viernes, 31 de mayo de 2019

Un colirio para...

Un hombre entró un día en el salón público de lectura de su ciudad. En aquel momento estaban leyendo una página que trataba de los peligros de la rutina o algo así... 
La audiencia escuchaba con agrado cómo escalar la montaña de la vida ascendiendo cada día una cota más alta que la del día anterior. Detenerse en el mismo punto podía crear una costumbre negativa, peligrosa para aquel pueblo nómada. Había, pues, que subir siempre más alto para ver más campo y tener una visión más amplia, para detectar más y mejores pastos, por si un día tocaba emigrar Le gustó a nuestro hombre lo que allí se leía y se quedó. “¿Por qué vas a cazar siempre al mismo lugar y por qué subes siempre a la montaña por idéntico camino”? seguía preguntando el lector. “¿Has olvidado acaso que los bosques enteros son tuyos, que los prados, los senderos y los ríos te pertenecen?” Nuestro hombre, impresionado por aquellos párrafos que le invitaban a romper con sus costumbres, se prometió a sí mismo volver más veces a aquel salón. Valía la pena. Por lo menos allí le hablaban claro y llamaban a las cosas por su nombre. Hoy sabemos que la rutina es un mecanismo de defensa que usamos para no cambiar, para resistirnos al cambio, manteniendo un argumento que legitime la dulce continuidad. Pero sospechamos que tal argumento no nos vale. Rutina es el pasado acumulado que todos llevamos dentro por no habernos decidido a ensayar nuevos caminos en la vida. No romper con la rutina y seguir con nuestros usos y costumbres significa envejecer cada día más, sumidos en las propias manías. Lo malo es que a ese paquete de rancias prácticas que vamos arrastrando le llamamos experiencia o, peor todavía, estilo personal. La rutina tiende a encerrarnos en nuestras viejas (a veces tan queridas) cárceles de siempre. Nos impide el contacto necesario y vital con los otros y con el mundo. Nos arrebata la pasión, la belleza y la frescura de la vida, llegando a convertirse ésta en una pesada carga, cada vez más difícil de soportar. 
Los niños, una vez más, se convierten en nuestros maestros por su diferente manera de actuar. Son ellos los que con su espontaneidad y fresca libertad emprenden nuevos caminos, se inician en diferentes juegos y van aprendiendo nuevas expresiones con las que renuevan y enriquecen su lenguaje y sus meninges. Convendría imitarlos haciéndonos como ellos, pero preferimos seguir 
con nuestros criterios adultos. Nosotros somos gente seria. 
“Te aconsejo… un colirio para que te des en los ojos y recobres la vista…” 

Nuestro hombre se hizo un hueco entre los asistentes del salón y escuchó esas palabras que le hablaban de un remedio para aplicarse en los ojos y recuperar la vista. Cuando se dirigió hacia el espejo para comprobar cómo era su mirada, advirtió que el colirio se lo había estado poniendo mientras frecuentaba con esfuerzo las reuniones de aquel salón.

jueves, 30 de mayo de 2019

El efecto de los Cinco Lenguajes del Amor

Gary Chapman describió cinco lenguajes...
1.    Palabras: palabras de ánimo, amables, humildes, palabras que edifiquen, palabras de aprecio, cumplidos verbales…, de forma activa y directa. Son grandes reforzadores positivos. 
2.    Tiempo de calidad: es la importancia de darle toda la atención a la otra persona, haciéndolo de todo corazón, estar con ella en todo su ser, ofrecer conversación de calidad y actividades de calidad. Comunicarnos experiencias, deseos, necesidades y experimentar juntos, sentir cuidados y cuidar. 
3.    Regalos: el regalo es un símbolo visual del amor, un lenguaje fácil de entender. Los regalos pueden ser comprados, hechos o encontrados. Cuando se invierte tiempo o dinero en el regalo de otro, también repercute en uno mismo ya que se invierte en el amor de la relación. También uno se puede regalar a sí mismo a través de la presencia, estar cuando tu pareja lo necesita. 
4.    Actos de servicio: o hacer cosas que sabes que le gustan al otro, puede ser cocinar, limpiar algo, sacar la basura, vestir a los niños…, requieren pensamiento, planificación, esfuerzo, energía… También es una forma de decir te quiero. 
5.    Contacto físico: el mejor instructor es la pareja, ella sabe cuál es el toque que le gusta. Realizar los toques que agradece es un acto de amor; abrazos, coger la mano, besar, sentarse juntos en el sofá… 
Ingresar en Cuidados Paliativos supone un revés… también para la pareja. Esta circunstancia puede impedir que la pareja continúe utilizando su lenguaje del amor habitual, pudiendo sentir una gran frustración por no poder comunicar o por no poder percibir. Además, una vez que fallece la persona, los dolientes tienen importantes dificultades en su proceso de adaptación a la pérdida. Una buena comunicación con el familiar antes de fallecer, no solo favorece el disfrute de ese último tiempo de ingreso, sino que también protege al doliente de un duelo complicado posterior. 
Por esta razón, en el Centro San Camilo decidimos hacer un estudio. El objetivo fue analizar si la psicoeducación sobre los Cinco Lenguajes del Amor puede mejorar la comunicación de la pareja durante el ingreso y, posteriormente, proteger al familiar del duelo complicado. 
Así, las psicólogas de la Unidad de Cuidados Paliativos San Camilo ofrecieron participar en el estudio a 50 familiares de los ingresados. Se formaron dos grupos de estudio; el grupo control donde los familiares recibían acompañamiento psicoemocional basado en counselling (es el trato habitual de la Unidad) y el grupo experimental, donde, además acompañamiento psicoemocional basado en counselling, se les instruía en los Cinco Lenguajes del Amor para que lo utilizaran con su pareja ingresada. De esta forma, todos los familiares eran tratados con la misma atención de siempre, pero, a la mitad de ellos, a los 25 que por azar se seleccionaron y entraron en el grupo experimental, además se les instruyó en los Cinco Leguajes del Amor. 
Para poder medir el impacto de los Cinco Lenguajes del Amor, esperábamos que al menos lo pudieran utilizar durante dos semanas con su pareja ingresada, pero las condiciones son tan difíciles en esta unidad, que de los 50 iniciales, solo 29 familiares completaron el estudio. 

De estos 29, solamente 17 pertenecían al grupo experimental y el resto, 12, fueron del grupo control. Al acabar las dos semanas completaron varios cuestionarios y en los resultados se pudo ver que la psicoeducación en los Cinco Lenguajes del Amor si que tiene un efecto positivo en los familiares. En concreto vimos que los niveles de ansiedad, estrés y estados emocionales aversivos como disgusto, ira, culpa, miedo y nerviosismo de los familiares del grupo experimental eran más bajos que los del grupo control.  

