sábado, 30 de junio de 2012

viernes, 29 de junio de 2012

jueves, 28 de junio de 2012

justicia y compañerismo

la llave

vara larga, lengua ancho y ojo fuego

miércoles, 27 de junio de 2012

responsabilidad

comulgaron pero siguimos educando...

martes, 26 de junio de 2012

EL GUARDIAN DE LA MEMORIA

Todos los 25 son díuas pro.vida
La mujer de un médico tiene gemelos, uno de ellos con el síndrome de Down. Su marido, entonces, decide quedarse únicamente con el bebé sano. Pero una enfermera descubre sus intenciones y frustra sus planes, lo que cambia el curso de los acontecimientos.

lunes, 25 de junio de 2012

domingo, 24 de junio de 2012

BILLY ELLIOT

El cristiano va contraCORRIENTE
El chaval protagonista lo mismo...

sábado, 23 de junio de 2012

el azar de Baltasar

Baltasar es un burro que vive sus primeros años rodeado de la alegría y los juegos de los niños hasta llegar a la edad adulta, en que es utilizado como una bestia de carga y maltratado por sus diferentes amos. Y la pregunta es: ¿qué moraleja encierra esta historieta?

viernes, 22 de junio de 2012

Espiritu TANTO

un don -Jesus- y siete dones, los sacramentos...
la luz es una pero siete los colores...
el espiritu uno y 7 dones...
Felicidades!!!

jueves, 21 de junio de 2012

cantare un cantico nuevo

En estas visperas, una vigilia de oración-canción... Vamos dentro!
Jesucristo. Roberto Carlos

Jesus. Martin Valverde

Quitamancha. rescate

Jesus de Nazaret. Migueli

Gloria. Martin Valverde

Firmes en la fe
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miércoles, 20 de junio de 2012

AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Querid@s que os vais a confirmar: recibís un DON y una TAREA. Ser cristian@s es el QUE; el COMO es la vocación específica. Como sois unos cuantos los que os casáis, está bien que veáis el que os corresponde. Pero para quien sea chico y no se lo haya planteado, sabed que el CUERPO (de Cristo, que es la Iglesia) os lo pide y que esd lo más grande del mundo...
¡Felicidades por anticipado! ¡Qué bueno que Dios se haya fijado en vosotros y en esta Iglesia nuestra para enriquecernos con tanto bueno como llev´-ais dentro!

Matrimonio

Orden sacerdotal

confirmacion


lunes, 18 de junio de 2012

belleza bautismal

Los tesoros bautismales que se entregan a los catecúmenos: la cruz, el credo, el agua, el aceite, la luz, la túnica...
tienen su mistagogia y un significado bello que vale la pena trerlo a la memoria. Por decirlo en breve, ser hijos de Dios, sacándonos del pecado y de la muerte, en eso se resume toda la espiritualidad cristiana. El bautismo nos hace pasar de ser criaturas a hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos del Espíritu Santo. La Trinidad entera, un solo Dios, habita dentro del bautizado. Por consiguiente, miembros de la Iglesia somos herederos de la Vida Eterna, en una verdadera familia... Somos “alguien”, tenemos dignidad grande. Con una casa propia donde habitar, una herencia que nos pertenece, y unas relaciones filiales y fraternas para poder vivir.

Me parece estar escuchando aún a mi querido P. Alfonso, de feliz memoria, decir: “mi madre me enseñó desde pequeño lo más importante que me podía enseñar, que Dios es mi Padre ¡que soy hijo de Dios!”. ¿Me puedo creer de verdad esta maravilla? Eso es lo que se nos da en el Bautismo. Un nacer de nuevo. Una regeneración total, muriendo al hombre viejo, al pecado.

En el Bautismo se inicia también la vida en el Espíritu, y es la puerta para poder recibir los demás sacramentos.

Hoy, al bautizar a los niños a edad temprana, no se les puede impartir el catecumenado previamente. Intentamos salvar esta circunstancia con dos medidas: la catequesis pre-bautismal a padres y padrinos, donde se les explica bien durante unos días lo que se va a realizar, catequesis del todo necesaria y que no se debe omitir alegremente, y el catecumenado post-bautismal de adultos, que la Iglesia recomienda vivamente, recibido en una parroquia o en un recorrido formativo dentro de alguna asociación de fieles, movimiento apostólico o verdadera comunidad eclesial.

Demos gracias a Dios en este tiempo pascual por nuestro propio bautismo, meditemos en él, descubrámoslo y vigilemos cada día, puesto que, como dice San Cesáreo, “el bautismo nos libró de todos los pecados, pero con la Gracia de Dios, debemos cumplir con todo lo bueno, para que no vuelva el espíritu inmundo y traiga consigo siete espíritus más malos que él…”.

Vamos recorriendo las maravillas del bautismo, el sacramento que nos inserta en la vida misma de Dios. Propiamente, los signos sacramentales del bautismo son: la signación con la cruz en los ritos iniciales, el agua, el santo crisma, el cirio y la vestidura blanca. Pero nosotros nos vamos deteniendo en todos los bellos elementos de una celebración única, una realidad visible de un auténtico Misterio invisible: Dios derramado en el hombre. El hombre sepultado en Dios y vivo para siempre.

Una vez realizados los ritos iniciales, los catecúmenos, ya en la Asamblea, escuchan la Palabra proclamada, necesaria en toda celebración de sacramentos, que hace en este caso referencia al bautismo, a una vida nueva en Cristo. Es signo de todo el catecumenado, donde son instruidos por la palabra, por la predicación, y van siendo purificados y liberados de los ídolos.

Luego vienen unas oraciones para pedir Dios la protección contra el Adversario, Satanás.

Primero se hace la “oración de los fieles”, llamada así por ser propia de los fieles cristianos, los bautizados, que los catecúmenos hacen en ese momento por primera vez, instruidos en los arcanos de la oración; y luego se invoca la protección de los santos en una “letanía” que, a veces se hace cantada y cuya belleza nos trasporta al mismísimo cielo del que ellos gozan. Es estupendo saber que desde el bautismo contamos con la intercesión de todos los santos en nuestra lucha contra los enemigos.

Seguidamente viene propiamente la oración del exorcismo. La idea que suele haber de esta palabra está ligada al cine, a las modas de las sectas satánicas, que tanto mal hacen en quien las sigue, etc. Pero es realmente la oración que la Iglesia hace para preservarnos o librarnos del Demonio (“líbranos del Maligno” rezamos también en el Padrenuestro), aunque también ésta establezca un ritual específico para determinados casos que puedan darse de posesiones demoníacas. Todo esto, más que un tema morboso, para el cristiano que quiere ser santo, es algo normal, pues no duda, como bien expresa el catecismo, de la existencia de los espíritus inmundos. Lo importante es saber combatirlos.

Por último, el niño o el adulto que se va a bautizar es ungido con óleo. Es solo aceite de oliva, a diferencia del crisma que se utilizará posteriormente, que estará mezclado con perfume. Este aceite es “para que el poder de Cristo te fortalezca”, como dice el ritual. Como los luchadores en la arena se ungían con aceite antes del combate, para que los golpes del adversario resbalaran, así es ungido el catecúmeno, para que en la lucha que le espera contra los enemigos del cristiano, salga victorioso.

Así es la Iglesia, que nos ayuda en sus ritos y no nos deja solos. Todos estos signos, redescubiertos oportunamente cuando somos adultos, nos acompañarán y nos fortalecerán para toda nuestra vida.


El Catecismo de la Iglesia Católica dice, hablando del Bautismo, en su punto 1237: “el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será "confiado" por el Bautismo”.

Es en este momento del ritual es cuando comienza propiamente la liturgia del sacramento, una vez fortalecido el catecúmeno por las oraciones exorcizantes y la unción prebautismal, y bendecida el agua, de lo cual hablaremos otro día. Se hacen entonces las renuncias y promesas bautismales.

Se renuncia a Satanás, a sus obras y a sus seducciones. ¿Qué es esto? Pues un recuerdo de los escrutinios del catecumenado de adultos, donde la Iglesia adulta discierne las intenciones del candidato y lo anima en el camino hacia el bautismo, aunque sean ahora los padres y padrinos los que responden por el niño y se responsabilizan de su educación en la fe.

Es una renuncia muy seria y verdadera. Nada de palabras vacías. Renunciamos por tres veces a seguir al Príncipe de este mundo, para poder seguir al Rey Eterno. Y os puedo decir que el demonio se entera. Vaya que si se entera... A partir de ahora somos sus enemigos. Nos ponemos del lado de la Verdad, Cristo, y frente al Gran Mentiroso, Satán.

Y seguidamente se hace la profesión de fe. ¿Creéis en Dios Padre...? El Sí, creo es haberlo experimentado como Padre bueno en la propia vida, en cada curva del camino. ¿Creéis en Jesucristo su Hijo Nuestro Señor…? Y esto comporta haberlo visto como auténtico Señor, Kyrios, de nuestra historia, el que nos ha comprado con su preciosa sangre y salvado de cada una de nuestras miserias. ¿Creéis en el Espíritu santo, en la Iglesia católica…? Y este Sí es decir que he palpado ese Espíritu, que he vivido la comunión de los santos, que se lo que es la vida eterna...

