jueves, 30 de noviembre de 2017

OTRA TIENDA...

De prisa, entré en la tienda por departamentos a comprar unos regalos de Navidad a última hora. Miré a mi alrededor toda la gente que allí había y me molesté un poco. "Estaré aquí una eternidad; con tanto que tengo que hacer pensé". La Navidad se había convertido ya casi en una molestia. Estaba deseando dormirme por todo el tiempo que durara la Navidad. Pero me apresuré lo más que pude por entre la gente en la tienda. Entré en el departamento de juguetes. Otra vez más, me encontré murmurando para mi misma, sobre los precios de aquellos juguetes. Me pregunté si mis nietos jugarían realmente con ellos. De pronto, me encontré en la sección de muñecas. En una esquina, me encontré un niño, como de 5 años, sosteniendo una preciosa muñeca. Estaba tocándole el cabello y la sostenía muy tiernamente. No me pude aguantar; me quedé mirándolo fijamente y preguntándome para quien sería la muñeca que sostenía, cuando de pronto se le acercó una mujer, a la cual él llamo tía. El niño le preguntó: "¿Estás segura que no tengo dinero suficiente?" Y la mujer le contestó, con un tono impaciente: "Tu sabes que no tienes suficiente dinero para comprarla." La mujer le dijo al niño que se quedara allí donde estaba mientras ella buscaba otras cosas que le faltaban. El niño continuó sosteniendo la muñeca. Después de un ratito, me le acerqué y le pregunté al niño para quien era la muñeca. El me contestó: "Esta muñeca es la que mi hermanita deseaba con tanto anhelo para Navidad. Ella estaba segura que Santa Claus se la iba a traer." Yo le dije que lo más seguro era que Santa Claus se la traería. Pero él me contestó: "No, Santa no puede ir a donde mi hermanita está. Yo le tengo que dar la muñeca a mi mamá para que ella se la lleve a mi hermanita. Yo le pregunté donde estaba su hermana. El niño, con una cara muy triste me contestó: "Ella se ha ido con Jesús. Mi papá dice que mamá se va a ir con ella también." Mi corazón casi deja de latir. Volví a mirar al niño una y otra vez. El continuó: "Le dije a Papá que le dijera a Mamá que no se fuera todavía. Le dije que le dijera a ella que esperara un poco hasta que yo regresara de la tienda." El niño me preguntó si quería ver su foto y le dije que me encantaría. Entonces, él sacó unas fotografías que tenía en su bolsillo y que había tomado al frente de la tienda y me dijo: "Le dije a Papá que le llevara estas fotos a mi mamá para que ella nunca se olvide de mi. Quiero mucho a mi mamá y no quisiera que ella se fuera. Pero papá dice que ella se tiene que ir con mi hermanita." Me di cuenta que el niño había bajado la cabeza y se había quedado muy callado. Mientras él no miraba, metí la mano en mi cartera y saqué unos billetes. Le dije al niño que contáramos el dinero otra vez. El niño se entusiasmó mucho y comentó: "Yo sé que es suficiente." Y comenzó a contar el dinero otra vez. El dinero ahora era suficiente para pagar la muñeca. El niño, en una voz muy suave, comentó: "Gracias Jesús por darme suficiente dinero." El niño entonces comentó: "Yo le acabo de pedir a Jesús que me diera suficiente dinero para comprar esta muñeca, para que así mi Mamá se la pueda llevar a mi hermanita. Y El oyó mi oración. Yo le quería pedir dinero suficiente para comprarle a mi Mamá una rosa blanca también, pero no lo hice. Pero Él me acaba de dar suficiente para comprar la muñeca y la rosa para mi mamá. A ella le gustan mucho las rosas. Le gustan mucho las rosas blancas." En unos minutos la tía regresó y yo, desapercibidamente, me fui. Mientras terminaba mis compras, con un espíritu muy diferente al que tenía al comenzar las compras, no podía dejar de pensar en el niño. Seguí pensando en una historia que había leído en el periódico unos días antes, acerca de un accidente causado por un conductor ebrio, el cual había provocado un accidente donde había perecido una niñita y su mamá estaba en estado de gravedad. Me di cuenta de inmediato que este niño pertenecía a esa familia. Dos días más tarde leí en el periódico que la mujer del accidente había muerto. No me podía quitar de la mente al niño. Mas tarde ese día, fui y compré un ramo de rosas blancas y las llevé a la funeraria donde estaba el cuerpo de la mujer. Y allí estaba, la mujer del periódico, con una rosa blanca en su mano, una hermosa muñeca, y la foto del niño en la tienda. Me fui llorando... mi vida había cambiado para siempre. El amor de aquel niño por su madre y su hermana era enorme. En un segundo, un conductor ebrio le había destrozado la vida en pedazos a aquel niño. Ahora tu tienes la opción, tu puedes ayudar a alguien más: "Los amigos son ángeles que nos ayudan a ponernos de pie otra vez cuando nuestras alas se olvidan como volar"

miércoles, 29 de noviembre de 2017

LA TIENDA

Con motivo de la Navidad fui de compras buscando cuales serían los regalos que necesitaba adquirir para mis seres queridos. Buscaba algo diferente este año. Un regalo que al recibirlo les causara alegría, satisfacción y que pudieran utilizar por toda su vida. Finalmente, después de varios días de estar buscando vi un letrero que decía "La tienda del cielo", me fui acercando y la puerta se fue abriendo. Cuando me di cuenta ya estaba adentro. Me recibió un Angel dándome una canasta y me dijo "compra con cuidado", todo lo que un cristiano necesita, estaba en aquella tienda. Y agregó el Angel: "lo que no puedas llevar ahora, lo podrás llevar después". Primero compré paciencia, también el amor, estaba en la última estantería, más abajo estaba el gozo, para estar siempre alegre. Compre dos cajas de paz para mantenerme tranquilo y dos bolsas repletas de fe para los retos de próximo año. Recordé que necesitaba mostrar benignidad, bondad y mansedumbre con mis semejantes; así mismo, no podía olvidarme la templanza necesaria para controlar mi temperamento en todo momento de modo que compre una de cada una. Llegué por fin a la salida y le pregunté al Angel: "¿Cuánto le debo?". Él me sonrió y me respondió: "Hijo Mío, ¡JESÚS pagó tu deuda hace mucho tiempo!" Hijo, tu eres la tienda y puedes abrirla todos los días, el Angel soy Yo, el Espíritu Divino que mora dentro de ti, y los regalos son el fruto del Espíritu. Antes que despiertes de tu sueño quiero compartirte el verdadero sentido de la Navidad. Escucha con cuidado. Estos regalos son especiales para esta ocasión, pero si los abres durante todo el año, te producirán gran gozo a tí y a los que se los compartas. Más importante aún. Te has dado cuenta que tu hijo (a) hace más caso de lo que le enseñas con el ejemplo de que lo que le dices que haga. Bueno, si tu empiezas abrir estos regalos durante todo el año, él (ella) te va empezar a imitar y así sus hijos y los hijos de sus hijos. Cuando despiertes, ¡comparte este sueño con todas las personas que puedas!.

martes, 28 de noviembre de 2017

lunes, 27 de noviembre de 2017

EL RATON INQUIETO

Enriqueto era un ratoncito tímido, de pelaje negro, dientes torcidos, ojos bizcos y oreja maltrecha. Se quedó huérfano de padre y madre y creció en compañía de otros ratones que hacían lo que podían para sobrevivir en un mercado de la ciudad de Guatemala. El día de Nochebuena, como de costumbre tenían hambre y decidieron salir a buscar comida entre los desperdicios de los contenedores que la gente iba llenando alrededor del mercado. Nuestro amigo Enriqueto, que era muy hábil para detectar olores y sabores, era el jefe de la cuadrilla de buscadores y el que más y mejor comida conseguía para la familia ratonil. Esa mañana logró reunir trozos de jamón, pizza, chorizo, frijoles volteados, nachos, platanitos cocidos, pan francés y unas cuantas galletas navideñas. - ¡Qué placer!, dijo Enriqueto. Todos sus amigos se reunieron y empezaron su banquete navideño. Comieron hasta que casi reventaban sus panzas rechonchas y peludas. Al filo de las 8 de la noche, ya ni se movieron en sus cuevas de lo llenos que estaban. Sin embargo, Enriqueto decidió salir a ver si conseguía algo de postre. Cuando estaba por allí merodeando… ¡¡¡PUM!!!... lo atropelló un coche. Salió disparado al otro lado de la carretera y notó que algo caliente le salía del cuerpo. Tiene que ser sangre. Dios mío...me estoy muriendo... a donde iré a ir a parar: al cielo de los ratones o allí abajo ¿donde se asan?..., empezó a pensar Enriqueto. En esas estaba cuando ya no sintió nada más y desfalleció.... Cuando por fin abrió sus ojos, se vio rodeado de ratones vestidos de blanco, y dijo: "Entonces sí me morí y debo estar en el cielo". De pronto uno de ellos le habló, diciendo: - ¡¡Manito Enriqueto...por fin abriste tus ojos...estás vivo!! Un buen susto fue el que se llevó Enriqueto. Y lo que realmente había pasado fue que cuando sus compañeros oyeron que un coche se había estrellado contra el contenedor de basura que registraba Enriqueto, le vieron tendido en la acera. Inmediatamente lo cogieron y se lo llevaron a su cueva, le frotaron con alcohol el pecho, le estiraron las piernas y lo calentaron con mentol y candelas para que entrara en calor. Enriqueto, al verse vivo, no paraba de llorar de la alegría y juró no volver a portarse mal y ser tan glotón y comilón. Moraleja: La gula no es buena, siempre nos meterá en problemas. Come con moderación y da gracias a Dios por lo que envía a tu mesa. Johanna Martinez de Imeri, Guatemala