Esta investigación fue presentada en el XII Congreso Internacional de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (en Vitoria, junio 2018)  por los autores Yolanda López, Elena Lallana, Alicia García, Julia Sánchez, José Carlos Bermejo y Marta Villacieros.

miércoles, 29 de mayo de 2019

martes, 28 de mayo de 2019

Empoderar, promover la autonomía, respetar los criterios de cada uno, aliviar el sufrimiento evitable, eliminar el dolor, procurar soporte emocional y espiritual… son categorías propias de la relación de ayuda inspirada en la psicología humanista y desde un modelo integrativo...Por José Carlos Bermejo Estas categorías también se encuentran en propuestas que justifican que el final de la vida ha de ser de gestión propia hasta poder solicitar ayuda en algunas circunstancias, y que el médico procure la muerte.

La proposición, que se aprobó en el Parlamento de Cataluña el pasado mes de julio, insta a modificar el apartado 4 del artículo 143 del Código Penal para despenalizar la eutanasia y la ayuda al suicidio y exonerar de responsabilidad penal.

El Pleno del Congreso de los Diputados dio el primer paso para iniciar la despenalización de la eutanasia en casos terminales o patologías graves e incurables, gracias al apoyo expresado por la mayor parte de los grupos a la proposición de ley del Parlamento de Cataluña.

Vivir dignamente el morir

Es cierto que la vida no es un valor absoluto, y que la calidad de vida a veces es muy precaria, según la perciben algunas personas. Es cierto que la dignidad es la base filosófica en la que se apoyan todos los derechos humanos, si bien no es lo mismo la dignidad ética que la dignidad ontológica. 

Ahora bien, la vida ¿es un bien exclusivamente individual, de total gestión individual, o es un bien social, también en la fragilidad? ¿Quiénes somos los seres humanos unos para otros: cuidadores y protectores de la vida, o potenciales eliminadores de la vida? ¿Quién es el médico? ¿Es también el que procura la muerte, aunque sea por compasión y a solicitud del paciente? ¿Por qué hacer leyes sobre algo que afecta a pocos y no procuramos los cuidados que generen el escenario mejor para todos al final de la vida? La OMS recomienda no empezar la casa por el tejado. La dignidad no es solo un calificativo de algunas formas de vivir y de morir (más o menos dignas), sino el fundamento de todos los derechos (ONU).

No solo se muere dignamente cuando se decide cuándo morir. La palabra dignidad interpela no solo al ejercicio máximo de la autonomía de cada uno, sino al modo como nos cuidamos en la fragilidad. Cuidamos más o menos dignamente. Lo hacemos menos, cuando no atendemos a las personas eliminando los síntomas que producen displacer. Cuidamos menos dignamente cuando verificamos que aumentan los deseos de morir en lugar de los deseos de reconocerse necesitado de relaciones significativas y de cuidado entrañable. Atendemos menos dignamente cuando exageramos en el uso de tecnología al servicio de procesos de enfermedad y deterioro sin calcular adecuadamente la proporcionalidad, la justicia en el manejo de los recursos, el proyecto vital de cada persona y su entorno. Desplegamos menos dignidad cuando desplegamos insuficiente paliatividad en la cultura y en los programas y servicios de salud.

Uno de nuestros estudios, del Centro de Humanización de la Salud, realizado después de la promulgación de la Ley Derechos y Garantías de las Personas en el proceso de Morir de la Comunidad de Madrid, nos muestra que hay un mayor conocimiento social de lo que es ilegal que de lo que es legal, arrojando resultados preocupantes sobre el concepto de sedación paliativa y confundiendo el concepto de adecuación del esfuerzo terapéutico. 
Estos estudios muestran confusión en los términos y espacios borrosos entre eutanasia, suicidio asistido, limitación del esfuerzo técnico y sedación. Necesitamos acciones formativas, medios que ayuden a clarificar y que comuniquen con rigor. 
Desde la religión católica podemos decir que nuestra fe es una propuesta de seguimiento coherente y comunitario de Jesús, que pasó por la vida haciendo el bien, protegiendo la vida, particularmente la vida frágil de enfermos, personas con discapacidad; que la tradición católica es ejemplar en coherencia práctica, más que teórica: infinidad de hombres y mujeres seguidores de Jesús (entre ellos también religiosos y religiosas) han dedicado gran energía a cuidar enfermos y discapacitados, con esmero y buenas dosis de humanidad y que la razón última es que se mantiene el principio ético heredado del judaísmo: "no matarás" y "amarás..." 
Es difícil de sostener que la muerte digna sea solo la elegida determinando cuándo es el momento, a demanda. Morirse es propio de la dignidad del ser humano. No se muere dignamente solo cuando se decide cuándo. También es propio de la dignidad humana respetar el curso de la naturaleza y centrarse en paliar los síntomas que producen malestar cuidándonos y viviendo el proceso del morir.

Necesaria alfabetización ética

Uno de los grandes problemas radica en que hay mucha confusión terminológica. La verdadera necesidad es la de "alfabetización ética" en torno a los problemas éticos del final de la vida. Necesitamos promover una cultura donde haya más espacio para la paliatividad, para la prudencia, para la ponderación, para la búsqueda deliberada y discernida del bien y del mal. 

Según la ley que se discute, el paciente no tiene por qué estar en sus días finales de vida, sino que tiene que tener alguna dolencia o sufrimiento que le hace insostenible seguir viviendo. Los Cuidados paliativos son eficientes para el sistema sanitario, pero estamos aun esperando la implementación que lleve a satisfacer realmente las necesidades sociales. Los Cuidados paliativos se están desarrollando progresivamente en las Unidades y los Servicios a domicilio, pero no se cubren todas las necesidades. Es obvio que no son caros. Son eficientes para el sistema sanitario. Ahorran dinero ante otras posibilidades que por cultura o falta de cultura se dan en la realidad, como procesos pretendidamente curativos cuando lo que tocaría sería paliar. Y los cuidados paliativos no son solo para los enfermos terminales.

Al hablar de paliativos hay que pensar también en lo que esto significa de cultura, no solo de servicios sanitarios. Y la cultura paliativa está todavía en parte por construir en la ciudadanía, en los profesionales de la salud... Esta es una urgencia mayor: cultivar una sana actitud de cuidado integral a las personas con enfermedades avanzadas y sus familias y cuidar a los que cuidan. 
La OMS recomienda no empezar la casa por el tejado y empeñarse más en planes, programas y servicios de cuidados paliativos que caminar por la vía de la despenalización o legalización de la eutanasia. Una cultura de los cuidados podría ayudarnos a dar respuesta a la mayoría de las cuestiones que se plantean en medio del sufrimiento y al final de la vida y humanizar la asistencia en estos momentos.

Hoy se critica a quienes han podido sacralizar la vida a costa de cualquier cosa, pero se puede fácilmente caer en la sacralización de la autonomía, sin tener en cuenta que a los seres humanos nos define más la interdependencia que la autonomía. Somos porque nos hacemos unos a otros, porque nos ayudamos, porque nos miramos, nos reconocemos, nos aliviamos, nos cuidamos. Dejamos de ser en relación, cuando nos proclamamos el último y único referente.

