lunes, 31 de mayo de 2021

Sobre la confianza que debemos tener en Dios

Charla impartida por el Padre Raúl Olazábal, Prior del Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote en España

MANERAS LOCAS DE RECICLAR

viernes, 28 de mayo de 2021

jueves, 27 de mayo de 2021

miércoles, 26 de mayo de 2021

martes, 25 de mayo de 2021

Apuntes para una escuela de padres -2

 Los padres han de GUIAR a los hijos. Para ello, recordar que:

- guía es quien camina y acompaña en el camino.

- se requiere estar atentos, cercano, disponible, "presente", interesado...

- hay que prevenir, mirar un poco más adelante, detectar obstáculos, poner en guardia.

-  hay que tener dominio de sí: ni blandos ni duros, "firmeza en el fondo y suavidad en la formas"

o sea, no dejarse llevar por el enfado, la impaciencia, el orgullo...

pero tampoco buscar la salida "fácil"...

- hay que buscar el momento adecuado, evitar enfrentamientos, pedir respeto respetando...

GUIAR también es fomentar iniciativas.


Algunas cosas a recordar:

- Convivir, estar accesible, atender sin prisa, dedicar tiempo, mostrar interés, compartir éxitos y tristezas.

- No pretender que sea perfecto. Dar tiempo: las transformaciones son lentas, se asimila poco a poco.

 - No desesperar: saber aguantar, contar con la ayuda, la gracia y la hora de Dios. 

- Actuar con prudencia: reflexión, discernimiento, análisis sereno, saber pedir consejo a quien lo puede dar.


CON VISIÓN DE FE porque:

- Dios está a nuestro lado en la educación y no falla jamás.

- Así comprenderemos sus planes sobre nosotros y nuestros hijos, y recibiremos su ayuda para alcanzar la felicidad que no tendrá fin.


Apuntes para una escuela de padres -1

El papel de los padres en la educación de los hijos es de relevancia para una educación integral. Y los temas salen solos: la autoridad, los deberes, normas y límites hasta dónde, el mundo vertiginoso de las redes sociales... La pregunta es siempre ¿Cómo podemos hacerlo mejor? 

Educar es todo un desafío a mi persona. ¿Cómo educar? 
Lanzamos algunas preguntas para rumiar y dialogar: 
- ¿Cómo y donde nos preparamos y aprendemos para "vivir la vida"? 
- La familia como escuela de vida ha de "guiar" y "hacer salir" 
- ¿Cuál es mi proyecto de vida y el que pienso para mis hijos? 
- Aprender a vivir es aprender a amar: mi familia como comunidad de vida y amor 
- ¿Cómo hacerles felices? ¿Cuáles son sus verdaderas necesidades? 
- ¿Qué modelos y ejemplos reciben? ¿Qué viven en la familia? 

Hay una misión educativa en los padres del todo irrenunciable. 
También hay un estilo educativo, un cómo. 
Hay una autoridad que busca el bien y es un servicio. 
La relación no es de "colegueo" 
pero ha de ser cercana, amistosa, sincera, sencilla, cordial... 
El clima de confianza mutua no quita que 
interpele el ejemplo o testimonio, la coherencia de vida, el sacrificio, la oración... 

Para enseñar...
- el "por qué de las cosas" 
- los principios necesarios y la conciencia 
- las ideas, conocimientos, valores, normas y costumbres... 
se demanda paciencia, insistir y repetir (pero de otra forma, para no ser pesados) 
pero también se precisa conocer profundamente a cada uno 
-para ayudarles mejor para salir al paso de sus dificultades 
-para aplicar los recursos adecuados 
-para apelar a las motivaciones de cada uno 
-dialogar y observar 
-cooperar entre conyugues 
-no etiquetar -ayudar al hijo a conocerse a sí mismo... 

Y hablando de motivar, recordar que: 
-nos movemos por motivos 
-se puede entender pero no estar motivado 
-hay que conocer y tocar sus motivaciones 
-hay que reconocer sus logros y alabarlos 
-hay que hacerles ver lo que pueden hacer mejor 
-hay que exigir metas alcanzables 
-hay en ocasiones que llamarles la atención seriamente 
y otras, hay que aliviar tensiones 
-hay que repetir motivaciones de otra forma para que éstas no se desgasten 
-hay que saber (es un arte) presentar motivaciones 
-hay que mostrar (con el testimonio) lo que vale la pena.

jueves, 20 de mayo de 2021

miércoles, 19 de mayo de 2021

martes, 18 de mayo de 2021

sábado, 15 de mayo de 2021

jueves, 13 de mayo de 2021

miércoles, 12 de mayo de 2021

martes, 11 de mayo de 2021

sábado, 8 de mayo de 2021

Thomas Piketty: Economía tras la pandemia

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jueves, 6 de mayo de 2021

VARIAS NOTICIAS DEL CORONAVIRUS

En un informe nuestro anterior hacíamos referencia a la conveniencia de que las mujeres embarazadas se vacunaran o no. Muy resumidamente, en él concluíamos que, en general, los ginecólogos norteamericanos no veían especial inconveniente en que se vacunaran. En cambio, los ginecólogos británicos eran partidarios de que las embarazadas esperaran a vacunarse cuando el embarazo hubiera terminado, a menos que tengan objetivos factores de riesgo por su trabajo médico o social o por padecer algún problema médico previo que pudiera predisponerse a la COVID-19.

Ahora se publica en el BMC Pediatrics un nuevo artículo sobre este tema, cuyos autores pertenecen a diversas instituciones médicas de Boston. En este sentido, por ser del grupo norteamericano, los autores no muestran inconveniente en que las embarazadas se vacunen, e incluso comprueban que si la vacuna produce anticuerpos, éstas pueden pasar a la sangre del cordón umbilical y al feto. Incluso también que, si amamantan a su hijo, con la leche pueden transferir los anticuerpos al lactante.

En el estudio se incluyen 131 mujeres que han sido vacunadas (84 embarazadas, 31 lactantes y 16 no embarazadas). Los niveles de anticuerpos contra el SARS-CoV-1 fueron evaluados en las embarazadas y lactantes (que amamantaban a sus hijos). La valoración se llevó a cabo de 2 a 6 semanas después de la segunda dosis de vacuna. Los niveles de anticuerpos en el cordón umbilical se determinaron en el momento del parto.

Los resultados muestran que los niveles de anticuerpos son similares en las embarazadas, lactantes y mujeres no embarazadas. Todos los niveles de anticuerpos eran más elevados que los que tenían las mujeres embarazadas que habían pasado la COVID-19.

Los autores concluyen que las vacunas mRNA contra la COVID-19 inducen una robusta respuesta inmunitaria en las mujeres embarazadas, que transmiten a sus hijos si los amamantan, y que dicha respuesta es superior a la que se consigue con la inmunidad natural. Estos datos abogarían por la conveniencia de vacunar contra la COVID-19, con vacunas mRNA, a las mujeres embarazadas

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Más de cien millones de personas infectadas y cerca de tres millones de fallecidos. Son las cifras actuales que está dejando la gran pandemia del nuevo siglo. Un año después del gran Estallido, el virus SARS-CoV-2, de la mano de su «socia», la COVID-19, no sólo ha dejado un reguero de dolor y quiebra, sino que, además, sigue presente en muchos de los que han padecido la enfermedad, originando sufrimiento y merma de su calidad de vida. Son personas que siguen presentando manifestaciones o secuelas persistentes una vez pasada la infección, con síntomas graves o de forma asintomática; es lo que ya se conoce como COVID persistente, una realidad cada vez más presente a medida que la pandemia avanza.

Todavía no existe un acuerdo extendido para definir con exactitud qué es COVID persistente. Mientras que algunos hablan de una «nueva enfermedad», otros consideran que son secuelas y no síntomas de una enfermedad persistente. Son frecuentes, según los datos del Grupo de Trabajo en Enfermedades Infecciosas (GTei) de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), aunque se describen de forma muy heterogénea, según las series de pacientes: desde un 2% hasta un 90%, disparidad que se explica por las diversas definiciones empleadas, si se recogen o no sistemáticamente los datos, si los análisis son retrospectivos o prospectivos.

Lo cierto es que las revisiones recogen entre 50 y hasta 200 síntomas, con una media de entre 1 y 36 por paciente, según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y Familia (SEMG) obtenidos de 1.800 pacientes, con un tiempo medio de persistencia de más de seis meses de sintomatología COVID-19. El 79% eran mujeres y la mitad de los enfermos tenían entre 36 y 50 años.

Uno de los mejores metanálisis aparecidos hasta ahora, en la plataforma de prepublicación medRxiv, obra de un equipo internacional dirigido por Sonia Villapol, neurocientífica del Weill Cornell Medical College, de New York, ha recopilado entre 50.000 pacientes ese medio centenar de secuelas -detallan 55- tras cribar casi 20.000 estudios. Vieron que el 80% de los pacientes mantenían al menos una secuela, como fatiga, dolor de cabeza, disnea, pérdida de cabello, niebla cerebral y ageusia.

Otros análisis, como el dirigido por el King’s College de Londres, en Reino Unido, entre más de 4.000 pacientes usuarios de la aplicación Covid Symptom Study, indican que uno de cada siete tenía síntomas durante más de cuatro semanas; uno de cada veinte durante al menos ocho semanas, y uno de cada cincuenta seguían sintomáticos a los tres meses. También se refirieron más mujeres y un 16% de los estudiados presentaron alguna recurrencia tras un periodo de mejoría. Los porcentajes pueden llegar hasta el 50% o incluso el 90% entre hospitalizados.
En cualquier caso, la mayoría de profesionales apunta hacia un proceso multifactorial que es necesario desentrañar. Aunque «a priori» no se han detectado daños graves en los órganos afectados, el seguimiento está hallando desequilibrios y descompensaciones clínicas que no se ajustan a los de las pruebas objetivas. Se ignora igualmente si su mantenimiento crónico podría ser el origen de nuevas patologías o, en su defecto, agravar o precipitar otras.

Las unidades de seguimiento post-Covid ya están en marcha en muchos hospitales para recolectar más datos que permitan descifrar su origen, actividad y tiempo de duración y llevar a cabo ensayos clínicos que ofrezcan estrategias farmacológicas eficaces y adaptadas a esta nueva realidad.

Raquel Serrano. Diario Médico, 22-02-2021

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La inteligencia artificial (IA) ha sido descrita como la “cuarta revolución industrial” con implicaciones transformadoras y globales, incluso en la asistencia sanitaria, la salud pública y la salud global. Los enfoques de la IA son prometedores para mejorar los sistemas de salud en todo el mundo, así como los resultados de salud individuales y de la población. Si bien la IA puede tener el potencial de promover la equidad en salud dentro y entre países, debemos considerar las implicaciones éticas de su implementación para mitigar sus daños potenciales, particularmente para los más vulnerables. Esta revisión del alcance aborda la siguiente pregunta: ¿Qué problemas éticos se han identificado en relación con la IA en el campo de la salud, incluso desde una perspectiva de salud global?

Métodos

Se realizaron búsquedas en ocho bases de datos electrónicas en busca de literatura gris revisada por pares y publicada antes de abril de 2018 utilizando los conceptos de salud, ética e inteligencia artificial, y sus términos relacionados. Los registros fueron examinados de forma independiente por dos revisores y se incluyeron si informaban sobre la IA en relación con la salud y la ética y estaban escritos en inglés. Los datos se registraron en un formulario de gráficos de datos piloto y se realizó un análisis descriptivo y temático.

Resultados

Tras revisar 12.722 artículos, 103 cumplieron los criterios de inclusión predeterminados. La literatura se centró principalmente en la ética de la IA en el cuidado de la salud, en particular en los robots cuidadores, el diagnóstico y la medicina de precisión, pero guardó silencio sobre la ética de la IA en la salud pública y de la población. La literatura destacó una serie de preocupaciones éticas comunes relacionadas con la privacidad, la confianza, la rendición de cuentas y la responsabilidad, y los prejuicios. En gran parte, falta en la literatura la ética de la IA en la salud mundial, particularmente en el contexto de los países de ingresos bajos y medianos (PIBM).

Conclusiones

Las cuestiones éticas que rodean a la IA en el campo de la salud son vastas y complejas. Si bien la IA tiene el potencial de mejorar la salud y los sistemas de salud, nuestro análisis sugiere que su introducción debe abordarse con un optimismo cauteloso. La escasez de literatura sobre la ética de la IA en los países de ingresos bajos y medianos, así como en la salud pública, también apunta a la necesidad crítica de realizar más investigaciones sobre las implicaciones éticas de la IA en la salud tanto mundial como pública, para garantizar que su desarrollo e implementación sean éticos. para todos, en todas partes.



miércoles, 5 de mayo de 2021

Quimeras de humano y mono en las investigaciones de Izpisua

 

Además de producir órganos humano-animales, estas experiencias persiguen estudiar las primeras etapas del desarrollo embrionario, e incluso ser utilizadas para profundizar en el mayor conocimiento de algunas enfermedades y en su tratamiento.

El 15 de abril de este año 2021, se ha publicado en la revista Cell un trabajo liderado por Juan Carlos Izpisua en el que se describe la producción de quimeras de humano y mono. Para conseguirlo, se han inyectado en embriones de mono (Macaca fascicularis) un tipo determinado de células pluripotenciales humanas, células pluripotenciales expandidas (hEPSCs, por sus siglas en inglés), obtenidas por reprogramación a partir de células humanas adultas (ver más), que tienen un potencial quimérico mejorado, al poseer mayor capacidad de desarrollarse en el embrión animal utilizado como huésped.

En el trabajo que se está comentando, se comprueba que las hEPSCs sobreviven, proliferan y generan varias líneas celulares en el embrión de mono. Hasta ahora, el grupo de Izpisua, y también otros grupos, habían demostrado la producción de embriones quiméricos humano-animales, utilizando ratones, cerdos y vacas, pero a pesar de los esfuerzos de los diferentes grupos de investigación, no se habían podido producir quimeras en las que se generase una cantidad de células humanas suficiente para pensar que los tejidos y órganos generados pudieran ser útiles para trasplantes clínicos. Esto, al parecer, pudiera ser debido a que la distancia de la línea evolutiva de los animales utilizados está muy lejos de la línea evolutiva humana. Para solventar esta dificultad los autores utilizan en estas experiencias monos, cuya línea evolutiva es mucho más próxima a la humana.

Refiriéndonos especialmente a los «Resultados» de este trabajo, los autores consiguen la producción de quimeras que han podido desarrollarse hasta la fase de gástrula. Llegado a esa etapa evolutiva se elimina, en el organismo producido, la zona pelúcida y de él se obtienen las células, que, trasferidas a un disco externo, continúan desarrollándose. Por esta vía se han obtenido 132 líneas celulares de las cuales 3 sobrevivieron 19 días.

Consideración ética

Que estas experiencias suscitan dudas éticas es indudable, pues los mismos autores, en la «Discusión» de su artículo, comienzan afirmando que han consultado con instituciones y expertos en Bioética a nivel internacional, quienes al parecer han dado el visto bueno a su trabajo. En relación con ello, habría que determinar, en primer lugar, qué expertos bioéticos han sido consultados, pues, como más adelante se comentará, estas experiencias pueden tener un carácter utilitarista, por lo que, si los expertos navegan por esa vía, es natural que no encuentren dificultades éticas en las mismas.

Pero al margen de ello, nos parece que, son claras las dificultades bioéticas que este trabajo suscita. En primer lugar, y esencialmente, por las dificultades éticas que van unidas a la producción de quimeras humano-animales, dificultad que se puede resumir afirmando que es difícil determinar qué grado de colonización con células humanas alcanza el embrión quimérico producido, pues debido a ello, puede no ser ético generar y manipular dichas quimeras, ni mucho menos destruirlas, al existir la posibilidad de que dicha colonización se extienda más allá del órgano que se quiere producir y pueda incluso llegar al cerebro, lo que sin duda puede plantear problemas éticos difíciles de solventar.

En relación con ello, el pasado mes de abril, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina norteamericana, emitió un informe en relación con las experiencias que estamos comentando, en el que se afirma que las células humanas trasplantadas al embrión animal podrían entrar en su cerebro y alterar su capacidad mental, aunque también añaden, que esta preocupación puede ser discutible porque las quimeras producidas no tienen aún el sistema nervioso constituido. Sin embargo, a ello añadimos nosotros, que, si la finalidad principal de estas experiencias es la de producir órganos para trasplantes, habrá que permitir que dicho embrión se desarrolle hasta un animal adulto, para que sus órganos puedan ser clínicamente útiles y naturalmente en ese momento su cerebro ya está constituido, por lo que podría verse colonizado por un indeterminado número de células humanas. Como afirma en el mismo artículo la experta en bioética de la Universidad de Oxford, Katrien Devolder, si se permite a las quimeras humano-mono desarrollarse hasta un animal adulto “la historia sería muy diferente”.

