jueves, 30 de agosto de 2018

miércoles, 29 de agosto de 2018

martes, 28 de agosto de 2018

domingo, 26 de agosto de 2018

A la luz del sol (2005). Roberto Faenza

El padre Giuseppe nació en Brancaccio el 15 de setiembre de 1937, hijo de un zapatero y de una modista, y fue asesinado por la mafia allí mismo el 15 de setiembre de 1993, en el día de su cumpleaños número 56. El padre Pino, como se lo llama cariñosamente, fue ordenado sacerdote en el año 1960 y en 1990 fue nombrado párroco en San Gaetano, en donde inició un arduo trabajo educativo entre los chicos, los jóvenes y las familias, suscitando la atención de la mafia. Por ese motivo fue asesinado en la puerta de su casa. En el año 2012 fue reconocido su martirio “in odium fidei”, y fue beatificado por el Papa Francisco el 25 de mayo de 2013.

sábado, 25 de agosto de 2018

CONSIGNAS POLÍTICAMENTE INCORRECTAS

* Sí al Quinto Mandamiento; no al aborto. * Toda vida vale si se vive respetando el Plan de Dios. * No hay que probar que el embrión es persona humana desde el principio; sino que el demonio es homicida y mentiroso desde el principio; y que a él sirven activamente los partidarios del aborto. * Salvemos las dos vidas, si Dios así nos lo permite, si así se lo pedimos y ponemos nuestro mejor empeño. Pero hay santas, como Gianna Beretta Molla, que ofrecieron su vida para que viviera el hijo por nacer. Y hay filicidas feroces a las que hay que salvar de sus garras las vidas de sus hijos, así pierdan las de ellas. * En el Tercer Reich estaba penado el aborto. La Unión Soviética de Lenín lo legalizó. En historia también está mal abortar la verdad de lo acontecido. * Identificar al abortismo con el nazismo no es banalizar el holocausto. Es parte de un calculado sofisma conocido como reductio ad Hitlerum, inventado por el hebreo Leo Straus en 1951. * Santa Teresa pide no dormir porque no hay paz sobre la tierra; y hay que hacerle caso. Nos pide militar bajo la bandera de Cristo. * No amenace a un político con negarle su próximo voto. Amenácelo con la resolución de no ser jamás partícipe del sistema que los prohíja a él y a sus secuaces. Si se queda sin su voto hallará otros. Es su especialidad. Si se queda sin estercolero morirá, porque se alimentan de basura. * Nadie está proponiendo el abstencionismo, ni el quedarse de brazos cruzados. Pero la omisión de la Verdad Entera es más grave que la emisión de un error. Y el activismo que desprecia y margina a los testigos de la Verdad Entera, para poder contemporizar con el mundo y sumar adherentes, no es moralmente grato a los ojos de Dios. * Estamos ante un combate de hondas raices teologales. Quien crea que es una competencia de plazas más llenas, de cacerolas más ruidosas, de estadios más repletos, de lenguajes más prosaicos y vulgares, de profesiones de fe democrática o de marchas más sincretistas, no puede conducir una genuina resistencia. Será funcional a la forma mentis de la modernidad. * Cuidado con los flamantes valientes con carnet de militantes. Viven todavía los miembros de varias generaciones que pelearon en soledad y en aislamiento, durante décadas, sin patrocinadores ni estructuras ni medios ni redes sociales. Su osadía les valió cárceles, persecuciones y amenazas. En tamañas peripecias fueron dejados solos y aún acusados de extremosos, cuando no de poetas y soñadores. * No le escriba a ningún senador. Son analfabetos morales, ágrafos éticos. Y si usa una carta, que no sea para considerarlos interlocutores válidos sino para repudiarlos. * No hay que hacer la Revolución en sentido contrario. Hay que hacer lo contrario de la Revolución. Copiar los procedimientos del enemigo es haberse dejado seducir por sus criterios y modalidades. * En buena hora asimismo quieran reaccionar los creyentes contra las anunciadas manifestaciones de apostasía pública. Pidamos entonces la abdicación de los pastores que no son garantes de la ortodoxia sino cómplices activos de la herejía. * Ésta no es una batalla cromática sino teológica. Tampoco sentimentalista o sensiblera.

Pederastia, y otras (malas) hierbas. José Luis Aberasturi

 José Luis Aberasturi, sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo-moralista. 
He trabajado practicamente siempre en la enseñanza, primero como profesor, y luego como sacerdote: actualmente soy el capelllán de Fomento-Funda ción. Publiqué, "Educar la conciencia", dirigido específicamente a padres, educadores y catequistas con niños pequeños, para ayudarles a que se implicasen en la educación moral de los mismos; está casi agotada la 3ª edición.     

