domingo, 12 de noviembre de 2017

Hamelin 1: Ensayo sobre Fanatismo

por Juan Manuel Otero Barrigón


Mucho se ha escrito sobre el fenómeno de los grupos sectarios, sus psicodinamismos, y su conceptualización en el campo de la salud mental. Lo que habitualmente psicólogos, psiquiatras y criminólogos definen como “secta” dista mucho del significado que este constructo teórico tiene en otras disciplinas, como la sociología y la antropología de la religión. Para estas últimas, y en su sentido más contemporáneo, la palabra “secta” no es sino una etiqueta que tanto los medios de comunicación, el poder punitivo, e incluso la psicología, utilizan para descalificar a toda agrupación heteredoxa, y en especial minoritaria, en franca competencia con las instituciones religiosas “oficiales” por la posesión y administración de los bienes de salvación. Es decir, lo sectario en íntima relación con lo religioso. En tal sentido, este breve ensayo se justifica dada la necesidad de corregir, una vez más, esta distorsión interpretativa, sobre todo cuando es endilgada al estudio psicológico del fenómeno sectario. No todo grupo sectario es de naturaleza religiosa ni tiene un contenido de dicho tenor. No sólo eso, sino que, además, no todo grupo sectario de contenido religioso es siempre periférico ni está situado en una posición marginal respecto a las iglesias históricamente instituidas. Una de mis principales aspiraciones con este escrito apunta a destacar la necesidad de intensificar el diálogo interdisciplinar sobre este tema, escaso en los últimos años, con el fin de trabajar en criterios comunes, alcanzar un mejor entendimiento de las miradas inherentes a cada disciplina, y también poder así quitar sobre las minorías la actitud de sospecha por el solo hecho de tratarse de minorías. Mi enfoque se sustenta en un profundo respeto por la más amplía diversidad religiosa y espiritual, en la convicción de que ningún poder puede arrogarse el derecho para determinar que creencias son de primera y cuales de cuarta categoría, con la consiguiente estigmatización de estas últimas. Pero al mismo tiempo, con la seguridad imbuida tanto por el estudio del fenómeno como por la práctica clínica, de que tanto el ámbito de lo religioso como el de lo espiritual (como sabemos no siempre coincidentes) son frecuentemente el campo de acción privilegiado para muchos inescrupulosos, que encuentran allí la ocasión propicia para someter, explotar y dominar a sus semejantes. La búsqueda de trascendencia en clave religiosa, y la necesidad espiritual, son algo compartido por la enorme mayoría de los seres humanos, y es ese “agujero con forma de Dios” que constituye la interioridad humana, al decir de Blaise Pascal, lo que torna tan apetecible esta dimensión universal del espíritu para quienes ven allí una posibilidad concreta de satisfacer objetivos personales poco espirituales, y por el contrario, mucho más oscuros y egoístas. 
Toda vez que en este escrito se haga uso de la palabra “secta”, que como ya es sabido posee toda una tradición histórico cultural ligada al campo de lo religioso, será empleada como sinónimo sustitutivo de la noción de grupo abusivo. Y para que un grupo abusivo se constituya como tal, será condición sine qua non la presencia de una figura detentora de la centralidad del grupo, y alrededor de la cual el mismo mantendrá su cohesión. Es la figura del líder, sobre la cual nos extenderemos en detalle, y sin cuya existencia, la sola idea de grupo sectario abusivo, al menos como lo entendemos aquí, perdería su razón de ser.

1 comentario:

  1. Hola Ángel, soy el autor de este libro. Me alegro que haya resultado de interés para el blog. De ser posible, te agradecería copiaras mi nombre en cada una de las entradas (capítulos). También dejo un mail en caso de que alguien pueda estar interesado en profundizar en el tema: jmobarrigon@gmail.com Saludos cordiales

    ResponderEliminar