Poder proclamar así la fe que la Iglesia me entregó en la Traditio Symboli, en un catecumenado post-bautismal, que luego te entregue el Domingo de Ramos la Palma de la Fe, acompañando a Jesucristo al martirio en una bellísima procesión que hemos podido disfrutar hace unas semanas, y cantar con fuerza el CREDO sintiendo estremecerse los cimientos del templo cuando se alcanza el RESUCITÓ de entre los muertos y el AMÉN final, sabiendo y queriendo que eso será lo que acompañe definitivamente al cristiano en la última procesión con la palma, la que te lleve a la vida eterna, es una auténtica maravilla que he podido experimentar en mi vida.

La iconografía cristiana tiene la hoja de palmera, la palma, como símbolo de la fe, del martirio por la fe, por su forma también como de pez, símbolo de Cristo.

Belleza de la fe proclamada. Belleza de la Iglesia que lo hace en medio del mundo de hoy, muchas veces también con su sangre, demostrando así la verdad de la misma fe que fue entregada en el Bautismo.

Sé que alguno de los tres o cuatro amigos que aún me leen tienen experiencia, como yo, de encontrarse con un torrente de alta montaña y beber de él. Un verdadero lujo, que nos enseña lo que es el agua viva.

Siguiendo con las bellezas que hay en el ritual del Bautismo, nos encontramos con el agua, que se consagra para utilizarla en el bautismo.

En el ritual hay una oración bellísima que desgrana todas las actuaciones de Dios a través del agua en la historia de Salvación: “Oh Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables…cuyo Espíritu se cernía sobre las aguas…que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad... que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham… Cuyo Hijo, al ser bautizado en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; colgado en la cruz vertió de su costado agua…”

Esta oración, durante la cual, en la Vigilia Pascual, se introduce el cirio, signo de Cristo Resucitado, en la Fuente Bautismal, y en cualquier caso, el sacerdote representándole a Él meterá su mano consagrada en el agua, se puede hacer cantada, y es de una belleza impresionante, y ayuda a comprender toda la fuerza del agua, que lava y regenera a la nueva criatura que saldrá de ella.

No se trata de una simple bendición del agua, es una auténtica consagración, un sacramental, se invoca al mismo Espíritu que habite en esa agua: “Mira, ahora, a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del Bautismo: Que este agua reciba, por el Espíritu Santo, la gracia de tu Unigénito… Que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente”. ¡Qué oración tan bella, una de las más preciosas que encuentro en la liturgia!

Y luego, la triple inmersión o infusión, elemento necesario y fundamental del sacramento. Se utilizará una u otra, pero el ritual recomienda la inmersión pues “significa de un modo más apropiado la participación en la muerte y resurrección de Cristo”, aunque ésta, curiosamente, se utilice menos, quizás por razones prácticas en los bautizos fuera de la Vigilia Pascual. Tengo que decir que participar en una Pascua con bautizos por inmersión es una de las cosas más bonitas que litúrgicamente se puede vivir. Y más si es tu propio hijo.

El catecúmeno es por fin bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. “Con la triple inmersión y la triple invocación que la acompaña se realiza el gran misterio del bautismo, en el que la muerte halla su expresión figurada y el espíritu de los bautizados es iluminado con el don de la ciencia divina. Por tanto, si alguna virtualidad tiene el agua, no la tiene por su propia naturaleza, sino por la presencia del Espíritu”. (San Basilio Magno). Es introducido en la muerte con Jesucristo muerto, y sale de ella con Él Resucitado, vivo para siempre, participando de su Vida y de toda bendición para siempre.

Todo lo recibimos de esta agua. Todo empezó en ella. Bendita agua, que nos acompañará también el día de nuestro nacimiento para el cielo, asperjando nuestro cuerpo.

Pedro Antonio Mejías Rodríguez

bautismo

domingo, 17 de junio de 2012

Antes que nadie

El historiador Fernando Paz está siendo una de las sensaciones agradables de la Feria del Libro de Madrid gracias a su ensayo de divulgación histórica «Antes que nadie» (LibrosLibres).
Nos desvela el por qué la izquierda española tiene tanta distancia con el proyecto nacional, o la imposibilidad de que pueda arraigar una extrema derecha al estilo europeo, precisamente por nuestra identidad católica como sociedad.


- Señor Paz ¿qué es “Antes que nadie”?
- Antes que nadie es un intento de recuperación de una serie de episodios de la historia de España que habían quedado ocultos, en el mejor de los casos, debido al brillo de ciertos hechos y personajes de nuestro pasado que nos habían deslumbrado.
- ¿Y en el peor?
En el peor, podemos admitir que habían quedado ocultos tras una gruesa capa de roña producto de la desidia y la ignorancia.
- Hay entonces un sentimiento de vergüenza con respecto a la historia de España…
- Se ha determinado una descalificación global de periodos enteros de nuestro pasado, se propone la Reconquista como algo “insidioso”, execrable, evitando incluso el término; se proscribe la utilización de la palabra “España” hasta que resulta insoslayable hacer referencia a ella, y se valoran ochocientos años de edad media por la capacidad de convivencia entre las tres culturas. Que hay un rechazo de lo específicamente español no es una opinión, sino la constatación de una evidencia.
Se trataría, eso sí, de un sentimiento de vergüenza inducido. No sólo con respecto a la historia de España, sino con el hecho mismo de ser español.
- Usted dice que es algo inducido y que alguien lo ha determinado de este modo, pero ¿cómo se induce y quién lo ha determinado así?
- El poder político se ha facultado a sí mismo la capacidad de imponer una interpretación oficial de la historia que, naturalmente, conforma a su conveniencia. El objetivo es la ocupación del espacio público, desde la academia hasta los medios de comunicación, pasando por la educación, y la consecuente imposición de un discurso fuertemente ideologizado. De este modo, la historia se convierte en un arma de control ideológico.
- Hay una especie de reflejo entre los usos de la élite dominante y la cultura oficial.
- Es inevitable observar un paralelismo entre la renuencia de las instancias oficiales y oficiosas a mentar a España (sustituida por “este país”) y la feroz resistencia de la historiografía oficial a considerar la existencia de España antes del siglo XIX o, en el mejor de los supuestos, del XVIII (que truecan por “monarquía hispánica”).
- ¿Es que la izquierda no puede ser patriota?
Toda la historia de España gira en torno a su identificación con el catolicismo. La ausencia de una revolución liberal que refundase España en el siglo XIX, capaz de recrear la nación desde unas bases laicas, ha impedido que la izquierda pueda reconocerse en un proyecto nacional que, por serlo, está empapado de catolicismo hasta el tuétano. Sin catolicismo no hay España; habrá otra cosa, pero no España.
El resultado es que la izquierda española no es patriota y no quiere serlo. El único izquierdista burgués de alguna altura que se propuso fundar una especie de patriotismo progresista, tuvo que comenzar proclamando aquella estupidez de que “España había dejado de ser católica”. Y ya sabemos cómo acabó.
- ¿Y el nacionalismo?
- Es una de las grandes lacras de España; en el plano político, quizá la mayor.
- Pero usted considera positivo el patriotismo…
- El patriotismo es un acto de la voluntad, que nace de una convicción profunda; aunque a menudo se presenta cargado de emotividad, en sí no es un sentimiento. El nacionalismo, en cambio, es pura sentimentalidad. El nacionalismo es un concepto político. El patriotismo, por el contrario, es pre-político, y se define como la solidaridad en la historia de un pueblo con un destino propio que le diferencia del de los demás.
El patriotismo no pasa necesariamente por construir una nación, sino por legar a nuestros descendientes un futuro mejor; para el nacionalismo, en cambio, lo importante es que esos descendientes crezcan en el seno de la comunidad nacional, aunque esta sea una ruina moral y material. Lo decisivo es que sea una comunidad política independiente.
Pero el nacionalismo es solo un problema porque los españoles hemos hecho dejación de nuestros deberes.
Ante una España decidida, el nacionalismo se desvanecería como la pesadilla que es: el mal sueño de una oligarquía regional que defiende un haz de intereses egoístas.
Porque, en España, el nacionalismo es la protesta de los privilegiados.
- La evolución contemporánea de la historia de España ha producido el nacionalismo y la izquierda antinacional ¿Tiene otras implicaciones en nuestra historia esa ausencia de revolución liberal durante el siglo XIX?
- Pues sí, la naturaleza de las organizaciones de carácter nacional, eso que llaman por ahí –con una imprecisión notable- ultraderecha o extrema derecha, también se ve tremendamente limitada (o matizada, si se prefiere) por el carácter profundamente católico de España. Aquí resulta difícil imaginar, hoy por hoy, una extrema derecha laica, al estilo de lo que sucede en Francia o en Holanda, acaudillada por una divorciada o por un homosexual.
La catolicidad española impide que prosperen los mensajes basados en la xenofobia; la Iglesia socorre a los desvalidos, vengan de donde vengan y hablen el idioma que hablen. Además, es que nuestra emigración habla español, y eso evita que se suscite en nuestro país un rechazo equiparable al que produce la magrebí en Francia.
Lo nacional en España ha de sostenerse sobre el sustrato católico o, sencillamente, no será nacional.
- ¿Corre hoy verdadero peligro la unidad de España?
- Creo que esto es evidente. Hay regiones de España donde confesar afecto hacia la patria común tiene consecuencias muy negativas. Ya hay generaciones que han crecido odiando a España o, en el mejor de los casos, desentendiéndose de su suerte.
De muchas regiones españoles se ha borrado hasta el nombre de España. Durante años nos hemos hecho los distraídos porque el proceso de integración europea parecía hacer superfluo el combate contra el separatismo; ahora que esto se ha revela una ilusión, reverdece la ofensiva separatista que, realidad, jamás ha cesado.
Entre tanto, España se ha convertido en un tabú, y en torno a ese tabú se ha construido el imaginario colectivo de una nación estafada.
Pero creo que España puede ser más difícil de derribar de lo que algunos piensan. Eso sí, en el futuro, el esfuerzo que habrá que hacer para renacionalizar España habrá de ser tanto más grande cuanto que su deconstrucción ha ido ciertamente muy lejos. Y ya no se podrá hacer, desde luego, desde los supuestos del sistema que nos ha conducido a esta situación. Razón de más para comenzar lo antes posible.

EL NATURISMO DE LOS NUDISTAS

No entro en cifras, ni me quedo con la curiosidad malsana y el morbo de algunos. Pero decir que se ha incrementado esta practica ¿por qué? el hombre es capaz de acostumbrarse casi a cualquier cosa; si además tiene debilitadas sus fuerzas psicológicas y sus clarividencias morales -como pasa hoy- entonces es pasible y cede a cualquier capricho, moda, cambio de temporada, inclinación, tendencia, ocasión o tentación (si se acepta el término teológico-moral)Desde luego, psicológicamente hablando, podemos acostumbrarnos al bien o al mal. Pero el acostumbramiento a algo no prueba ninguna suerte de tendencia natural sino todolo contrario(y esta es mi tesis aquí)el acostumbramiento a la desnudez propia y ajena guarda relación más bien con un relajamiento de los perfiles psicológico-morales de la identidad y de la intimidad personal y familiar.
Notable es observar también que la práctica esté asociada con el naturismo. Y que se la elogie asociándola a la tranquilidad, la intimidad y la familiaridad. Respecto al carácter natural de la desnudez, decir que este es uno de los errores más terribles de la modernidad, ya que se pone en el mismo plano de igualdad lo “espontáneo” con lo “natural”. Y me explico... El habla, el lenguaje —por ejemplo— es natural en el hombre y es además espontáneo como indicativo de abierto, franco y exterior. Muy cierto también es que el hombre -además- habla interiormente en el silencio de su conciencia; el silencio es un lenguaje... Proteger la intimidad física y aún espiritual es también natural pero no es un acto humano que exija apertura y desinhibición. Al contrario, la reserva y el ocultamiento casan perfectamente con el carácter natural de la intimidad. Por tanto, no confundamos -como suele hacerse- lo “íntimo” con lo “interno” y lo “público” con lo “externo”. Desde este falso principio se cae en la conclusión -errónea- de que los cuerpos, porque son “externos” -AY!-pueden exhibirse sin inconveniente alguno. Asi nos vende el nudismo la desnudez... con el fementido argumento de que es natural y que va sin ningún “prejuicio estético”. O sea, para los nudistas es importante que pensemos que ahi no pasa nada. Pero hay que decir que el “efecto social” -vale decir, el hecho de que haya niños delante- no es tema irrelevante. Argumentan elolos que los grupos familiares y los niños hacen natural ese naturismo nudista y que no es que el nudismo quien contamina a los niños; al revés, es la presunta inocencia de los niños la que “legitima” la “bondad” o “naturalidad” del nudismo. Pero más horrendo es que lo “gay friendly” cierre el círculo de la ideología naturista y lo refuerce. Si llegados a este punto patologizamos y demonizamos la homosexualidad... edntonces si somos tetrógrados, oscurantistas y del medievo... Hacer la equivalencia socio-lingüística entre “gay friendly” y “naturismo” consolida ambos tópicos con el sencillo expediente de naturalizar la homosexualidad y desdramatizar el nudismo. Natural es la homosexualidad y los homosexuales; ergo, perfectamente natural es la práctica del nudismo cuando esa “clientela” la sostiene. ¡Todos los cabos de la disolución cultural y moral que nos abruman están bien ensamblados aquí, casi como quien no quisiera decirlo tan abiertamente!
Pero si fuera tan natural el nudismo, entonces no habría necesidad de practicarlo,ni convertirlo en una suerte de ritual social; ni tampoco sería necesario buscar lugares ocultos para protegerlo de los fisgones... No andaríamos justificando lo que es tan bueno y “natural” ni andariamos pretendiendo artificiar la desnudez a expensas, precisamente, de desnaturalizarla.
Y acabo examinando el sistema moral de los nudistas... Según ellos, si no andamos desnudos todo el tiempo y en todo lugar es por los represivos prejuicios sociales y religiosos que anidan -inconcientes- en buena parte de la sociedad y que son los que ponen resistencia a dicha práctica. Pero ¿no son ellos quienes aún no han logrado superar el suyo? Y si no ¿a qué el temor tan grande a las cámaras fotográficas o filmadoras? Según ellos, saben muy bien cuándo un flash tiene que ver con el morbo, dicen. ¡Increíble sentido moral! ¡Qué fantástica capacidad para discernir en un dispositivo tecnológico! Pero les asiste un juicio de lo concreto aquí y ahora. Y éste es tan super bien desarrollado que no sólo se presume el discernimiento de lo bueno y lo malo —el morbo— sino que concomitantemente edifican así un sistema disciplinario que protege a los buenos y castiga a los malos. Que sí: “Una advertencia” primero, y si “el mirón insiste”, lo ponen de patitas en la calle fuera del balneario... ¡Serán nudistas pero tienen una moral de hierro! Pues distinguen en un flash el terrible mal moral del morbo con el que -es claro- tampoco se andan con vueltas... Disciplina sólida a base de advertencias y expulsiones. En efecto, para los “mirones-unfriendly” ni el saludo, ni averiguar si en realidad tienen alguna otra intención que no saben, o no pueden, expresar paladinamente.
Concluimos con que “nada nuevo hay bajo el sol”. Los desprejuiciados siempre acaban de la misma manera: revelando prejuicios más tenaces y justificando y ejecutando prácticas penitenciarias para “separar” a los “malvados” de la comunidad de “elegidos”, que -conjeturamos- son ellos, aunque no lo quieran decir demasiado para no aparecer tan dogmaticos o más que esta sociedad de las costumbres de toda la vida...