domingo, 26 de noviembre de 2017

Fiesta de Cristo Rey

LOS IMPÍOS GRITAN: “NO QUEREMOS QUE JESUCRISTO Y SU IGLESIA REINEN SOBRE NOSOTROS” “Satanás combate en todas partes —escribe el R. P. Fahey— y en todas partes intenta eliminar lo sobrenatural. “El ser entero de este puro espíritu, toda esa incansable energía, de la cual nosotros, pobres criaturas de músculos y nervios, no podemos hacernos una idea adecuada, está, siempre y por todas partes, dirigida contra la sumisión sobrenaturalmente amorosa a la Santísima Trinidad. Nosotros cambiamos de parecer y tenemos necesidad de descanso y de sueño. No le ocurre lo mismo a Satanás. Toda su espantosa energía está dirigida, sin cesar, con el más infatigable encarnizamiento, contra la obra de salvación y de restauración del Verbo hecho carne”. Hemos visto que el resultado de tal revuelta era, sobre el plan de las ideas, el naturalismo. Desde el punto de vista en que ahora nos situamos, el de un combate más concreto, podemos observar que los ataques del infierno tendrán, primeramente, como objetivo la humanidad en general, en cuanto privilegiada del Amor divino; seguidamente el orden cristiano más estrictamente considerado, y en fin, la Iglesia Católica, más directamente vulnerable en sus miembros, laicos o sacerdotes. Los sacerdotes, sobre todo, serán el objeto del odio infernal, no solamente porque son cristianos por excelencia, sino porque son los hombres de la Misa. La Misa es, en efecto, la renovación del sacrificio del Calvario por el cual la humanidad se reconcilia con Dios, con lo que el orden inicial se encuentra de esta forma restablecido por una unión nueva, en cierta manera, de lo natural y de lo sobrenatural: unión que habían destruido y como rechazado nuestros primeros padres. “El olvido de esas verdades fundamentales —escribe el R. P. Fahey— hace difícil a las gentes, que no leen más que los periódicos y frecuentan el cine, comprender el odio a la Misa y al sacerdocio mostrado por la Revolución, masónica o comunista, en España, en México o en otras partes. La formación dada por Moscú no basta para justificarlo…” De todas maneras, no huelga saber distinguir lo que Satanás buscaba con la crucifixión de Nuestro Señor y la finalidad que persigue ahora, al provocar y dirigir los ataques contra los que celebran Misa y los que a ella asisten. “Satanás movió a los jefes del pueblo judío a desembarazarse de Nuestro Señor, pues tenía conciencia de la presencia en el hombre Jesucristo de una excepcional intensidad de esa vida sobrenatural que detesta; pero, ciertamente, no quería y no pensaba entrar en el orden del plan divino de la Redención. Su orgullo no le permitió comprender el misterio de un Amor que llegaba hasta la divina locura de una inmolación en la Cruz. Los demonios no sabían, en efecto, que el acto de sumisión del Calvario significaba el retorno al orden divino por la restauración de la Vida Sobrenatural de la Gracia para el género humano”. (1) San Pablo insiste que si (los demonios) “lo hubiesen sabido, no habrían nunca crucificado al Señor de la Gloria” (I Corintios, 11, 8). Y explica Santo Tomás de Aquino: “Si los demonios hubiesen estado absolutamente ciertos de que Nuestro Señor era el Hijo de Dios y si hubieran sabido de antemano los efectos de Su Pasión y de Su Muerte, nunca hubieran hecho crucificar al Señor de la Gloria”. “Pero, si bien los demonios comprendieron demasiado tarde el sacrificio del Calvario, están, por el contrario, perfectamente enterados de la significación de la Misa. Ahí se adivina su rabia. Todos sus esfuerzos van dirigidos para impedir su celebración. Pero, no pudiendo terminar totalmente con este acto único de adoración, Satanás intentará limitarlo a los espíritus y a los corazones del menor número posible de individuos…” Y esta lucha continuará hasta el fin de los tiempos. De esta forma se comprenden las apremiantes recomendaciones de los Apóstoles y de los Santos para ponernos en guardia contra Satanás y sus demonios. Conocemos la fórmula de San Pedro sobre el león rugiente buscando a quien devorar. San Pablo, por su parte, no temía escribir a los Efesios: “Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del Diablo, que no es nuestra lucha contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires. Tomad, pues, la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y, vencido todo, os mantengáis firmes” (Efesios, 6, 11-13). Cuando se ha comprendido el sentido y el alcance de esta lucha, cuando se conoce el plan de universal restauración realizado por Jesucristo y su Iglesia, aparece inevitable que Lucifer y todo el Infierno con él se encarnicen en hacer fracasar este plan y que a la catolicidad (entiéndase: a la universalidad) de la salvación operada por la acción sobrenatural de la Gracia, Satanás busque oponer la negación de un universalismo puramente natural, del cual el Señor de la Gloria sería expulsado y en el cual la obra de la redención estaría neutralizada, anulada. Pero… “ad ortu solis usque ad occasum… im omni loco sacrificatur et offeretur Nomini Meo oblatio munda…” (“Desde el Levante hasta el Poniente, en todas partes, he aquí que sacrifican y ofrecen a Mi Nombre una oblación pura…”) Esta frase del profeta Malaquías indica, por el contrario, el orden divino. Jean Ousset (Tomado de su libro “Para que Él reine”) (1) Como observa San Agustín, “Cristo no ha sido conocido por los demonios más que en tanto que lo ha querido. Cuando Él creyó conveniente ocultarse un poco más profundamente, el príncipe de las tinieblas dudó de Él y Lo tentó incluso para saber si era verdaderamente Cristo, el Hijo de Dios” (“La Ciudad de Dios”, IX, 21). Cfr. Suárez (tercera parte: div. Thomæ, cuestión XLI, art. 1, co. III): “Sobre todo para saber si era el Hijo de Dios se acercó el demonio a Jesucristo para tentarlo”. Sus primeras palabras manifestaron su pensamiento: “Si eres el Hijo de Dios…”

