En este sentido, médicos del Instituto Charlotte Lozier han publicado un estudio que analiza una práctica peligrosa: muchas mujeres al ingresar en el hospital con complicaciones tras un aborto, no avisan al médico de que se han tomado la píldora abortiva, sino que dicen que han sufrido una pérdida natural, lo que aumenta los riesgos para su salud tras el aborto.

En el artículo “A Post Hoc Exploratory Analysis: Induced Abortion Complications Mistaken for Miscarriage in the Emergency Room are a Risk Factor for Hospitalization”, publicado en la revista Health Services Research and Managerial Epidemiology, los autores han realizado un análisis longitudinal durante 17 años de 423.000 abortos provocados y 121.283 visitas a urgencias en los 30 días posteriores a la realización del aborto entre 1999 y 2015.

Según los datos más recientes de Medicaid recogidos en el artículo, más del 60% de los ingresos en urgencias relacionadas con la píldora abortiva, se catalogaron erróneamente como tratamientos para un aborto espontáneo natural en 2015. Estos datos advierten del peligro de ocultar al médico que ese aborto no ha sido espontáneo, sino que se ha producido tras tomar píldoras abortivas para provocarlo.

Uno de los autores del estudio, el doctor James Studnicki, afirma que esto se debe a un encubrimiento por parte de la industria del aborto, ya que se anima a las mujeres a ocultar esa información a sus médicos y se recomienda a los médicos abortistas que no informen debidamente de las complicaciones que puede conllevar el uso de la píldora abortiva en la salud de las mujeres. Cuando una mujer que ha abortado farmacológicamente recibe tratamiento como si la pérdida fuera natural, aumentan los riesgos para su salud.

La Dra. Ingrid Skop, ginecóloga que trabaja como directora de asuntos médicos del Instituto Charlotte Lozier, ha declarado que “la reciente cobertura de los medios que afirma que un aborto espontáneo natural y un aborto inducido son lo mismo, equivale a alentar la negligencia médica. La píldora abortiva daña el sistema inmunológico, lo que significa que las mujeres que experimentan complicaciones tienen un mayor riesgo de infección, incluida una sepsis inusual. La píldora abortiva también aumenta el riesgo de hemorragia”.

Valoración bioética

Muchos de los abortos inducidos con la administración de mifepristona y misoprostol, los conocidos como abortos químicos, no son contabilizados en las estadísticas de aborto porque no son declarados por las mujeres implicadas, que, como afirma el artículo, ocultan esta práctica aduciendo que se trata de abortos espontáneos.

Además de falsear las dimensiones del drama del aborto, por su exclusión de las estadísticas, se pone en riesgo la salud de estas mujeres que, en muchos casos, necesitarán asistencia médica urgente tras el tratamiento abortivo, y deberán pasar por el quirófano por las complicaciones asociadas.

Complementariamente, deben señalarse los efectos teratógenos -malformaciones en el feto- en el caso de que las píldoras abortivas hayan fallado en su misión de terminar con el embarazo.

El aborto es un drama que afecta al embrión o feto y a su madre. No existe el llamado “aborto seguro”, porque intervenir química o quirúrgicamente para provocar la muerte de un embrión o feto supone una medida agresiva que afectará también a la madre, en forma de complicaciones clínicas, como las referidas en este artículo, y psíquicas, que han sido ampliamente estudiadas en muchos trabajos.

Julio Tudela y Ester Bosch

Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia