 visitas a urgencias en los 30 días posteriores a la realización del aborto entre 1999 y 2015.

Según los datos más recientes de Medicaid recogidos en el artículo, más del 60% de los ingresos en urgencias relacionadas con la píldora abortiva, se catalogaron erróneamente como tratamientos para un aborto espontáneo natural en 2015. Estos datos advierten del peligro de ocultar al médico que ese aborto no ha sido espontáneo, sino que se ha producido tras tomar píldoras abortivas para provocarlo.

Uno de los autores del estudio, el doctor James Studnicki, afirma que esto se debe a un encubrimiento por parte de la industria del aborto, ya que se anima a las mujeres a ocultar esa información a sus médicos y se recomienda a los médicos abortistas que no informen debidamente de las complicaciones que puede conllevar el uso de la píldora abortiva en la salud de las mujeres. Cuando una mujer que ha abortado farmacológicamente recibe tratamiento como si la pérdida fuera natural, aumentan los riesgos para su salud.

La Dra. Ingrid Skop, ginecóloga que trabaja como directora de asuntos médicos del Instituto Charlotte Lozier, ha declarado que “la reciente cobertura de los medios que afirma que un aborto espontáneo natural y un aborto inducido son lo mismo, equivale a alentar la negligencia médica. La píldora abortiva daña el sistema inmunológico, lo que significa que las mujeres que experimentan complicaciones tienen un mayor riesgo de infección, incluida una sepsis inusual. La píldora abortiva también aumenta el riesgo de hemorragia”.

Valoración bioética

Muchos de los abortos inducidos con la administración de mifepristona y misoprostol, los conocidos como abortos químicos, no son contabilizados en las estadísticas de aborto porque no son declarados por las mujeres implicadas, que, como afirma el artículo, ocultan esta práctica aduciendo que se trata de abortos espontáneos.

Además de falsear las dimensiones del drama del aborto, por su exclusión de las estadísticas, se pone en riesgo la salud de estas mujeres que, en muchos casos, necesitarán asistencia médica urgente tras el tratamiento abortivo, y deberán pasar por el quirófano por las complicaciones asociadas.

Complementariamente, deben señalarse los efectos teratógenos -malformaciones en el feto- en el caso de que las píldoras abortivas hayan fallado en su misión de terminar con el embarazo.

El aborto es un drama que afecta al embrión o feto y a su madre. No existe el llamado “aborto seguro”, porque intervenir química o quirúrgicamente para provocar la muerte de un embrión o feto supone una medida agresiva que afectará también a la madre, en forma de complicaciones clínicas, como las referidas en este artículo, y psíquicas, que han sido ampliamente estudiadas en muchos trabajos.

Julio Tudela y Ester Bosch

Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia

miércoles, 20 de julio de 2022

¿Ha ignorado la Ciencia la Corte Suprema de Estados Unidos?

El pasado 24 de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos revocó la sentencia Roe vs. Wade, que había establecido en 1973 que existía un derecho constitucional al aborto, de forma que una mujer encinta tenía libertad para escoger el aborto como forma de terminar su embarazo. La sentencia Roe vs. Wade se ha utilizado desde entonces por los grupos autodenominados “pro-choice” en sus esfuerzos para ampliar las circunstancias en las que el aborto no solo fuera legal, sino también un derecho de las mujeres. Ahora, la reciente sentencia declara que el aborto no es un derecho constitucional y, por tanto, restablece la libertad de los diferentes estados para prohibir el aborto.

¿Cuál es la razón por la que este artículo lleve un título entre interrogantes? El pasado 16 de mayo, la prestigiosa revista Science, de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, publicó un artículo editorial titulado “La Corte ignora la ciencia”. El artículo estaba firmado por la Dra. Diana G. Foster, que sostenía que la Corte Suprema de Estados Unidos ignoraría la ciencia si, finalmente, revocara Roe vs. Wade. La Dra. Foster basaba su pretensión en los resultados del Turnaway Study, un estudio encaminado a estudiar los efectos de un embarazo no deseado en las mujeres, y que había sido dirigido por ella misma. Como se decía en el mencionado editorial de Science, «el Turnaway Study ha seguido a casi 1000 mujeres de todo el país durante 5 años para ver como el haber accedido a un aborto o el habérselo denegado afectó su salud física y mental, sus finanzas, sus relaciones y sus otros hijos». Una de las conclusiones del estudio era que «la inmensa mayoría de las mujeres ‒más del 95%‒ sentían en todo momento, a lo largo de los 5 años posteriores, que abortar había sido la decisión correcta». Esas cifras se difundieron ampliamente en los medios de comunicación y se usaron por los lobbies pro-abortistas para apoyar sus campañas. En una entrevista de prensa, la Dra. Foster declaró que «la ciencia claramente muestra que el aborto es increíblemente común y que es importante para que las mujeres lleven una vida plena». Sobre esa base, el principal argumento del artículo editorial de Science era que la Corte Suprema no podía descartar la evidencia científica.

Un estudio con serios defectos

Sin embargo, es preciso examinar los detalles del Turnaway Study para comprobar la validez científica de sus pretensiones. Como se ha dicho anteriormente, el estudio fue dirigido por la Dra. en Demografía Diana Greene Foster. Alrededor de 40 investigadores participaron en el estudio que se inició en 2007 a expensas del grupo de investigación pro-aborto “Advancing New Standards in Reproductive Health (ANSIRH)”. Los resultados se describieron en unos 50 artículos en revistas científicas, descritas por la Dra. Foster como de alta calidad, pero con 5 o 6 excepciones, los artículos se publicaron en revistas poco conocidas de bajo impacto.

El estudio tenía serios defectos que permiten a un lector crítico plantear serias dudas sobre su validez científica. El primero se refiere al número y selección de las mujeres participantes en el estudio. Se reclutaron entre las clientas de 30 clínicas abortistas que aceptaron colaborar. La posibilidad de participar en el estudio, que se llevaría a cabo a través de entrevistas telefónicas cada 6 meses a lo largo de un periodo de 5 años, se ofreció a 3054 mujeres, a las que se había practicado un aborto o se les había denegado, normalmente por haber superado el límite gestacional. Se ofreció a las mujeres una recompensa de 50 US$ por cada entrevista. Solo 1.132 de ellas aceptaron inicialmente participar, pero, de hecho, solo 956 iniciaron las entrevistas, y varias de ellas se retiraron después de la primera o sucesivas entrevistas, de modo que solo unas 520 mujeres participaron hasta el final del estudio. Más aún, varios de los distintos artículos que describen las conclusiones del estudio dan cuenta de los resultados obtenidos con menos mujeres (por ejemplo, solo se recogen las respuestas de 174 mujeres a la pregunta de sus intenciones sobre quedar otra vez embarazadas después de haber abortado). Evidentemente, todas estas cifras ponen de manifiesto que el tamaño muestral es muy bajo ‒extremadamente bajo en algunos casos‒ pasa obtener conclusiones estadísticamente significativas y aún más bajo para hablar de “una inmensa mayoría de las mujeres”. Por otro lado, también se ha advertido que el grupo final de mujeres que participaron a lo largo de todo el estudio es atípico en varios sentidos (Reardon, 2018).

El Turnaway Study se puede criticar también en otros aspectos. Por ejemplo, los autores lo describen como “un estudio prospectivo, longitudinal de cohorte”. Para los lectores que no estén familiarizados con la nomenclatura empleada en los ensayos clínicos u otros estudios científicos, un estudio longitudinal implica observaciones repetidas de las mismas variables a lo largo de periodo de tiempo más o menos prolongado. En un estudio de cohorte, un grupo definido de personas, llamado la cohorte, se sigue a lo largo del tiempo, para examinar la asociación entre diferentes exposiciones y sus consecuencias.

En un ensayo clínico, por ejemplo, “exposición” significa las intervenciones realizadas sobre los pacientes. Un auténtico estudio de cohorte debe incluir un grupo de personas no expuestas para comparar sus respuestas con las de la cohorte expuesta. El lector interesado puede encontrar más detalles en el artículo de Mathes y Pieper (2017). En el Turnaway Study las mujeres se dividieron en tres grupos: (i) mujeres a las que se denegó el aborto por presentarse tres semanas después de expirado el límite gestacional exigido por la clínica; (ii) mujeres que fueron admitidas a abortar dentro de las dos semanas anteriores al límite gestacional exigido por la clínica; (iii) mujeres que se presentaron en el primer trimestre de su embarazo y que fueron sometidas a aborto. La relación de mujeres en estos tres grupos fue de 1:2:1 (Dobkin et al., 2014). Un fallo del Turnaway Study es que, de hecho, no existe un auténtico grupo de control. Los autores del estudio usan el primer grupo, mujeres a las que se denegó el aborto, como el grupo de control, no expuesto. Pero todas las mujeres ya estaban expuestas a un embarazo no deseado y habían deseado abortar.

Esta última circunstancia, como observa Reardon (2018), puede contribuir total o parcialmente al componente traumático de algunas experiencias abortivas. En consecuencia, el Turnaway Study carece de las condiciones requeridas por un auténtico estudio prospectivo de cohorte y debe considerarse simplemente como una serie de casos, de acuerdo con los criterios de Mathes y Pieper (2017). La distinción es importante, porque la designación atribuida por Foster y sus colaboradores a su estudio causa la falsa impresión de que reúne los criterios de un riguroso estudio prospectivo de cohorte.

Aparte de los motivos anteriores, hay otros errores en el Turnaway Study. Como se ha mencionado anteriormente, el estudio se realizó mediante entrevistas telefónicas. Mientras que este método puede ser admitido cuando a las mujeres se les preguntan cuestiones como “¿Pensó usted dar el bebé en adopción?” (Sisson et al., 2017), su validez es cuestionable, por ejemplo, para el autodiagnóstico de la depresión o la ansiedad.

Finalmente, hay algunas interpretaciones subjetivas de las respuestas dadas por las mujeres entrevistadas. Para citar un único ejemplo, a algunas mujeres se les ofreció ver imágenes de una ecografía antes de someterse al aborto y 212 aceptaron. Se les interrogó acerca de su respuesta emocional al ver las imágenes de la ecografía antes del aborto. De acuerdo con los resultados del Turnaway Study, 49 mujeres quedaron “tristes o deprimidas”, 30 se sintieron “culpables” y 29 “infelices o mal”. Las respuestas de estas 108 mujeres se clasificaron como negativas. Por el contrario, 48 mujeres se agruparon como manifestando respuestas positivas: 22 dijeron que se habían sentido “felices o emocionadas”, 15 “reconfortadas y 11 se sintieron “bien”. Hay otro grupo de 77 mujeres, que contestaron “no haber sentido nada” o “haberse sentido bien”, y se clasificaron como el grupo neutro. Sorprendentemente, cuando describen estos resultados, los autores del estudio afirman en el resumen del artículo correspondiente (Kimport et al. 2014) que «las emociones neutras (bien, nada) son las mencionadas más frecuentemente, seguidas por las emociones negativas (triste, culpable, infeliz) y luego por las emociones positivas (feliz, emocionada)». Para explicar las diferencias entre los resultados numéricos y la frase incluida en el resumen, en una nota a pie de página se dice que «puesto que “culpable” puede considerarse como una emoción positiva y “reconfortada” como neutra, las hemos excluido de este análisis».