sábado, 25 de noviembre de 2017

viernes, 24 de noviembre de 2017

SERÉIS COMO DIOS

Tratando de ser como Dios, para realizarse completamente. Deseando proyectarse al margen de su Creador y mostrando la historia de su amor para consigo, su confianza en sí mismo y su afirmación personal. Con esta actitud lo que niega el ser humano es el poder de Dios en la vida. Rompe totalmente su relación con él, haciendo prevalecer la soberbia a la humildad, la rebeldía al acatamiento, el orgullo a la modestia. Esta ruptura es consecuencia de la libertad que Dios ha concedido a la persona creada, que es libre de elegir. Nuestra historia está henchida de muestras de desplantes realizados a Dios por el ser humano. Actos llenos de arrogancia, insolencia o descaro. Un distintivo o una maldición que acompaña a la persona a lo largo de esa historia de la vida. Un pecado -original- que no sólo muestra la transgresión voluntaria y con conocimiento de un precepto religioso, sino que es todo aquello que se aparta de lo recto y justo, que quebranta o transgrede lo que es debido. Una transgresión que anula el precepto dado al ser creado en la justicia y santidad de la verdad. Esa violación de la persona al mandato divino le lleva a disfrazar la verdad con la mentira. La mendacidad, la miseria humana, incapaz de soportar las consecuencias de decir la verdad, de asumir el acto elegido y de creerse las propias fabulaciones. Por eso, la primera acción del ser humano, según el relato bíblico, fue mentir o dejarse engañar por una mentira. La falta de humildad condujo al hombre al pecado. La falta de humildad está llevando al hombre a creerse Dios. Esa creencia ha sido siempre el inicio de toda guerra, revolución, enfrentamiento o conflicto. No somos, ni seremos capaces de llegar a tener el grado de humildad para reconocer que somos seres con capacidades limitadas. La arrogancia del ser humano no tiene límites, piensa que cuando coma de ese fruto del conocimiento del bien y el mal será como Dios. La astuta serpiente sabe disfrazar la alucinación de realidad, mostrando los placeres de la vida como la manzana del paraíso que nos permitirá obtener todo lo deseado liberándonos de las cargas de la vida. Todo vale, todo debe estar permitido al ser humano, la eutanasia, el aborto, la clonación, reasignación de sexo, liberarse de normas y leyes, la ficción transgresiva, o cualquier otra cosa que se le ocurra en favor de sus apetitos personales, de su ambición y capricho capaz de fascinar, seducir o embobar a su prójimo elegido. Un albedrio que nos hace perder nuestra libertad exterior y, por ende, la libertad interior. Los místicos siempre supieron que en el interior del hombre, más allá de la mente condicionada por las modas, hay una presencia incondicionada, un nivel más consciente, un saber escuchar el silencio, ese silencio habitado que supo conocer San Juan de la Cruz. Saber escuchar a Dios, que se revela a todos sin excepción alguna y nos permite, en los momentos críticos de nuestra vida, refugiarnos en Él. Nunca seremos Dios, pero siempre seremos hijos suyos...

jueves, 23 de noviembre de 2017

miércoles, 22 de noviembre de 2017

martes, 21 de noviembre de 2017

lunes, 20 de noviembre de 2017

domingo, 19 de noviembre de 2017

sábado, 18 de noviembre de 2017

viernes, 17 de noviembre de 2017

jueves, 16 de noviembre de 2017

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Hamelin 3: Abuso emocional y manipulación psicológica

Manipular es conseguir que otra persona piense, sienta y actúe de acuerdo a los deseos, necesidades y expectativas de quien manipula. Hay dos principios básicos inherentes a todo proceso de manipulación psicológica: 1) Si alguien puede lograr que una persona se comporte de la manera que uno desea, también puede hacer que crea lo que uno quiere. 2) Los cambios drásticos en el ambiente físico o humano aumentan la capacidad de sugestión, y tornan posible cambios radicales en actitudes y creencias. Idea fuerza: para que un proceso de manipulación psicológica sea exitoso, el manipulado debe permanecer insconciente de que está siendo manipulado. De lo contrario, dicho proceso se desactivaría. 
El otro concepto de fundamental importancia para entender la dinámica de los grupos sectarios es el de abuso emocional. Podemos definirlo como toda forma de maltrato psicológico que una persona ejerce sobre otra, a través de insultos, descalificaciones, acusaciones, amenazas, burlas, chantaje emocional, simulación de bondad y humillaciones, y que apuntan a minar la autoestima y el sentido de sí misma de la víctima de esta situación. El abuso emocional, como cualquier otra forma de abuso, es violencia. Y todas las formas de violencia representan una violación a los derechos humanos. El artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (aprobado el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas) afirma que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, por lo que la falta de respeto por cualquiera de los derechos de una persona supone la negación de la dignidad humana misma. 
Según consigna la revista científica Journal of Emotional Abuse, la noción de abuso emocional comenzó a surgir en la década del 80´, aunque el término no fue legitimado o adquirió uso común hasta los años 90´. Esto explica que en las primeras teorizaciones psicológicas sobre la problemática sectaria, dicha noción estuviera prácticamente ausente. 
Existen, por otra parte, diversos motivos que explican la dificultad que ha supuesto la identificación del abuso emocional , dificultando su reconocimiento, no solo por la persona afectada sino además por aquellos que forman parte del entorno inmediato de la víctima.  Algunos de estos motivos, recopilados por la psicóloga belga Karin Taverniers (2012) en un recomendado escrito sobre el tema, son los siguientes:
  • El abuso emocional es versátil, encubierto, poco visible y no se manifiesta de forma tan abierta como, por ejemplo, el abuso físico
  • El abuso verbal es silenciado y suele ocurrir en el ámbito de lo privado. Cuando sucede en otros contextos es muy sutil.
  • Las percepciones o intuiciones que puede tener la persona afectada acerca del maltrato son descalificadas de manera sistemática por el abusador
  • Las conductas abusivas son alternadas con conductas no abusivas, lo que deja a la víctima de esta situación poco segura respecto a las motivaciones del abusador, perpleja frente a las continuas contradicciones.
  • Las denigraciones abusivas pueden ser expresadas de manera aparentemente sincera y con preocupación. Así, se descalifica sutilmente e indirectamente a la otra persona bajo el pretexto de estar preocupado por su bienestar.
  • Dado que las conductas abusivas no siempre son visibles para los demás, la víctima de abuso emocional se cuestiona a sí misma acerca de sus percepciones, sobre todo el abusador que la maltrata goza de una buena imagen hacia afuera. La víctima, además, es aislada física y emocionalmente de su entorno previo, por lo cual se va dificultando la validación de su realidad por parte de terceros.
  • Los mecanismos abusivos son tan sutiles que la persona afectada tarda en darse cuenta de que está siendo manipulada y controlada.
La persona víctima de abuso emocional en un grupo sectario sufre, con el tiempo, una triple pérdida: la amenaza de expulsión y/o castigo por parte del grupo (líder), la pérdida de sentido de sí misma (Self) y el progresivo alejamiento de personas ajenas al grupo. La psicóloga norteamericana Margaret Singer (1997), planteaba que todo proceso de manipulación y abuso emocional en grupos sectarios persigue centralmente tres objetivos: 1) desestabilizar el Self de los miembros del grupo, 2) conseguir que reinterpreten su historia y modifiquen su cosmovisión, aceptando una nueva visión de la realidad, 3) lograr la dependencia de los miembros para con el grupo, convirtiéndolos en agentes utilizables para los caprichos del líder. 
Los efectos psíquicos y sociales del abuso emocional son mucho más insidiosos que aquellos producidos por la violencia física, pero no por eso menos significativos. Algunos autores han comparado las huellas de la violencia emocional con secuelas ocasionales fruto de otras experiencias traumáticas, tales como la tortura y el terror. 
La víctima de abuso emocional, con el paso del tiempo, comienza a perder la noción de sí misma, de su individualidad, se va deslizando progresivamente en un sentimiento de desvanecimiento; se siente despersonalizada. Esta sensación de despersonalización ya fue descripta por el célebre psiquiatra vienés Viktor Frankl (2012) en El hombre en busca de sentido para referirse a las experiencias traumáticas vividas por los sobrevivientes del Holocausto. De acuerdo con Frankl, los prisioneros de los campos de concentración fueron prácticamente arrasados en su identidad e intimidad. 
Son comunes también las sensaciones de disociación, algo similar a lo que ocurre con personas que han atravesado situaciones traumáticas. Las víctimas de trauma comúnmente se sienten aturdidas, desconcertadas, perplejas y traicionadas; sufren estados de shock y sensaciones de incredulidad: para ellas es difícil creer que lo que sucedió realmente sucedió, y pueden negar lo sucedido. 
Otro modelo explicativo que fue empleado para comprender los efectos de situaciones de maltrato emocional en ámbitos grupales es el del Síndrome de Estocolmo. Según dicho modelo, algunos rehenes de secuestros desarrollan vínculos afectivos paradojales para con sus captores cuando estos últimos usan métodos de control que involucran el alternar buenos tratos (amabilidad, preocupación, atención) con malos tratos (uso del terror psicológico, amenazas, intimidaciones). Esta mezcla desemboca en un “desequilibro de poder” que hace que los rehenes se “entreguen a sus captores para sus necesidades tanto emocionales como físicas”, aún despúes de ser liberados, como parece haberle sucedido a Patty Hearst en los años 70. En febrero de 1974, Hearst fue secuestrada por miembros del Ejército Simbionés de Liberación, quienes la mantuvieron cautiva durante dos meses. Pero en abril de ese mismo año fue fotografiada  con un rifle de asalto durante el asalto a una de las sucursales de un banco de San Francisco. Llevada a juicio por el hecho, declaró haber sido sometida a distintos maltratos durante su secuestro, los que motivaron su decisión de asumir la causa de sus captores. Aunque fue este hecho el que popularizó la expresión Síndrome de Estocolmo, el mismo había sido acuñado un año atrás por los psiquiatras encargados de evaluar la reacción emocional de cuatro rehenes de un asalto bancario en la capital sueca, quienes en poder de sus captores  terminaron protegiendo al raptor para evitar que fueran atacados por la policía de Estocolmo . La situación anómala a la que son sometidos las víctimas de dicho síndrome produce un estado de temor abrumador en la víctima, que la impulsa a aferrarse a la misma persona que la pone en peligro, casi sin estar consciente de ello. Y esto, debido a que su supervivencia depende de la misma persona que la tiene cautiva.
Patricia Hearst
Patricia Hearst, alias “Tania la Guerrillera”, hija del editor millonario Randolph Hearst, fue secuestrada por miembros del Ejército  Simbionés de Liberación. Retenida durante semanas y sometida a diversos maltratos, reapareció tiempo después, fúsil en mano, durante el asalto a un banco en San Francisco, California. Fue arrestada y declaró que se había unido a sus captores. Juzgada y sentenciada por el asalto, su caso popularizó la expresión Síndrome de Estocolmo, que fue la base de su defensa en el juicio en su contra.
Las dinámicas de abuso y manipulación psicológica a las que son sometidos los miembro de grupos sectarios facilitan la emergencia de lo que Donald Winnicott (1994) denominaba falso self. La palabra self describe, en el léxico winicottiano, una organización psicosomática que emerge desde un estado arcaico no integrado en etapas graduales, y que en casos saludables constituye el trampolín para una vida creativa y auténtica, para un “expresarse desde adentro”, dotando a la persona de un profundo sentido de continuidad e integridad. En términos históricos, para que esta experiencia de sentirse vivo sea posible, resulta necesario que en etapas tempranas del desarrollo, intervenga una madre suficientemente buena, receptiva a las necesidades del niño, contenedora frente a su ilusión de omnipotencia, y a la cual irá consolidando y dándole un sentido. Cuando esto no ocurre, y dicha madre no es capaz de responder suficientemente bien a las necesidades del pequeño, sustituirá el gesto espontáneo de aquél por una conformidad forzada con su propio gesto materno, de ese modo esta repetida conformidad llegará a ser la base del más temprano modo de falso self.
El falso self es una estructura defensiva que asume prematuramente las funciones maternas de cuidado y protección, de modo que lleva al sujeto a adaptarse al medio a la par que protege a su verdadero self, la fuente de sus impulsos más personales, de posibles amenazas, heridas, o incluso de la propia destrucción.  La estructuración de un falso self en grupos sectarios conlleva la formación de una máscara acorde con las expectativas, aspiraciones, ideas y supuestos grupales, a través de la cual el individuo busca siempre anticiparse a la demanda del grupo/líder y actuar en plena conformidad con ella, con el fin de mantener estable la relación. Este proceso se desenvuelve de forma inconsciente, y el falso self llega a ser confundido con el verdadero por los otros, e incluso por el propio “yo”. Repetidos y agotadores estímulos externos provistos por el grupo conllevan la consecuente incapacidad de conectarse consigo mismo, apareciendo en muchos casos sentimientos de irrealidad, sensaciones de no estar realmente vivo. La vulnerabilidad del miembro sectario es reemplazada por una convicción dogmática que recubre, con la apariencia de bienestar, una pseudo identidad fraudulenta. 
Suele achacarse a quienes se involucran con grupos abusivos carencias a nivel intelectual o cultural. La realidad es lo contrario. Cuando hablamos de la mayoría de las víctimas de los grupos sectarios abusivos, solemos hablar de personas curiosas, con diversidad de intereses e inquietudes, nobles e idealistas, y que en algunos casos, también, son intelectualmente brillantes. Quizás un caso emblemático en este sentido lo constituya el caso Heaven´s Gate, en referencia al grupo religioso ufológico que a fines de la década de los noventa protagonizó el mayor suicidio colectivo en tierras norteamericanas. En Marzo de 1997, treinta y nueve miembros del grupo incluido su líder, Marshall Applewhiteconsumieron una dosis letal a base de un potente barbitúrico, el fenobarbital, acompañado con vodka. Todo había sido preparado cuidadosamente, siguiendo estrictas instrucciones. Estas incluían, entre varias otras, una vestimenta especialmente diseñada para la ocasión. Los miembros del grupo se ocuparon en dejar grabaciones de video donde afirmaban ser conscientes del paso que iban a dar, mostrándose alegres y en paz con la decisión que habían tomado. En realidad, en el imaginario grupal, no se trataba de cometer “suicidio” sino de “avanzar a un nivel más allá de lo humano”. La noticia en aquel final de milenio del paso cercano a la órbita de la Tierra del cometa Hale Boop disparó en Applewhite la convicción irreductible de que en la cola del cometa se escondía una nave extraterrestre a la cual los miembros del grupo debían embarcarse. Según Applewhite, la nave además estaba conducida, entre otras figuras, por Bonnie Neetles, su esposa fallecida de cáncer varios años atrás. Ello, unido al discurso apocalíptico centrado en una inmediata destrucción/reciclaje del planeta Tierra que Applewhite profetizaba, aceleró la decisión del grupo. Gran parte de los miembros de Heaven´s Gate poseían educación universitaria, y eran definidos por los vecinos de El Rancho Santa Fe (San Diego) como personas sumamente amables y educadas. De clase media alta, expertos informáticos y pioneros en el diseño de páginas Web, una revisión cuidadosa de sus historias de vida y de las circunstancias en las cuales decidieron unirse al grupo, revelan sin embargo un importante grado de inmadurez y conflicto emocional que indudablemente fue, en la mayoría de los casos, un catalizador determinante en su fuerte y trágico compromiso con el grupo. 
Uno de esos casos fue, por ejemplo, el de Alan Bowers, de 45 años, quien había formado parte del naciente grupo en los años 70´ y posteriormente decidió alejarse. Luego de divorciarse de su esposa en los 80´ y tras sufrir la trágica muerte de uno de sus hermanos en un accidente, se reencontró casualmente con miembros del grupo en Nuevo México, muchos años despúes. Bowers, quien por ese entonces había decidido rehacer su vida yéndose a vivir cerca de sus hermanastras, sintió que ese reencuentro fortuito con miembros de Heaven´s Gate estaba “marcado por el destino”. Tomó así la decisión de reincorporarse al grupo. Susan, una de sus hermanastras, afirmaba que en ese momento Alan “era una persona algo vulnerable y estaba en búsqueda de paz”.   
Otro ejemplo es el de Cheryl Butcher , una especialista en informática de 47 años.
Sumamente inteligente pero algo tímida según sus familiares, para su padre, era “la hija perfecta”, estudiante dedicada y con un fuerte compromiso social.  Según su madre, era "solitaria, y le costaba hacer amigos”. Hasta que se unió al grupo en 1976. 
Huelga decir, los grupos totalitarios no solamente atraen a personas inteligentes pero conflictuadas social o emocionalmente. También pueden vehiculizar necesidades de tipo espiritual o trascendente, cuando la  ideología del grupo incluye elementos religiosos. Denise Thurman era una buscadora espiritual de 44 años interesada en la psicología y a quienes sus antiguos amigos calificaban como alguien con una visión profunda de la vida, poco materialista y algo hippie. El mensaje de Applewhite prendió fuerte en ella, sentía que era la respuesta a las preguntas que se había hecho toda su vida.
Ya es de perogrullo recordar que la capacidad intelectual no siempre es congruente con la madurez psicológica. En grupos totalitarios como Heaven´s Gate, en los cuales prima la idea delirante común, la necesidad de pertenecer puede llevar a sus miembros al extremo de atentar contra el instinto de conservación. Afortunadamente, esto ocurre en una ínfima minoría de casos, pero no siempre es fácil prever cuando podría ser el próximo.
Revista Time 1997
Tapa de la revista Time, abril de 1997. La edición exploraba el sitio Web creado por Heaven´s gate, aún hoy disponible en línea, y en el cual volcaban su doctrina y cosmovisión, y alertaban a la humanidad que “la última chance para evacuar el planeta Tierra estaba cerca”.
La dinámica sectaria se rige por un estricto maniqueísmo. La realidad se divide en buenos/malos, salvados/condenados, nosotros/ellos. Los grises no existen. La posibilidad de situarse en una posición intermedia entre ambos polos resulta, según esta lógica, imposible. Dicha forma de procesar la realidad, comúnmente denominada pensamiento en blanco y negro, es concordante con la dinámica del amigo/enemigo propuesta por teóricos sociales como Carl Schmitt. El espíritu sectario distingue a las personas en tres categorías, que finalmente terminan reducidas a dos: fieles que son hermanos/infieles que son enemigos/indiferentes que son captables o enemigos. El pensamiento sectario tiene un atractivo, ahorra mucha energía de pensamiento autónomo. A veces resulta mucho más difícil nadar con la incertidumbre que resguardarse bajo el paraguas de una norma dictatorial con la que decidir si algo es bueno o es malo. El esquema dual inherente a todo maniqueísmo encaja muy bien con nuestra estructura cognitiva dicotómica, y con la mentalidad que hemos heredado de nuestros dos millones de años en que nuestra especie fue cazadora-recolectora. Entonces se marcó a fuego el “nosotros o ellos”, tornándonos solidarios con la endogamia, pero agresivos con los de “afuera”. Un ejemplo contundente del pensamiento en blanco y negro, ajeno al ámbito sectario grupal pero fundado en una lógica idéntica, fue el ofrecido por George W, Bush en su discurso del 21 de Septiembre de 2001, diez días despúes del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, y en las vísperas del inicio de la llamada Guerra contra el Terrorismo. Dijo lo siguiente: “Todas las naciones en todas las regiones deben tomar ahora una decisión: o están con nosotros o están con los terroristas”. En la división bueno/malo, el líder sectario devalúa y rechaza las partes “malas” del mundo (y de sí mismo) e idealiza y abraza las partes “buenas”. En un grupo sectario, este mecanismo impulsa al líder a distanciar aún más a su grupo de la sociedad. Esta proyección del sí mismo malo y odiado en el mundo exterior también contribuye a la suspicacia del grupo y a fomentar su mentalidad paranoide. La proyección de todo aquello no asumido como propio por parte del grupo puede entenderse junguianamente a partir del concepto de Sombra grupal. Sabemos que la Sombra incluye todos aquellos aspectos ocultos o inconscientes de uno mismo, tanto positivos como negativos, que el Yo reprime o es incapaz de reconocer. En su faz negativa (dado que también tiene un aspecto positivo), la Sombra comprende el lado oscuro de la personalidad. (Daryl Sharp, 1997). Las proyecciones de todo tipo oscurecen nuestra visión respecto a los demás, destruyen su objetividad, y de ese modo anulan toda posibilidad de auténticas relaciones humanas. Además, existe otra desventaja adicional en la proyección de nuestra Sombra. Una parte de nuestra personalidad permanece “escondida” y el resultado es que constantemente (aunque de modo involuntario) nos vemos llevados a hacer cosas a nuestras espaldas que apoyarán ese otro lado, y por tanto ayudarán inintencionadamente a nuestro enemigo. (M.L von Franz.). Pero la Sombra está expuesta a contagios colectivos, siendo allí cuando hablamos de Sombra grupal, debido a que la persona es seducida por el anonimato del grupo y se deja llevar por la psique colectiva. En esta psique colectiva la personalidad puede expresar lo reprimido o sus aspectos no reconocidos bajo el amparo y aprobación del grupo, desacreditando fanáticamente toda alteridad
George W. Bush
George W. Bush hablando frente al Congreso estadounidense el 21 de septiembre de 2001. Su llamado global a la denominada Guerra contra el Terrorismo fue expresado en términos binarios, característicos de la lógica maniquea que divide a la realidad entre buenos y malos.

martes, 14 de noviembre de 2017

lunes, 13 de noviembre de 2017

Hamelin 2: Lo grupal, lo sectario: sociología, antropología y salud mental

La palabra secta es compleja, molesta, plurisemántica y cargada de una connotación social fuertemente peyorativa. Cuando a un grupo le es colocado el sayo de "secta", automáticamente se lo comienza a mirar con desconfianza, sospecha y hasta con desprecio. En un contexto religioso, "secta" fue siempre la denominación despectiva con la cual las religiones históricas castigaron a aquellos que, aún con algunos elementos doctrinarios afines, se desviaron de la ortodoxia en sus dogmas y prácticas. "Sectario", en ese sentido, es el "otro" extraño, el que no comparte las mismas creencias sostenidas por el grupo propio, el que decidió seguir un camino aparte. Para antropólogos como Joan Prat (2001), el conflicto de intereses entre grupos hegemónicos y minoritarios, que se presentan como movimientos alternativos a las ortodoxias reinantes, subyace como la problemática primordial del sectarismo. Desafortunadamente, cuando el debate sobre las sectas giró en torno a los elementos doctrinales de algunos grupos acusados de dinámicas abusivas, fue inevitable la reacción de estos: dichos grupos se declararon víctimas de una persecución religiosa, amparados en la legítima libertad de conciencia y de creencia garantizadas por la mayoría de los textos constitucionales. Esta controversia estuvo, sobre todo en Latinoamérica, en el centro de la escena durante la década del 70´y gran parte de los años 80´. 
Gran parte del problema en torno a la categoría secta radica en la problematicidad que esta entraña para posibilitar una definición consensuada y operativa que considere los criterios de distintas disciplinas (teología, psicología, sociología, antropología, etc). 
Una hipótesis sociológica propuesta décadas atrás veía en las sectas un intento, por parte de sus adherentes, de librarse de la anomía social del presente. Autores como Fréderik Bird (1979), matizaban esta idea planteando que la atracción hacia los grupos sectarios eran tentativas por aliviar la incertidumbre y culpabilidad causadas por la anomía. Dicho efecto de alivio se obtendría a través del seguimiento de un líder carísmático o del desarrollo de técnicas de iluminación psíquicas y espirituales. De acuerdo a esta misma mirada, y contrariamente a los efectos patógenos que usualmente se les adjudican a estos grupos, la vida sectaria no sería sino un rodeo orientado a lograr cierto reequilibramiento interior, subjetivo, para posibilitar luego el retorno a la sociedad, algo que sin embargo, y como lo demuestra la experiencia, no siempre ocurre en los hechos. 
Explorando un abordaje antropológico, la problemática de los grupos sectarios, se inscribe en la dinámica de competencia simbólica que desde hace algunas décadas caracteriza con fuerza el campo religioso. Ya Pierre Bordieu hablaba de la disolución del campo religioso en un espacio más amplio de manipulación simbólica. Dice textualmente en “La disolución de lo religioso” (1996): “Todos forman parte de un campo nuevo de luchas por la manipulación simbólica de la vida privada y la orientación de la visión del mundo, y todos ponen en práctica en su práctica definiciones rivales, antagónicas, de la salud, de la curación, del cuidado de los cuerpos y las almas”. El problema de esta competencia simbólica, como decíamos, se pone de manifiesto con la emergencia de grupos religiosos minoritarios, por fuera de las ortodoxias oficiales y de la regulación estatal de la sociedad y de las organizaciones existentes en la misma, y en este sentido, uno de los estigmas que con más fuerza influye en la percepción negativa hacia estas minorías es su carácter de “enclave”, de estructura de mediación. La naturaleza de “enclave” que caracteriza a estos nuevos movimientos religiosos contrasta con la de aquellas organizaciones religiosas tradicionales que se autoadjudican la gestión exclusiva de la totalidad de las funciones sociales ( religiosas, ideológicas, terapéuticas, económicas, etc). Es por ese motivo, que al superponerse los ámbitos de competencia, se produce el inevitable choque de intereses entre los grupos tradicionales y aquellos heterodoxos o desviados de la “norma”, los cuales serán censurados por su carácter de sectarios, tanto por el poder estatal como por las iglesias históricas, la familia, las organizaciones antisectas, etc . Retomando las reflexiones de Joan Prat (2001): “Son intereses divergentes los que están en juego, y también lealtades y lógicas diferentes. No es de extrañar, pues, que la parte mayoritaria y hegemónica – la sociedad mayor, que tiene la sartén por el mango – empiece un proceso de asfixia y estigmatización de los grupos rebeldes, a los cuales estigmatizará sin contemplaciones (…) Frente a esta presión, los grupos estigmatizados pueden reaccionar de distintas maneras, que incluyen desde el proceso de encapsulamiento progresivo dentro de las propias fronteras físicas, el reforzamiento de los planteamientos endogámicos y la satanización del mundo exterior, hasta distintos modos de enfrentamiento – entre éstos, incluso enfrentamientos armados, suicidios colectivos, etc -, que ilustran la estrategia de agresión llevada a sus últimos extremos”. En definitiva, y como ya señalaran Peter Berger y Thomas Luckmann, la confrontación de universos simbólicos alternativos siempre devela, en el fondo, un problema de poder: “quien tiene el garrote más grande puede llegar a imponer sus propias definiciones de la realidad”. 
Ahora bien, distintos autores en el campo de la salud mental han dicho hasta el cansancio algo que es fundamental para un abordaje del fenómeno que nos evite enlodarnos en disputas doctrinales tan equivocadas como absurdas: no importan los dogmas, las doctrinas ni las creencias de los grupos, sino los métodos que utilizan. Pueden encontrarse grupos con creencias, a nuestro  criterio personal de lo más erróneas y bizarras y, que sin embargo, psicodinámicamente funcionen como grupos sanos, como cualquier otro legítimamente establecido. Por el contrario, pueden existir grupos cuyo cuerpo doctrinal sea mucho más afín al contexto socio histórico cultural y religioso que nos es propio, y que a la inversa, exhiban en su funcionamiento grupal, una dinámica claramente orientada hacia la manipulación y el abuso emocional de sus miembros. Por otra parte, está la posibilidad de encontrar dinámicas de tipo sectario en contextos distintos a los tradicionalmente denominados como “sectas”. Dinámicas de abuso o manipulación psicológica pueden hallarse en ámbitos laborales, o en relaciones grupales menos estructuradas, como por ejemplo en ciertos ambientes pseudoterapéuticos. 
Sea cual sea el caso, es censurable que, como sucede a menudo, se apele a la categoría secta, referida a aquellos grupos cuyo contenido es de tipo religioso o espiritual, para demonizar a movimientos minoritarios o simplemente heterodoxos respecto a las doctrinas “oficiales” o socialmente instituidas.
Como bien señala el escritor José Daniel Espejo (2015), todo grupo humano, ya sea una pandilla, los simpatizantes de un club de fútbol, o una religión organizada, reflexiona sobre sí mismo y construye un discurso compartido. Este discurso puede plasmarse de diversas formas: desde una simple afirmación auto valorativa sobre el propio grupo hasta toda una cultura nacional, un código de conducta, o un libro sagrado. Esto conforma el ADN del grupo, su identidad, su manera de verse a sí mismo. 
Sin un discurso identitario compartido, el grupo, simplemente, se disolvería. Cualquiera sean sus actividades y sus ámbitos de actuación, la colaboración se vería interrumpida y los miembros pasarían a integrar otros colectivos. Es por eso que la identidad y la cohesión grupal son dimensiones diferentes, pero que están profundamente interrelacionadas.
Ante cualquier factor que ponga en peligro la unión del grupo, el mismo reacciona reafirmando su identidad. Un ejemplo de esto podemos encontrarlo en el auge del nacionalismo que azota a los países durante los conflictos bélicos. Sin embargo, no son sólo las agresiones externas lo que puede poner en riesgo a los grupos: cualquier acontecimiento traumático, o un cambio drástico de contexto, o la amenaza de desintegración, disparan el resorte identitario, reforzando la línea que separa el “nosotros” del “ellos”.
De esta manera, podemos ir dando cuenta de que las semillas que al germinar distinguirán a un grupo sectario como tal, diferenciándolo de otro tipo de colectivos grupales,  se fundamentan en la psicología inherente a todo grupo humano, y que el sectarismo, en dicho sentido, no es sino una exageración, una desmesura, una formación artificial a partir de rasgos característicos de toda agrupación humana.  
Idea fuerza: para la salud mental, lo que caracteriza a un grupo como sectario no es ni su fundamento histórico, ni su sistema de creencias ni sus valores, sino su particular dinamismo grupal, sus rasgos distintivos de funcionamiento, asentados estos en una psicodinámica que les es propia.    
Es así como, desde la psicología, podemos definir como grupo sectario abusivo a aquel grupo de personas que exhiben una devoción ciega, acrítica, hacia una persona o idea, y que en su dinámica de funcionamiento desarrollan procesos de influencia desmedidos, manipuladores y por lo tanto, antiéticos, generadores de dependencia existencial, y controladores de la vida de sus miembros.   
Desglosemos brevemente esta definición.
Grupo de personas: no existe consenso respecto al número mínimo necesario de miembros para poder hablar de grupo sectario. Algunos autores postulan que alcanza con tres miembros, otros ven la necesidad de incluir a más. Lo que podemos afirmar es que comportamientos de tipo sectario no son exclusivamente un fenómeno grupal, sino que pueden darse incluso en el vínculo entre dos personas, como permanentemente lo enseña la clínica. Es entonces, a partir de allí, que podemos hablar de relaciones sectarias, para definir a aquellos vínculos en los cuales una persona induce intencionalmente a otra a volverse total o casi totalmente dependiente de ella respecto a casi todas las decisiones importantes de su vida, inculcándole la creencia de que posee algún talento, don o conocimiento especial y extraordinario. Ya en 1921, en su famoso escrito Psicología de las masas y análisis del yo, S. Freud señalaría a propósito de la relación entre el enamoramiento y su relación con el estado hipnótico: “la misma sumisión humilde, la misma docilidad, la misma ausencia de crítica hacia el hipnotizador como hacia el objeto amado; no cabe duda, el hipnotizador ha tomado el lugar del ideal del yo”. Para quien mantiene una relación sectaria en condición de dependiente del otro, la proyección de su ideal en la figura del manipulador puede llevarlo a postergar sus propias necesidades, intereses y metas en pos de satisfacer aquellas de quien depende. Más aún, hasta convencerse de que las necesidades, intereses y metas del manipulador, son las suyas propias.  
Devoción ciega y acrítica: devoción proviene del latín devotiones, “voto, consagración, dedicación”. Quien es devoto de algo o alguien se consagra, se dedica a ello. La devoción es un fenómeno típicamente religioso, en tanto y en cuanto consiste en aplicar el propio carácter y esfuerzo en alguna obra, culto o adoración relacionada con la divinidad. Pero la devoción sectaria es ciega y acrítica, no admite cuestionamientos ni está sujeta a evaluaciones racionales. Es de carácter estrictamente pasional. 
Influencia desmedida, manipuladora y antiética: todos estamos sometidos constantemente a procesos de influencia externos, que nos impulsan a actuar o a dejar de hacerlo dependiendo de las circunstancias y de nuestra propia evaluación de la situación. Desde la sugerencia de un amigo cercano que nos recomienda una película para ir a ver al cine, hasta la inducción externa a cometer un acto en perjuicio de otras personas o de uno mismo, todo es influencia.  Quizás la pregunta que puede ayudarnos a separar las aguas y decidir frente a que tipo de influencia estamos sería: “¿a quién beneficia?” Los procesos de influencia instrumentados por los grupos sectarios abusivos demuestran pretensión totalitaria, al apuntar a abarcar la totalidad de la persona, no conformándose con controlar un aspecto o área parcial de su vida. Son manipuladores, ya que sirven a los fines y necesidades del líder del grupo. Son antiéticos, porque lentamente van avasallando los derechos inalienables de sus miembros, atentando sobre todo contra su libertad e identidad. 
Dependencia existencial: tiempo atrás, el aislamiento físico característico de muchos grupos abusivos, a través de la imposición de la vida en comunidad, facilitaba la generación de vínculos de dependencia hacia el grupo. Sin embargo, hoy día el aislamiento físico no es predominante. Basta con lograr que la vida del miembro del grupo, su cotidianeidad, gire en torno a la dinámica grupal, ocupando la mayor parte de su tiempo y de sus pensamientos. 
Control: apunta a manipular los ámbitos de la conducta (ropa, sueño, trabajo, actividades grupales), el pensamiento (qué negar, que racionalizar, que justificar), la emoción (culpa, felicidad, lealtad) y la información (aquella que se consume y aquella que se censura). 
En términos espirituales, el sectarismo es el negativo de la espiritualidadErich Fromm señala que la experiencia espiritual tiene tres aspectos fundamentales que la caracterizan. El primero de ellos es el “asombrarse, el maravillarse, el darse cuenta de la vida y de la propia existencia y de la relación de uno con el mundo, con el prójimo”. El segundo aspecto es “la suprema preocupación por el significado de la vida, por la autorrealización y por las tareas que la vida nos impone”. Finalmente, la tercer nota distintiva, claramente expresada por los místicos de todas las épocas y religiones, es “una actitud y sensación de unidad no solo con uno mismo sino con toda la vida y el universo”. 
Sectarismo es defender con intransigencia y fanatismo la propia idea o doctrina, rechazando con vehemencia toda crítica, y atrincherándose defensivamente en los límites perimetrales del endogrupo.  
Espiritualidad es apertura, sectarismo es clausura. Mientas que la espiritualidad supone integrarse alegremente al fluir propio de la vida en forma abierta hacia el mundo y hacia los demás, el sectarismo conlleva la separación de los otros no pertenecientes, limitando el intercambio para aquellos que sí forman parte. Lo característico de la vida espiritual es la unión, lo característico de la vida sectaria es la división. Uno y otro son modos de ser mutuamente excluyentes. 
Con un enfoque cuyas raíces descansan en la psicología transpersonal, el terapeuta español Jorge Ferrer (2003) postula el concepto de narcicismo espiritual para referirse a: “un conjunto de distorsiones del camino espiritual relacionadas entre sí, como la inflación del ego (el engrandecimiento del ego alimentado por las energías espirituales), la absorción en uno mismo (la preocupación excesiva por el propio estatus y logros espirituales) y el materialismo espiritual (la apropiación de la espiritualidad para reforzar formas de vida egoicas). Considera, como algunos de sus rasgos más notorios, 1) un frágil sentido de poder personal y amor propio; 2) la constante preocupación por comparar el nivel espiritual en el que uno se encuentra; 3) una fuerte necesidad de reafirmación positiva y de alabanza; 4) la inquietud por “ser especial”, por ser el/a elegido/a por el maestro o director espiritual; 5) una susceptibilidad exagerada y actitud defensiva frente a cualquier tipo de crítica. 
En esta misma línea, la psicóloga Mariana Caplan (2010), reflexiona en su obra “Con los ojos bien abiertos: la práctica del discernimiento en la senda espiritual”, a propósito de ciertos obstáculos que pueden presentarse en el decurso de un itinerario espiritual genuino, obstáculos a los que ella denomina enfermedades psicoespirituales. Señala, entre estas, dos que son de nuestro particular interés, la mente de grupo, y el complejo del pueblo elegido. Respecto a la primera, Caplan dice que se trata de “(…) la mentalidad de culto, o la enfermedad de ashram, la mente de grupo es un virus insidioso que contiene muchos elementos de la codependencia tradicionales. Un grupo espiritual tiene acuerdos sutiles e inconscientes con respecto a la forma correcta de pensar, hablar, actuar. Los individuos y los grupos infectados con “mente de grupo” rechazan los individuos, las actitudes y circunstancias que no se ajusten a las normas a menudo no escritas del grupo (de allí la importancia de enfatizar el “unirse entre gente afín” al grupo)”. Por otro lado, y sobre el complejo del pueblo elegido, escribe que: “Es la creencia de que <Nuestro grupo (del tipo que sea, no necesariamente religioso) está más evolucionado espiritualmente, es más potente, inteligente y, en pocas palabras, mejor que cualquier otro grupo>. Existe una importante distinción entre el reconocimiento de que uno ha encontrado el camino correcto, el profesor adecuado, o la comunidad correcta para sí mismos, y el haber encontrado “al elegido”.
Debe tenerse en cuenta, no obstante, que si lo que define a un grupo sectario abusivo como tal es su dinámica de funcionamiento y no su contenido, podemos desprender la conclusión de que no todo grupo sectario posee necesariamente un leit motiv religioso y/o espiritual. Aunque el imaginario colectivo vincula ambas nociones, y aunque la palabra secta tiene una larga tradición de uso en el vocabulario religioso y en la sociología de la religión, al menos desde el campo de la salud mental podemos afirmar que un grupo humano, independientemente de su origen o leit motiv, es susceptible de derivar en dinámicas de tipo sectario si se dan ciertas condiciones para ello. Por ejemplo, y como veremos más adelante, la presencia de un liderazgo carismático, autoritario y verticalista que dirija el grupo. Dinámicas sectarias son dables de ser encontradas en grupos cuyo contenido está lejos de discursos de tipo religioso. Es en ese sentido que podemos hablar de fachadas tras las cuales los grupos sectarios se ocultan, pudiendo ser estas de una gran diversidad: grupos económicos, asociaciones civiles, grupos “terapéuticos”, centros para el desarrollo de habilidades personales, grupos de pseudo “coaching”, grupos políticos, etc. Las fachadas , cualesquiera sean estas, sirven como excusa para los verdaderos fines del líder: la búsqueda de poder y dominio, vía el avasallamiento de los derechos y la libertad de los miembros del grupo. 
Lo que desde la salud mental interesa es si un grupo determinado emplea o no técnicas dañinas, apelando al engaño como modo de seducción, con el fin de construir el escenario favorable que permita atentar contra la libertad y la autodeterminación de sus miembros, y por ende, dañando su salud física y psicológica. 
Otro señalamiento. El sectarismo no es una cuestión numérica. El mito según el cual relaciones de tipo sectario solo se desarrollan en círculos reducidos, minoritarios, no siempre se corresponde con la casuística.  Por otra parte, el estereotipo clásico del gurú con barba y túnica que reúne a un grupo pequeño de seguidores en torno suyo va quedando en cierto desuso; lo que hoy se destacan son las grandes puestas en escena, escenografías cuidadas, discursos más secularizados, en apariencia más light. No obstante, algo puede observarse: cuanto más reducido es el grupo, y a mayor proximidad entre los miembros y el líder, más intenso el grado de control de este último sobre los primeros.  
Basándose en los estudios de Gustave Le BonSigmund Freud ya había llamado la atención respecto a cierta cualidad característica de la psicología de los grupos: esto es, que en una multitud se borran las adquisiciones individuales, desapareciendo la personalidad de los miembros que la integran. 
El peligro que entraña cualquier grupo abusivo, como bien señala Rafael López Pedraza (2001),  radica en que pone fin a la “aventura interior de la psique”. Todo cuanto tiene lugar en el alma, en la más íntima subjetividad del miembro, es reinterpretado según las concepciones del grupo. Todas las posibilidades de apertura creativa al mundo y a la vida son encorsetadas por la psicología sectaria. 
La dinámica sectaria obstruye el desarrollo óptimo de la personalidad, ya que inhibe, regula y aprisiona los impulsos naturales del ser, frustrando la auténtica búsqueda de sentido tras las rejas de una prisión psicológica.  
Desde el punto de vista de la psicología de los grupos, y mas puntualmente, desde el campo de la psicología social argentina tal cual fuera formulada por el Dr Enrique Pichón Riviere, podemos entender a los grupos de características sectarias en tanto grupos estereotipados, en el marco de una concepción de enfermedad grupal que refiere al miedo al cambio, y por ende, a una adaptación pasiva a la realidad que niega toda posibilidad de crecimiento y desarrollo creativo. 
Básicamente, puede entenderse como estereotipia a la pérdida de interrelación dialéctica con el medio, lo que conduce a un centramiento en la lógica del mismo grupo, y por lo tanto, a la clausura, rasgo característico de este tipo de agrupaciones. Los grupos que se clausuran, que se cierran en sí mismos, suelen a su vez caer en la llamada lógica delirante, donde el encierro exacerba de manera progresiva los propios posicionamientos y actitudes, perdiendo como referentes las problemáticas del medio en el cual el grupo se haya inserto y quedando de este modo a merced de una lógica de repetición estéril. 
Sucesos como los ocurridos en Guyana en 1978, donde más de novescientos miembros del culto religioso Templo del Pueblo protagonizaron un suicidio colectivo, o como el acontecido en Waco, Texas, en 1993, cuando se enfrentaron agentes federales y miembros de los davidianos que seguían al ‘mesías’ autoproclamado David Koresh y que finalizó con la muerte de 87 de sus miembros, sirven para ilustrar, en términos extremos, las consecuencias posibles de vislumbrar cuando distintos grupos, ya sean sus fines religiosos, políticos, o filosóficos, se cierran en sí mismos, perdiendo toda posibilidad de apertura, y por ende, de praxis transformante de la realidad.
Los mecanismos de control social instrumentados por los grupos sectarios abusivos apuntan a controlar y fija la conducta manifiesta, materia prima de la estructura de roles sobre la que reposa la dinámica grupal. El mecanismo de control es complejo. En él intervienen los procesos de comunicación: el miembro ya sabe, luego de cierta experiencia, cúales de sus mensajes serán aceptados por el grupo y en cúales será dejado solo. Ha internalizado y hecho propia, además, una imagen del grupo que funciona desde dentro de él, y como señala Marcos Bernard (2006), como un superyó parásito eficaz. El totalitarismo inherente a la vida sectaria, basada en el hecho de que la persona es en tanto y en cuanto pertenece (identidad por pertenencia) refuerza aún más este poder de policía grupal. Es debido a ello que la posibilidad de actividades fuera del ámbito grupal, por parte de algunos miembros, es tratada por el resto como una traición, una desobediencia inaceptable. Esta posibilidad enfrenta a los miembros del grupo con una fantasía de desmembramiento, al perder cada uno de ellos una parte de su propio cuerpo alienado en el rol que el miembro díscolo desempeñaba en la estructura grupal. 
Idea fuerza: en aquellos grupos cuyo contenido es de tipo religioso/espiritual se juega con la fe y con la necesidad de evolución personal y espiritual, nunca con la inteligencia de sus miembros. 
No hay que entender el "control" de la personalidad como algo mágico, oculto o consecuencia de castigos físicos; su éxito es comprensible desde una perspectiva psico-social.  Como ha referido el psicólogo Miguel Perlado (2012), se trata de un proceso insidioso, progresivo, a partir del cual se van debilitando las capacidades intelectuales y emocionales de la persona, provocando en la misma una merma en su capacidad para autoobservarse y reflexionar críticamente, especialmente sobre aquellos aspectos relativos a la vida del grupo. 
Esta dependencia existencial, fruto y resultado del involucramiento con un grupo abusivo es lo que ha llevado a muchos autores a entender la problemática sectaria como un tipo particular de sociadicción
Quienes participan de las actividades de un grupo cualquiera, y las integran al conjunto de sus intereses vitales y comportamientos no son dependientes, pero quienes ubican al grupo en el centro de su existencia y organizan su vida toda en función de este, subordinando y relegando cualquier otra cosa en pos del grupo, pueden incursionar, en ocasiones, en una espiral socioadictiva, independientemente de si se trata de un  grupo sectario abusivo o no.   
El control ejercido por el sectarismo incluye la manipulación del ambiente. Como lo expresa la psicóloga de Harvard Mahzarin Banaji (2013): “Lo que la psicología social ha podido ofrecer a la comprensión de la naturaleza humana es el descubrimiento de que unas fuerzas mayores que nosotros determinan nuestra vida mental y nuestros actos, y que la mayor parte de ellas es el poder de la situación social”. 
Idea fuerza: la creencia, comúnmente difundida, respecto al carácter secreto, oculto, cerrado de los grupos sectarios abusivos tiene mucho más de mito que de realidad. Si bien retacean información respecto a sí mismos, a sus verdaderos objetivos, a sus modos de financiamiento, y a los alcances del compromiso que esperan de sus miembros, los grupos abusivos no son sociedades secretas, ni funcionan a puertas cerradas. Se exhiben, promocionan abiertamente sus actividades, y trabajan para seducir a su público preferencial. Su rasgo distintivo no es el secreto, sino el engaño. Engaño respecto a sus verdaderos fines. Quizás la metáfora que mejor ilustre la dinámica de estos grupos sea la de la "tienda colorida": una vidriera atractiva y cautivante desde afuera, pero tras cuya fachada se esconden los verdaderos objetivos, intereses, y fundamentos del grupo, ocultos para el potencial miembro. 
La autonomía, tal como lo expresara Abraham Maslow (1973), forma parte de la autorrealización del ser humano. Una persona sin autonomía está anulada, y difícilmente pueda cumplir sus metas, ya que sus esfuerzos estarán dirigidos, aún sin ser consciente de ello, a cumplir las metas de otro. 
Uno de los mitos más difundidos y más arraigados en el imaginario popular es el que podemos denominar “mito de la invulnerabilidad”. Según esta falsa creencia, sólo personas profundamente conflictuadas o víctimas de algún trastorno o padecimiento psicológico pueden ser captadas por un grupo de características sectarias. Dicho mito tiene su contracara: la creencia del “a mi no”. Es decir, dado que los grupos sectarios captarían a personas psíquicamente frágiles o padecientes, yo nunca podría ser captado, dado que soy psíquicamente sano o “normal”. Hay que reconocerlo, esta creencia en la autoinmunidad es tranquilizadora y mantiene la problemática a una distancia óptima, como un problema del otro, o de los otros. Sin embargo, en la práctica demuestra ser equivocada. Más bien deberíamos afirmar casi lo contrario, proponiendo que cualquier persona, independientemente de su edad, status social, condición económica y cultural, podría ser víctima de un grupo abusivo si se dan las circunstancias “indicadas” para ello. Esto no implica tanto que cualquier persona pueda ser captada, como que prácticamente cualquier persona puede ser vulnerable a un intento de captación si  es abordada en el momento oportuno. Esto implica que la eficacia de un proceso de captación sectaria no se limita a factores personales, sino más bien a factores de tipo situacional, o al menos a  una confluencia de ambos dos. De hecho, para que la captación sea exitosa deben confluir cuatro condiciones a saber: 1) un perfil de personalidad predispuesta a la captación, 2) estar atravesando un momento de especial vulnerabilidad emocional, 3) un intento de captación exitoso por ser compatible con las características del potencial miembro, y 4) la correspondencia entre el mensaje del grupo sectario y las necesidades, motivaciones y aspiraciones de la persona. Faltando cualquiera de estas cuatro condiciones mencionadas, las posibilidades de captación por parte del grupo se reducen muchísimo. Sin embargo,  y recuperando el planteo inicial, apelaremos a una lúcida reflexión del célebre escritor y visionario inglés del siglo xx, Aldous Huxley, quien planteó que: “La eficacia de una propaganda política o religiosa depende de los métodos empleados y no de la doctrina en sí. Las doctrinas pueden ser verdaderas o falsas, sanas o perniciosas, eso no importa. Si el adoctrinamiento está bien conducido, tendrá éxito. En condiciones favorables, cualquier persona puede ser convertida a lo que sea”. 
Otra idea asociada al mito de la invulnerabilidad consiste en la tan lamentable como común reacción de culpar a la víctima frente a la desgracia acaecida a los demás. Se funda en la creencia del mundo justo, según la cual si una persona cumple con las normas y reglas establecidas por la sociedad, nada malo puede sucederle.  Quienes las vulneran, por el contrario, son castigados, son culpables. Por lo tanto, dicha creencia se sostiene en la idea de que debe haber algún defecto profundo y personal en aquellos que se involucran con grupos abusivos, de lo contrario,  eso nunca les hubiera ocurrido.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Hamelin 1: Ensayo sobre Fanatismo