Compartimos el reclamo universal de no sufrir evitablemente y ser acompañados y aliviados en el sufrimiento inevitable. Sobra mucho sufrimiento en la humanidad. El camino humanizador va por la senda de la cultura del cuidado integral, el cuidado de todo: el cuidado físico, el soporte espiritual, el cuidado emocional, el cuidado relacional. Cuidarnos es la clave humanizadora.

lunes, 27 de mayo de 2019

El dilema del erizo

“Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor... El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos”. Luis Cernuda escribió estos versos recordando el viejo dilema de Schopenhauer sobre la dificultad de encontrar la distancia justa. Bien pueden servir para acercarnos a la cuestión de la eutanasia por compasión tema recurrente en el cine. 
La cosa empezó con “Johnny cogió su fusil” (1971) de Dalton Trumbo, el guionista de la lista negra que por fin hizo su película. Tras la I Guerra Mundial un joven soldado permanece en el hospital, no se sabe si vivo o muerto. Una explosión le ha dejado sin rostro – ni ve ni oye- y un torso sin brazos ni piernas. Pero a pesar de todo piensa, siente y recuerda. “S.O.S.  ayúdame” es su grito que casi nadie percibe, quiere morir. Solo una enfermera- con un colgante en cruz en su cuello- intenta ayudarle a morir. Pero la maniobra fracasa por la presencia de un general médico que le condena a vivir, sin previo aviso. La máquina de matar no quiere dejarle morir.

En “Million Dollar Baby” (2004) de Clint Easwood, el compasivo Frankie Dunn sí logra su objetivo. Su pupila la joven boxeadora se ha terminado por convertir en la hija que desapareció, pero un golpe fatal en el ring dejará su cabeza sufriente pegada a su cuerpo inerte. Su desesperación es tan grande que se intenta matar mordiéndose la lengua. Aquello derrota a Frankie que terminará, a regañadientes como todo es su vida, por desconectar el respirador y ponerle una inyección mortal. “Y luego salió de allí. Creo que ya no sentía nada” dice la voz en off de Scrap (Morgan Freeman) su viejo amigo que nos ha servido de narrador. 
Otro tetrapéjico entre la realidad y la ficción. Ramón Sampedro, que diseñó en 1998 su muerte para no culpar a los que le ayudaron, llegó a la pantalla seis años después ganando un óscar después de muerto. Mar adentro (2004) dirigida Alejando Amenábar, tuvo un antecedente en “Condenado a vivir” (2001) de Roberto Bodegas. En este caso junto a Bardem, que encarna al pescador postrado, aparece la figura de Julia (Belén Rueda) una periodista enferma de esclerosis múltiple que le realiza un reportaje de gran repercusión y entre los que surgirá una relación. Al final en lo que parece una alianza por morir juntos, solo Sampedro logra su objetivo. Ella quedará viva, sin memoria y sin dolor, paseando junto al mar.
Las invasiones bárbaras (2003) de Denys Arcand no es una película sobre la eutanasia, sino el certificado de defunción del mayo del 68.  Rémy, viejo y profesoral revolucionario está terminal y decide reunir a sus antiguos amigos del Declive del imperio americano (1986), película que actúa como precursora. Ateo como el resto de los enfermos del cine de eutanasia quiere montar una despedida y para resistir se inicia en el consumo de droga con una joven toxicómana. Los amigos del profesor universitario está a su nivel y el sarcasmo inunda sus diálogos de despedida. Al final la joven Nathalie le suministrará una sobredosis con gotero a la vez que heredará la casa y biblioteca del profesor definitivamente jubilado. 
Han seguido en esta estela otras muchos films. Entre los más interesantes está “No conoces a Jack” (2010) de Barry Levinson sobre Jack Kevorkian, más conocido como “Doctor Muerte”. La danesa “Corazón silencioso” (2014) de Bille August sobre una mujer terminal que decide morir y lo encarga a su entorno. No será fácil ya que es la esposa, madre, suegra, abuela y amiga. Y también la comedia israelí, “La fiesta de despedida” (2014) de Tal Granit y Sharon Maymon cuenta la historia de una máquina para practicar la eutanasia y una residencia de ancianos. Y entre más duras sin duda “Amor” (2012) de Michael Haneke con una durísima eutanasia del marido a su esposa que nos deja la sangre helada. 
Volviendo a Luis Cernuda, el poeta exiliado “El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos”. Cuando te acercas demasiado las púas causan dolor inmenso. Lo describe el personaje roto de Frankie interpretado por Clint Easwood hablando con el cura de su parroquia. “Pero ahora quiere morir. Y yo sólo quiero que se quede conmigo. Y juro por Dios, Padre hacerlo sería cometer un pecado. Pero manteniéndola viva, la estoy matando. ¿Entiende lo que le digo? ¿Qué puedo elegir?” El dilema del erizo. La contestación del sacerdote me pareció que en primera instancia era lavarse las manos. Sin embargo repensando encuentro especialmente sugerente su respuesta: “Nada. Hazte a un lado, Frankie. Déjala con Dios”. El límite del misterio es la distancia justa, el amor compasivo es encontrarla. Quizás, pues me quedaría con la imprescindible “La escafandra y la mariposa”.

domingo, 26 de mayo de 2019

Cerebro masculino y femenino: ¿iguales o diferentes?

Introducción

El análisis de las diferencias en el comportamiento de varones y mujeres ha llevado a muchos investigadores a tratar de establecer similitudes en la estructura cerebral que fundamentasen esta variabilidad de comportamientos. A las diferencias constatables en las estructuras anatómicas y fisiológicas, se suman las nuevas revelaciones sobre las variaciones genéticas ligadas al sexo, que lejos de limitarse a los cromosomas sexuales, se extienden, de momento, a cerca de 6500 genes.(1) ¿Qué influencia puede ejercer esta variabilidad genética sobre la estructura y funcionamiento de nuestros cerebros y, por tanto, en nuestro comportamiento? Tratar de determinar esto frente a al influjo ambiental –entorno, educación, cultura-, es hoy objeto de amplio estudio.
Desde hace décadas, se han analizado los cerebros de ambos sexos tratando de definir rasgos diferenciales que explicasen esta variabilidad. La simple observación de diferencias anatómicas constituía, hasta hace poco, el único dato para establecer las causas del comportamiento diferenciado por sexos. Pero las nuevas técnicas de neuroimagen, que proporcionan una valiosa información sobre el funcionamiento de nuestro cerebro, más allá de su estructura, e incluso de la forma en que se conectan las redes neuronales que lo constituyen, están aportando una nueva perspectiva para dilucidar las bases de estas diferencias.
Diversos grupos de trabajo han ofrecido resultados, no siempre coincidentes, de los que analizamos en este informe los que nos parecen más significativos.

Diferencias estructurales ligadas al sexo

Diversos trabajos han evidenciado diferencias estructurales en diversos núcleos cerebrales en amplias zonas, tanto corticales como subcorticales, como se describe en el primer meta-análisis llevado a cabo sobre este tema, en el que se incluyen datos obtenidos entre 1990 y 2013.(2) En él, se muestra que existen diferencias sexuales regionales en los cerebros masculino y femenino, en cuanto al volumen y densidad tisular, en la amígdala, el hipocampo y la ínsula, áreas que se sabe que están implicadas en afecciones neuropsiquiátricas relacionadas con el sexo. En conjunto, estos resultados sugieren la existencia de regiones candidatas para investigar el efecto asimétrico del sexo en el cerebro en desarrollo y para comprender las condiciones neurológicas y psiquiátricas diferentes según el sexo.
En relación con ello, Eric M Prager, en un Editorial del “Journal of Neuroscience Research”, afirma que “el sexo juega un papel, no solo a nivel macroscópico, en donde se ha constado que los cerebros de varones y mujeres difieren no solo en tamaño, sino también a nivel microscópico”.(3)  Así mismo, en otro trabajo publicado en la misma revista, se destacan las diferencias sexuales del cerebro en todas las escalas, desde las diferencias genéticas y epigenéticas, hasta las diferencias sinápticas, celulares y de sistemas, diferencias que se mantienen a lo largo de la vida.(4) Por ello, éstos y otros autores, afirman que tener en cuenta el sexo es importante a la hora de interpretar los resultados obtenidos en la investigación científica y médica, y que ello habrá de valorarse en los estudios clínicos que se realicen (4)(5), lo que es refrendado por los Institutos de Salud norteamericanos (NIH).(6) (Ver AQUÍ).
Esta diversidad neurológica implica diferencias significativas en el funcionamiento cerebral relacionadas con el sexo, que se pueden resumir de la siguiente manera:
Los varones obtienen mejores puntuaciones en: orientación espacial, habilidad matemática y habilidades mecánicas; al mismo tiempo, el cerebro masculino tiene otras áreas con mayor volumen, de forma comparativa, que el cerebro femenino, como el lóbulo parietal inferior, un área de integración de la información sensorio-motora; la corteza visual, responsable del procesamiento de la información visual de la retina; la amígdala, vinculada al procesamiento de las emociones; la estría terminal, que participa en la integración de la amígdala con regiones corticales; y el núcleo sexualmente dimórfico, que se localiza en el área preóptica medial del hipotálamo, involucrada en el comportamiento sexual. (7)
Sin embargo las mujeres muestran mayor habilidad para la escritura y fluencia verbal,(7) debido a que el cerebro femenino presenta un volumen proporcionalmente mayor en regiones como las áreas de Broca y Wernicke, asociadas con habilidades de lenguaje y comunicación; el cuerpo calloso, que conecta los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo, coordinando las funciones de ambos; el hipocampo, ​​que participa en la formación de memoria; el locus cerúleo, relacionado con el pánico y el comportamiento de estrés; y el núcleo anteroventral periventricular, asociado a la regulación por retroalimentación de la secreción de hormona gonadotrófica. (8)(9) También la amígdala está más conectada con la corteza órbitofrontal, lo que les da mayor control emocional (adolescencia).(10)

Las nuevas evidencias científicas

Aunque es un tema largamente debatido, los últimos estudios utilizando nuevas tecnologías para desvelar la configuración del “conectoma” cerebral, han confirmado empíricamente lo que la experiencia hacía intuir: las conductas masculina y femenina presentan en algunos rasgos diferencias evidentes, que pueden relacionarse, además de con la influencia del ambiente, cultura y educación, con el conectoma cerebral, también diferente, en parte debido a una programación genética ligada al sexo y a la regulación hormonal que lo condiciona.(11) Así, además de las diferencias morfológicas descritas anteriormente, las diferencias en la forma en que se conectan las redes neuronales son evidentes y bien constatadas por los estudios más recientes. Como se ha comentado, la influencia de las hormonas masculinas y femeninas, que alcanzan concentraciones muy diferentes en el cerebro de ambos sexos, parece estar detrás de estas diferencias.(12) A continuación se exponen algunos datos y evidencias sobre las mismas.

Cerebros masculino y femenino conectados de formas diferentes

Recientes estudios muestran que la conectividad cerebral masculina y femenina es diferente entre sí. En uno de ellos, en el que han sido analizados 949 jóvenes de entre 8-22 años, 428 hombres y 521 mujeres, se constatan diferencias sexuales objetivas en la conectividad cerebral, que se consolidan durante el desarrollo, y que se manifiestan principalmente en la adolescencia y en la edad adulta, y que consisten especialmente en que en el cerebro del varón está optimizada la conectividad intrahemisférica y en el de la mujer la interhemisférica. (13) Esta distinta forma de interconexión entre las redes neuronales favorece la conexión entre percepción y acción coordinada en varones, y entre procesamiento analítico e intuitivo en mujeres.
En el mismo trabajo, también se comprueba que el coeficiente de participación (PC) de cada nodo regional individual del conectoma estructural del cerebro presenta diferencias estadísticamente significativas en los cerebros masculino y femenino. El PC de las distintas regiones analizadas es superior en amplias regiones corticales del cerebro femenino, siendo mayor en el cerebelo en el caso del cerebro masculino.
Otro estudio posterior, en el que se utiliza una metodología similar a la empleada en el anteriormente referido, confirma estos resultados.(14) En él se incluyen 491 mujeres y 409 varones con una media de edad de 15 años, detectándose diferencias relacionadas con el sexo en la conectividad de las subredes, que se definieron en características estructurales, sistemas funcionales y finalmente dominios de comportamiento. Cuando las subredes se identifican como conjuntos estructuralmente cohesivos, se observan más conexiones interhemisféricas en mujeres y aumento de las conexiones intrahemisféricas en varones, en línea con lo expuesto en el trabajo de Ingalhaikar, mencionado anteriormente .(13)
La mayor conectividad inter-hemisferios en mujeres facilitaría la integración de los modos de razonamiento analítico y secuencial en el hemisferio izquierdo, situando el procesamiento espacial e intuitivo de la información en el hemisferio derecho. Esto se traduce en una mejor atención, verbalización, memoria facial y cognición social.
La mayor conectividad intra-hemisferios, combinada con una mayor conectividad con el cerebelo, confiere al varón un sistema más eficiente para la coordinación motora, procesamiento espacial y velocidad motora y senso-motora. (14)

La polémica está servida

A pesar de los datos expuestos hasta aquí, hay investigadores que mantienen que no es posible asignar diferencias significativas entre los cerebros masculino y femenino, y que ambos hay que entenderlos como un agregado de regiones que manifestarían de modo intercambiable aptitudes masculinas o femeninas en el sentido que han sido apuntadas, es decir, que, aunque existan diferencias sexuales en el cerebro y el comportamiento, los humanos y los cerebros humanos se compondrían de “mosaicos” de características únicas, algunos más comunes en mujeres que en hombres, algunos más comunes en hombres que en mujeres, y algunos comunes tanto en mujeres como en hombres, por lo que los cerebros humanos no podrían clasificarse en dos clases distintas, masculino y femenino.(15) Este trabajo ha sido ampliamente recogido y comentado en el número de noviembre de 2017 de “Investigación y Ciencia”, en el que la periodista Lydia Denworth resalta las conclusiones de Joel, su autora, en el sentido de que “los cerebros de varones y mujeres no son poblaciones distintas”.(16) Con referencia a ello, llama la atención que cuando la periodista se refiere a uno de los artículos citados en dicho trabajo, (13) que contradice las tesis de Joel, a pesar de calificarlo como un estudio de alto impacto, vierte sobre el mismo críticas difícilmente aceptables científicamente, como son el afirmar que el autor ha sido “etiquetado de neurosexista” y de “alimentar estereotipos”, comentarios que no argumenta, ni fundamenta bibliográficamente. Tampoco presenta datos científicos que pongan en duda las conclusiones del mencionado artículo, salvo un comentario acerca de “un punto débil del estudio, consistente en que no se corrigieron los datos en función del tamaño cerebral”, del que igualmente no cita fuente ni autor, pareciendo más una opinión de la propia periodista, que quizá aplica aquí la misma crítica que ella misma utiliza previamente acerca de la valoración del tamaño medio de los cerebros de ambos sexos, que no sería tal si se realiza una corrección con el peso de los individuos. Pero dado que el trabajo de Ingalhalikar (13) lo que mide es el coeficiente de participación de cada nodo regional individual del conectoma estructural del cerebro, parece aventurado, si no infundado, afirmar que este parámetro sea dependiente del tamaño cerebral.
Adicionalmente a todo ello, un artículo posterior, publicado al igual que el de Joel, en PNAS, y que no es mencionado por Denworth en el número de la revista Investigación y Ciencia anteriormente comentado, afirma que, según la evidencia empírica y el análisis multivariable de los datos manejados por el equipo de Joel, que analizó las diferencias relacionadas con una sola variable,(15) las conclusiones de dicho artículo, al afirmar que: ”… los cerebros humanos no pertenecen a dos categorías distintas: cerebro masculino / cerebro femenino”, o que “… los cerebros no se dividen en dos clases, una típica de los hombres y la otra típica de las mujeres … “, no son constatables, (17) fundamentando su afirmación en que, aplicando un tratamiento estadístico correcto a los datos de Joel, (15) que comprende la realización de un simple análisis multivariable, los resultados sugieren todo lo contrario: los cerebros son típicamente masculinos o típicamente femeninos. Es decir, analizadas en su conjunto las diferencias que Joel compara aisladamente, el resultado muestra la evidencia de la existencia de un dimorfismo cerebral ligado al sexo. (17)

Conclusión

Como paradójicamente reconoce Denworth, aunque en su artículo pretenda cancelar el dimorfismo cerebral ligado al sexo, “la genética, las hormonas y el ambiente inducen variaciones en el cerebro y, con la información suficiente sobre ciertos rasgos de un cerebro cualquiera, es posible adivinar, con un alto grado de precisión, si pertenece a una mujer o a un varón”.(16) El dimorfismo sexual, inequívocamente constatable en múltiples facetas del organismo de varones y mujeres, afecta a su anatomía, fisiología, metabolismo, y sistemas inmunitario, endocrino y nervioso. Es cierto, como afirma Joel (15), que las características diferenciales asociadas a la masculinidad y feminidad no se dan en la misma proporción en los individuos de cada sexo, apareciendo una gradualidad de estas características que hace que no existan dos mujeres ni dos varones iguales. Pero analizadas en su conjunto, estas diferencias, que también atañen a nuestros cerebros, definen con muy poco margen de error si un individuo es masculino o femenino. Los estados de intersexo (“disorders of sex development”, por sus siglas DSD en inglés) no constituyen una alternativa más al dimorfismo sexual, sino, más bien, una excepción a la regla general de la diferenciación binaria por sexos, estando generalmente ligados a anomalías genéticas. La razón de esta dualidad varón-mujer estriba en la necesidad de complementariedad que, desde las diferencias de cada uno de los dos sexos, tantos beneficios han aportado a la evolución de las especies y a su perfeccionamiento genético, además de constituir uno de los motores que lanzan al ser humano a la relación y donación ligadas a la sexualidad.

sábado, 25 de mayo de 2019

Final de la Vida: Eutanasia, sedación y cuidados paliativos

Ignacio Gómez, Vicedecano de Internacional de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y presidente de la sectorial de la Salud de la FIUC, ha propuesto, frente a la eutanasia o el suicidio asistido, la creación de estructuras estatales a nivel social “de apoyo a las familias con personas en situaciones de enfermedad terminal para no dejarlas solas ante el sufrimiento”.
La conferencia de Gómez ha protagonizado la nueva jornada del ciclo ‘La vida humana. Ciencia y Verdad’, organizadas por el Observatorio de Bioética, el Secretariado Diocesano para la Defensa de la Vida y la Plataforma Valencia Sí a la Vida, celebrada en la sede de Santa Úrsula.
“En el caso de María José Carrasco, por ejemplo, su marido llevaba cuidándola él solo durante tres años, sin ayuda de asistentes sociales ni de nadie. Una persona que ve deteriorarse de esa manera a un ser querido poco a poco al final la sobrecarga emocional produce una depresión profunda”, ha argumentado.
Asimismo, Gómez ha propuesto la sedación terminal como una herramienta “lícita” ante el sufrimiento de un paciente si se aplica “desde el punto de vista paliativo”: “La clave está en la dosis que se dé al paciente. Si se aplica con dosis no letales y en un enfermo terminal con síntomas refractarios que no responden a ningún tratamiento, es un acto lícito, como ya apuntó el papa Pío XII. Sedar a un paciente en sus últimos días que tiene un gran sufrimiento sí es dar una muerte digna a la persona”.
“Hay otra salida distinta a la eutanasia o al suicidio asistido, los cuidados paliativos: que no son sólo físicos, sino también psíquicos y espirituales. Eso es lo que necesita un paciente en ese momento de su existencia”, ha apuntado.

En el mundo hay 195 países y sólo cinco han aprobado la eutanasia

En ese sentido, Gómez ha remarcado que el sufrimiento planteado como motivo que otorga el derecho de pedir la eutanasia es un argumento convincente “en el plano emocional, no en el racional”. Así, “todo ser humano es persona hasta que deja de vivir. Eliminar a un ser humano es matar a una persona. Y no deja de serlo porque sus capacidades psíquicas hayan mermado por culpa de un alzhéimer, por ejemplo”.
“¿Dónde pones el límite de lo que se puede hacer con la eutanasia? Cuando a un paciente le quedan dos meses de vida, o tres, o cuatro? Hemos visto lo que ha pasado en Holanda y Bélgica. Se empezó aplicando la eutanasia a los enfermos terminales, en situaciones de enorme sufrimiento y que no respondían a ningún tratamiento, y se ha acabado aplicando a personas por el simple hecho de que no tienen ganas de vivir”, ha indicado.
De ese modo, el experto de la UCV ha expuesto que en la sociedad actual se pretende “sustraer el sufrimiento” a la vida humana: “Queremos una vida con bienestar permanente, pero eso no es posible, es una utopía. El ser humano sufre desde el momento en que atraviesa el canal del parto. El sufrimiento es inherente a la forma de vida humana, aunque pretendamos quitarlo con cualquier tipo de alienación. ¿Qué ocurre cuando no es posible eliminarlo, cuando se está ante una enfermedad terminal? Entonces lo que pretendemos es eliminar al sufridor, porque sufre él y hace sufrir a los que están a su lado”.
“En el mundo hay 195 países y solo cinco han aprobado la eutanasia y otros dos en algunas de sus regiones o estados. Estas prisas por aprobar una ley sobre la eutanasia es producto de un falso progresismo que pretende ir por delante de todo el mundo. Esta actitud denota lo que Juan Pablo II expuso proféticamente en la encíclica Evangelium Vitae: estamos inmersos en una cultura de muerte en la que lo que antes se consideraba un homicidio ahora es un derecho”, ha subrayado.
En su intervención, Gómez ha considerado “paradójico” que, tras la aparición de la Declaración Universal de Derechos Humanos del siglo XX, “en la que se defiende el valor de la vida humana por encima de todo”, exista en la actualidad “una conjura contra la vida no productiva o ineficaz”. No debe olvidarse, ha aducido, que las personas mayores con discapacidades generan problemas económicos a los estados y resulta “mucho más barato” aplicarles la eutanasia.



viernes, 24 de mayo de 2019

reposición generacional

Con frecuencia se comenta que Europa está sumida en un preocupante invierno demográfico de imprevisibles consecuencias sociales. ¿Pero es esto verdad o es una visión catastrofista de mentes deprimidas?

Ahora tenemos datos para que cada uno individualmente pueda sacar sus propias conclusiones, pues se acaba de publicar, en marzo pasado, los datos del Eurostart, la Oficina Europea de Estadística de la Unión Europea. Es decir, datos fidedignos, y posiblemente ajenos a cualquier tendencia ideológica. Transcribimos algunos de dichos datos.

El primero que llama la atención es que, en el año 2017, en Europa, nacieron menos niños (5.075 millones) que en 2016 (5.148 millones), lo que supone un índice de fertilidad global de 1,59 nacimientos por mujer, cuando este índice en 2016 fue de 1,60. Dicha disminución se mantiene desde 2010, cuando el índice de fertilidad fue de 1,62.

Ante estas cifras conviene remarcar que consecuentemente Europa no alcanza los índices de fertilidad necesarios para un adecuado reemplazamiento generacional, que como se sabe, está fijado en 2,1 niños nacidos por mujer. Ante estas cifras habrá que promover políticas natalistas, entre las cuales no es una de las menos importantes la regulación, en positivo, de las migraciones.

Por países se comprueba que el país europeo con mayor índice de fertilidad es Francia, con 1,9 hijos por mujer, seguido por Suecia con 1,78, Irlanda con 1,77, Dinamarca con 1,75 y Reino Unido con 1,74. Después van apareciendo el resto de países europeos, hasta llegar a los últimos vagones de este tren demográfico, en el que aparece Luxemburgo con 1.39 niños por mujer, Portugal con Italia con 1,32, España con 1,31 y Malta con 1,26.

Son muchas las consideraciones que podrían derivarse de estos datos, pero solamente me voy a referir a dos de ellas. La primera es el índice de fertilidad más elevado en los países del centro y norte de Europa, en contraposición de los países mediterráneos, y otra, los bajos índices de fertilidad de los países considerados tradicionalmente católicos, cuando la apertura a la vida es una constante del Magisterio de la Iglesia. Sin duda, un dato a tener en cuenta.

Ideología de género en Canadá. Los padres que se opongan a la ideología de género podrán perder la custodia de sus hijos según un nuevo proyecto de leyOtro dato que llama la atención, es el reducido número de segundos hijos. En efecto, el 45% de los nacimientos son de primeros hijos, el 36% de segundos y solamente el 19% de terceros o más hijos.

También destaca como cada vez se retrasa más la maternidad, pues en 2013 la edad media en que se tenía el primer hijo era de 28,7 años y en 2017 ha sido de 29,1.

Si se consideran estas cifras por países en 2017, en el que las madres son más jóvenes cuando tienen su primer hijo, el país que encabeza el listado es Rumanía, en el que la edad media de las mujeres primerizas es de 26,5 años, le siguen Letonia con 26,9, Eslovaquia con 27,1, Polonia con 27,3, Lituania con 27,7 y Estonia con 27,7. En la cola se sitúan, por orden inverso, Irlanda con 30,3, Grecia con 30,4, Luxemburgo con 30,8, España con 30,9 e Italia con 31,1.

Por otro lado, en 2017 el 3% de los nacidos en Europa lo fueron de mujeres con más de 40 años, aunque también llama la atención el porcentaje de madres adolescentes (menos de 20 años), que en 2017 fue del 5%.

Dentro de este universo demográfico, otro dato preocupante es el aumento de embarazos de adolescentes (menos de 20 años). El primer lugar europeo de este tipo de embarazos lo encabeza Rumanía, en donde el 13,9% de los nacidos lo fueron de madres adolescentes; estos índices fueron de 13,8 % para Bulgaria, de 9,9% para Hungría, de 9,5% para Eslovaquia, de 6,7% para Letonia y de 6,1% para el Reino Unido. Por la parte inferior aparecen Suecia con 2.0%, Luxemburgo con 1,9%, Holanda con 1,7%, Eslovenia e Italia con 1,6% y finalmente Dinamarca con 1,5%.

Por el lado opuesto el porcentaje de niños de madres con más de 40 años, en 2017, está encabezado por España con un 7,4%, seguido de Italia con un 7,3%, Grecia con un 5.6%, Luxemburgo con un 4,9%, Irlanda con un 4,8% y Portugal con un 4,3%.

Otro dato a destacar es el porcentaje de niños nacidos en familias numerosas, con más de 3 niños. En el conjunto de la Unión Europea el 81,5% de los nacimientos fueron de primero y segundo hijo, mientras que el 12,5% lo fueron del tercer niño, y del cuarto o más hermanos solamente el 6%. Llama la atención que este último porcentaje fue del 10.3% en Finlandia, a quien le sigue Irlanda con un 9,0%, Reino Unido con un 8,8%, Eslovaquia con un 8,1% y Bélgica con un 8,0%.

No cabe duda que son muchas y muy variadas las conclusiones que pueden sacarse del análisis de estos datos, pero sin duda uno de los más objetivos es que Europa no cumple los índices de reposición generacional, lo que probablemente sea uno de los más graves problemas sociales de esta parte del mundo. Nunca más justificado que ahora adjudicar a Europa la clásica denominación de “El viejo continente”.


Justo Aznar
Observatorio Bioética
Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia

jueves, 23 de mayo de 2019

acabar con las cucarachas

Investigadores del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de Barcelona quieren utilizar la herramienta de edición genética CRISPR para acabar con las cucarachas. La estrategia consistiría en expandir un rasgo genético perjudicial (la esterilidad) en la población de cucarachas, de manera que en pocas generaciones esta especie podría desaparecer. Los investigadores han lanzado una campaña de crowdfunding para conseguir el presupuesto necesario para su proyecto. A nuestro juicio, la erradicación de especies invasoras que puedan ser perjudiciales para el ser humano u otros organismos es éticamente aceptable, pero los riesgos para el ecosistema que pueden derivar de la desaparición de una especie, así como los posibles efectos no deseados de la edición genética, deben ser tenidos en cuenta (ver más AQUÍ). En este sentido, si bien la comunicación con el público debe ser asequible, echamos en falta información sobre los riesgos del proyecto y las estrategias de bioseguridad planteadas por el grupo.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Mirar al sol. Actitudes ante la muerte

Yalom Irvin David, psiquiatra existencialista, tiene un libro que se titula Mirar al sol y su contenido se refleja en el subtítulo: La superación del miedo a la muerte. Por Alejandro Rocamora Lo puedes encontrar en Google, está en PDF. El autor parte de un pensamiento del filósofo francés François de la Rochefoucold: “Ni el sol ni la muerte se pueden mirar de frente”.
    
A través de esas páginas Yalom va desgranando su pensamiento sobre la muerte. En definitiva, nos viene a decir, que la muerte, como el sol, siempre está ahí y aunque no podamos mirarlo directamente, todo ser humano sabe que algún día morirá. Pero además, como el sol alimenta a la vida, la muerte nos enseña a vivir. Es desde nuestra finitud cómo debemos aprender a ser felices y disfrutar de la existencia.
    
Algunas personas viven como si nunca fueran a morir, entran en una dinámica de acumular riqueza, cuando la realidad es que la muerte siempre estará al final de nuestro camino. Y otros, por el contrario,  se encuentran en permanente angustia porque se sienten morir; incluso existen personas que desafían a la muerte con conductas de alto riesgo o bien ponen su entusiasmo en la recompensa final.

Actitudes ante la muerte

Castilla del Pino (1995) distingue entre morir y morirse. Es decir, morir es un hecho biológico que se produce a lo largo de toda la biografía del sujeto y por lo tanto es una cuestión del organismo, y morirse es una experiencia que sólo se adquiere cuando nos estamos muriendo. El mismo autor señala cuatro actitudes básicas ante la expectativa de la muerte (morir): de miedo; de angustia; de negación y de afirmación. Sin embargo, la actitud en el morirse, la mayoría de las veces es de “perfecto asentimiento”. Y más adelante concluye Castilla del Pino (1995): “la actitud de resignación ante la muerte inevitablemente próxima, expresa entonces,... la incapacidad del sujeto  para elaborar el duelo ante la pérdida de ese objeto que es el yo ideal no logrado”. 
Freud (1915), en "Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte", señala que "la única manera de hablar de la muerte es negándola", aunque al final de ese mismo trabajo concluye: "si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte ".  Todo ser vivo, por su misma esencia, no puede concebir su muerte, su destrucción. En definitiva, nadie cree en su propia muerte, ya que en el fondo todos estamos convencidos de nuestra inmortalidad. Por esto, por mucho que intentemos representarnos nuestra propia muerte, siempre estaremos convencidos de que nuestra vida es un fin en sí misma. Es decir, la negación de la muerte no es una negación desde el punto de vista lógico (no se deja intelectualmente de aceptar el hecho de nuestra muerte), sino una actitud y, por tanto, una negación emocional. Por esto, vivimos como si no fuéramos a morir. 
Desde que el hombre existe, las actitudes ante la muerte han ido modificándose y adaptándose a la realidad histórica del momento. Pero, tanto el hombre primitivo como en el momento actual, siempre existe una actitud de ambivalencia, de deseo y de rechazo, de amor y de odio, hacia la muerte ; no obstante, mientras el hombre primitivo encontró una salida en su animismo, el hombre actual esa ambivalencia le lleva a la culpa y consiguientemente a la neurosis . 
Las actitudes ante la muerte están en función de numerosos factores. Entre ellos, cabe señalar la situación sociocultural y la edad de los individuos, además de la propia estructura de personalidad del sujeto. Pero todos los seres humanos coincidimos en una doble visión de la muerte : 1) que sobreviene siempre demasiado pronto y 2) que morir es sufrir. 
La vivencia de muerte, pues, pese al mecanismo de negación, es el vector que conduce nuestra vida. Pero, esa negación puede tener diversos ropajes: desde la preocupación, la ansiedad y el temor, que son las más comunes, hasta una hiperactividad (culto al trabajo), el narcisismo (culto a sí mismo) o la confianza ciega en la ciencia para evitar la muerte (culto a la técnica-médica). 
El hombre actual, en su afán  por aferrarse a esta vida, sacraliza el tener (en terminología de Fromm) sobre el ser. De aquí surge la hiperactividad, la hiperproducción o el  “trabajo maníaco” (Yalom, 1984) como una forma de defensa de la cruda realidad de nuestra finitud. A través de poseer muchas cosas (riqueza, poder, etc.) es como el hombre contemporáneo intenta negar su caminar hacia la nada. 
En otras ocasiones, es el repliegue sobre sí mismo lo que hace pensar al sujeto en su inmortalidad; es un amor desmesurado hacia uno mismo que puede tener dos manifestaciones psicopatológicas: el temor fóbico hipocondríaco o la negación de cualquier señal de enfermedad. El cuerpo se convierte en lo más importante de la vida del individuo y sobre él giran todas las demás vivencias. El cuerpo es el punto de mira de toda la actividad de la persona. El individuo se siente único, irrepetible.    
La otra actitud es el contrapunto de ésta: es una huída hacia adelante, olvidando las más elementales medidas higiénico-sanitarias para prevenir la enfermedad, o minimizando las conductas de "alto riesgo" (alcoholismo, tabaquismo, etc). 
Una tercera salida ante la muerte es la "creencia en un salvador”, que se puede concretizar en el envestimiento mágico que se hace de la técnica- médica y de los hospitales. Es curioso constatar, a este respecto, como hoy día se da más valor a los instrumentos de diagnóstico y tratamiento que a la propia acción personal del médico. Los "medios técnicos" han suplantado al "ojo clínico" y a la relación personal con el profesional de la salud. En otras ocasiones, la persona intentará refugiarse en sus creencias religiosas, éticas o filosóficas para neutralizar su angustia ante la muerte. Su alianza con un "Dios" o una idea superior le puede servir como sostén en sus últimos años de existencia.

Actitudes ante “el morirse”

En un sentido amplio la asistencia a la muerte debería empezar desde el principio de la vida. Deberíamos ir comprendiendo que la muerte no es algo distinto a la vida, sino una fase más de la misma. Así, la muerte no tendría la connotación de tragedia, sino se asumiría como un proceso de culminación de la propia existencia.

No obstante, en sentido restrictivo, la asistencia al moribundo debe proporcionar los medios adecuados para que el enfermo consiga por sí mismo una visión de su propio morir. En primer lugar, deberíamos ser como el espejo donde el enfermo moribundo pueda reflejar su angustia sin que la imagen se deforme, sin que su angustia se incremente. Nadie puede vivir, ni amar por otro. Tampoco nadie puede morir por otro. Es un acto que podemos realizar en compañía (junto a otros) pero en soledad con uno mismo.

Suscribimos enteramente el pensamiento de Gafo (1984) cuando afirma: 
“ayudar a morir humanamente significa tener la capacidad para acompañar al enfermo, para compartir  y asumir sus angustias y miedos, para ir discerniendo qué es lo que el enfermo desea conocer, cuándo hay que acentuar o recortar sus esperanzas, en que momento es mejor dejar al paciente sin respuestas, sin falsos ánimos, ya que ha llegado a descubrir la verdad sobre su vida y su muerte”.

El médico, el personal de enfermería y la misma familia deben intensificar sus acciones para encontrar también sentido a su propia muerte. Así, para el médico la muerte de un paciente no debe suponer una batalla perdida, sino la posibilidad de ayudar a una persona a encontrar sentido a su vida. Por esto, el dolor físico debe ser aliviado, en tanto en cuanto es un impedimento para alcanzar la paz y tranquilidad necesarias para afrontar la muerte.

En este período es imprescindible el contacto físico del enfermo con su familia. No obstante, se debería procurar ese difícil equilibrio entre dejarle el espacio de soledad necesario para morir, pero que muera en compañía.     
    
Mirar al sol

La actitud más saludable es “no mirar al sol” (no estar en angustia permanente) pero sin olvidar que está ahí y es la fuente de la vida y que somos finitos y por lo tanto debemos disfrutar de cada momento de la vida. Aunque es cierto que la muerte nos destruye, su presencia nos indica lo más valioso de la vida: la capacidad de disfrute.
    
Como el sol nos alimenta y calienta, la muerte, sin mirarla nos hace más humanos. Mi recomendación final es: ¡no mires al sol directamente (la muerte), pero no olvides que está ahí!

martes, 21 de mayo de 2019

Comités de Ética, fuerza de choque de la humanización

La deshumanización es fruto de una evolución tecnológica que intenta dar respuesta al problema fundamental de la persona enferma cual es la recuperación de la salud. Por Francisco Javier Rivas Flores, médico y bioeticista. Llevando a actuaciones que se pueden calificar de despotismo de tintes modernos, puesto que, dado el carácter positivista de las ciencias de la salud, donde impera la razón (la demostración empírica) tienen poca cabida los valores, de manera que se puede indicar que estamos en una fase en la que se hace todo por el paciente pero sin el paciente. 
Llevamos unos cuantos años hablando sobre la necesaria humanización de la asistencia sanitaria. Cuestión que en España se materializó en el plan de humanización que partió del extinto INSALUD en 1984. Esta propuesta respondía a un nuevo modelo de Gestión de los Hospitales, enmarcando una reforma sanitaria. Uno de los frutos de esta propuesta fue la puesta en marcha de los Comités de Bioética, que se articulaban como órganos hospitalarios, en los que uno de sus objetivos era fomentar la humanización, como recoge el decreto de acreditación de los Comités. Es de reconocer que, ante la falta de cultura bioética para la puesta en marcha de estos comités, era necesario establecer mecanismos de formación para los profesionales, siendo el modelo Máster, el camino escogido desde los centros de formación que constituían las facultades como la de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, de Teología de la Universidad Pontificia Comillas o la Universidad Ramón Llull por poner algunos ejemplos. 
Comités de Ética y humanización

En unos tiempos en los que el papel de los Comités de Bioética están siendo cuestionados, dado que reciben pocas consultas y, en algunos casos su papel, es más simbólico que real, no se debe olvidar su papel como promotor de una cultura de humanización. 
Esto en base a la materia con la que trabaja, puesto que a los comités llegan casos de pacientes en los que es obligado analizar los hechos clínicos (que en muchas ocasiones tienen una importante base tecnológica) junto con los valores que están en juego y emitir recomendaciones. 
Desde esta atalaya privilegiada se deberían establecer aquellas acciones que repercutieran directamente en la mejora de la relación interpersonal en la relación asistencial. Porque humanizar consiste precisamente en esto, considerar al enfermo como persona y no como caso clínico, no como objeto de estudio biológico sin consideración a su vida, a sus valores, en definitiva, a su biografía, que deber ser narrada para poder entrar en toda la hondura del problema. La labor del médico como expone Miguel de Unamuno en Niebla, consiste en “entender” al paciente y no solo la enfermedad. 
Como se ha indicado en el párrafo anterior los Comités de Ética son atalayas que permiten ver cómo está la relación asistencial en las instituciones, y esto es así por vario motivos, uno de ellos es la multidisciplinariedad, dado que los Comités están constituidos por médicos de diferentes especialidades, y por enfermeras/as que desarrollan su labor en distintas unidades, por personal de Atención al Paciente, contando con trabajadores sociales, y personas de área de atención espiritual, así como lo que se conoce como “miembro lego”, persona sin especial formación sanitaria que viene a representar la voz de los ciudadanos, todos estos mimbres permiten reconocer un espacio donde poder tomar el pulso ético al hospital. La metodología de trabajo de los comités es otro de los factores que tienen que incidir en la humanización, dado que se analizan los hechos y los valores que se dan en cada situación de conflicto ético, para que mediante deliberación, poder proponer cursos de acción que tengan en cuenta todos los elementos que entran en juego, y que procuren respetar todos los valores de los que intervienen en el caso o por lo menos perjudicar lo menos posible. Igualmente los comités de ética tienen la misión de formar en ética a la institución por lo que se convierten en auténticos órganos de estímulo institucional de los valores sanitarios, dado que la ética asistencial, o la bioética, tienen en la excelencia personal su objetivo, es una propuesta de hacer de la profesión sanitaria una manifestación del amor (amor infinito) al ser humano como en su día expresó Gregorio Marañón. 
La bioética como respuesta a la “objetivización” del ser humano

No se puede olvidar que la bioética que nace de la mano de Potter y de Helleger es, en parte, como respuesta a la alta tecnificación que estaba invadiendo los espacios sanitarios, creando situaciones que nunca antes se habían producido en la medicina, como la posibilidad de supervivencia utilizando respiradores y dializadores para los pacientes con enfermedad renal terminal, las amplias posibilidades de poder hacer viables a recién nacidos de muy bajo peso al nacer, etc; algunas de estas situaciones generan importante sufrimiento al que hay que dar respuesta y la respuesta debe ser humana y humanizadora, porque, partiendo de la intrínseca dignidad de la persona, hay que considerar al enfermo como sujeto, no objeto, de nuestra atención. En un momento en el que se hace referencia al posthumanismo o a transhumanismo hay que reivindicar el humanismo, expresado como humanización de la asistencia. Podemos prever y, no es profecía de bola cristal, que en un futuro la mayoría de las funciones corporales pueden ser controladas por dispositivos al margen de la voluntad de la persona, como ya sucede con el control de los enfermos diabéticos. Por ello es preciso reivindicar la importancia de la relación interpersonal. 
Atención centrada en la persona
Quizás una de las tareas que deben desarrollar los comités de ética sea fomentar una cultura asistencial que ponga su punto de atención en la persona, es decir dejar de lado el “piloto automático” con el que, en muchas veces se actúa en sanidad, para pasar al “modo manual”, donde se tenga en consideración a la persona. Así ha surgido una corriente de atención centrada en la persona, como paradigma de una atención única, en la consideración de las necesidades individuales de cada persona, enfocando al paciente desde una visión y quehacer integrales en todas sus dimensiones humanas, en lo que algunos han denominado “una medicina basada en la afectividad”.