En algunos de los trabajos anteriores, los autores intentan solucionar este problema produciendo animales transgénicos en los que se habría suprimido el gen generador del órgano que se quiere producir, por lo que, en su opinión, solamente éste se colonizaría con células humanas, sin que haya opción de que se colonizasen otros órganos, entre ellos el cerebro, pero esto dista mucho de estar fehacientemente comprobado. De todas formas, en el artículo que se está comentando, los monos utilizados no habían sido genéticamente modificados, por lo que la colonización de células humanas de distintos órganos permanece posible.

Por otro lado, además de producir órganos humano-animales, otra finalidad de estas experiencias, según sus autores, es poder estudiar las primeras etapas del desarrollo embrionario, e incluso ser utilizadas para profundizar en el mayor conocimiento de algunas enfermedades y en su tratamiento. Para conseguir esto, posiblemente sería suficiente utilizar embriones de monos, cuyo uso no presenta ninguna dificultad ética, pero si con estas experiencias se quiere acercar lo producido a lo humano, creando las quimeras que se están comentando, dichas dificultades éticas no parece que puedan obviarse.

En trabajos anteriores del grupo de Izpisua se planteaba una dificultad bioética adicional, pues en ellos se utilizaban embriones humanos, cosa que al parecer aquí se ha solventado, pues las hEPSCs utilizadas proceden de humanos adultos.

Abundando en todo lo anteriormente comentado sobre la valoración bioética del uso de quimeras humano- animales, en un libro dedicado especialmente a este tema (David Albert Jones. Chimera’s Children. Ethical, Philosophical and Religious Perspectives on Human-Nonhuman Experimentation. Edited by  Calum MacKellar and David Albert Jones. London 2012), se afirma que “las experiencias que combinan elementos humanos y no humanos, determinan que las células utilizadas pueden afectar al cerebro y a la capacidad reproductiva, o sea a aquellos órganos que inciden particularmente en la identidad  de la especie y en la unidad humana”, resaltando por tanto “ el grave peligro de la producción de híbridos humano-animales, pues ante ello nos encontramos ante un monstruo en el sentido más amplio de la palabra, lo que es algo injusto de realizar”.

Resumiendo, nos parece que, estas experiencias, al no poder determinar el grado de colonización con células humanas de los tejidos y órganos producidos, pueden no ser éticamente aceptables.

A pesar de todo lo afirmado anteriormente, los autores de este trabajo, justifican la eticidad del mismo al afirmar que con su técnica se pueden crear órganos que pueden ser utilizados en trasplantes clínicos. Dado que en el momento actual existe una evidente carencia de órganos humanos para trasplantes, la posibilidad que aquí se alumbra de crearlos podría pensarse que es bióticamente aceptable. Sin embargo, esta fundamentación bioética se sustenta en criterios que podrían considerarse utilitaristas, al hacer prevalecer el fin del acto realizado sobre los medios que se utilizan para conseguirlo, con lo que indudablemente no estamos de acuerdo, pues nuestra línea de pensamiento coincide con la bioética personalista, según la cual debe prevalecer el principio de prudencia cuando los medios utilizados en una investigación no garantizan un escrupuloso respeto de la dignidad humana en cualquiera de las fases evolutivas de un individuo, desde la fecundación hasta la muerte natural. Las consecuencias impredecibles que pueden derivarse de la producción de quimeras humano-animal no lo garantizan.