A estas alturas nadie puede “llamarse a andana", porque no es ningún secreto; más bien todo lo contrario: en la Iglesia Católica, no tanto ahora como desde hace bastantes años -en algunos sitios más de cincuenta, por ejemplo, aunque el asunto se esté destapando últimamente-, los casos de pederastia, de abusos de menores y mayores y de desmadre sexual -en general- de clero y religiosos -como “novedad” se anuncian ya casos con religiosas, tampoco actuales- se están conociendo en una cadencia repugnante y macabra. Son obra de una minoría -aunque pueda parecer un topico, es la verdad-, pero de una minoría que no debería ni haber existido.
Pero ha pasado. Y es algo gravísimo, especialmente por venir de quienes viene, y porque daña a todos: culpables e inocentes. Y a la misma Institución..Dejando por sentado que los primeros damnificados han sido y son las víctimas.
Lo que más luz aporta al tema -en mi opinión-, ha sido la declaración -valiente sin duda, además de realista y esclerecedora- de los Obispos chilenos: “hemos fallado a nuestro deber de pastores”..Totalmente. Irremisiblemente. Injustamente. Cruelmente.
¿De dónde ha podido surgir esta “plaga"? Aunque el número sea pequeño en proporción -es de justicia repetirlo; y es donde también se da el menor número de casos comparado con cualquier otro sector social, incluida la propia familia de tantas víctimas-, no deja de ser un auténtico horror, que no debería haberse dado. Nunca.
¿Qué ha fallado en el seno de la Iglesia?
Dan ganas de decir: TODO. Pero vamos a intentar poner algo de luz en medio de tanta tiniebla -eso ha de ser la Iglesia y los católicos: sicut lucem lucente in caliginoso loco ["como un farol encendido en un lugar tenebroso"]- y, un vez detectadas las causas, alumbrar remedios. El primero, ya se está poniendo, al menos en algunos sitios: “hemos fallado a nuestro deber de pastores" (perdón por la repetición, pero esta “confesión", pública y publicada, me parece importantísima. De lo más: para ver las causas y poner los remedios. No hay otro camino que sirva.
Sí, Cierto. Muy dolorosmaente cierto. Porque las causas estaban puestas, y “bien” puestas -ahí están los frutos, terroríficamente visibles y contables- ya en el mismo CV II, y no digamos en su “aplicación".
Se repite como un mantra al uso que el CV II fue un concilio “pastoralista". Y tuvo mucho de eso, pero no todo. EL CV II cambió el “modus operandi” multisecular de la misma Iglesia, de su doxa y de su praxis, porque la pastoral no se muda por arte de magia: hay que quitar mucha doctrina y poner unos fundamentos “pseudo"teológicos, pero que obran como si fueran perfectamente ortodoxos, no solo nuevos, sino nefastos. Como se está viendo también hoy..
Y, ¿qué pasó? Pues que al cambiar el por qué y el para qué de la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y “Romana” (esto último es tan vital para Ella como las anteriores Notas de autenticidad: por eso fue una de las cosas que la progrez clericalla quiso cargarse en primer lugar, y a punto estuvo), necesariamente tuvo que arrumbar el modelo de sacerdote que “necesitaba” esta “nueva” iglesia. Y se lo cargaron. Como se cargaron a Cristo.
Y así, a los sacerdotes se les quitaron sus señas de identidad “exteriores” -algo que saltó a la vista de todos los fieles inmediatamente::iban vestidos de cualquier manera-; pero mucho más dañino fue que le quitaran sus señas de identidad “interiores": su ser Cristo, de un modo inmediato, sacramental. Y se especuló cuasi criminalmente sobre la “identidad sacerdotal” hasta hacerles perder sus puntos de referencia: Cristo, la Iglesia, las almas.
todo ello, legislando en esa dirección. Fue muy llamativo que, lo primero que hicieron los obispos tras el CV en sus diócesis -no todos, pero fueron excepción: hablo de España pero es igual y/o peor en muchos otros sitios- fue desmontar los Seminarios tal como estaban concebidos.
Se les despojó de la piedad sacerdotal, quedando reducida a ridiculeces: las Misas fueron cualquier cosas menos lo que deberían ser; se les mudó la doctrina: se les quitó lo seguro -santo Tomás de Aquino, por ejemplo- dando entrada a todos los “manuales” cuyos autores habían mangoneado como “teólogos” o “peritos” los debates conciliares, especialmente desde fuera de su ámbito: cuanto más anticatólicos y rupturistas se hubiesen mostrado, mejor: más cancha en los seminarios y casas de ¿formación? -¡qué sarcasmo!-; se  pretendió que los curas fuesen “psicólogos", “sociólogos", que se alejasen de cualquier cosa que oliese a “paternalismo” y, sobre todo, que fuesen auténticos “animadore sociales"; se les ordenaba sacerdotes sin vestir siquiera de clérigoss y sin saber -ni tenerlo, por supusto- rezar el Breviario… Todo así.
Para mayor indefensión, se quitaron los confesonarios, se movió a la promiscuidad con el personal: “naturalidad", decían, “ser uno más", quitándoles todas las medidas de prudencia: “entre santa y santo, pared de cal y canto", sin ir más lejos. Y pasó lo que estaba cantado.
Primero y lo más llamativo -un auténtcio bombazo. la deserción, en muy pocos años, de unos 140.000 sacerdotes y de unos 80.000 religiosos. Lo cortó de raíz san Juan Pablo II. Luego, en una segunda fase -por decirlo así-, vino todo el desarreglo personal, con los abusos y demás.
La pinza se cerraba con el ocultamiento de tales prácticas por parte de los Ordinarios y Superiores. En el mejor de los casos, y si el interesado estaba de acuerdo, se les llevaba al “psquiatra” -al que cayera, y si no era católico, mejor-, para que les dijera que adelante, que habían de ser ellos mismos; si no lo estaba, se le cambiaba de sitio o, al final, ya ni eso. También era el psiquiatra el que tenía la última palabra a la hora de ordenar a un sacerdote, o admitir en religión a un postulante. Y la pinza se hacía impotente. También porque los mismos obispos habían sido ¿formados? en ese mismo nicho ecológico. 
De todo esto, ¿qué se deduce? En primer lugar, que las declaraciones de horror y de “nunca mais” y “tolerancia cero” por parte de la Jerarquía no sirven para nada. O solo sirven para los periódicos.
En segundo lugar: mientras no se reconozcan estas deficiencias que fueron legisladas e impuestas desde arriba -a pesar, por ejemplo, de los intentos de san Juan Pablo II por remediar el tema en profundidad, pero los obispos no le hicieron ni caso: era el triunfo del “conciliarismo", otro de los logros del CV II-, como han declarado casi todos los obispos chilenos -que fallaron ellos como pastores-, no se podrá poner ningún remedio. Porque los remedios no pueden ir hacia adelante, sino “hacia” atrás: porque es “detrás” donde está el tema.
Un ejemplo ilustrativo, aunque sea en otro ámbito: cuando en EEUU empezaron con el trágico asunto de los tiroteos en institutos y demás, ¿qué “remedio” acordaron? Poner máquinas detectoras de metales. ¿Han conseguido algo? Nada, al contrario. Porque, con esa pretendida solución, el tema no estaba ni siquiera planteado: es un tema MORAL, de formar las conciencias precisamente para que no hay que poner detectores de armas: las armas LAS DISPARAN las personas; y lo hacen por lo que tienen -o no tienen- en la cabeza y el corazón.
Pues lo mismo en la Iglesia Católica con los abusos sexuales. Es un problema MORAL, es un problema de VIRTUD, es un problema de GRACIA, es un problema de PRUDENCIA, es un problema de FORMACION, es un problema de ESPÍRITU, es un problema de MODELO. En definitiva, es un problema de orden SOBRENATURAL.
Y hasta que no se entre ahí, todo lo demás es humo. Incluido el detector de metales.
Amén.

viernes, 24 de agosto de 2018

carta del Papa FrancIsco 20.08.2018

Carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26). Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad. 1. Si un miembro sufre En los últimos días se dio a conocer un informe donde se detalla lo vivido por al menos mil sobrevivientes, víctimas del abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años. Si bien se pueda decir que la mayoría de los casos corresponden al pasado, sin embargo, con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades, así como a unir esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte; las heridas “nunca prescriben”. El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad. Clamor que el Señor escuchó demostrándonos, una vez más, de qué parte quiere estar. El cántico de María no se equivoca y sigue susurrándose a lo largo de la historia porque el Señor se acuerda de la promesa que hizo a nuestros padres: «Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (Lc 1,51-53), y sentimos vergüenza cuando constatamos que nuestro estilo de vida ha desmentido y desmiente lo que recitamos con nuestra voz. Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños. Hago mías las palabras del entonces cardenal Ratzinger cuando, en el Via Crucis escrito para el Viernes Santo del 2005, se unió al grito de dolor de tantas víctimas y, clamando, decía: «¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! [...] La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cf. Mt 8,25)» (Novena Estación). 2. Todos sufren con él La magnitud y gravedad de los acontecimientos exige asumir este hecho de manera global y comunitaria. Si bien es importante y necesario en todo camino de conversión tomar conocimiento de lo sucedido, esto en sí mismo no basta. Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura, en un ámbito donde los conflictos, las tensiones y especialmente las víctimas de todo tipo de abuso puedan encontrar una mano tendida que las proteja y rescate de su dolor (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228). Tal solidaridad nos exige, a su vez, denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona. Solidaridad que reclama luchar contra todo tipo de corrupción, especialmente la espiritual, «porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que “el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Co 11,14)”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 165). La llamada de san Pablo a sufrir con el que sufre es el mejor antídoto contra cualquier intento de seguir reproduciendo entre nosotros las palabras de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9). Soy consciente del esfuerzo y del trabajo que se realiza en distintas partes del mundo para garantizar y generar las mediaciones necesarias que den seguridad y protejan la integridad de niños y de adultos en estado de vulnerabilidad, así como de la implementación de la “tolerancia cero” y de los modos de rendir cuentas por parte de todos aquellos que realicen o encubran estos delitos. Nos hemos demorado en aplicar estas acciones y sanciones tan necesarias, pero confío en que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro. Conjuntamente con esos esfuerzos, es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos. Tal transformación exige la conversión personal y comunitaria, y nos lleva a mirar en la misma dirección que el Señor mira. Así le gustaba decir a san Juan Pablo II: «Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse» (Carta ap. Novo millennio ineunte, 49). Aprender a mirar donde el Señor mira, a estar donde el Señor quiere que estemos, a convertir el corazón ante su presencia. Para esto ayudará la oración y la penitencia. Invito a todo el santo Pueblo fiel de Dios al ejercicio penitencial de la oración y el ayuno siguiendo el mandato del Señor,1 que despierte nuestra conciencia, nuestra solidaridad y compromiso con una cultura del cuidado y el “nunca más” a todo tipo y forma de abuso. Es imposible imaginar una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios. Es más, cada vez que hemos intentado suplantar, acallar, ignorar, reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios construimos comunidades, planes, acentuaciones teológicas, espiritualidades y estructuras sin raíces, sin memoria, sin rostro, sin cuerpo, en definitiva, sin vida2. Esto se manifiesta con claridad en una manera anómala de entender la autoridad en la Iglesia —tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia— como es el clericalismo, esa actitud que «no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente».3 El clericalismo, favorecido sea por los propios sacerdotes como por los laicos, genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos. Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo. Siempre es bueno recordar que el Señor, «en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 6). Por tanto, la única manera que tenemos para responder a este mal que viene cobrando tantas vidas es vivirlo como una tarea que nos involucra y compete a todos como Pueblo de Dios. Esta conciencia de sentirnos parte de un pueblo y de una historia común hará posible que reconozcamos nuestros pecados y errores del pasado con una apertura penitencial capaz de dejarse renovar desde dentro. Todo lo que se realice para erradicar la cultura del abuso de nuestras comunidades, sin una participación activa de todos los miembros de la Iglesia, no logrará generar las dinámicas necesarias para una sana y realista transformación. La dimensión penitencial de ayuno y oración nos ayudará como Pueblo de Dios a ponernos delante del Señor y de nuestros hermanos heridos, como pecadores que imploran el perdón y la gracia de la vergüenza y la conversión, y así elaborar acciones que generen dinamismos en sintonía con el Evangelio. Porque «cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 11). Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos. La conciencia de pecado nos ayuda a reconocer los errores, los delitos y las heridas generadas en el pasado y nos permite abrirnos y comprometernos más con el presente en un camino de renovada conversión. Asimismo, la penitencia y la oración nos ayudará a sensibilizar nuestros ojos y nuestro corazón ante el sufrimiento ajeno y a vencer el afán de dominio y posesión que muchas veces se vuelve raíz de estos males. Que el ayuno y la oración despierten nuestros oídos ante el dolor silenciado en niños, jóvenes y minusválidos. Ayuno que nos dé hambre y sed de justicia e impulse a caminar en la verdad apoyando todas las mediaciones judiciales que sean necesarias. Un ayuno que nos sacuda y nos lleve a comprometernos desde la verdad y la caridad con todos los hombres de buena voluntad y con la sociedad en general para luchar contra cualquier tipo de abuso sexual, de poder y de conciencia. De esta forma podremos transparentar la vocación a la que hemos sido llamados de ser «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 1). «Si un miembro sufre, todos sufren con él», nos decía san Pablo. Por medio de la actitud orante y penitencial podremos entrar en sintonía personal y comunitaria con esta exhortación para que crezca entre nosotros el don de la compasión, de la justicia, de la prevención y reparación. María supo estar al pie de la cruz de su Hijo. No lo hizo de cualquier manera, sino que estuvo firmemente de pie y a su lado. Con esta postura manifiesta su modo de estar en la vida. Cuando experimentamos la desolación que nos produce estas llagas eclesiales, con María nos hará bien «instar más en la oración» (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 319), buscando crecer más en amor y fidelidad a la Iglesia. Ella, la primera discípula, nos enseña a todos los discípulos cómo hemos de detenernos ante el sufrimiento del inocente, sin evasiones ni pusilanimidad. Mirar a María es aprender a descubrir dónde y cómo tiene que estar el discípulo de Cristo. Que el Espíritu Santo nos dé la gracia de la conversión y la unción interior para poder expresar, ante estos crímenes de abuso, nuestra compunción y nuestra decisión de luchar con valentía. Vaticano, 20 de agosto de 2018 FRANCISCO ____________________________________ 1 «Esta clase de demonios solo se expulsa con la oración y el ayuno» (Mt 17,21). 2 Cf. Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile (31 mayo 2018). 3 Carta al Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (19 marzo 2016). [01246-ES.01] [Texto original: Español]

jueves, 23 de agosto de 2018

miércoles, 22 de agosto de 2018

QUE HAYA LUZ ... PELICULA SUBTITULADA

UN ateo vive una experiencia cercana a la muerte tras un accidente de coche y se convierte al cristianismo. Muy hermosa película con un gran mensaje de conversión. Hay que verla !

martes, 21 de agosto de 2018

¿Cómo deshacerse adecuadamente de imágenes y objetos religiosos bendecidos que están rotos o gastados?

Muchas imágenes y objetos religiosos que alguna vez fueron bendecidos por un sacerdote pueden romperse debido al uso. No obstante, todo católico debe mostrarles debida reverencia y deshacerse de ellos de una forma adecuada. ¿Qué es lo se debe hacerse con las imágenes, Rosarios, crucifijos, ramas de palma u otros objetos bendecidos? El numeral 1171 del Código de Derecho Canónico, dice que deben ser tratados “con reverencia” y “no deben emplearse para un uso profano o impropio, aunque pertenezcan a particulares”. Si los objetos ya no pueden ser reparados, la tradición señala que deben ser quemados o enterrados. ¿Qué hacer con las cenizas? Si un objeto fue quemado, entonces las cenizas también deben enterrarse. La tradición de devolver objetos bendecidos a la tierra proviene de la idea de que un objeto bendecido en nombre de Dios debe regresar a Dios, del mismo modo que una persona es enterrada. En 1874 la Sagrada Congregación para los Ritos y el Santo Oficio emitieron determinaciones formales sobre cuáles son los métodos de eliminación apropiados para los objetos benditos. Cualquier lino, vestimenta o paño de altar debe ser quemado y las cenizas enterradas. El agua bendita en exceso o contaminada se debe verter directamente en el suelo. Las palmas se deben quemar y las cenizas se usan para el Miércoles de Ceniza. Del mismo modo, un Rosario o estatua sería enterrado.

domingo, 19 de agosto de 2018

SUCOT

La fiesta de Sucot, de los Tabernáculos o de las tiendas se celebra hacia el final del verano, cuando las noches traen ya temperaturas más bajas. Entonces las familias en todo Israel abren sacan materiales para montar la sucá (enramada). En las sinagogas, restaurantes y grandes edificios construyen sus propias versiones de esas casetas temporeras y lo mismo en todas las familias judías del mundo. Se pueden decorar con cadenas de papel y frutas de plástico o con luces de color y cuadros de famosos rabinos. Las familias cenan en su choza, se cobijan allí y escuchan de nuevo las historias de Israel por el desierto. Pero la fiesta de Sucot tiene mucho significado... Para poder apreciar esa espiritualidad toca ir a los días previos a la fiesta, al mes de Elul, donde están los Diez Días Temibles para que se examine cada cual ante Dios; ese período de oración y arrepentimiento llega al Yom Kippur (Día de Expiación)que es el día más sagrado del calendario Judío, cuando todo el pueblo ayuna de alimento y agua 25 horas. Así pues, son días solemnes que determinan el destino de cada cual y donde la llamada del shofar (cuerno de carnero) remueve los corazones y saquen lágrimas de arrepentimiento y oraciones que suben hasta el trono de Dios. Pero hay que saber que hay unos días de transición entre el Yom Kipur y el Sucot... es como el paso de los Días Temibles a los Días de Gozo. Y lo mismo que en el Rosh HaShaná los judíos celebran la coronación de Dios, reconocen Su soberanía y se someten la voluntad de Dios, Rey de la creación y Juez de autoridad absoluta sobre toda vida, AHORA -como dicen los sabios- llegó el tiempo de celebrar... Y es que Dios es como el mar: lo mismo que el mar se encrespa en la tormenta y manifiesta su poder colosal, provocando nuestra admiración y temor, y por lo mismo lo admiramos a distancia (pues nadie quiere experimentar la fuerza de las aguas y mucho menos sumergirse en sus oscuras profundidades), así el pueblo judío con Dios, el Rey... hace como hizo la reina Ester para que el gran Darío extienda su cetro sobre ella... ya pasado ese miedo primero, luego llega el momento de lanzarse al agua, acercarse a Dios y sumergirse en el infinito mar de su Amor. Y es por eso que tras el Yom Kipur toca danzar por las calles. La Toráh enseña que hay distintos moed (momentos y fiestas donde Dios llama y convoca la Asamblea). Tres son las fiestas de peregrinaje para subir al Templo en Jerusalén: la Pésaj (Pascua Judía) que conmemora el Exodo y la emancipación nacional de Egipto, conocido como “el tiempo de nuestra libertad”; el Shavuot (Fiesta de las Semanas) que es aniversario de la revelación de Dios en el Sinaí, “el tiempo de darnos la Toráh”; y el Sucot que se conoce como “el tiempo de nuestro gozo” porque la alegría debe ser la nota distintiva de este pueblo... Entonces “el primer día tomaréis frutos de árboles hermosos, hojas de palmera y ramas de árboles frondosos, y sauces de río; y alegraréis delante del SEÑOR vuestro Dios durante siete días” (Lv 23,40). Y en Dt 16, Dios repite y ordena a los Israelitas que se regocijen por Sus cuidados y les recuerda que Él es su Providencia... O sea que alegría y de la buena. Testimonios del siglo primero hablan de que era tal el gozo que se llamaba al Sucot “la Fiesta”... Y es que en Jerusalén, estaba el Templo, imponente y brillante bajo los rayos del sol. Y como la ciudad esta como en un espolón, rodeada de montes, era todo un espectáculo contemplar como las laderas de las colinas adyacentes en Sucot vibraban con miles de peregrinos venidos de todas partes del mundo... Y cuando caía la noche, miles de fogatas alumbraban esos montes bajo las enramadas donde las familias se preparan para los eventos de los próximos días. Allí los padres preparaban a los hijos para las cosas asombrosas que verían. Y llegados a la víspera, el sonido penetrante de la trompeta, rebotaba entre los montes, convocando a los fieles: la gente se concentraba en el atrio exterior -preparado con asientos de madera para acomodar a la gente y el altar decorado con ramas de sauce- y así esperaban al alumbrado de las lámparas que sujetadas a enormes postes dorados de casi 75 pies de altura (23 metros) levantados cada uno con cuatro depósitos vacíos... Los Sacerdotes jóvenes suben escaleras para alcanzar el tope de las lámparas y llenarlas de aceite. Una vez han sido llenadas, las trompetas suenan de nuevo y comienza la música... Algunos sacerdotes se quedan en la escalinata con multitud de instrumentos y proveen un fondo musical para que el coro de levitas cante salmos de alabanza. Mientras tanto el Templo se llena de luz y es tanta luz que ni un sólo patio en Jerusalén queda en oscuras bajo las lámparas del Templo. Los atrios del Templo rebosan de música, canto y danza, dirigido todo por los ancianos de la ciudad, los sabios y eruditos que, sin importarles la posición social de esos líderes, danzan con todas sus fuerzas en honor al Dios de Israel; incluso algunos llevan antorchas. Y los viejos venerables cargan los niños sobre sus hombros y así la celebración continúa hasta rayar el alba... Entonces, de repente, la algarabía es interrumpida nuevamente por el sonido de la trompeta, y todos siguen al Sumo Sacerdote a través de la Puerta Oriental, en dirección al Estanque de Siloé. Allí, el sacerdote llena una jarra dorada con agua pura del manantial, y mientras se asoma el sol en el horizonte, la carga y la lleva al Templo por la Puerta del Agua mientras todos en procesión le siguen con cánticos y sonidos de trompeta hasta reunirse de nuevo alrededor del altar... Cada noche la escena se repite el ritual y así hasta la víspera del último día, el Gran Día. Ese día el Templo parece brillar más que nunca y los cánticos parecen más bellos, y las danzas más enérgicas... Ramas frescas de sauce adornan el altar y el aroma del incienso llena el aire. Nuevamente, en la madrugada, el sonido del shofar indica que es tiempo de seguir tras el Sumo Sacerdote a por el agua. la procesión con cánticos y danzas le acompañan a la ida y también de regreso por la Puerta del Agua hasta el altar.Y una vez más, el sacerdote sube los escalones, pero esta vez los demás sacerdotes dan vueltas al altar no sólo una vez, sino siete veces, recitando unos salmos y alabando a Dios. Y también, sólo ésta vez, el agua solamente se derrama por un lado del altar mientras que una jarra de vino es vaciada por la otra esquina... Ambos líquidos bajan por las orillas del altar, y repentinamente un silencio sobrecoge a la congregación. Los cánticos se detienen y la música es silenciada mientras todos se detienen en expectativa. Para que el sacrificio sea aceptable, tanto el agua como el vino deben alcanzar el punto de convergencia a la misma vez, mezclándose el líquido y luego bajando por el canal y llegando al receptáculo al pie del altar. En ese momento es como si todo Israel aguantara la respiración mientras espera a ver si este sacrificio, la libación del agua, se realiza correctamente, al modo que toca. Cuando así sucede, se eleva un grito de gozo por todo el atrio del Templo y comienzan de nuevo las danzas. Es espectacular. Dice e Talmud que quien no haya visto la ceremonia de libación del agua en el Templo de Jerusalén no ha visto verdadero gozo. Porque ese júbilo es absoluto en adoración al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Y aunque ahora ya no existe el Templo en Jerusalén ni se realiza la libación del agua como se hacía entonces, es en el reconocimiento de que Dios es su fuente de amor hace que fluya hoy día aquel mismo gozo en los corazones de Su pueblo. Pero esa ceremonia de libación del agua también tiene un significado especial para nosotros los cristianos. El evangelio de Juan nos dice que Yeshúa/Jesús subió a Jerusalén para la fiesta de Sucot y que el último día de la fiesta, el Gran Día de la Fiesta (Jn 7,37)allí estaba y, posiblemente en el momento del silencio de la libación del agua fue cuando levantó Su voz gritando: “Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba.” Muchos teólogos Bíblicos también creen qproclamó allí aquello de “Yo soy la luz del mundo,” en referencia a las enormes lámparas que iluminaban la ciudad de Jerusalén... Las celebraciones modernas de Sucot varían un poco de país en país. Si en Israel duran ocho días: siete días de Sucot y un octavo día llamado Shemini Atzeret (Octavo Día de Asamblea) hasta la noche cuando se celebra Simjat ToráH (Regocijo en la Toráh). En la Diáspora (fuera de Israel) Shemini Atzeret se celebra en el octavo día y Simjat Toráh en el noveno día. Pero siempre el mensaje de Sucot es igual y lo mismo la construcción de la sucáy y el gozo del festival. Es verdad que algunos comienzan a construir su sucá el minuto que termina Yom Kipur, mientras que otros aguardan hasta Erev Sucot (Víspera de Sucot) para construirla. Pero el significado del mandato de Dios es mucho más que un lugar para dormir y recibir a las amistades. Una lección de Sucotes que el pueblo de Dios es aún extranjero hoy día. La siguiente historia ilustra ese punto: Un hombre rico una vez visitó a un gran maestro y sabio en Israel. Se sorprendió al ver el maestro viviendo en una incómoda y decrépita choza de poco mobiliario en las afueras de la ciudad. El benefactor adinerado le ofreció una casa que estuviese más a tono con su posición en la vida. En respuesta, el maestro preguntó al hombre que le describiese su casa y que le describiese sus condiciones cuando viajaba. El hombre rico reveló que su casa era una enorme mansión, pero que se hospedaba en lugares más modestos cuando viajaba. “Ya veo,” dijo el maestro. “Yo también. Yo soy un viajero en esta tierra, y mi hospedaje es sencillo. Pero algún día yo viviré en mi verdadero hogar, que es realmente una gloriosa mansión.” Así pues, la sucá es recordatorio al Pueblo sobre su total dependencia de Dios. No importa cuán fuertes parezcan ser nuestras casas, etc. No ofrecerán protección más que la que venga del cuidado de Dios. Los judíos dicen que cuando un hombre se sienta bajo la sucá, o la sombra de la fe, la presencia de Dios lo cubre... Es la presencia de Dios, Su cuidado, Su protección y Su provisión, lo que mantiene a Su pueblo seguro. También la sucá recuerda la caridad y pone en valor el tikun olam o reparación del mundo. Cada acto de bondad, cada buena obra hecha a otro ser humano, hace que el mundo sea un mejor lugar. Sin importar cuán malas sean nuestra circunstancia, dicen los rabinos, siempre hay quienes están peor que nosotros y necesitan que les ayudemos. Las muchas otras lecciones de Sucot se combinan para forjar un arma espiritual. El último día de la fiesta termina con el verso de Isaías que dice: “Ningún arma forjada contra ti prosperará” (Is 54:17a). Mientras el pueblo judío se prepara para dejar la solemnidad y se sienten frescos y renovados, armados para las batallas de la vida con las muchas lecciones que han aprendido y re-aprendido. De esa manera, dicen los rabinos, la verdadera lección de Sucot es la victoria. Y vamos acabando... El octavo día de Sucot se llama Shemini Atzeret. La palabra Sheminiquiere decir octavo, y Atzeret tiene varios significados, incluyendo “asamblea.” se resume su significado en esta historia: Hubo una vez un rey que invitó a sus hijos a un banquete que duraría varios días. Aquellos rieron, cantaron, comieron y danzaron juntos, disfrutando el amor del otro y del amor del padre. Cuando llegó el momento de la despedida, el rey les dijo: “Hijos míos, que os vayáis me da mucha pena, es un trago muy difícil para mí. Por favor, quedaos otro día más.” Dios está en todas partes, nunca se aparta de nosotros. Pero cuando Su pueblo regresa a los quehaceres y las actividades de la vida, corre el riesgo de apartarse de Él. Y así Dios invita a Sus amados hijos para que se queden un día más en su sucá como decisión voluntaria y no por mandato, un día que les fortalecerá para las semanas y los meses por delante... Así, el último día de las fiestas de otoño es Simjat Toráh, que significa “gozo de la Toráh.” Este día es la culminación de lo que ha estado experimentando el pueblo judío durante 60 días. Es el único día en todo el calendario de fiestas que se concentra totalmente en la Palabra de Dios. En este día, se lee el último segmento del ciclo de lecturas bíblicas, y en seguida se lee el primero del año entrante. Pero esto es mucho más que una simple cuestión del ciclo de lecturas Bíblicas. Todo el gozo de las pasadas semanas, todas las lecciones aprendidas, todos los momentos experimentados con Dios, todas las armas forjadas para tener victoria en el año entrante…todo tiene que ver con la Toráh. Es como un álbum de fotografías compuesto de palabras, todo se encuentra allí para ser re-examinado durante los próximos días. Es un día cuando se restablece el servicio del Templo, aunque en pequeña medida. Los rollos de la Toráh son sacados de su “arca” y todos comienzan a gozarse con ellos. Algunos jefes de las sinagogas danzan y giran abrazando los rollos, mientras los demás intentan tocarlos y besarlos cuando pasan por su lado. Es una danza de pasión y gozo que se llama la “Danza de la Esencia,” y se basa en un verso que se recita antes de que comience la danza: “Tú, en Tu absoluta esencia, Te has revelado para que Te conozcamos.” Alguno explica: “Danzamos el uno con el otro y con Dios. Danzamos y celebramos la esencia de la vida y los regalos que Dios nos ha dado. Después de nuestro derramamiento en oración durante el pasado mes, todas las diferentes expresiones de asombro y amor culminan en una celebración pura de danza y canto que expresa nuestra más absoluta pasión y conexión con Dios.”

sábado, 18 de agosto de 2018

la gozosa Palabra de Dios

En Israel, las Biblias y otros libros sagrados que se han desgastado por el uso y el tiempo nunca son descartados. Son puestos en una genizá, un lugar escondido, usualmente dentro de un muro en la sinagoga. Si contienen el nombre de Dios, nunca pueden ser descartados. Muchos antiguos manuscritos existen en museos hoy día porque alguien encontró una genizá con libros escondidos desde hace muchos siglos. El pueblo judío cree en la santidad de la Palabra de Dios, y la tratan con mucho respeto. En cada celebración anual de Simjat Toráh (el Gozo de la Palabra de Dios), cuando se comienza un nuevo ciclo de lecturas desde Génesis a Deuteronomio, los miembros de la congregación danzan con sus rollos de Toráh. A menudo continúan danzando por las calles de su vecindario, mientras expresan su gozo y reverencia hacia la Palabra de Dios. Eso también ocurre cada vez que reciben un nuevo rollo de la Toráh. .... Recuerdo haber escuchado la historia de una congregación en la previa Unión Soviética que solamente poseía una página de la Biblia. Por años, su pastor predicaba de esa única página. Crecieron en el Señor, pero anhelaban más de Su revelación. Cuando recibieron una Biblia completa, el pastor lloró de gozo. En contraste, mi familia tenía un anaquel lleno de diferentes versiones de la Biblia, además de referencias, concordancias y diccionarios, pero no teníamos la misma apreciación de la Palabra de Dios como ese pastor. Es triste, pero muchas veces tomamos la Palabra de Dios de manera muy liviana. Dios no quiere que lo tomemos a Él ni a Su Palabra de manera liviana. Él quiere que temblemos ante Su Palabra. La palabra Hebrea para “temblar” en Isaías 66:2 es jared (חרד), que también significa temer y reverenciar. ¿Así es como reaccionamos ante Dios y Su Palabra? La Biblia es Su revelación a la humanidad. Nos ha dado Su libro de instrucciones para la vida. Me pregunto cuánta tristeza podrá sentir cuando nos ve tomar ese rico tesoro de verdad, promesa y bendición de manera liviana.

viernes, 17 de agosto de 2018

Sara Winter, ex-femen

Sara Winter, una joven brasileña, ex-militante de la formación y antigua fundadora de Femen en Brasil, lamentó públicamente la muerte de Oksana.“Estoy de luto. La conocí cuando estuve en Ucrania y sin duda ella era la más valiente de todas y al mismo tiempo la más pequeña y con apariencia frágil”. Sara Winter militó en Femen de 2012 a 2014, pero en octubre de 2015 ya se presentaba como una crítica firme al feminismo radical y como activista provida y profamilia, después del nacimiento de su segundo hijo. Para Sara, la fe y el amor de la familia son hoy elementos luminosos que llenan de alegría la vida. (Lea aquí en ReL la historia de Sara Winter) Sobre la fallecida, explica: “Ella me confesó en un taxi en 2012 que no se llevaba bien con las otras líderes: Inna y Sasha Shevchenko, porque, según ella, usaban la causa feministay el dolor de las mujeres ucranianas (que sufrían constantemente con el turismo y la explotación sexual), solo para enriquecerse y ser famosas”, narra Winter. Sara Winter confirmó que Oxana “había dejado el movimiento feminista hace unos años, como yo, pero las heridas continuaron en su alma”. Vídeo de la ex-Femen Sara Winter explicando cómo el feminismo radical manipula y daña a las mujeres En Twitter añadió: "Fue la única que me trató bien cuando fui a Ucrania y me confesó que no era amiga de Inna y Sasha Shevchenko, también fundadoras, ya que ellas usaban la causa para enriquecerse y hacerse famosas. Era una muchacha de corazón fuerte que lamentablemente perdió la vida gracias al feminismo. Que Dios la acoja. Espero hacer todo lo que pueda para evitar que más chicas, como yo, caigan en ese mundo oscuro. La conocí personalmente en mi época de Femen, y, como ella, fui utilizada como marioneta y acabé saliendo". La brasileña pide a Dios perdón para ella y anima a los cristianos a rezar por ella. “Descansa en paz, querida Oksana, que Dios pueda perdonarte por todos tus errores y que encuentres la luz”, escribe. Oksana posa con iconos de verdad... en la tradición oriental, son ventanas al Cielo ¿Quién está detrás de Femen? Según el documental de 2013 titulado "Ucrania no es un burdel"(www.ukraineisnotabrothel.com), de la directora australiana Kitty Green, que vivió con las activistas de Femen un año entero, la organización la creó un empresario ucraniano, Viktor Sviatski, "para tener chicas", a las que controla y dirige y paga un sueldo. Pero hay quien plantea que aunque Sviatski reclute y pague a las chicas es más razonable pensar que haya más poderes detrás, pagando y manteniendo el movimiento (más sobre estoaquí).

miércoles, 15 de agosto de 2018

día de la Asunción


"Solo la Niña aquella, la Niña inmaculada,

"Solo la Niña aquella, la Niña inmaculada,

la Madre que del Hijo recibió su hermosura,

la Virgen que le dice a su Creador criatura,

solo esa Niña bella al cielo fue elevada.



Los luceros formaron innumerables filas,

tapizaron las nubes el cielo en su grandeza;

y aquella Niña dulce de sin igual belleza

llenaba todo el cielo con sus claras pupilas.



Nuestro barro pequeño, de nostalgia extasiado,

ardientemente quiere subir un día cualquiera

al cielo, donde el barro de nuestra Niña espera

purificar en gracia nuestro barro manchado". Amén

(Himno de Laudes, Asunción de la Virgen María)


martes, 14 de agosto de 2018

por la dignidad de mi hija

Peyton es una estupenda estudiante y una hija ejemplar que está a punto de entrar en la universidad. Pero un día comienzan a circular sin control unas fotos íntimas muy comprometidas de ella. El desconcierto se apodera de Peyton y su familia. Peyton descubre alarmada que sus fotos también están siendo enviadas masivamente a sus compañeros y que no puede hacer nada para evitarlo.

lunes, 13 de agosto de 2018

LA NOVIA PERFECTA

Simone, una mujer con un carácter difícil, contrata a Brandon, por el que siente una fuerte atracción. Con sus ideas maquiavélicas pretende que él rompa con su novia...

domingo, 12 de agosto de 2018

QUIEREME SIEMPRE

Abby y John quieren poner fin a su matrimonio. Justo cuando van a comunicar a sus hijos el divorcio, su hija anuncia que va a casarse. Ambos acuerdan esperar hasta que pase la boda, que puede ser el tiempo necesario para recuperar su amor. Hermosa película que llega a este canal como un soplo de aire puro, rompiendo esquemas y dejando una buena enseñanza. La incomunicación es el aliado del desamor y se hace rutina en las relaciones de pareja, y no siempre se logra salvar una unión aunque aun perdure la chispita del amor.
y de propina, publicidad... NO TE LA PIERDAS

https://www.youtube.com/watch?v=RE1nNYDssxw

sábado, 11 de agosto de 2018

DIOS NO ESTA MUERTO 3

Secuela del éxito del cine religioso del mismo título que narra la preocupación de unos profesores por preservar la educación cristiana tradicional en los institutos de Estados Unidos. En esta ocasión, el pastor Dave tendrá que lidiar con la dolorosa tragedia de ver su iglesia quemada. Tercera película de la trilogía de temática religiosa. Tras centrarse en la historia de un devoto estudiante y de un dogmático profesor de filosofía en la primera, y en la historia de una maestra cristiana que se "expulse a Dios" de las aulas en la segunda, en esta nueva entrega tendrá por primera vez a una figura religiosa como protagonista. A diferencia de las dos primeras entregas, la película está escrita por Howard Klausner y Mike Mason, que también la dirige.

viernes, 10 de agosto de 2018

jueves, 9 de agosto de 2018

miércoles, 8 de agosto de 2018

lunes, 6 de agosto de 2018

sábado, 4 de agosto de 2018

viernes, 3 de agosto de 2018

jueves, 2 de agosto de 2018

Habla el bonete de Don Bosco


Nací en una sastrería de prendas eclesiásticas de Turín.  Serio y circunspecto, me tocó en suerte ser un bonete; esa especie de gorro negro que lucían los sacerdotes de antes. Mi parte superior estaba formada por tres estrías rematadas por una borla de color negro.
Aunque me acoplaba perfectamente a la cabeza de Don Bosco, me costó bastante acompasar mi vida a la de aquel cura. Yo había imaginado una existencia llana de honores y graves reverencias, tal como correspondía a la dignidad sacerdotal de mi dueño. Pero anda fue como había supuesto. Por el contrario, fui testigo de sus jornadas llenas de aventuras.
Don Bosco se levantaba al amanecer. Se dirigía a la iglesia de San Francisco de Sales. Revestido con alba y casulla, me colocaba sobre su cabeza mientras caminaba hacia el altar. Iniciada la celebración, me colocaba sobre una mesa lateral. Yo esperaba a que concluyera la misa. A partir de este momento cada jornada era una sorpresa.
Pasé días enteros sintiendo el latir preocupado de sus sienes. Sufrí lo indecible al notar su corazón acelerado cuando pedía ayuda para los chicos del Oratorio. Entonces me parecía convertirme en una corona de espinas. Como un buen padre, Don Bosco padecía cuando no hallaba pan, prendas de abrigo, libros para el estudio o materiales para los talleres repletos de aprendices. Eran días de desasosiego. Cuando por la noche me depositaba sobre su mesita de luz, yo tenía punzadas de cansancio por en mi alma de terciopelo negro.
También recuerdo haber compartido días en los que un arco iris de alegría brillaba tras las preocupaciones. Arremangándose la sotana hasta la cintura, se entregaba al juego con sus chicos. Entonces todo era distinto: yo podía transformarme en objeto  volador, pelota improvisada, o terminar sobre el cabello ensortijado de cualquier joven. Aprendí que la dignidad no radica en la tarea desempeñada, sino en la actitud interior.
Un buen día fui a parar a las manos encallecidas y duras de un muchacho menudo que lleva varios años trabajando en una función. Hacía pocos días que frecuentaba el Oratorio. El chico nunca había jugado con un cura. Cuando caí entre sus manos, me apretujó tanto que, mitad por sorpresa y mitad por emoción, desgarró mi terciopelo y destrozó mi borla, entre risas de alegría y alboroto.
Mamá Margarita, aguja en mano, intentó en vano recomponerme. Me despedí de este mundo con una sonrisa. He tenido el privilegio de sentir el latido de un sacerdote diferente.

Nota: Bonete: gorro negro usado en tiempos pasados por sacerdotes y seminaristas. Don Bosco lo usó y lo facilitaba a sus compañeros de seminario (Memorias del Oratorio. Década Segunda, n° 9).


miércoles, 1 de agosto de 2018