Más aún, el artículo de Kimport et al. no menciona explícitamente cuántas de las mujeres que manifiestan sentimientos positivos pertenecen al tercer grupo del estudio, es decir, mujeres que se sometieron a un aborto en el primer trimestre del embarazo, y esta es una cuestión capital, porque, como se menciona en el más reciente artículo de revisión sobre la materia, «el temprano primer trimestre continúa siendo en parte una ‘caja negra’ a causa del tamaño limitado del embrión en desarrollo» (Dawood et al., 2022). Una imagen difusa solo puede producir sentimientos neutros.

Las razones anteriores pueden bastar para mostrar que el Turnaway Study no es tan fiable como sus autores pretenden. Sorprendentemente, a pesar de sus fallos, se cita en un artículo editorial titulado “La sentencia de Estados Unidos sobre el aborto es una tragedia; esto es lo que los estamentos investigadores deben hacer ahora” en el último número de Nature. La cita se incluye como un hipervínculo en la frase «Antes de que la sentencia se revelara, los investigadores remitieron a la Corte Suprema evidencias obtenidas durante 50 años que manifiestan, entre otras cosas, que el acceso al aborto contribuye tanto a una mejor atención sanitaria, como a la igualdad».

En el presente contexto hay que considerar dos cosas. Por una parte, la Corte Suprema de Estados Unidos no estaba juzgando sobre los aspectos científicos de la interrupción del embarazo, sino solamente sobre la constitucionalidad de Roe vs. Wade. Por otro lado, la ciencia es una materia lo suficientemente seria como para que no deba ser evocada para justificar posturas ideologizadas, y menos aun cuando los datos científicos no son sólidos.

Prof. Luis Franco

Académico de Número de la Real Academia de Ciencias de España

Académico de Número de la Real Academia de Medicina de Valencia

martes, 19 de julio de 2022

La autonomía como dilema bioético, analizada por expertos de diferentes universidades españolas


El Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia (UCV) celebró ayer, en el marco de los Cursos de Verano,  el congreso «Autonomía y libertad: Límites bioéticos», en el que expertos de diferentes universidades españolas realizaron un análisis bioético de los conflictos derivados de la aplicación del principio de autonomía del paciente en la sociedad actual.

La jornada fue inaugurada por el rector de la UCV, José Manuel Pagán, y continuación se desarrollaron las diferentes mesas redondas que giraron entorno a las bases filosóficas y antropológicas para entender la autonomía, la autonomía en el contexto de la relación humana, o la autonomía como dilema bioético.

Bases filosóficas y antropológicas

Eduardo Ortiz, de la Universidad Católica de Valencia, Sara Gallardo, de la Universidad Católica de Ávila, y Juan Manuel Burgos, de la Universidad Villanueva, lideraron la primera mesa redonda en la que se fijaron las bases filosóficas y antropológicas del concepto de autonomía.

Eduardo Ortiz presentó una propuesta de solución a la muy problemática heteronomía a que suele llevar el conflicto entre los ideales de la autonomía y la autenticidad, dos perspectivas desde las que se interpreta y se trata al ser humano desde la Modernidad. Según el profesor de Filosofía de la UCV, “heteronomía, entendida como una forma de imposición de otros sobre la voluntad propia, se sitúa en el lado opuesto al autocontrol que debe conducir a la autenticidad, dependiente del grado de libertad ante posibles coacciones internas y externas. Autonomía y autenticidad conducen a la integridad personal”.

Por su parte, Sara Gallardo abordó la cuestión desde la perspectiva Personalista de la relacionalidad, estableciendo que el fin de la autonomía del paciente es su propia protección, no debiendo ignorarse el impacto que la enfermedad tiene sobre la capacidad de elección del paciente. “Su libertad no es una forma de confrontación con el ejercicio de la libertad ajena, como si de un conflicto de intereses contrapuestos se tratara, ni una simple ausencia de obstáculos para la elección, sino que cobra su sentido si existe una motivación que la anima, una dirección de sentido que la orienta. La verdadera libertad, que da sentido a la autonomía, es relacional, dinámica, procede del encuentro con el otro, con los otros y tiende al amor que da sentido al acto y define el tipo de persona que construyo con mis actos”, afirmó la profesora de Filosofía.

Juan Manuel Burgos planteó la posibilidad de elección autónoma sobre la propia vida.

“Cuando la decisión de terminar con la propia vida no parece afectar más que al sujeto que decide, ¿puede limitarse su autonomía?” Desde el análisis personalista, el filósofo afirmó que “la maldad de una acción, aquella que resulta dañina aún para el propio sujeto sin parecer implicar a otros, constituye per se en un límite a la autonomía del individuo”. Finalmente, Burgos concluyó que la vida constituye un don, no autoconcedido ni programado, lo que cuestiona la posibilidad de disponer de ella absolutamente. También, las decisiones que parecen quedarse en el ámbito de lo privado, como por ejemplo la propia muerte,  extienden su influencia a los demás y les afectan.

Autonomía y relación humana

La sesión matinal incluyó una segunda mesa sobre la autonomía en el contexto de la relación humana en la que intervinieron Rafael Amo, de la Universidad Pontificia de Comillas, Montserrat Esquerda, de la Universidad Ramón Llull de Barcelona y Julio Tudela, de la Universidad Católica de Valencia.

Rafael Amo comenzó afirmando que “el principio de autonomía, que ha presidido la bioética durante años, va viendo amenazada su hegemonía desde varios frentes como puede ser la incorporación de nuevos principios. Sin embargo, hay otra vía que está haciendo variar la comprensión de este principio. Es la incorporación de la relacionalidad. Así se empieza a hablar de la autonomía relacional en la bioética feminista, en el comunitarismo, en el personalismo, en la ética del cuidado, el multiculturalismo, la ética dialógica o de las virtudes”.

Pero, ¿qué implica el adjetivo relacional aplicado a la autonomía? Para ello Amo recordó que se debe conocer el concepto relación y su historia y señaló el protagonismo que esta categoría ha cobrado en los dos últimos siglos de la filosofía. “Del análisis de algunas corrientes y ramas de la filosofía reciente se concluye cómo han asumido el concepto relación, en concreto: la antropología cultural, la filosofía de la naturaleza, la ética del discurso, la nueva antropología filosófica del siglo XX, la fenomenología existencial y la filosofía hermenéutica”. El Director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas terminó formulando propuestas que invocan la necesidad de confianza en las relaciones y la integración de las decisiones en la propia biografía.

Por otro lado, Montserrat Esquerda siguió profundizando en el concepto de autonomía relacional aplicada a la práctica médica asistencial. Mostró como distintos modelos filosóficos y políticos han desarrollado una forma de entender a la persona, olvidando la dimensión relacional inherente al ser humano, para afirmar que toda persona puede llegar a desarrollar su potencial, no debido a su herencia genética, sino a la interacción, la relación y el ambiente. “El ser es básicamente `ser en relación´ o un ´ser con otros´. La relación, apostilló Esquerda, es la condición de posibilidad de toda autonomía, y la fragilidad y la vulnerabilidad promueven la relación y la hacen responsable. Por el contrario, la deshumanización, la crisis de confianza en la relación médico-paciente, el síndrome de ´burnout´ o fatiga asistencial dificultan el abordaje de la asistencia como una labor compleja”.

Julio Tudela abordó el problema de los factores limitantes que condicionan el ejercicio de la autonomía personal. Como afirmó el Director del Observatorio de Bioética de la UCV, “las decisiones de los pacientes con las que sin duda hay que contar para el abordaje clínico o la investigación, están abriendo el camino a prácticas inaceptables éticamente que pretenden justificarse en el respeto a su decisión autónoma”.

“Conflictos éticos como el aborto, la eutanasia, la gestación subrogada, el consumo legal de drogas de abuso, la medicina estética, el tráfico de órganos, la muerte provocada para la donación de órganos o los procesos de transición de género, promovidos por posturas que priorizan el respeto a la autonomía de los pacientes, generan multitud de situaciones dilemáticas donde la beneficencia de las intervenciones queda cuestionada, así como el grado de libertad de las personas que eligen sin conocimiento suficiente de las consecuencias de su elección o su simple capacidad para tomarla”, apostilló Tudela.

Asimismo, el experto afirmó que “se impone la necesidad de establecer un debate bioético bien argumentado sobre la necesidad de señalar límites a la autonomía de los pacientes confrontándola con el principio de libertad y responsabilidad personalista, con el fin de formular propuestas que contribuyan a resolver esta encrucijada”.

La autonomía como dilema bioético

En la sesión vespertina, Javier de la Torre, de la Universidad Pontificia de Comillas, Luis Echarte, de la Universidad de Navarra, Emilio García de la Universidad Cardenal Herrera CEU, y Luis Vivanco, del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja, abordaron temas como la eutanasia, la vacunación infantil, la inteligencia artificial o la medicina estética, entre otros.

Javier de la Torre incidió en la cuestión de la autonomía del paciente en el contexto eutanásico.  “La eutanasia, paradójicamente, se fundamenta en la autonomía de los individuos y tiene como requisito que las personas que la eligen lo hacen con «absoluta» libertad. La realidad es bien diferente. Los condicionamientos sociales, psicológicos, familiares, culturales, económicos, hospitalarios son más que evidentes en la mayoría de los casos. Hay unas bases sociales en el deseo de morir que apuntan la necesidad de acompañar procesos para comprender los verdaderos motivos del deseo de morir, afrontar estrategias ante el sufrimiento y las dificultades y abrir alternativas reales siempre mejores en el proceso de humanización del morir. Esto apunta a otra concepción de la autonomía. El deseo de morir manifestado esconde, en realidad, una petición de atención y afecto. Más que morir lo que se demanda es vivir de otra manera”, apostilló de la Torre.

A continuación, Luis Echarte analizó el problema de la Inteligencia Artificial, sus ventajas e inconveniente en su aplicación a la práctica médica. Trató cómo los algoritmos de caja negra –nuevas figuras seculares de los oráculos de la antigüedad– pueden llegar a inducir experiencias deterministas en la toma y recepción de decisiones a menos que se inserte dicha tecnología en una narrativa en la que la persona sea clave como elemento diferenciador y a la vez integrador entre los conceptos de computación e inteligencia, por un lado, y de autonomía y responsabilidad, por el otro.

Luis Vivanco abordó el problema de la autonomía en el contexto de la vacunación infantil de la Covid-19. Estableció la necesidad de no simplificar un problema complejo como es el conflicto entre la autonomía de los padres de cara a la vacunación de sus hijos y el resultado de Salud Pública que de ello puede derivarse. Insistió en la necesidad de hacer un análisis individualizado de los casos evitando generalizaciones que pueden conducir a errores en la práctica.

Emilio García trató el conflicto que suscita el ejercicio de la autonomía del paciente en el área de la medicina estética. “A veces el solo deseo ´autónomo´ justifica llevar a cabo este tipo de operaciones no exentas de riesgos. Desde hace años, y debido a la alta presión social por aumentar el valor de la propia imagen física, muchas personas acuden a clínicas para someterse a operaciones de embellecimiento. Pero, al mismo tiempo, están aumentando los casos de personas que confiesan no ser del todo libres y autónomas en la decisión de operarse. Fundamentalmente, se trata de personas con baja autoestima corporal, complejos corporales, obsesiones, dismorfias, presión en el ámbito matrimonial, social y laboral, miedo a la exclusión y discriminación social. En estos casos ¿cómo podemos garantizar que la decisión de operarse sea totalmente autónoma y libre y que esté incontaminada de presiones?” García planteó finalmente la no conveniencia, desde las perspectivas médica y ética, de intervenir quirúrgicamente a personas vulnerables y con una autonomía debilitada.

 

 

Todas las sesiones pueden verse en estos enlaces:

Sesión matinal: https://youtu.be/OR4SV23gIDk

Sesión vespertina: https://youtu.be/y5NNJOkjch0

lunes, 18 de julio de 2022

Más transexuales arrepentidos tras sus tratamientos de transición de género

La controversia acerca del abordaje de los casos de disforia de género y las intervenciones de transición de género promovidas desde distintos estamentos, cobra una relevante actualidad tras la aprobación del “Proyecto de Ley Trans” en España, que ha sido evaluado previamente por nuestro Observatorio.

Se han publicado en distintos medios de comunicación dos noticias relevantes y susceptibles de una profunda reflexión acerca de las políticas que se están llevando a cabo por parte de los promotores y defensores de la ley trans, tanto en España como en numerosos países de Europa y América.
Por un lado, el médico psiquiatra Celso Arango, Director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental, y jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Gregorio Marañón, advierte del riesgo que supone empujar a jóvenes confusos hacia una hormonación “irreversible”. El Dr. Arango expone, basándose en su experiencia clínica, la realidad con la que se encuentran los profesionales, que ven como aumentan de forma alarmante  los casos “en los que una persona, por una crisis de personalidad en la adolescencia o por un cuadro de depresión, de autismo, de alto funcionamiento o lo que sea, un día de repente se levanta por la mañana diciendo que es trans, cuando realmente no lo es.”

¿Una moda?

El Dr. Arango establece que entre los que afirman ser trans, la proporción de los que no lo son con respecto a los que sí, es  «de 100 a 1», por lo que no duda en cargar contra el reciente aprobado Proyecto de Ley Trans y advierte del riesgo que supone empujar a jóvenes, que se dejan llevar por lo que califica como «una moda,  hacia este tipo de  tratamientos.

No es esta la primera voz que alerta sobre este grave asunto: desde el Observatorio de Bioética lo venimos haciendo mucho tiempo, exponiendo los dilemas éticos, médicos y psicológicos que conllevan los tratamientos de bloqueo hormonal y transición de género.

Además de las graves consecuencias para las personas que se han sometido a dichos tratamientos, deben añadirse ahora los casos, en número creciente, de arrepentidos que denuncian no haber sido correctamente informados ni tratados durante el proceso, sufriendo sus consecuencias en muchos casos irreversibles.  y posteriormente se han arrepentido.

Paralelamente, otros países están revirtiendo la políticas implementadas hasta ahora en el tratamiento de los casos de disforia de género, adoptando posturas más prudentes que incluyen la necesidad de diagnóstico clínico y seguimiento de todos los casos así como el retraso en el comienzo de las intervenciones de  transición. Se trata de países como FinlandiaSueciaReino Unido o Australia, que ahora ponen el freno a la hora de iniciar la hormonación en menores de edad.

En el caso de Suecia que, siendo el país pionero en las leyes trans y el primero en reconocer la disforia de género en el año 1972, resulta llamativo que ahora se niegue a iniciar tratamientos hormonales en menores, estableciendo, por parte del Ministerio de Sanidad, nuevos protocolos que indican que en el caso de los menores sólo se podrá hacer terapia de hormonación tras la preceptiva revisión por parte del Comité de Bioética Nacional, siempre que el menor no haya tenido una problemática previa de salud mental».

Otro de los países que endurece sus leyes exigiendo una autorización judicial para que los menores de entre 16 y 18 años puedan recibir tratamiento hormonal es Reino Unido, además de Finlandia que cambió sus recomendaciones y dio prioridad a la terapia psicológica para tratar casos de disforia de género. Conviene recordar que la terapia psicológica está prohibida en España, extremo del todo incomprensible. Todo ello, conjugado con un cambio en el modelo clínico, pues, desde hace unos años, no se hormona a un menor hasta que un profesional sanitario constata su madurez emocional.

Estos precedentes deberían bastar para tomar las mismas medidas restrictivas en nuestro país, en el que la ‘ley Trans’ elimina el requisito de contar con informes médicos y psicológicos antes de cambiar el género asignado al nacer, con terapias hormonales, bloqueadores de la pubertad y cirugía genital en su caso, y evitar casos tan dramáticos como el de Ame G una de las pocas jóvenes que ha decidido poner rostro en España a la realidad ‘detrans’, que existe y no es un asunto menor. Otros muchos casos de arrepentidos, víctimas de intervenciones prematuras e imprudentes se han sucedido recientemente en todo el mundo.

Julio Tudela y Nuria Aznar

Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia

TRANS

domingo, 17 de julio de 2022

sábado, 16 de julio de 2022

jueves, 14 de julio de 2022

eutanasia en niños menores de 12 años

Holanda pretende aprobar, mediante una reforma legal, la administración de la eutanasia a niños de entre 1 y 12 años que sufran alguna enfermedad terminal. El ministro de Salud, Ernst Kuipers, ha comunicado que su intención es extender el Protocolo de Groningen, aprobado en 2005,  para incluir a los niños menores de 12 años. Es muy probable que la iniciativa encuentre el apoyo de una mayoría parlamentaria. Actualmente, la eutanasia en Holanda sólo está permitida para los niños mayores de 12 años que sufren de forma “insoportable y desesperada” y para niños menores de un año con el consentimiento de sus padres.

El protocolo propuesto contiene siete criterios

  1. El médico debe estar convencido, sobre la base de los «conocimientos médicos predominantes», de que el niño sufre de forma insoportable y sin ninguna esperanza posible.
  2. Será necesario el dictamen de un experto independiente.
  3. El médico debe estar convencido de que la eutanasia es «la única opción posible para aliviar el sufrimiento».
  4. Tendrá que compartir el diagnóstico «en su totalidad» con los padres, pero también hablar de ello con el niño «de una manera adaptada a su nivel de comprensión».
  5. Ambos padres deben dar su consentimiento.
  6. El médico debe asegurarse de que el niño no sea sometido a la eutanasia «contra su voluntad».
  7. Por último, la eutanasia debe realizarse con «cuidados médicos».

Valoración bioética

La nueva propuesta holandesa de extender aún más la aplicación de la eutanasia a menores de 12 años, confirma la “pendiente resbaladiza” que experimentan los países con una trayectoria más larga en cuanto a terminar legalmente con la vida de sus pacientes.

Aunque la propuesta muestra el lado más siniestro de la eutanasia, inaceptable en todo caso desde el respeto a la dignidad y los derechos humanos, deben destacarse tres aspectos especialmente preocupantes.

Niño en un hospitalEl primero de ellos es el de proponer terminar con la vida de pacientes totalmente inmaduros, por tanto, incapacitados para tomar decisiones de este calibre, que no pueden evaluar debidamente en ningún modo ni asumir razonablemente sus consecuencias. Es un ejemplo más de la hipertrofia del principio de autonomía que se pretende extender hasta la toma de decisiones lesivas e irreversibles por parte de personas no capacitadas para adoptar una opción libre.

El segundo es la ya vigente extensión de la eutanasia involuntaria, o sea, el homicidio o mejor, el asesinato, en el caso de los padres que decidan terminar con la vida de su hijo menor de 1 año. Ahora podrá hacerse también a cualquier edad. La existencia de eutanasias involuntarias, verdaderos asesinatos, ya es conocida en Holanda y Bélgica y se viene aplicando en ancianos desde hace algunos años, tal como muestran algunos trabajos relacionados.

Por último, el avance de la medicina paliativa, que consiste, esta sí, en aplicar cuidados médicos al paciente incurable que sufre, evita el recurso a la eutanasia como medio de paliar el sufrimiento de los pacientes. El recurso al “sufrimiento insoportable” como argumento esgrimido frecuentemente por los defensores de terminar con los pacientes, para justificar la eutanasia, constituye una manipulación intolerable, porque la implementación de los cuidados paliativos de calidad, también en niños, permiten hoy controlar razonablemente bien los denominados “síntomas refractarios” o de difícil control por los medios convencionales.

Volvemos a encontrarnos de bruces con el mayor y más regresivo fracaso de la medicina, la cultura y la defensa de los derechos humanos en la atención a los más desvalidos y necesitados. Una civilización que termina con ellos, sus miembros más débiles, no hace sino mostrar preocupantes signos de decadencia.


Julio Tudela. Observatorio de Bioética

Instituto Ciencias de la Vida.Universidad Católica de Valencia

miércoles, 13 de julio de 2022

lunes, 11 de julio de 2022

sábado, 9 de julio de 2022

viernes, 8 de julio de 2022

jueves, 7 de julio de 2022

Carta del Hno Alois 2022

Llegar a ser artesanos de unidad

Hacer crecer la unidad, crear lazos: este es uno de los grandes desafíos de
nuestro tiempo.

El período actual está en efecto marcado por evoluciones contradictorias.
Por un lado, la humanidad toma conciencia cada vez más claramente de que
está interconectada y ligada a toda la creación. La pandemia nos lo ha hecho
percibir de nuevo: somos una sola familia humana, sufrimos ciertas pruebas
juntos, y solo juntos podemos superarlas.

Por otro lado, las polarizaciones se agravan a nivel social, político y ético, y
provocan nuevas fracturas en las sociedades, entre los países e incluso en las
familias. Los cristianos no son inmunes a estos antagonismos. Entre las Iglesias
y también en su seno, las diferencias se endurecen y se convierten en divisiones,
justo en el momento en el que nuestro testimonio de paz, con toda nuestra
diversidad, sería vital.

A estos antagonismos se añade hoy, en algunos países, una enorme pérdida
de confianza en las comunidades cristianas, causada por la revelación de
agresiones sexuales y de abusos espirituales cometidos en su seno. Muchas
personas han visto traicionada su confianza. En Taizé, como en otras partes,
hemos llevado, en los últimos años, un trabajo de búsqueda de la verdad sobre
estas graves cuestiones. Y quisiéramos hacer todo lo posible para que Taizé sea
un lugar seguro para todos y todas ﴾www.taize.fr/protection﴿.

La Iglesia está llamada a ser un lugar de amistad para todos. Para este fin, una
conversión radical se impone hoy, por fidelidad al mensaje del Evangelio. Cristo,
por amor hasta el don de sí mismo, ha abierto una nueva fuente de donde
podemos sacar las fuerzas para elegir una vida de fraternidad, promover la
dignidad de cada ser humano, cuidar de la creación. Cristo nos pide ser, por
nuestra comunión fraterna, el signo que ha venido para unir a todos los
humanos en el amor de Dios.

Me gustaría que estas propuestas para 2022 nos inviten a interrogarnos: ¿qué
papel podemos desempeñar para hacer crecer la unidad en la familia humana
y con toda la creación, con los cercanos, en nuestras Iglesias y comunidades, y
hasta en nuestros propios corazones?

hno. Alois


  • Cada una de las seis propuestas está seguida de un texto para profundizar en la reflexión. Estas breves citas serán objeto de artículos en el sitio web, de podcasts y de talleres ofrecidos en Taizé.
  • Referencias y comentarios bíblicos serán publicados en línea para cada una de estas seis propuestas. Ellas inspirarán la selección de textos para las introducciones bíblicas en Taizé. Ver www.taize.fr/bible

Primera propuesta | La alegría de recibir

Todos nosotros podemos contribuir a un futuro de paz y de unidad en la familia
humana. Esto comienza por las relaciones que construimos entre unos y otros.
Cuidémonos mutuamente, en nuestras familias, entre los parientes y amigos,
sobre todo en tiempos de prueba.