lunes, 3 de mayo de 2021

domingo, 2 de mayo de 2021

sábado, 1 de mayo de 2021

LA ARRIESGADA “PENDIENTE RESBALADIZA” DE LA EUTANASIA

En los países en los que se ha legalizado la eutanasia y el suicidio asistido, y en otros en los que actualmente se está proponiendo su legalización, como es el caso de España, se requieren determinados requisitos, generalmente exigentes, para que se puedan llevar a cabo estas prácticas; pero con el tiempo, dichos requisitos iniciales se pueden ir suavizando, hasta prácticamente admitirlas en cualquier circunstancia. Esto es lo que podría ocurrir con la eutanasia, que pueda llegar incluso a que se practique sin una petición expresa por parte de los enfermos, es decir, llegar a la eutanasia involuntaria. A esto es a lo que se ha venido en denominar “pendiente resbaladiza” o “slippery slope”.
A nuestro juicio, los principales problemas bioéticos, médicos y sociales que pueden darse como consecuencia de la «pendiente resbaladiza» tras la legalización de la eutanasia son: a) que se puedan aplicar las técnicas eutanásicas a pacientes no terminales, con lo que prácticamente se abriría su uso a cualquier persona que desee terminar con su vida; b) que también puedan utilizarse en personas discapacitadas o mentalmente disminuidas; c) que estas prácticas puedan llevarse a cabo también en neonatos, niños y adolescentes; d) que pueda solicitarla cualquier persona, simplemente porque esté cansada de vivir y e) y, más grave si cabe, que se pueda llegar a practicar la eutanasia involuntaria.
Eutanasia en pacientes no terminales
Eutanasia en personas con trastornos psiquiátricos o discapacidades psíquicas
Pero las peticiones de eutanasia por razones psiquiátricas para enfermos terminales son muy escasas, pues en Holanda solamente constituyen el 3% de todas las peticiones de eutanasia y de ellas, solamente el 2% se atienden; pero en cambio, cuando los pacientes no son terminales dicho porcentaje aumenta hasta el 24%.
Eutanasia en neonatos, niños y adolescentes
Eutanasia para personas no enfermas que manifiestan estar cansadas de vivir
Eutanasia involuntaria constata que de todas las muertes que se producen en ese país, el 1.7% se han debido a actos eutanásicos, de los cuales el 0.4% se han llevado a cabo sin petición expresa de los pacientes, es decir, han sido eutanasias involuntarias. Este porcentaje se incrementó en 2001 hasta el 0.7%.
Conclusión

La primera puerta que puede abrirse como consecuencia de la «pendiente resbaladiza» es que la eutanasia pueda ser utilizada por cualquier persona, aunque no se encuentre en la fase terminal de una enfermedad. Es decir, que se legalice la eutanasia simplemente a petición.

La segunda, es que la eutanasia pueda ser utilizada en pacientes psiquiátricos, deficientes mentales o discapacitados, todos ellos no terminales. Esa circunstancia puede ser éticamente aún más grave, si se tiene en cuenta que estos pacientes no suelen tener capacidad intelectual ni suficiente discernimiento para poder solicitar la eutanasia con verdadero conocimiento de lo que solicitan.

Descendiendo a cifras concretas, en Holanda, entre 2002 y 2013 se constataron 179 casos de eutanasia en pacientes psiquiátricos o con demencia, lo que constituye el 0.5% de todas las peticiones de eutanasia. Datos más recientes muestran que en 2018 se practicaron 6.126 eutanasias, lo que corresponde al 4.4% de todos los fallecidos, y, de ellas, 67 en pacientes psiquiátricos.

También para pacientes de Alzheimer no terminales se ha pedido la legalización de la eutanasia, lo que es motivo de un amplio debate ético en la literatura especializada. En relación con ello, posiblemente el primer paciente con Alzheimer para el que se solicitó la eutanasia fue el escritor belga Hugo Claus, quien al tener conocimiento de un Alzheimer incipiente la solicitó y se le practicó en 2008.

Un problema añadido al valorar la eticidad de la petición de la eutanasia para pacientes psiquiátricos, con demencia o Alzheimer no terminales, es que muchos de ellos no son competentes para tomar autónomamente decisiones responsables, función que debe ser asumida por familiares próximos o incluso por el equipo médico que los atiende, lo que añade otra dificultad ética a esta práctica, al poder responder la solicitud de eutanasia más a intereses propios de los familiares o el equipo médico, que al bien del propio paciente.

Pero al margen de todo lo anterior, a juicio de expertos médicos paliativistas, ante la petición de eutanasia por parte de pacientes psiquiátricos hay que tener en cuenta que muchas veces dicha petición es más una solicitud de ayuda, que un deseo de morir, por lo que dichas peticiones requieren una evaluación médica y ética muy rigurosa.

Otra consecuencia, a nuestro juicio grave, que puede derivarse de la «pendiente resbaladiza», y que puede darse tras la legalización de la eutanasia, es que se pueda favorecer, incluso propiciar, cuando no imponer, la eutanasia en neonatos, niños y adolescentes, lo que, sin duda, puede considerarse éticamente muy negativo.

La eutanasia se legalizó en Holanda en 2002, para adultos, pero también era tácitamente admitida para niños neonatos y niños. Un paso adelante en dicha aceptación se dio en ese país en marzo de 2005 cuando se aprobó el denominado “Protocolo de Groningen”, promovido por un grupo de facultativos del “University Medical Center” de esa ciudad holandesa. La publicación de este protocolo suscitó en su momento una importante controversia social, médica y ética, al presuponer que el mismo podría favorecer una «pendiente resbaladiza» hacia una más generalizada práctica de la eutanasia, en neonatos y niños.

También en Bélgica, la eutanasia para adultos se legalizó en 2002, aunque en ese momento no se incluyó en ella a los niños. Pero en febrero de 2014, el Parlamento belga, legalizó la eutanasia para niños de cualquier edad.

Como era de esperar, la aprobación de esta ley suscitó, al igual que en Holanda, un amplio debate social y médico, dada la radicalidad de la misma, pues a juicio de algunos expertos, era la más radical del mundo. Por ello, un grupo de 160 pediatras belgas se opusieron vivamente a ella, al poner en duda que los niños tuvieran suficiente capacidad de discernimiento intelectual para poder tomar con responsable autonomía sus propias decisiones. Además de estos profesionales médicos, también representantes de las principales religiones y grupos filosóficos, se manifestaron en contra de la aprobación de esta ley.

En general, la principal dificultad ética que puede plantear la eutanasia en menores, es que los niños no son agentes morales con la suficiente capacidad para poder tomar sus propias decisiones en caso de una enfermedad terminal incurable, por lo que algunos expertos piensan que el «protocolo de Groningen» está propiciando actos eutanásicos involuntarios en menores (19).

Esta posibilidad muestra uno de los rostros más siniestros de la eutanasia, donde la arbitrariedad de su aplicación no guarda relación alguna con la existencia de sufrimientos físicos insoportables ni enfermedades incurables, sino que abre la posibilidad a extenderla como pretendida solución ante la falta de sentido vital, lo que supone la renuncia a toda esperanza para los que buscan el sentido de su vida, y un claro síntoma de descomposición moral de una sociedad que apruebe estas prácticas.

Como se ha referido anteriormente una de las consecuencias más graves de la legalización de la eutanasia, es que pueda abrir la puerta a la eutanasia involuntaria, pues en el momento actual, existen datos suficientes, a tenor de los ocurrido en los dos países en los que, tanto la eutanasia como el suicidio asistido se han legalizado, Holanda y Bélgica, para poder afirmarlo.

En efecto, en un trabajo publicado en 2005, en el que se valora lo ocurrido en Holanda tras la legalización de la eutanasia, se

En 2009, siete años después de que se legalizara la eutanasia en Holanda, se publicaba otro artículo, en el que se incluían datos de 1690 pacientes a los que se les había practicado la eutanasia, en el que se consta que al 1.4% se les aplicó sin su petición expresa. Es decir, se les había practicado la eutanasia involuntaria.

Un año más tarde, se publicaba en “The Lancet” un artículo, a nuestro juicio muy bien documentado, sobre las practicas eutanásicas en pacientes terminales holandeses, en el que, entre muchas otras cosas, se aborda el tema de la eutanasia involuntaria. En él se constata que las muertes por eutanasia o suicidio asistido, sin petición expresa de los pacientes, es decir, la eutanasia involuntaria, oscilaba en ese país entre el 0.2% y el 0.8% de todos los actos eutanásicos.

Por último, en Bélgica, según un trabajo publicado en el Journal of Medical Ethics, en 2015, en los pacientes de 80 años o más, el porcentaje de eutanasias involuntarias se elevó al 52.7 %, pero en aquellos pacientes con enfermedades distintas al cáncer este porcentaje llegó hasta el 67.5 %.

Como resumen de todo lo anteriormente expuesto, se puede afirmar que tras la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido, se puede abrir la puerta a una «pendiente resbaladiza» que facilita las prácticas eutanásicas no solo en pacientes terminales que padecen sufrimientos insoportables, sino también en pacientes no terminales, e incluso en personas sin ningún sufrimiento constatable, pero sobre todo lo más grave es, a nuestro parecer,  que se abre la puerta a la «eutanasia involuntaria».

Justo Aznar Lucea. Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida