lunes, 31 de diciembre de 2018

domingo, 30 de diciembre de 2018

sábado, 29 de diciembre de 2018

viernes, 28 de diciembre de 2018

jueves, 27 de diciembre de 2018

miércoles, 26 de diciembre de 2018

lunes, 24 de diciembre de 2018

domingo, 23 de diciembre de 2018

sábado, 22 de diciembre de 2018

viernes, 21 de diciembre de 2018

jueves, 20 de diciembre de 2018

miércoles, 19 de diciembre de 2018

martes, 18 de diciembre de 2018

lunes, 17 de diciembre de 2018

sábado, 15 de diciembre de 2018

miércoles, 12 de diciembre de 2018

martes, 11 de diciembre de 2018

lunes, 10 de diciembre de 2018

domingo, 9 de diciembre de 2018

sábado, 8 de diciembre de 2018

viernes, 7 de diciembre de 2018

miércoles, 5 de diciembre de 2018

domingo, 2 de diciembre de 2018

anuncio de Navidad que vale para ya mismo

No es necesario saber alemán para entender este precioso vídeo que me envía Mariano. Espero colgar otros semejantes como preparación para la Navidad

https://www.youtube.com/watch?v=V6-0kYhqoRo

sábado, 1 de diciembre de 2018

viernes, 30 de noviembre de 2018

jueves, 29 de noviembre de 2018

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Creamos Empleo Economia Social

un programa de Lucha Contra la Discriminación 2007-2013

martes, 27 de noviembre de 2018

lunes, 26 de noviembre de 2018

domingo, 25 de noviembre de 2018

sábado, 24 de noviembre de 2018

viernes, 23 de noviembre de 2018

miércoles, 21 de noviembre de 2018

rock fish

El corto es de cortar/pegar el libro del premio Nobel Ernest Hemingway "El viejo y el mar" pero llevado a la pantalla y cambiando lo uno por lo opuesto. Simplemente recordar que poe este le dieron el laureado premio y porque vendió en Navidad el pirronazo de ejemplares

martes, 20 de noviembre de 2018

No asistir a misa el domingo ¿es un pecado grave?

Sí, no asistir a misa el domingo (sin una buena razón) es un pecado grave. Faltar a Misa es un problema por varias razones, entre las cuales la Misa es una fuente de gracia necesaria para nuestras almas.

Pero otra razón sería que, si un católico no tiene una “causa importante” para faltar Misa, y aun así lo hace, comete un pecado grave.
La Misa no es solo algo agradable de hacer si eres particularmente religioso o “súper católico”; más bien, es la piedra angular de cualquier auténtica vida católica.
De hecho, de los cinco preceptos de la Iglesia, asistir a la misa los domingos y los Días Santos de la Obligación es el primero (CIC 1247ff).
Por supuesto, como se mencionó anteriormente, no es un pecado faltar a Misa si se tiene una buena razón para hacerlo.
Por ejemplo, si estás enfermo o tienes que cuidar de alguien. Si se encuentra en esa situación, sepa que todavía es una parte integral de la Iglesia, que esta ora por usted.
Si estás en pecado grave por esta razón, debes saber es que la Iglesia todavía te quiere. Siempre puedes volver, y deberías por el bien de tu alma.
Si estás listo para volver a comprometerte con la vida católica, incluida la asistencia a la misa semanal, debes ir a confesarte para comenzar de nuevo.
Recuerda, si nos arrepentimos, Jesús siempre está dispuesto a recibirnos de vuelta.

lunes, 19 de noviembre de 2018

domingo, 18 de noviembre de 2018

sábado, 17 de noviembre de 2018

viernes, 16 de noviembre de 2018

jueves, 15 de noviembre de 2018

miércoles, 14 de noviembre de 2018

martes, 13 de noviembre de 2018

lunes, 12 de noviembre de 2018

domingo, 11 de noviembre de 2018

EL LEÓN Y EL RATÓN



Como cada tarde, el león duerme la siesta. No soporta que nadie le moleste mientras lo hace. Pero hoy, un ratón travieso se le pasea por encima de la barriga. El león se despierta:
- Grrrr... ¿ Quién osa despertarme?- ruge el león
- Oh, perdona, rey de la selva, yo...- contesta el ratón
-  ¿ Acaso no sabes que cuando me despiertan tengo un hambre terrible?- amenaza el león. Soy capaz de comerme lo primero que se me ponga por delante.
-       No me comas, por favor. No quería molestarte. Déjame ir. Quizá algún día pueda seré útil- dice el ratón asustado.
-      ¿ Tú?. No hay nadie más fuerte que     yo. ¿ Cómo va a ayudarme alguien       tan pequeño como tú?. Anda, vete y no me molestes más.
-   Pasados unos días, el león sale de caza para pasar el rato. Ve una cebra y la persigue. Pero, de repente, cae dentro de una trampa de la que no puede salir.
-   ¡ Qué tonto he sido! ¿ He caído en la trampa de un cazador!
-   ¿El cazador cazado? – dice una voz aguda desde fuera.
-   ¿ Quién es?- dice el león
-   Soy el ratón ¿ Quieres que te ayude?
-   ¿ Y cómo me puedes ayudar a salir de aquí?
-   Puedo roer las cuerdas y liberarte- contesta el ratón
Y dicho y hecho. El ratón empieza a roer las cuerdas que atrapan al rey de la selva hasta que consigue liberarlo.
-  ¿ Ya está! ¿ Eres libre!- dice el ratón
 El rey de la selva sale de la red y da las gracias a su compañero.
- Ahora sé que no soy tan fuerte como pensaba. Me has salvado utilizando tan sólo tus pequeños dientes. ¡ Gracias amigo!

jueves, 8 de noviembre de 2018

miércoles, 7 de noviembre de 2018

el manto negro



Un dia como hoy hace 30 años me hicieron diacono. Lo celebro con esta película sobre  los santos Juan Brébeuf e Isaac Jogues, misioneros jesuitas martirizados por los indios norteamericanos en el siglo XVII

martes, 6 de noviembre de 2018

lunes, 5 de noviembre de 2018

UN DESEO... de Victor Hugo


Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.
Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.
Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro
Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.
Te deseo que acaricies un gato,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
te sentirás bien por nada.
Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.
Te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.
VICTOR HUGO

domingo, 4 de noviembre de 2018

CAMBIANDO EL CHIP


SI TU DIOS ES JUDÍO,
TU COCHE ES JAPONÉS,
TU PIZZA ES ITALIANA,
TU GAS ES ARGELINO,
TU CAFÉ ES BRASILEÑO,
TUS VACACIONES SON CARIBEÑAS,
TUS CIFRAS SON ÁRABES,
TUS LETRAS SON LATINAS ...
¿CÓMO TE ATREVES A DECIR
QUE TU VECINO ES EXTRANJERO?

sábado, 3 de noviembre de 2018

CUENTO SOLIDARIO


Dime cuánto pesa un copo de nieve -, preguntó un colibrí a una paloma.
- Nada -, fue la respuesta.
- Si es así, he de contarte una historia -, dijo el colibrí.
            "Me posé en la rama de un pino, cerca de su tronco. Empezaba a nevar, no era nieve de una gran tempestad, era como un sueño sin ninguna herida ni violencia. Como no tenía nada que hacer empecé a contar los copos mientras caían sobre las ramas de mi tronco. El número exacto fue 1.141.952. Cuando cayó el siguiente copo (sin peso, como tú dices) la rama se rompió."
            Dicho esto, el colibrí levantó el vuelo.
            La paloma, una autoridad en la materia desde los tiempos de Noé, se paró a reflexionar y, pasados unos minutos, se dijo:
- Quizá sea sólo necesaria la colaboración de una persona más para que la solidaridad se abra camino en el mundo.
                                                Kurt Kaufer - Jatun Sunqu

viernes, 2 de noviembre de 2018

CARIDAD...UNA HISTORIA PARA PENSAR

Una señora toma un tazón y le pide al camarero que se lo llene de caldo. 
A continuación se sienta en una de las muchas mesas del local. 
 Pero apenas sentada se da cuenta de que ha olvidado el pan. Entonces se levanta, se dirige a recoger un trozo de pan para comerlo y vuelve a su sitio. ¡Sorpresa! 
Delante del tazón de caldo se encuentra sin inmutarse un hombre de color, un negro, que está comiendo tranquilamente. ¡Esto es el colmo! - piensa la señora - ¡pero no me dejaré robar! 
Dicho y hecho. Se sienta al lado del negro y parte el pan en pedazos. Los mete en el tazón que está delante del negro y coloca la cuchara en el recipiente. 
 El negro, complaciente, sonríe. Toman una cucharada cada uno hasta terminar la sopa. Todo en silencio.
Terminada la sopa, el hombre se levanta, se acerca a la barra y vuelve después con un abundante plato de espaguetis y .... dos tenedores. 
Comen los dos del mismo plato, en silencio, turnándose. 
 Al final se va el negro: ¡Hasta la vista!, se despide, reflejando una sonrisa en sus ojos. Parece satisfecho por haber realizado una buena acción. Se aleja. 
 La mujer le sigue con la mirada. Una vez vencido su estupor, busca con la mano el bolso que había colgado en el respaldo de la silla. Pero el bolso ha desaparecido. 
 Entonces .... aquel negro ..... Iba a gritar ¡al ladrón! cuando, ojeando a su alrededor, ve su bolso colgado de una silla dos mesas más atrás de donde estaba ella, y sobre la mesa, una bandeja con un tazón de caldo ya frío.

jueves, 1 de noviembre de 2018

El Supremo de Pakistán anula la pena de muerte contra la cristiana Asia Bibi

La mujer cristiana fue condenada por blasfemia. Los islamistas radicales han advertido de "terribles consecuencias" para el Tribunal.
El Tribunal Supremo de Pakistán ha anulado este miércoles la sentencia contra Asia Bibi, una mujer cristiana condenada a muerte por blasfemia. El comité, integrado por tres jueces, ha ordenado su puesta en libertad. "La sentencia a muerte se anula. Asia Bibi es absuelta de los cargos", anunciaba el presidente del Supremo, Saqib Nisar.

La sentencia de apelación ha sido favorable a Bibi a pesar de las irregularidades denunciadas por su abogado defensor, Saiful Muluk, durante el juicio. En la vista puso en duda la credibilidad de varios de los testigos y sostuvo que mintieron o que sus declaraciones no se sustentaban con las pruebas presentadas o eran contradictorias.

Dos políticos que intentaron ayudar a Bibi fueron asesinados.

Asia Bibi, de 52 años y madre de cinco hijos, fue condenada a muerte en 2010 por, presuntamente, insultar al profeta Mahoma después de que unas vecinas musulmanas se quejaran de que les había ofrecido beber de su vaso agua. La mujer siempre ha negado haber blasfemado, denunció la persecución por su condición religiosa, los únicos cristianos del pueblo, y asociaba el episodio a una queja que hizo al recaudador de impuestos. Sus representantes han defendido que todo se reducía a una disputa con sus vecinos. Durante sus años en prisión la amenaza de muerte ha sido constante. Un clérigo radical llegó a poner precio a su cabeza.

Su caso se hizo viral a nivel mundial y en Pakistán ha sido fuente de división hasta el punto de que dos políticos que intentaron ayudar a Bibi fueron asesinados, incluido el gobernador de Punyab, Salman Tasir, asesinado por su propio guardaespaldas.

Antes de conocerse la sentencia el partido islamista radical Tehrik-e-Labaik Pakistan (TLP), había advertido al Supremo de que cualquier "concesión o indulgencia" para Bibi acarrearía "terribles consecuencias". Para leer la resolución la policía ha tenido que blindar el Tribunal incluso con especialistas en desactivación de bombas. A las pocas horas de hacerse pública la absolución el TLP ha amenazado de muerte al Tribunal y ha pedido la dimisión del primer ministro paquistaní, Imran Jan. Este partido islamista está bloqueando carreteras en las principales calles del país y movilizando a sus seguidores. Decenas de personas han sido asesinadas tras acusaciones de blasfemia, en ocasiones por turbas.

martes, 30 de octubre de 2018

lunes, 29 de octubre de 2018

sábado, 27 de octubre de 2018

viernes, 26 de octubre de 2018

jueves, 25 de octubre de 2018

miércoles, 24 de octubre de 2018

martes, 23 de octubre de 2018

lunes, 22 de octubre de 2018

domingo, 21 de octubre de 2018

sábado, 20 de octubre de 2018

viernes, 19 de octubre de 2018

miércoles, 17 de octubre de 2018

lunes, 15 de octubre de 2018

domingo, 14 de octubre de 2018

sábado, 13 de octubre de 2018

jueves, 11 de octubre de 2018

miércoles, 10 de octubre de 2018

martes, 9 de octubre de 2018

lunes, 8 de octubre de 2018

domingo, 7 de octubre de 2018

APRIETA


P. Leonardo Castellani
En “Camperas” 

Se agarraron al fin en una mañana tostada por un sol de enero, se agarraron como todo el mundo en el ribazo sabía que se te­nían que agarrar, hasta el infelicísimo, el distraidísmo Tatú.

-¿Sabe que su amiga, compadre Apereá, la-que-refala-sin-ruido, está buscando y me parece que va a encontrar?

-¡Por amor de Dios, hable bajo! -dijo el Cobaya, que tiembla de oír solamente el nombre de la venenosa.

-Yo no le tengo miedo, aunque tampoco la trato -dijo el Cascarudo-; pero me parece que la Iguana Verde le va a dar el vuelto.

-¡Ojalá Dios quiera! -silbó arriba el Cachilo-, ¡ojalá la mate! La Igua­na es mi amiga... No puede subir a los árboles. Pero temo que no la pueda.

-¡Amalaya se coman las dos! -dijo el pobre Cobaya palpitante.

-Amén, compadre. Pelearse se tienen que pelear, porque el ribazo es chico para dos matreros de esa ralea que comen los dos lo mismo y no poco cada día -dijo Tatú Mulita.

-¡Cristo, allá están! -gritó el Conejito de Indias, hundiéndose como un rayo en su cueva, porque se oyó a lo lejos el matraqueo siniestro y furioso del crótalo de la víbora.

Se habían agarrado. Sobre la curva sinuosa y parda de un caminito de perdiz venía el Lagarto corriendo un ratón; estaba la Cascabel ace­chando una rana, y se toparon. Ninguno de los dos iba a torcer, ningu­no de los dos iba a retroceder. ¿Podían retroceder? La Cascabel esta­ba enroscada en una negra bola repugnante, resorte tensionado y po­tentísimo que arrojaría su cabeza chata como un lanzazo sobre su ene­migo, así éste moviese no más un ojo; la Iguana, aplastado el cuerpo contra el polvo y estremecida en convulsiones de ira, saltaría fulmi­nante sobre su nuca, al primer descuido de la guardia. Parecía que ninguno de los dos se movía; y sin embargo la Víbora se contraía y re­plegaba todavía más, hinchándose su cuerpo negruzco como un bra­zo que hace fuerza; y la boca abierta y feroz del Lagarto se iba aproxi­mando imperceptible, línea por línea, punto por punto, con precau­ción infinita, jadeante, crispada...

¿Cuál de los dos ha saltado? Tan fulmíneo ha sido el golpe que el ojo más sutil no hubiera podido distinguirlo. Ha sido un mescolarse instantáneo de miembros, escamas, anillos, colas que golpean furiosas, patas verdes que arañan, vientres blancos, lazos mortíferos que se anudan, cuellos que forcejean, un solo monstruo disforme y proteico que agoniza frenético revolcándose en el polvo...

De manera que yo, que en ese momento caí al ribazo, rifle al hom­bro y descuidado, no supe a lo primero qué cosa era aquella horrible que forcejeaba en la arena: si un grifo asqueroso, mitad saurio y mitad víbora, o bien una serpiente con patas y dos colas...

Ajajá... El Lagarto es el que ha mordido. Ahora veo su cabeza entre los anillos mortíferos. El Lagarto ha agarrado a la Víbora y la sacude convulsivamente para quebrarle el espinazo...

¡Horror! El golpe del Lagarto no ha sido certero. El cogote agilísimo se ha zafado y en vez de aferrar las vértebras cervicales, los dientes sólo han cazado la espalda; y la boca letal de la Venenosa se vuelve fa­tídicamente, haciendo un arco muy cerrado, hacia la garganta blanca y blanda de la Mordedora, a la altura del hombro, y las dos mandíbu­las se abren espantosamente, en un ángulo tan abierto como un pul­gar y el índice de un hombre, para dar el mordisco último.

El momento es supremo. La Iguana aprieta con todas sus fuerzas cerrando los ojos. Tan furiosa está que uno puede salir de detrás del árbol, todo espantado y sin resuello, y aproximarse al montón cautelo­samente para ver si el mordisco agarra.

Clack. Se cerró como un resorte el estuche de la muerte, y las dos espinas de marfil en cuya punta centellea una gotita de veneno pasaron como saetas a un milímetro del cuello de la Iguana. La Iguana aprieta.

Clack, clack, clack. Los mordiscos se multiplican isócronos, metó­dicos e infructuosos, mientras la Venenosa se crispa para deslizar su espalda un milímetro no más, el milímetro que falta, de la tenaza de la otra. Pero la Iguana aprieta más, con los maxilares que crujen como si se quebraran. Las dos comprenden con toda claridad la situación. Un milímetro más o menos es la muerte para la una o la otra.

Apretar. Zafarse. Con todas las fuerzas de la desesperación, aunque crujan los huesos y se corten como piolines los tendones. Aprieta. Tira.
¡Ay! iAy! Los anillos de la Cascabel han hecho presa en el torso -el cuello está defendido por las patas delanteras- y aprietan ahogando, mientras la cabeza siempre tira y las mandíbulas venenosas suben y bajan automáticamente. La Iguana abandona toda defensa y se deja estrujar y ahogar, salvo el apretar con su boca que sangra y babea. To­dos los pájaros han cesado de piar y los bichos de correr, al estribor del crótalo que suena agitándose convulso, como una canción macabra. Hay un silencio fúnebre en el sauzal del ribazo...

¡Adiós! La Iguana se ha tumbado de lado. La creyera muerta en el abrazo terrible a no ser por su boca que no cede. Toda su vida se ha reconcentrado en sus mandíbulas. Y en las dos manos que protegen el cogote del lazo corredizo. Y aprieta.

¿Qué pasa? La Víbora ha soltado a su enemigo, que ni resuella por no soltarla: su cuerpo negruzco se desparrama por la arena como un látigo a quien la desesperación del último esfuerzo sacude. ¿Qué inten­ta? La Iguana gime de dolor, con gemidos de niño, porque las mandí­bulas y el cuerpo le deben doler horriblemente; pero aprieta.

Aja, la Víbora buscaba un apoyo; y ahora, anudando la cola a un raigón, prueba otra táctica, la última, y hecha un puente en el aire, de­sesperadamente tira.

La Iguana sin soltar es arrastrada por el ímpetu, con las cuatro pa­tas hundidas como puntales en la arena, en línea recta primero, des­pués a un lado, después a otro. El cuerpo de la Víbora se anuda y pa­rece que se va a romper. Y los dientes venenosos se alzan de nuevo, y caen de nuevo, y la piel del cuello es atrapada y yo no puedo conte­ner un grito.

Y los dientes se alzan de nuevo y entonces veo que me he engaña­do: los colmillos sólo han arañado la piel. Y entonces -todo esto en un segundo-, la Víbora se sacude con una especie de grito de rabia, muer­de otra vez, cruje... y se dobla como un junco, por el punto en que la Iguana la aferra. El espinazo ha cedido. Peractum est.

El cuerpo ondula todavía con las convulsiones de la muerte y el estuche ponzoñoso muerde el aire. Pero la Iguana sabe que la Víbora no puede ya hacer fuerza, que está perdida. Y espera pacientemente sin soltar, diez minutos, quince, veinte, que los movimientos languidez­can y la chispa de los ojos maléficos se apague. Y después suelta y sal­ta a un lado. Y entonces me ve a mí.

Yo creí que era insolencia mirarme a mí fijamente y no huir, inso­lencia de vencedor; y estuve por darle un tiro. Pero era cansancio, la pobre, con la boca abierta, sin poder cerrarla y las patas tiradas por el suelo, como si todos sus huesos estuviesen desencajados. Dio tres o cuatro pasos borrachos hacia el agua y se tumbó de nuevo. Entonces bajé el rifle no queriendo gratificar con un tiro -lo que hubiera sido, al fin y al cabo, una gratitud de hombre- a quien me había hecho el ser­vicio de suprimirme ese tremendo habitante ignorado del ribazo, don­de yo iba todos los días a tumbarme en la gramilla con un libro. Y dije mirando a la Iguana, agonizante de cansancio:

-¡Oh, Iguana! Hay momentos en la vida en que Dios quiere que uno agarre con los dientes y apriete hasta romperse la mandíbula, pena de la vida. Dios mío, yo te ruego que si es posible no me pongas en esos trances y me des enemigos pequeños. Pero si no es posible, yo te ruego que me des gracia para apretar y no soltar, para apretar hasta la muerte.

sábado, 6 de octubre de 2018

y del amigo Lope, qué?


Muere la vida, y vivo yo sin vida,
ofendiendo la vida de mi muerte,
sangre divina de las venas vierte,
y mi diamante su dureza olvida.
Está la Majestad de Dios tendida
en una dura cruz, y yo de suerte
que soy de sus dolores el más fuerte



y de su cuerpo la mayor herida.
¡Oh duro corazón de mármol frío!
¿Tiene tu Dios abierto el lado izquierdo
y no te vuelves un copioso río?
Morir por él será divino acuerdo,
mas eres tú mi vida, Cristo mío,
y como no la tengo, no la pierdo.
Lope de Vega
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido!,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas atrevido
al mismo precio en que me habéis comprado.
Besos de paz os di para ofenderos;
pero si fugitivos de su dueño
hierran, cuando los hallan, los esclavos,
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño
y tendréisme seguro con tres clavos.
Lope de Vega