por Juan Manuel Otero Barrigón


Mucho se ha escrito sobre el fenómeno de los grupos sectarios, sus psicodinamismos, y su conceptualización en el campo de la salud mental. Lo que habitualmente psicólogos, psiquiatras y criminólogos definen como “secta” dista mucho del significado que este constructo teórico tiene en otras disciplinas, como la sociología y la antropología de la religión. Para estas últimas, y en su sentido más contemporáneo, la palabra “secta” no es sino una etiqueta que tanto los medios de comunicación, el poder punitivo, e incluso la psicología, utilizan para descalificar a toda agrupación heteredoxa, y en especial minoritaria, en franca competencia con las instituciones religiosas “oficiales” por la posesión y administración de los bienes de salvación. Es decir, lo sectario en íntima relación con lo religioso. En tal sentido, este breve ensayo se justifica dada la necesidad de corregir, una vez más, esta distorsión interpretativa, sobre todo cuando es endilgada al estudio psicológico del fenómeno sectario. No todo grupo sectario es de naturaleza religiosa ni tiene un contenido de dicho tenor. No sólo eso, sino que, además, no todo grupo sectario de contenido religioso es siempre periférico ni está situado en una posición marginal respecto a las iglesias históricamente instituidas. Una de mis principales aspiraciones con este escrito apunta a destacar la necesidad de intensificar el diálogo interdisciplinar sobre este tema, escaso en los últimos años, con el fin de trabajar en criterios comunes, alcanzar un mejor entendimiento de las miradas inherentes a cada disciplina, y también poder así quitar sobre las minorías la actitud de sospecha por el solo hecho de tratarse de minorías. Mi enfoque se sustenta en un profundo respeto por la más amplía diversidad religiosa y espiritual, en la convicción de que ningún poder puede arrogarse el derecho para determinar que creencias son de primera y cuales de cuarta categoría, con la consiguiente estigmatización de estas últimas. Pero al mismo tiempo, con la seguridad imbuida tanto por el estudio del fenómeno como por la práctica clínica, de que tanto el ámbito de lo religioso como el de lo espiritual (como sabemos no siempre coincidentes) son frecuentemente el campo de acción privilegiado para muchos inescrupulosos, que encuentran allí la ocasión propicia para someter, explotar y dominar a sus semejantes. La búsqueda de trascendencia en clave religiosa, y la necesidad espiritual, son algo compartido por la enorme mayoría de los seres humanos, y es ese “agujero con forma de Dios” que constituye la interioridad humana, al decir de Blaise Pascal, lo que torna tan apetecible esta dimensión universal del espíritu para quienes ven allí una posibilidad concreta de satisfacer objetivos personales poco espirituales, y por el contrario, mucho más oscuros y egoístas. 
Toda vez que en este escrito se haga uso de la palabra “secta”, que como ya es sabido posee toda una tradición histórico cultural ligada al campo de lo religioso, será empleada como sinónimo sustitutivo de la noción de grupo abusivo. Y para que un grupo abusivo se constituya como tal, será condición sine qua non la presencia de una figura detentora de la centralidad del grupo, y alrededor de la cual el mismo mantendrá su cohesión. Es la figura del líder, sobre la cual nos extenderemos en detalle, y sin cuya existencia, la sola idea de grupo sectario abusivo, al menos como lo entendemos aquí, perdería su razón de ser.