La unidad de la familia humana crece también cada vez que nos abrimos a
aquellas y aquellos que vienen de horizontes diferentes al nuestro. ¿Podríamos
ir más hacia los demás, incluso hacia aquellos a los que, espontáneamente, no
nos acercaríamos? A menudo nos sorprenderíamos de recibir de ellos lo que
jamás hubiéramos imaginado.

No nos dejemos paralizar por nuestras dudas o por nuestros miedos, y una
alegría de recibir nos será dada. Es en relación con los otros como encontramos
nuestra identidad, y ellos pueden ayudarnos incluso a salir de momentos de
tristeza interior y dar un sentido a nuestra existencia.

En una de las parábolas que cuenta Jesús, una persona herida es ayudada por
un extranjero que pasa. Éste asume, por su gesto, el riesgo de ir más allá de las
fronteras étnicas, políticas y religiosas. Ese acto espontáneo por el que se hizo
prójimo del hombre herido, ¿no dio ese día sentido a su vida? Hoy también,
este “buen samaritano” es recordado y nos inspira ﴾Lucas 10, 29‐37﴿.

“Una de nuestras expresiones es Ubuntu – la esencia del ser humano. El Ubuntu habla particularmente del hecho de que no se puede existir como ser humano en aislamiento. El Ubuntu habla de nuestra interdependencia. No podemos ser humanos solos. Demasiado a menudo nos consideramos como simples individuos, separados los unos de los otros, pero estamos conectados y lo que hacemos afecta al mundo entero.” – Del arzobispo anglicano emérito Desmond Tutu, una figura en la lucha contra el apartheid y por la reconciliación en Sudáfrica

Segunda propuesta | Privilegiar el diálogo

Hacer crecer la unidad comienza por crear lazos de confianza. Pero, demasiado
a menudo, las relaciones humanas se ven amenazadas por la desconfianza. La
violencia verbal se usa cada vez más en el debate público y en las redes sociales,
y se instrumentalizan los miedos. ¿Cómo reaccionar ante tales aberraciones?

Podemos elegir escuchar y dialogar. No se trata de decirle al otro que
compartimos su opinión, si este no es el caso, sino más bien hacer todo lo
posible por continuar una conversación con los que piensan de modo diferente
a nosotros. Hagamos todo lo posible para evitar la ruptura del diálogo.

Tomemos la resolución de no colocar nunca una etiqueta sobre nadie, así como
de no transmitir jamás prejuicios. Nadie debería ser reducido a tal o cual de sus
acciones u opiniones. Y un desacuerdo, incluso si es radical, puede expresarse
sin agresividad, aunque deba admitirse que, a veces, ante ciertas situaciones
de injusticia, debe expresarse la ira.

Hay reflejos identitarios que agravan las brechas en nuestras sociedades, esto
es verdad también en las comunidades cristianas. En vez de definirnos en
oposición a otros, ¿no podríamos desarrollar una identidad y un sentido de
pertenencia que no excluya una apertura a otros?

“La amistad más verdadera y fraterna puede existir entre hombres que piensan diferente sobre temas esenciales. Esto comporta naturalmente un elemento de dolor, pero ello hace que el amigo nos sea aún más querido.” » – Del filósofo francés Jacques Maritain en 1970.

Tercera Propuesta | Fraternidad entre todos

Hacer crecer la unidad implica rechazar las desigualdades sociales. Algunas
polarizaciones tienen su origen en la exclusión sufrida o resentida por tantas
personas e incluso por pueblos enteros.

Seamos solidarios con cristianos de todas las Iglesias, con los creyentes de las
diversas religiones, con mujeres y hombres de buena voluntad que no creen en Dios, seamos solidarios con personas en precariedad, los excluidos, los migrantes cuyos itinerarios vitales han estado a menudo marcados por un gran sufrimiento.

Practicar la fraternidad comienza a nuestra puerta. Superemos las segregaciones,
creemos amistad. Y veremos que nuestros corazones se abren, se ensanchan, se hacen más humanos. ¿Somos conscientes de hasta qué punto nuestra manera personal de vivir puede tener un impacto incluso en el otro extremo del mundo?

Para los creyentes, practicar la fraternidad es inseparable de la fe. Jesús dijo: “Lo que hicisteis con uno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” ﴾Mateo 25, 40﴿. Por su venida al mundo, Jesucristo está unido a cada ser humano. Nos acercamos a él cuando vamos hacia aquellos y aquellas que fueron heridos por la vida; ellos nos hacen entrar en una relación más profunda con él.

“El mayor desafío de este momento es cómo realizar una revolución del corazón, una revolución que tiene que comenzar con cada uno de nosotros. Cuando comenzamos por ponernos en el lugar más bajo, por lavar los pies de los otros, por amar a nuestros hermanos y hermanas con un amor ardiente, esa pasión que condujo a la cruz, entonces podemos decir en verdad: “Ahora he comenzado”. – De la periodista estadounidense Dorothy Day, comprometida en la lucha por los derechos humanos, en 1963

Cuarta propuesta | Solidaridad con toda la Creación

Hoy, vemos más claramente la unidad de la creación. La interdependencia de todo viviente nos hace descubrir que somos de algún modo hermanas y hermanos de todos los seres. Para los creyentes, nuestro maravilloso planeta es un don que Dios nos confía y que debemos transmitir a la siguiente generación.