encuentro de las familias

más de una hora para que veamos el ambiente de Milan 2012

sábado, 16 de junio de 2012

san pedro


ACLARACION SOBRE LA PIEDRA por el rev. Miguel Angel Vega León
Algunos argumentan que el griego en Mt 16,18 presenta dos diferentes palabras: “Tú eres Pedro (Petros), y sobre esta piedra (Petra) edificaré mi Iglesia”. Dicen que Petros es una piedra pequeña, distinta a petra que es una roca. Por lo tanto, cuando Jesús dice: “sobre esta PIEDRA edificaré mi iglesia”, se está refiriendo a sí mismo. Puesto que habla de Petra y no de Petros. ¿Qué decir al respecto?
Ni la secuencia del discurso, ni el texto, ni el contexto nos permiten aceptar eso:
SECUENCIA DEL DISCURSO. Ejemplo: imaginemos a un novio entregando el anillo de compromiso y diciendo: tú eres mi sol, llenas de colores mi vida, y tengo cita con el dentista, por eso quiero que siempre lleves este diamante en tu dedo... Como puede verse, resulta extraño «tengo cita con el dentista», porque rompe el tema o asunto tratado: señalar las cualidades de su novia que motivan su amor y confianza. Por tal discordancia, de ese novio podríamos pensar: o que es sumamente distraido, o que tiene lagunas mentales, o que le está mintiendo a la novia... o algún otro defecto. Y para nosotros es claro que Cristo no tenía ni esos, ni fallos semejantes.
Ahora, yendo a nuestra cita bíblica, nos damos cuenta que habiendo dicho Simón lo que es Jesús (“Tú eres el Cristo”v.16), ahora es Jesús quien responde diciendo quién es Simón (vv.17-19): “Tú eres bienaventurado”…, “Tú eres Pedro”…, “A ti te daré”..., refiriendo a Simón todo lo que está diciendo. Resultaría extraño que a medio discurso Jesús hiciera referencia a sí mismo. Si después de “Tú eres Pedro” Jesús dijera: y sobre mí edificaré mi iglesia, se rompería el ritmo y la secuencia lógica, pues aparecería un tema nuevo desconectado de las frases aledañas; tal como sucedía en el ejemplo anterior.
EN EL CONTEXTO de Mt 16,18, es decir los vv.17 a 19, vemos que Jesús dice tres cosas, y todas están dirigidas a Pedro. La primera comienza con “Bienaventurado eres”, la segunda “Tú eres Pedro”. Y la tercera con “A ti daré la llaves del reino”. La primera y la tercera son honores que Jesús le otorga o reconoce a Pedro. En este contexto, la segunda frase ubicada entre estas dos va a ser un honor también: Tú eres la piedra. Note usted que la segunda parte de cada una de estas frases tiene que ver con la primera mitad, y la explica: Pedro es bienaventurado (v.17) ¿por qué? porque el Padre le reveló que Jesús era el Mesías. La tercera frase: te daré las llaves del reino, ¿por qué? porque todo lo que ate en la tierra quedará atado en el cielo. Entonces, la segunda frase tiene que seguir el mismo patrón: Jesús le dice tú eres Pétros (=piedra), ¿por qué? porque… sobre esta piedra edificará Cristo su Iglesia.
Además, si Jesús estuviera diciendo que sobre El edifica la Iglesia, la misma segunda parte del verso 18: "los poderes del infierno no la podrán vencer", resultaría una frase innecesaria, porque es sabido que el demonio y la muerte nada pueden contra El. Pero haciendo referencia a Simón, que es «una piedra con fragilidad» sí se hace necesario que Jesús, como buen ingeniero, garantice la estabilidad de la Iglesia cimentada en tal piedra.
EL TEXTO griego dice epi taute te petra (=sobre esta piedra). Como puede verse, para la palabra «esta» se está usando una expresion de dos palabras: el adjetivo demostrativo en dativo TAUTEE, con el artículo dativo TEE, para mostrar así la fuerza implicada en la cualidad demostrativa. Por eso esta frase puede traducirse como ESTA MISMA. Entonces Mt 16,18 en realidad dice: “tú eres Pedro y sobre esta misma piedra edificaré mi iglesia”. El uso de TAUTEE TEE nos aclara que Jesús está hablando de la misma piedra que acaba de mencionar. Ahora bien, ¿hay otros casos en el NT en que se use el TAUTEE TEE? Sí, véase el uso del tautee tee en Mc 14,30: “esta misma noche… me negarás”; y en Hch 27,23: “esta noche se me ha presentado un ángel… ¿cuál noche? esta misma, no la de ayer o la de otro día. Entonces basándonos en el texto griego no podemos pensar que Jesús haya movido el dedo diciendo: “tu eres Pedro… y luego señalándose a sí mismo dijera: y sobre esta piedra...”; el texto no da para eso.
Con todo lo anterior, entendemos que NO SE ESTA HABLANDO DE DOS PIEDRAS, SINO SOLAMENTE DE UNA, ...DE SIMON. Al ser las cosas así, el alegato anunciado al principio sobre los significados de “petros” y “petra” carece de sentido, ya que es al mismo sujeto al que se aplican ambas palabras…a Simón. Por eso, poco importa la razón que se dé para indicar que Petros signifique "piedrecita" (que Kefas derivara de Psefos), porque no se puede decir: Tú eres piedrecita y sobre esta misma piedresota (=roca) edificaré mi iglesia. Entonces, aquí no se está queriendo decir “piedrecita”, sino que sencillamente, se quiere evitar poner a un hombre/masculino el nombre de petra, que en griego es palabra de género femenino. Aquí Petros funciona como nombre personal, y por ello se tuvo que «masculinizar» la palabra convirtiéndola en Petros.*
Si se hubiera escrito en francés el NT, no se habría dado quizá este problemita, ya que Pedro y piedra se escriben exactamente igual: “Pierre”. Y en arameo, el idioma de Jesús, sucedía exactamente lo mismo: Jesús le dijo… “tú eres Kéfa y sobre esta misma kéfa edificaré mi iglesia”, ya que en arameo no hay género. Y subrayemos además, que la palabra kefa significa más bien «roca», ya que para «piedra» se usa «evna».
Pedro es «roca» o la Piedra, ese es su nombre. Y el nombre de las personas en la Biblia es muy importante: Dios se llama “ Yo Soy”, porque es el que existe por sí mismo; Cristo se llamó “Jesús”, porque era el Salvador, el ángel defensor de Dios es “Micuel”(=quién como Dios), etc. Si Jesús le cambió el nombre a Simón y le puso Piedra, es precisamente porque va a tener una nueva identidad y misión, tal como lo hizo Dios con Abraham (Gn 17,5). Veamos el texto, Jn 1,42:
Tú eres Simón, hijo de Jonás;Tú serás llamado Cefas (que quiere decir Pedro)
Fíjese que hasta se pone en boca de Jesús la pronunciación aramea Kefas, transliterada al griego, señalando así la importancia que dieron los primeros cristianos a esa palabra aramea pronunciada por Jesús. San Pablo mismo se dirigirá al hijo de Jonás llamándolo casi siempre “Cefas/Kefas”.
C O N C L U S I O N: Mt 16, 18 sólo está hablando de Pedro. Estamos de acuerdo con los hermanos “esperados” de que Cristo es la piedra angular de la Iglesia, pero Pedro es piedra fundamental de ella; no como los demás Apóstoles (que también son fundamento: Ef 2,20), sino de un modo muy especial, ya que solamente Pedro es Piedro, es decir: La Piedra.

*Sabiendo que Simón es Petros y petra, la suposición de que Petros es "piedrecita", a lo sumo nos llevaria a pensar que: como humano es piedra-frágil (petros), pero también es roca-fuerte porque Cristo diciéndole "petra" garantiza su solidez.

viernes, 15 de junio de 2012

conferencia

Dimensión cultural de la crisis global
El pasado mes de noviembre tuvo lugar la XXIII edición de las Jornadas con los Pobres de la Tierra en la Universidad de Sevilla, que organizó el Movimiento Cultural Cristiano con la colaboración del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad (SARUS). El lema de estas jornadas ha sido "Crisis global: hacia un mundo de esclavos".
La primera ponencia, la tarde del lunes en el salón-capilla de la Escuela Universitaria de Arquitectura Técnica corrió a cargo del médico Rodrigo Lastra, quien disertó sobre el tema "Sólo el trabajo genera riqueza". El martes, conferencia "La usura y la especulación, origen de la crisis", a cargo de Carlos Urueña, licenciado en Filosofía y asesor de Formación. Fue en el aula A.2.7 de la Facultad de Ciencias de la Educación.
La tercera ponencia, "Dimensión cultural de la crisis global", fue impartida por Luis Argüello, vicario general de la diócesis de Valladolid en el salón de grados de la Facultad de Derecho. Finalmente, Rodrigo del Pozo, doctor en Química, fue el encargado de cerrar estas jornadas el jueves 1 de diciembre, con la conferencia titulada "Respuestas desde los pobres: un signo de esperanza", en el Aula Profesor Carriazo de la Facultad de Geografía e Historia.

jueves, 14 de junio de 2012

corpus bello

las mejores imagenes de la fiesta de Toledo

miércoles, 13 de junio de 2012

martes, 12 de junio de 2012

TIERRA DE PENUMBRAS

¿CUANTOS AMORES DESCUBRES EN LA PELICULA?
DEDICADA A LOS ADULTOS DE CONFIRMACION...
C.S. Lewis (Anthony Hopkins), profesor de literatura en Oxford, es también un escritor de gran reputación (Autor de "Las Crónicas de Narnia"). Es soltero y vive con su hermano de forma casi monacal, totalmente desconectado de la realidad, encerrado en el mundo de la enseñanza y los libros. Un día irrumpe en su vida Joy Gresham (Debra Winger), una poetisa estadounidense y gran admiradora suya, que está de viaje por Inglaterra con su hijo (Joseph Mazzello) y desea fervientemente conocerlo en persona.
A partir de este encuentro, Lewis experimentará en carne propia lo que la sabiduría de sus dichos en las diferentes conferencias que dicta significan efectivamente. "Dios es como un escultor quien con su cincel nos va dando forma, pero esos golpes nos duelen... No hay verdadero amor sin una cuota de sufrimiento"
Realmente es una extraordinaria película que no dejará indiferente a ningún espectador.

lunes, 11 de junio de 2012

SAINT RALPH

Años 50. Ralph es un chico de 14 años prácticamente huérfano puesto que su madre está en coma. Intentando conseguir un milagro para que su madre se recupere, se dispone a correr la maratón de Boston. Subtitulada y bella... pente entre la de ayer y la siguiente

domingo, 10 de junio de 2012

carros de fuego

preciosa pelicula dedicada a los que se van a confirmar.
Motivaciones varias por las que se corre en esta vida...