viernes, 5 de octubre de 2018

jueves, 4 de octubre de 2018

La tortuga, por Castellani


No te rías, oh Dios fuerte, de mis esfuerzos frustrados, porque hay una voluntad tristemente terca que gime a Tí desde el fondo de mi impotencia.
Te voy a poner un ejemplo.
Una vez, oh Dios infinitamente grande que estás aquí presente, pesqué una tortuga en el río Salado y la llevé para casa. La tortuga quería escapar y volverse al río patrio, lo cual manifestó sacando una pata por un agujero de la bolsa en que venía y rasguñando la barriga del bayo, que se llevó muchos rebencazos acompañados del tratamiento de "mancarrón imbécil" por pegar cimbrones bruscos a la zurda como si lo espoleasen con nazarenas, siendo así que yo ni siquiera lo taloneaba. Y era la tortuga que quería escapar.
Le di por jaula un cajón de kerosén bocarriba. La tortuga se arrimó contra la pared, se levantó en dos patas, se fue de espaldas, estuvo manoteando un rato para incorporarse y después volvió con el mismo resultado a la tentativa de trepar las tablas. Yo me fui a dormir seguro. ¡Y al otro día, sin tener alas de pájaro ni patas de liebre, la tortuga se había escapado y estaba en el río! ¿Cómo hizo? Cómo hizo para escaparse lo sabes tú, Dios mío, yo no lo sé. Lo que yo sé es que aquí está en el suelo el rastro de las zampas torpes en la tierra húmeda de lluvia, el rastrito de las uñas chuecas que agarra derechito sin un solo sesgo la dirección del río.
Yo supongo que el animal testarudo intentó uno o dos centenares de veces trepar la pared de tablas. Que en una de esas afirmó en una irregularidad de la madera y se alzó unos centímetros. Que se cayó. Que volvió a afirmarse y a caerse una punta de veces. Y que en otra de esas, por otra casualidad, topó con las uñas otra cornisa más arriba, alcanzó con la cabeza el borde y después con una zampa y luego con la otra se izó torpemente, superó la barrera, se dejó caer al otro lado como un ladrillo, y agarró al galope la dirección del agua, oliéndola como un perro huele la querencia. Yo no sé. El caso es que milagro no ha sido y la tortuga ahora está en el río.
Por lo tanto Dios hombre que te hiciste carne siendo espiritual,
Yo te juro con todos los recursos de mi natura racional-animal,
Ya que patas de liebre no tengo y las alas quebradas me duelen tanto,
Yo te juro que yo me haré santo.
Que saldré algún día -no sé cómo- del cajón oprimente
En que doy vueltas en redondo y tropiezo continuamente
"Padre, propongo no hacerlo más", y mañana lo hago tranquilamente.
Pero setenta veces siete aunque tuviera que levantarme
Y aunque tuviera línea por línea milimétricamente que arrastrarme
Y yo sé que el diablo es fuerte, pero yo soy más terco y más cabezudo
Y yo sé que el diablo es diablo, pero la oración es mi escudo;
Y es malo, pero Tú sólo puedes sacar bien del mal
-Con tal que no me dejes nunca caer en pecado mortal-.
Yo te juro que saldré con tu gracia del cajón desesperadamente
Que andaré de las virtudes iluminativas el camino rampante
Y me hundiré en el río de la contemplación
Con una terca, de tortuga, tosca y humilde obstinación.

miércoles, 3 de octubre de 2018

El cicutal


Don Agapito Puentes vio una plantita de Cicuta al lado de su maizal, y díjole: -No te doy un azadonazo porque tenés florecitas blancas... y por no ir a traer la azada.

Otro día vio un Cardo y no lo cortó, porque tenía una flor azul, y para que comiesen las semillas las Cabecitas Negras. Medio poeta el viejo, cariñoso con las flores y los pájaros. Por un cardo y una cicuta no se va a hundir la tierra.



Pasaron los dos meses en que el pobre estuvo en cama con reuma, y cuando se levantó se arrancaba los pelos; había un cicutal tupido hasta la puerta de su rancho todo salpicado de cardos, de no arrancarse ni con arado; y su maíz, tan lindo y pujante, había desaparecido casi. Entonces sí que había florecitas blancas.
-¡Hay que desarraigar el mal aunque sea lindo, y cuanto más lindo sea, más pronto hay que dar la azadonada! -dijo el viejo-. Velay, a mi edad, ya debía haberlo sabido.

Castellani.