Vemos hoy hasta qué punto el planeta se ha fragilizado por la actividad humana. En los últimos tiempos, desastres medioambientales y fenómenos
climáticos extremos han repercutido en muchos lugares del mundo. A causa de estas crisis, cada vez más personas serán obligadas a abandonar su tierra, que se ha vuelto inhabitable. Y desde hace décadas, numerosos trabajos de investigación nos alertan sobre la destrucción de la biodiversidad.

Ante estas urgencias ecológicas son indispensables respuestas políticas,
innovaciones científicas y opciones sociales. Muchos jóvenes asumen compromisos valientes, pero es verdad que la frustración y la cólera acechan a
algunos de ellos – y es bien comprensible.

¡No perdamos el ánimo a pesar de ello! A menudo, a partir de “casi nada”,
comienza una transformación. Para los creyentes, la fe en Dios estimula al
compromiso y a la confianza en la capacidad de la humanidad para responder a estas crisis. Podríamos preguntarnos: ¿qué pasos concretos puedo dar yo, por humildes que sean, en el próximo futuro para comenzar una conversión ecológica o para profundizar en ella?

“Todos nosotros, seamos quienes seamos y estemos donde estemos, podemos desempeñar un papel en el cambio de nuestra respuesta colectiva a la amenaza sin precedentes del cambio climático y la degradación del medio ambiente. El cuidado de la creación de Dios es un mandato espiritual que requiere una respuesta de compromiso. Este es un momento crítico. El futuro de nuestros hijos y el de nuestra casa común dependen de ello.” – Mensaje conjunto del papa Francisco, del patriarca ortodoxo Bartolomé y del arzobispo anglicano de Canterbury Justin Welby, 1 de septiembre, 2021.

Quinta Propuesta | Pasión por la unidad de los cristianos

La búsqueda de la unidad es un desafío mayor para los cristianos. ¿Cómo
podríamos ser fermento de fraternidad si nos mantenemos en nuestras
divisiones? En Cristo, encontramos una fuente única de unidad ﴾Juan 17, 20‐21;
Efesios 2, 14﴿. Al dar su vida en la cruz, él llegó al extremo de un amor que
destruye el odio y las barreras entre los humanos.

El Evangelio nos llama a superar las divisiones y a dar testimonio de que una unidad es posible dentro de una gran diversidad. ¿No es esa una contribución prioritaria que los cristianos son invitados a ofrecer en vistas a la fraternidad en la familia humana? Un tal testimonio habla más que los discursos.

El Evangelio nos empuja a cultivar el arte de crear la unidad. Todos nosotros
podemos ser artesanos de unidad forjando lazos de escucha y amistad allí
donde nos encontremos.

En el diálogo entre las confesiones cristianas, las diferencias que perduran deben
tomarse en serio y las investigaciones teológicas son indispensables. Pero el
diálogo por sí mismo no conduce a la unidad visible.

Para avanzar, reunámonos más a menudo personas bautizadas de diferentes
Iglesias, en una oración común centrada sobre la Palabra de Dios. ¿Quién sabe?
El Espíritu Santo podría entonces sorprendernos. Descubriríamos que es Jesús quien nos reúne y que el amor de Cristo puede irradiar mucho más claramente cuando reconocemos humildemente lo que nos falta y cuando nos abrimos a lo que podemos recibir de otros.

“Se trata de aceptar dar y recibir los unos de los otros, no para caer en un relativismo dogmático, sino para alcanzar el punto en el que lo esencial de la fe apostólica pueda expresarse según líneas diferentes, pero convergentes. Y para el resto, esperar y aguardar una nueva efusión del Espíritu, estando preparados para
acogerla.” – De la teóloga ortodoxa Elisabeth Behr‐Sigel, en 1986

Sexta Propuesta | Dejar que Dios unifique nuestros corazones

Hacer crecer la unidad requiere un compromiso de todo nuestro ser, que
comienza en nuestro propio corazón. Con las palabras de un antiguo salmo, nuestra oración se eleva a Dios: “Unifica mi corazón para que adore tu nombre” ﴾Salmo 86, 11﴿.

Para caminar hacia una tal unidad interior, ¿no es necesario, a veces, seleccionar
nuestros deseos, aceptar que no podemos vivirlo todo? Si muchas posibilidades se abren ante nosotros, busquemos discernir cuáles son las que más conducen hacia la paz, la luz y la felicidad.

Hay en nosotros una sed profunda de comunión y de unidad, que viene de
Dios, y en la oración podemos expresarla. Incluso con muy pocas palabras,
permanecer en el silencio o a solas con Dios nos ayuda a buscar el sentido de la vida, y renueva nuestra disponibilidad a dejar que el Espíritu trabaje en nosotros.

Para encontrar la unidad del corazón, un camino es siempre posible: volver
nuestra mirada hacia Cristo Jesús, aprender a conocerle más, confiarle nuestras
alegrías y nuestras penas. Incluso en medio de las dificultades, incluso con muy
pocas certezas en cuanto al futuro, podemos así proseguir paso a paso nuestra
marcha, en la confianza de que, por el Espíritu Santo, Cristo resucitado siempre nos acompaña.

“Hacer silencio es escuchar a Dios; es suprimir todo lo que nos impide escuchar u oír a Dios; es escuchar a Dios dondequiera que exprese su voluntad, en la oración y fuera de la oración propiamente dicha. Necesitamos el silencio para hacer la voluntad
de Dios, silencio prolongado por esa otra disposición de nosotros mismos que tanto amputamos... o que despreciamos por ignorancia: el recogimiento. Necesitamos “recoger” las trazas, los índices, las invitaciones, las órdenes de la voluntad de Dios, como el cultivador recoge su cosecha en la granja, como el sabio recoge el fruto de una experiencia.” – De la escritora y asistente social francesa Madeleine Delbrêl, en 1968.
Última actualización: 29 de diciembre de 2021