sábado, 9 de junio de 2012

Cuando el viento sopla

Jim y Hilda Bloggs son una pareja de jubilados que viven en una remota zona rural de Gran Bretaña poco antes del inicio de una guerra nuclear. Profundamente patriotas, tienen absoluta confianza en su gobierno y se han informado sobre todo de qué es necesario hacer en caso de que el enemigo ataque su país. Jim ha leído los folletines oficiales sobre la la bomba atómica, e inicia la construcción de un refugio que les protegerá en caso de una explosión nuclear.


viernes, 8 de junio de 2012

jueves, 7 de junio de 2012

el misterio del Corpus

El misterio de la Eucaristia por Cantalamesa


miércoles, 6 de junio de 2012

martes, 5 de junio de 2012

kikos

El camino neocatecumenal

Conferencia... en la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia en la Clausura de los Dies Academicus. Ponencia: "Evangelización y Cultura". Mayo 2010.

lunes, 4 de junio de 2012

vocacion

que no sabes si tienes vocación? entra en esta dirección
está realmente bien        http://www.buscoalgomas.com/

la osa mayor

domingo, 3 de junio de 2012

2 tomates y 1 destino

Reñir al enfermo

Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres para que esté así?. Eso preguntaron al Señor los apóstoles cuando vieron a un ciego de nacimiento.
Responsabilizar al enfermo de sus propios males es una antigua costumbre. Después de una leve infección respiratoria, he comprobado que reñir al que sufre es ya una especie de obra de misericordia.
Las siguientes conversaciones tal vez las he soñado. O no.


1.
―No puedo ir porque me he despertado con fiebre alta y…
―Claro; te pasas el día con el aire acondicionado...
―Debe ser eso, sí.

2.
―Resulta que he amanecido con una especie de gripe y no podré…
―Te tengo dicho que evites las corrientes, pero no me haces caso.
―Ya. Tienes razón.

3.
―Te lo agradezco mucho, Matilde, pero comprenderás que con 39 de fiebre…
―Seguro que es porque no ventilas la habitación. Hay que abrigarse, pero renovando el aire cada hora…
―...en punto. Lo tendré en cuenta.

4.
―¿Te han dicho ya que estoy enfermo?
―No te preocupes. Ya te supliremos. Pero a ver si el año que viene te vacunas contra la gripe.
―Estoy vacunado, pero ya que lo dices, procuraré hacerlo antes.

5.
―…¿Que estás malo? A que te vacunaste contra la gripe…
―Sí, claro...
―Muy mal. Yo llevo diez años sin vacunarme y no he cogido un mal catarro. En cambio mi sobrino Luis se vacunó hace dos meses, y ahí lo tienes, en el hospital.
―Pero fue por un accidente con la moto, ¿verdad?
―Claro. Estornudó con el casco puesto y,,,

6.
―Cuídate mucho. Un ponche por la noche y a sudar. Seguro que te destapas en la cama y luego pasa lo que pasa.
―Sí, mamá

7.
―¿Cuánta fiebre dices? ¿39? Eso no es nada. En los años 50 cogí yo una neumonía y la pasé en pie. Ahora sois todos unos señoritos… Olvídate de la cama. Un sillón, una mantita y gracias…
―De nada, Fermín.

8.
―Te lo advertí. Sales a la calle sin bufanda… y sin camiseta…
―Y sin salacot.
―¿Cómo dices?
―No, nada.

9.
―Eso es por fumar.
―Si no fumo...
―¿Desde cuando?
―Desde noviembre de 1983.
―Menos de treinta años. Lo dejaste demasiado tarde.

10.
―Los hombres siempre os quejáis de todo. Las mujeres en cambio...
―Sí, hija sí; sois estupendas.

11.
―No te preocupes, colega. Es que hay un virus por ahí… ¿Quiéres un gin-tonic?
―Gracias, Kloster. Tú sí me comprendes, pero de momento pásame el termómetro, que con tanta charla seguro que me ha subido la fiebre

sábado, 2 de junio de 2012

cuando eramos soldados

Tenía ganas de dedicársela a mi amigo Enrique y a los militares de la Parroquia

viernes, 1 de junio de 2012

MISERENTISSIMUS REDEMPTOR

CARTA ENCÍCLICA DEL SUMO PONTÍFICE PÍO XI
SOBRE LA EXPIACIÓN QUE TODOS DEBEN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

INTRODUCCIÓN

Aparición de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque
1. Nuestro Misericordiosísimo Redentor, después de conquistar la salvación del linaje humano en el madero de la Cruz y antes de su ascensión al Padre desde este mundo, dijo a sus apóstoles y discípulos, acongojados de su partida, para consolarles: «Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»(1). Voz dulcísima, prenda de toda esperanza y seguridad; esta voz, venerables hermanos, viene a la memoria fácilmente cuantas veces contemplamos desde esta elevada cumbre la universal familia de los hombres, de tantos males y miserias trabajada, y aun la Iglesia, de tantas impugnaciones sin tregua y de tantas asechanzas oprimida.
Esta divina promesa, así como en un principio levantó los ánimos abatidos de los apóstoles, y levantados los encendió e inflamó para esparcir la semilla de la doctrina evangélica en todo el mundo, así después alentó a la Iglesia a la victoria sobre las puertas del infierno. Ciertamente en todo tiempo estuvo presente a su Iglesia nuestro Señor Jesucristo; pero lo estuvo con especial auxilio y protección cuantas veces se vio cercada de más graves peligros y molestias, para suministrarle los remedios convenientes a la condición de los tiempos y las cosas, con aquella divina Sabiduría que «toca de extremo a extremo con fortaleza y todo lo dispone con suavidad»(2). Pero «no se encogió la mano del Señor»(3) en los tiempos más cercanos; especialmente cuando se introdujo y se difundió ampliamente aquel error del cual era de temer que en cierto modo secara las fuentes de la vida cristiana para los hombres, alejándolos del amor y del trato con Dios.
Mas como algunos del pueblo tal vez desconocen todavía, y otros desdeñan, aquellas quejas del amantísimo Jesús al aparecerse a Santa Margarita María de Alacoque, y lo que manifestó esperar y querer a los hombres, en provecho de ellos, plácenos, venerables hermanos, deciros algo acerca de la honesta satisfacción a que estamos obligados respecto al Corazón Santísimo de Jesús; con el designio de que lo que os comuniquemos cada uno de vosotros lo enseñe a su grey y la excite a practicarlo.
2. Entre todos los testimonios de la infinita benignidad de nuestro Redentor resplandece singularmente el hecho de que, cuando la caridad de los fieles se entibiaba, la caridad de Dios se presentaba para ser honrada con culto especial, y los tesoros de su bondad se descubrieron por aquella forma de devoción con que damos culto al Corazón Sacratísimo de Jesús, «en quien están escondidos todos los tesoros de su sabiduría y de su ciencia»(4).
Pues, así como en otro tiempo quiso Dios que a los ojos del humano linaje que salía del arca de Noé resplandeciera como signo de pacto de amistad «el arco que aparece en las nubes»(5), así en los turbulentísimos tiempos de la moderna edad, serpeando la herejía jansenista, la más astuta de todas, enemiga del amor de Dios y de la piedad, que predicaba que no tanto ha de amarse a Dios como padre cuanto temérsele como ímplacable juez, el benignísimo Jesús mostró su corazón como bandera de paz y caridad desplegada sobre las gentes, asegurando cierta la victoria en el combate. A este propósito, nuestro predecesor León XIII, de feliz memoria, en su encíclica Annum Sacrum, admirando la oportunidad del culto al Sacratísimo Corazón de Jesús, no vaciló en escribir: «Cuando la Iglesia, en los tiempos cercanos a su origen, sufría la opresión del yugo de los Césares, la Cruz, aparecida en la altura a un joven emperador, fue simultáneamente signo y causa de la amplísima victoria lograda inmediatamente. Otro signo se ofrece hoy a nuestros ojos, faustísimo y divinísimo: el Sacratísimo Corazón de Jesús con la Cruz superpuesta, resplandeciendo entre llamas, con espléndido candor. En El han de colocarse todas las esperanzas; en El han de buscar y esperar la salvación de los hombres».
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús
3. Y con razón, venerables hermanos; pues en este faustísimo signo y en esta forma de devoción consxguiente, ¿no es verdad que se contiene la suma de toda la religión y aun la norma de vida más perfecta, como que más expeditamente conduce los ánimos a conocer íntimamente a Cristo Señor Nuestro, y los impulsa a amarlo más vehementemente, y a imitarlo con más eficacia? Nadie extrañe, pues, que nuestros predecesores incesantemente vindicaran esta probadísima devoción de las recriminaciones de los calumniadores y que la ensalzaran con sumos elogios y solícitamente la fomentaran, conforme a las circunstancias.
Así, con la gracia de Dios, la devoción de los fieles al Sacratísimo Corazón de Jesús ha ido de día en día creciendo; de aquí aquellas piadosas asociaciones, que por todas partes se multiplican, para promover el culto al Corazón divino; de aquí la costumbre, hoy ya extendida por todas partes, de comulgar el primer viernes de cada mes, conforme al deseo de Cristo Jesús.

La consagración
4. Mas, entre todo cuanto propiamente atañe al culto del Sacratísimo Corazón, descuella la piadosa y memorable consagración con que nos ofrecemos al Corazón divino de Jesús, con todas nuestras cosas, reconociéndolas como recibidas de la eterna bondad de Dios. Después que nuestro Salvador, movido más que por su propio derecho, por su inmensa caridad para nosotros, enseñó a la inocentísima discipula de su Corazón, Santa Margarita María, cuánto deseaba que los hombres le rindiesen este tributo de devoción, ella fue, con su maestro espiritual, el P. Claudio de la Colombiére, la primera en rendirlo. Siguieron, andando el tiempo, los individuos particulares, después las familias privadas y las asociaciones y, finalmente, los magistrados, las ciudades y los reinos.
Mas, como en el siglo precedente y en el nuestro, por las maquinaciones de los impíos, se llegó a despreciar el imperio de Cristo nuestro Señor y a declarar públicamente la guerra a la Iglesia, con leyes y mociones populares contrarias al derecho divino y a la ley natural, y hasta hubo asambleas que gritaban: «No queremos que reine sobre nosotros»(6), por esta consagración que decíamos, la voz de todos los amantes del Corazón de Jesús prorrumpía unánime oponiendo acérrimamente, para vindicar su gloria y asegurar sus derechos: «Es necesario que Cristo reine(7). Venga su reino». De lo cual fue consecuencia feliz que todo el género humano, que por nativo derecho posee Jesucristo, único en quien todas las cosas se restauran(8), al empezar este siglo, se consagra al Sacratísimo Corazón, por nuestro predecesor León XIII, de feliz memoria, aplaudiendo el orbe cristiano.
Comienzos tan faustos y agradables, Nos, como ya dijimos en nuestra encíclica Quas primas, accediendo a los deseos y a las preces reiteradas y numerosas de obispos y fieles, con el favor de Dios completamos y perfeccionamos, cuando, al término del año jubilar, instituimos la fiesta de Cristo Rey y su solemne celebración en todo el orbe cristiano.
Cuando eso hicimos, no sólo declaramos el sumo imperio de Jesucristo sobre todas las cosas, sobre la sociedad civil y la doméstica y sobre cada uno de los hombres, mas también presentimos el júbilo de aquel faustísimo día en que el mundo entero espontáneamente y de buen grado aceptará la dominación suavísima de Cristo Rey. Por esto ordenábamos también que en el día de esta fiesta se renovase todos los años aquella consagración para conseguir más cierta y abundantemente sus frutos y para unir a los pueblos todos con el vínculo de la caridad cristiana y la conciliación de la paz en el Corazón de Cristo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan.


LA EXPIACIÓN O REPARACIÓN
5. A estos deberes, especialmente a la consagración, tan fructífera y confirmada en la fiesta de Cristo Rey, necesario es añadir otro deber, del que un poco más por extenso queremos, venerables hermanos, hablaros en las presentes letras; nos referimos al deber de tributar al Sacratísimo Corazón de Jesús aquella satisfacción honesta que llaman reparación.
Si lo primero y principal de la consagración es que al amor del Creador responda el amor de la criatura, síguese espontáneamente otro deber: el de compensar las injurias de algún modo inferidas al Amor increado, si fue desdeñado con el olvido o ultrajado con la ofensa. A este deber llamamos vulgarmente reparación.
Y si unas mismas razones nos obligan a lo uno y a lo otro, con más apremiante título de justicia y amor estamos obligados al deber de reparar y expiar: de, justicia, en cuanto a la expiación de la ofensa hecha a Dios por nuestras culpas y en cuanto a la reintegración del orden violado; de amor, en cuanto a padecer con Cristo paciente y «saturado de oprobio» y, según nuestra pobreza, ofrecerle algún consuelo.
Pecadores como somos todos, abrumados de muchas culpas, no hemos de limitarnos a honrar a nuestro Dios con sólo aquel culto con que adoramos y damos los obsequios debidos a su Majestad suprema, o reconocemos suplicantes su absoluto dominio, o alabamos con acciones de gracias su largueza infinita; sino que, además de esto, es necesario satisfacer a Dios, juez justísimo, «por nuestros innumerables pecados, ofensas y negligencias». A la consagración, pues, con que nos ofrecemos a Dios, con aquella santidad y firmeza que, como dice el Angélico, son propias de la consagración(9), ha de añadirse la expiación con que totalmente se extingan los pecados, no sea que la santidad de la divina justicia rechace nuestra indignidad impudente, y repulse nuestra ofrenda, siéndole ingrata, en vez de aceptarla como agradable.
Este deber de expiación a todo el género humano incumbe, pues, como sabemos por la fe cristiana, después de la caída miserable de Adán el género humano, inficionado de la culpa hereditaria, sujeto a las concupiscencias y míseramente depravado, había merecido ser arrojado a la ruina sempiterna. Soberbios filósofos de nuestros tiempos, siguiendo el antiguo error de Pelagio, esto niegan blasonando de cierta virtud innata en la naturaleza humana, que por sus propias fuerzas continuamente progresa a perfecciones cada vez más altas; pero estas inyecciones del orgullo rechaza el Apóstol cuando nos advierte que «éramos por naturaleza hijos de ira»(10).
En efecto, ya desde el principio los hombres en cierto modo reconocieron el deber de aquella común expiación y comenzaron a practicarlo guiados por cierto natural sentido, ofreciendo a Dios sacrificios, aun públicos, para aplacar su justicia.
Expiación de Cristo
6. Pero ninguna fuerza creada era suficiente para expiar los crímenes de los hombres si el Hijo de Dios no hubiese tomado la humana naturaleza para repararla. Así lo anunció el mismo Salvador de los hombres por los labios del sagrado Salmista: «Hostia y oblación no quisiste; mas me apropiaste cuerpo. Holocaustos por el pecado no te agradaron; entonces dije: heme aquí»(11). Y «ciertamente El llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores; herido fue por nuestras iniquidades»(12); y «llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero»(13); «borrando la cédula del decreto que nos era contrario, quitándole de en medio y enclavándole en la cruz»(14), «para que, muertos al pecado, vivamos a la justicia»(15).

Expiación nuestra, sacerdotes en Cristo
7. Mas, aunque la copiosa redención de Cristo sobreabundantemente «perdonó nuestros pecados»(16); pero, por aquella admirable disposición de la divina Sabiduría, según la cual ha de completarse en nuestra carne lo que falta en la pasión de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia(17), aun a las oraciones y satisfacciones «que Cristo ofreció a Dios en nombre de los pecadores» podemos y debemos añadir también las nuestras.
8. Necesario es no olvidar nunca que toda la fuerza de la expiación pende únicamente del cruento sacrificio de Cristo, que por modo incruento se renueva sin interrupción en nuestros altares; pues, ciertamente, «una y la misma es la Hostia, el mismo es el que ahora se ofrece mediante el ministerio de los sacerdotes que el que antes se ofreció en la cruz; sólo es diverso el modo de ofrecerse»(18); por lo cual debe unirse con este augustísimo sacrificio eucarístico la inmolación de los ministros y de los otros fieles para que también se ofrezcan como «hostias vivas, santas, agradables a Dios»(19). Así, no duda afirmar San Cipriano «que el sacrificio del Señor no se celebra con la santificación debida si no corresponde a la pasión nuestra oblación y sacrificio»(20).
Por ello nos amonesta el Apóstol que, «llevando en nuestro cuerpo la mortificación de Jesús»(21), y con Cristo sepultados y plantados, no sólo a semejanza de su muerte crucifiquemos nuestra carne con sus vicios y concupiscencias(22), «huyendo de lo que en el mundo es corrupción de concupiscencia»(23), sino que «en nuestros cuerpos se manifieste la vida de Jesús»(24), y, hechos partícipes de su eterno sacerdocio, «ofrezcamos dones y sacrificios por los pecados»(25).
Ni solamente gozan de la participación de este misterioso sacerdocio y de este deber de satisfacer y sacrificar aquellos de quienes nuestro Señor Jesucristo se sirve para ofrecer a Dios la oblación inmaculada desde el oriente hasta el ocaso en todo lugar(26), sino que toda la grey cristiana, llamada con razón por el Príncipe de los Apóstoles «linaje escogido, real sacerdocio»(27), debe ofrecer por sí y por todo el género humano sacrificios por los pecados, casi de la propia manera que todo sacerdote y pontífice «tomado entre los hombres, a favor de los hombres es constituido en lo que toca a Dios»(28).
Y cuanto más perfectamente respondan al sacrificio del Señor nuestra oblación y sacrificio, que es inmolar nuestro amor propio y nuestras concupiscencias y crucificar nuestra carne con aquella crucifixión mística de que habla el Apóstol, tantos más abundantes frutos de propiciación y de expiación para nosotros y para los demás percibiremos. Hay una relación maravillosa de los fieles con Cristo, semejante a la que hay entre la cabeza y los demás miembros del cuerpo, y asimismo una misteriosa comunión de los santos, que por la fe católica profesamos, por donde los individuos y los pueblos no sólo se unen entre sí, mas también con Jesucristo, que es la cabeza; «del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado por todas las junturas, según la operación proporcionada de cada miembro, recibe aumento propio, edificándose en amor»(29). Lo cual el mismo Mediador de Dios y de los hombres, Jesucristo próximo a la muerte, lo pidió al Padre: «Yo en ellos y tú en mí, para que sean consumados en la unidad»(30).
Así, pues, como la consagración profesa y afirma la unión con Cristo, así la expiación da principio a esta unión borrando las culpas, la perfecciona participando de sus padecimientos y la consuma ofreciendo sacrificios por los hermanos. Tal fue, ciertamente, el designio del misericordioso Jesús cuando quiso descubrirnos su Corazón con los emblemas de su pasión y echando de sí llamas de caridad: que mirando de una parte la malicia infinita del pecado, y, admirando de otra la infinita caridad del Redentor, más vehementemente detestásemos el pecado y más ardientemente correspondiésemos a su caridad.

Comunión Reparadora y Hora Santa
9. Y ciertamente en el culto al Sacratísimo Corazón de Jesús tiene la primacía y la parte principal el espíritu de expiación y reparación; ni hay nada más conforme con el origen, índole, virtud y prácticas propias de esta devoción, como la historia y la tradición, la sagrada liturgia y las actas de los Santos Pontífices confirman.
Cuando Jesucristo se aparece a Santa Margarita María, predicándole la infinitud de su caridad, juntamente, como apenado, se queja de tantas injurias como recibe de los hombres por estas palabras que habían de grabarse en las almas piadosas de manera que jamás se olvidarán: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y de tantos beneficios los ha colmado, y que en pago a su amor infinito no halla gratitud alguna, sino ultrajes, a veces aun de aquellos que están obligados a amarle con especial amor». Para reparar estas y otras culpas recomendó entre otras cosas que los hombres comulgaran con ánimo de expiar, que es lo que llaman Comunión Reparadora, y las súplicas y preces durante una hora, que propiamente se llama la Hora Santa; ejercicios de piedad que la Iglesia no sólo aprobó, sino que enriqueció con copiosos favores espirituales.

Consolar a Cristo
10. Mas ¿cómo podrán estos actos de reparación consolar a Cristo, que dichosamente reina en los cielos? Respondemos con palabras de San Agustín: «Dame un corazón que ame y sentirá lo que digo»(31).
Un alma de veras amante de Dios, si mira al tiempo pasado, ve a Jesucristo trabajando, doliente, sufriendo durísimas penas «por nosotros los hombres y por nuestra salvación», tristeza, angustias, oprobios, «quebrantado por nuestras culpas»(32) y sanándonos con sus llagas. De todo lo cual tanto más hondamente se penetran las almas piadosas cuanto más claro ven que los pecados de los hombres en cualquier tiempo cometidos fueron causa de que el Hijo de Dios se entregase a la muerte; y aun ahora esta misma muerte, con sus mismos dolores y tristezas, de nuevo le infieren, ya que cada pecado renueva a su modo la pasión del Señor, conforme a lo del Apóstol: «Nuevamente crucifican al Hijo de Dios y le exponen a vituperio»(33). Que si a causa también de nuestros pecados futuros, pero previstos, el alma de Cristo Jesús estuvo triste hasta la muerte, sin duda algún consuelo recibiría de nuestra reparación también futura, pero prevista, cuando el ángel del cielo(34) se le apareció para consolar su Corazón oprimido de tristeza y angustias. Así, aún podemos y debemos consolar aquel Corazón sacratísimo, incesantemente ofendido por los pecados y la ingratitud de los hombres, por este modo admirable, pero verdadero; pues alguna vez, como se lee en la sagrada liturgia, el mismo Cristo se queja a sus amigos del desamparo, diciendo por los labios del Salmista: «Improperio y miseria esperó mi corazón; y busqué quien compartiera mi tristeza y no lo hubo; busqué quien me consolara y no lo hallé»(35).

La pasión de Cristo en su Cuerpo, la Iglesia
11. Añádase que la pasión expiadora de Cristo se renueva y en cierto modo se continúa y se completa en el Cuerpo místico, que es la Iglesia. Pues sirviéndonos de otras palabras de San Agustín(36): «Cristo padeció cuanto debió padecer; nada falta a la medida de su pasión. Completa está la pasión, pero en la cabeza; faltaban todavía las pasiones de Cristo en el cuerpo». Nuestro Señor se dignó declarar esto mismo cuando, apareciéndose a Saulo, «que respiraba amenazas y muerte contra los discípulos»(37), le dijo: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues»(38); significando claramente que en las persecuciones contra la Iglesia es a la Cabeza divina de la Iglesia a quien se veja e impugna. Con razón, pues, Jesucristo, que todavía en su Cuerpo místico padece, desea tenernos por socios en la expiación, y esto pide con El nuestra propia necesidad; porque siendo como somos «cuerpo de Cristo, y cada uno por su parte miembro»(39), necesario es que lo que padezca la cabeza lo padezcan con ella los miembros(40).

Necesidad actual de expiación por tantos pecados
12. Cuánta sea, especialmente en nuestros tiempos, la necesidad de esta expiación y reparación, no se le ocultará a quien vea y contemple este mundo, como dijimos, «en poder del malo»(41). De todas partes sube a Nos clamor de pueblos que gimen, cuyos príncipes o rectores se congregaron y confabularon a una contra el Señor y su Iglesia(42). Por esas regiones vemos atropellados todos los derechos divinos y humanos; derribados y destruidos los templos, los religiosos y religiosas expulsados de sus casas, afligidos con ultrajes, tormentos, cárceles y hambre; multitudes de niños y niñas arrancados del seno de la Madre Iglesia, e inducidos a renegar y blasfemar de Jesucristo y a los más horrendos crímenes de la lujuria; todo el pueblo cristiano duramente amenazado y oprimido, puesto en el trance de apostatar de la fe o de padecer muerte crudelísima. Todo lo cual es tan triste que por estos acontecimientos parecen manifestarse «los principios de aquellos dolores» que habían de preceder «al hombre de pecado que se levanta contra todo lo que se llama Dios o que se adora»(43).
Y aún es más triste, venerables hermanos, que entre los mismos fieles, lavados en el bautismo con la sangre del Cordero inmaculado y enriquecidos con la gracia, haya tantos hombres, de todo orden o clase, que con increíble ignorancia de las cosas divinas, inficionados de doctrinas falsas, viven vida llena de vicios, lejos de la casa del Padre; vida no iluminada por la luz de la fe, ni alentada de la esperanza en la felicidad futura, ni caldeada y fomentada por el calor de la caridad, de manera que verdaderamente parecen sentados en las tinieblas y en la sombra de la muerte. Cunde además entre los fieles la incuria de la eclesiástica disciplina y de aquellas antiguas instituciones en que toda la vida cristiana se funda y con que se rige la sociedad doméstica y se defiende la santidad del matrimonio; menospreciada totalmente o depravada con muelles halagos la educación de los niños, aún negada a la Iglesia la facultad de educar a la juventud cristiana; el olvido deplorable del pudor cristiano en la vida y principalmente en el vestido de la mujer; la codicía desenfrenada de las cosas perecederas, el ansia desapoderada de aura popular; la difamación de la autoridad legítima, y, finalmente, el menosprecio de la palabra de Dios, con que la fe se destruye o se pone al borde de la ruina.
Forman el cúmulo de estos males la pereza y la necedad de los que, durmiendo o huyendo como los discípulos, vacilantes en la fe míseramente desamparan a Cristo, oprimido de angustias o rodeado de los satélites de Satanás; no menos que la perfidia de los que, a imitación del traidor Judas, o temeraria o sacrílegamente comulgan o se pasan a los campamentos enemigos. Y así aun involuntariamente se ofrece la idea de que se acercan los tiempos vaticinados por nuestro Señor: «Y porque abundó la iniquidad, se enfrió la caridad de muchos»(44).

El ansia ardiente de expiar
13. Cuantos fieles mediten piadosamente todo esto, no podrán menos de sentir, encendidos en amor a Cristo apenado, el ansia ardiente de expiar sus culpas y las de los demás; de reparar el honor de Cristo, de acudir a la salud eterna de las almas. Las palabras del Apóstol: «Donde abundó el delito, sobreabundó la gracia»(45), de alguna manera se acomodan también para describir nuestros tiempos; pues si bien la perversidad de los hombres sobremanera crece, maravillosamente crece también, inspirando el Espíritu Santo, el número de los fieles de uno y otro sexo, que con resuelto ánimo procuran satisfacer al Corazón divino por todas las ofensas que se le hacen, y aun no dudan ofrecerse a Cristo como víctimas.
Quien con amor medite cuanto hemos dicho y en lo profundo del corazón lo grabe, no podrá menos de aborrecer y de abstenerse de todo pecado como de sumo mal; se entregará a la voluntad divina y se afanará por reparar el ofendido honor de la divina Majestad, ya orando asiduamente, ya sufriendo pacientemente las mortificaciones voluntarias, y las aflicciones que sobrevinieren, ya, en fin, ordenando a la expiación toda su vida.
Aquí tienen su origen muchas familias religiosas de varones y mujeres que, con celo ferviente y como ambicioso de servir, se proponen hacer día y noche las veces del Angel que consoló a Jesús en el Huerto; de aquí las piadosas asociaciones asimismo aprobadas por la Sede Apostólica y enriquecidas con indulgencias, que hacen suyo también este oficio de la expiación con ejercicios convenientes de piedad y de virtudes; de aquí finalmente los frecuentes y solemnes actos de desagravio encaminados a reparar el honor divino, no sólo por los fieles particulares, sino también por las parroquias, las diócesis y ciudades.


LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS

Causa de muchos bienes
14. Pues bien: venerables hermanos, así como la devoción de la consagración, en sus comienzos humilde, extendida después, empieza a tener su deseado esplendor con nuestra confirmación, así la devoción de la expiación o reparación, desde un principio santamente introducida y santamente propagada. Nos deseamos mucho que, más firmemente sancionada por nuestra autoridad apostólica, más solemnemente se practique por todo el universo católico. A este fin disponemos y mandamos que cada año en la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús —fiesta que con esta ocasión ordenamos se eleve al grado litúrgico de doble de primera clase con octava— en todos los templos del mundo se rece solemnemente el acto de reparación al Sacratísimo Corazón de Jesús, cuya oración ponemos al pie de esta carta para que se reparen nuestras culpas y se resarzan los derechos violados de Cristo, Sumo Rey y amantísimo Señor.
No es de dudar, venerables hermanos, sino que de esta devoción santamente establecida y mandada a toda la Iglesia, muchos y preclaros bienes sobrevendrán no sólo a los individuos, sino a la sociedad sagrada, a la civil y a la doméstica, ya que nuestro mismo Redentor prometió a Santa Margarita María «que todos aquellos que con esta devoción honraran su Corazón, serían colmados con gracias celestiales».
Los pecadores, ciertamente, «viendo al que traspasaron»(46), y conmovidos por los gemidos y llantos de toda la Iglesia, doliéndose de las injurias inferidas al Sumo Rey, «volverán a su corazón»(47); no sea que obcecados e impenitentes en sus culpas, cuando vieren a Aquel a quien hirieron «venir en las nubes del cielo»(48), tarde y en vano lloren sobre E1(49).
Los justos más y más se justificarán y se santificarán, y con nuevas fervores se entregarán al servicio de su Rey, a quien miran tan menospreciado y combatido y con tantas contumelias ultrajado; pero especialmente se sentirán enardecidos para trabajar por la salvación de las almas, penetrados de aquella queja de la divina Víctima: «¿Qué utilidad en mi sangre?»(50); y de aquel gozo que recibirá el Corazón sacratísimo de Jesús «por un solo pecador que hiciere penitencia»(51).
Especialmente anhelamos y esperamos que aquella justicia de Dios, que por diez justos movido a misericordia perdonó a los de Sodoma, mucho más perdonará a todos los hombres, suplicantemente invocada y felizmente aplacada por toda la comunidad de los fieles unidos con Cristo, su Mediador y Cabeza.

La Virgen Reparadora
15. Plazcan, finalmente, a la benignísima Virgen Madre de Dios nuestros deseos y esfuerzos; que cuando nos dio al Redentor, cuando lo alimentaba, cuando al pie de la cruz lo ofreció como hostia, por su unión misteriosa con Cristo y singular privilegio de su gracia fue, como se la llama piadosamente, reparadora. Nos, confiados en su intercesión con Cristo, que siendo el «único Mediador entre Dios y los hombres»(52), quiso asociarse a su Madre como abogada de los pecadores, dispensadora de la gracia y mediadora, amantísimamente os damos como prenda de los dones celestiales de nuestra paternal benevolencia, a vosotros, venerables hermanos, y a toda la grey confiada a vuestro cuidado, la bendición apostólica.
Dado en Roma, junto a San Pedro, día 8 de mayo de 1928, séptimo de nuestro pontificado.

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ORACIÓN EXPIATORIA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Dulcísimo Jesús, cuya caridad derramada sobre los hombres se paga tan ingratamente con el olvido, el desdén y el desprecio, míranos aquí postrados ante tu altar. Queremos reparar con especiales manifestaciones de honor tan indigna frialdad y las injurias con las que en todas partes es herido por los hombres tu amoroso Corazón.
Recordando, sin embargo, que también nosotros nos hemos manchado tantas veces con el mal, y sintiendo ahora vivísimo dolor, imploramos ante todo tu misericordia para nosotros, dispuestos a reparar con voluntaria expiación no sólo los pecados que cometimos nosotros mismos, sino también los de aquellos que, perdidos y alejados del camino de la salud, rehúsan seguirte como pastor y guía, obstinándose en su infidelidad, y han sacudido el yugo suavísimo de tu ley, pisoteando las promesas del bautismo.
A1 mismo tiempo que queremos expiar todo el cúmulo de tan deplorables crímenes, nos proponemos reparar cada uno de ellos en particular: la inmodestia y las torpezas de la vida y del vestido, las insidias que la corrupción tiende a las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las miserables injurias dirigidas contra ti y contra tus santos, los insultos lanzados contra tu Vicario y el orden sacerdotal, las negligencias y los horribles sacrilegios con que se profana el mismo Sacramento del amor divino y, en fin, las culpas públicas de las naciones que menosprecian los derechos y el magisterio de la Iglesia por ti fundada.
¡Ojalá que podamos nosotros lavar con nuestra sangre estos crímenes! Entre tanto, como reparación del honor divino conculcado, te presentamos, acompañándola con las expiaciones de tu Madre la Virgen, de todos los santos y de los fieles piadosos, aquella satisfacción que tú mismo ofrecisté un día en la cruz al Padre, y que renuevas todos los días en los altares. Te prometemos con todo el corazón compensar en cuanto esté de nuestra parte, y con el auxilio de tu gracia, los pecados cometidos por nosotros y por los demás: la indiferencia a tan grande amor con la firmeza de la fe, la inocencia de la vida, la observancia perfecta de la ley evangélica, especialmente de la caridad, e impedir además con todas nuestras fuerzas las injurias contra ti, y atraer a cuantos podamos a tu seguimiento. Acepta, te rogamos, benignísimo Jesús, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María Reparadora, el voluntario ofrecimiento de expiación; y con el gran don de la perseverancia, consérvanos fidelísimos hasta la muerte en el culto y servicio a ti, para que lleguemos todos un día a la patria donde tú con el Padre y con el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Notas
1. Mt 28,20.
2. Sab 8,1.
3. Is 59,1.
4. Col 2,3.
5. Gén 2,14.
6. Lc 19,14.
7. 1 Cor 15,25.
8. Ef 1,10.
9. S. Th. II-II q.81, a.8c.
10. Ef 2,3.
11. Heb 10,5.7.
12. Is 53,4-5.
13. 1 Pe 2,24.
14. Col 2,14.
15. 1 Pe 2,24.
16. Col 2,13.
17. Col 1,24.
18. Conc. Trid., sess.22 c.2.
19. Rom 12,1.
20. Epist. 63 n.381.
21. 2 Cor 4,10.
22. Cf. Gál 5,24.
23. 2 Pe 1,4.
24. 2 Cor 4,10.
25. Heb 5,1.
26. Mal 1-2.
27. 1 Pe 2,9.
28. Heb 5,1.
29. Ef 4,15-16.
30. Jn 17,23.
31. In Ioan. tr.XXVI 4.
32. Is 53,5.
33. Is 5.
34. Lc 22,43.
35. Sal 68,21.
36. In Ps. 86.
37. Hech 91,1.
38. Hech 5.
39. 1 Cor 12,27.
40. Ibíd.
41. 1 Jn 5,19.
42. 2 Pe 2,2.
43. 2 Tes 2,4.
44. Mt 24,12.
45. Rom 5,20.
46. Jn 19,37.
47. Is 46,8.
48. Mt 26,64.
49. Cf. Ap 1,7.
50. Sal 19,10.
51. Lc 15,4.
52. Tim 2,3