jueves, 6 de mayo de 2021

VARIAS NOTICIAS DEL CORONAVIRUS

En un informe nuestro anterior hacíamos referencia a la conveniencia de que las mujeres embarazadas se vacunaran o no. Muy resumidamente, en él concluíamos que, en general, los ginecólogos norteamericanos no veían especial inconveniente en que se vacunaran. En cambio, los ginecólogos británicos eran partidarios de que las embarazadas esperaran a vacunarse cuando el embarazo hubiera terminado, a menos que tengan objetivos factores de riesgo por su trabajo médico o social o por padecer algún problema médico previo que pudiera predisponerse a la COVID-19.

Ahora se publica en el BMC Pediatrics un nuevo artículo sobre este tema, cuyos autores pertenecen a diversas instituciones médicas de Boston. En este sentido, por ser del grupo norteamericano, los autores no muestran inconveniente en que las embarazadas se vacunen, e incluso comprueban que si la vacuna produce anticuerpos, éstas pueden pasar a la sangre del cordón umbilical y al feto. Incluso también que, si amamantan a su hijo, con la leche pueden transferir los anticuerpos al lactante.

En el estudio se incluyen 131 mujeres que han sido vacunadas (84 embarazadas, 31 lactantes y 16 no embarazadas). Los niveles de anticuerpos contra el SARS-CoV-1 fueron evaluados en las embarazadas y lactantes (que amamantaban a sus hijos). La valoración se llevó a cabo de 2 a 6 semanas después de la segunda dosis de vacuna. Los niveles de anticuerpos en el cordón umbilical se determinaron en el momento del parto.

Los resultados muestran que los niveles de anticuerpos son similares en las embarazadas, lactantes y mujeres no embarazadas. Todos los niveles de anticuerpos eran más elevados que los que tenían las mujeres embarazadas que habían pasado la COVID-19.

Los autores concluyen que las vacunas mRNA contra la COVID-19 inducen una robusta respuesta inmunitaria en las mujeres embarazadas, que transmiten a sus hijos si los amamantan, y que dicha respuesta es superior a la que se consigue con la inmunidad natural. Estos datos abogarían por la conveniencia de vacunar contra la COVID-19, con vacunas mRNA, a las mujeres embarazadas

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Más de cien millones de personas infectadas y cerca de tres millones de fallecidos. Son las cifras actuales que está dejando la gran pandemia del nuevo siglo. Un año después del gran Estallido, el virus SARS-CoV-2, de la mano de su «socia», la COVID-19, no sólo ha dejado un reguero de dolor y quiebra, sino que, además, sigue presente en muchos de los que han padecido la enfermedad, originando sufrimiento y merma de su calidad de vida. Son personas que siguen presentando manifestaciones o secuelas persistentes una vez pasada la infección, con síntomas graves o de forma asintomática; es lo que ya se conoce como COVID persistente, una realidad cada vez más presente a medida que la pandemia avanza.

Todavía no existe un acuerdo extendido para definir con exactitud qué es COVID persistente. Mientras que algunos hablan de una «nueva enfermedad», otros consideran que son secuelas y no síntomas de una enfermedad persistente. Son frecuentes, según los datos del Grupo de Trabajo en Enfermedades Infecciosas (GTei) de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), aunque se describen de forma muy heterogénea, según las series de pacientes: desde un 2% hasta un 90%, disparidad que se explica por las diversas definiciones empleadas, si se recogen o no sistemáticamente los datos, si los análisis son retrospectivos o prospectivos.

Lo cierto es que las revisiones recogen entre 50 y hasta 200 síntomas, con una media de entre 1 y 36 por paciente, según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y Familia (SEMG) obtenidos de 1.800 pacientes, con un tiempo medio de persistencia de más de seis meses de sintomatología COVID-19. El 79% eran mujeres y la mitad de los enfermos tenían entre 36 y 50 años.

Uno de los mejores metanálisis aparecidos hasta ahora, en la plataforma de prepublicación medRxiv, obra de un equipo internacional dirigido por Sonia Villapol, neurocientífica del Weill Cornell Medical College, de New York, ha recopilado entre 50.000 pacientes ese medio centenar de secuelas -detallan 55- tras cribar casi 20.000 estudios. Vieron que el 80% de los pacientes mantenían al menos una secuela, como fatiga, dolor de cabeza, disnea, pérdida de cabello, niebla cerebral y ageusia.

Otros análisis, como el dirigido por el King’s College de Londres, en Reino Unido, entre más de 4.000 pacientes usuarios de la aplicación Covid Symptom Study, indican que uno de cada siete tenía síntomas durante más de cuatro semanas; uno de cada veinte durante al menos ocho semanas, y uno de cada cincuenta seguían sintomáticos a los tres meses. También se refirieron más mujeres y un 16% de los estudiados presentaron alguna recurrencia tras un periodo de mejoría. Los porcentajes pueden llegar hasta el 50% o incluso el 90% entre hospitalizados.
En cualquier caso, la mayoría de profesionales apunta hacia un proceso multifactorial que es necesario desentrañar. Aunque «a priori» no se han detectado daños graves en los órganos afectados, el seguimiento está hallando desequilibrios y descompensaciones clínicas que no se ajustan a los de las pruebas objetivas. Se ignora igualmente si su mantenimiento crónico podría ser el origen de nuevas patologías o, en su defecto, agravar o precipitar otras.

Las unidades de seguimiento post-Covid ya están en marcha en muchos hospitales para recolectar más datos que permitan descifrar su origen, actividad y tiempo de duración y llevar a cabo ensayos clínicos que ofrezcan estrategias farmacológicas eficaces y adaptadas a esta nueva realidad.

Raquel Serrano. Diario Médico, 22-02-2021

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La inteligencia artificial (IA) ha sido descrita como la “cuarta revolución industrial” con implicaciones transformadoras y globales, incluso en la asistencia sanitaria, la salud pública y la salud global. Los enfoques de la IA son prometedores para mejorar los sistemas de salud en todo el mundo, así como los resultados de salud individuales y de la población. Si bien la IA puede tener el potencial de promover la equidad en salud dentro y entre países, debemos considerar las implicaciones éticas de su implementación para mitigar sus daños potenciales, particularmente para los más vulnerables. Esta revisión del alcance aborda la siguiente pregunta: ¿Qué problemas éticos se han identificado en relación con la IA en el campo de la salud, incluso desde una perspectiva de salud global?

Métodos

Se realizaron búsquedas en ocho bases de datos electrónicas en busca de literatura gris revisada por pares y publicada antes de abril de 2018 utilizando los conceptos de salud, ética e inteligencia artificial, y sus términos relacionados. Los registros fueron examinados de forma independiente por dos revisores y se incluyeron si informaban sobre la IA en relación con la salud y la ética y estaban escritos en inglés. Los datos se registraron en un formulario de gráficos de datos piloto y se realizó un análisis descriptivo y temático.

Resultados

Tras revisar 12.722 artículos, 103 cumplieron los criterios de inclusión predeterminados. La literatura se centró principalmente en la ética de la IA en el cuidado de la salud, en particular en los robots cuidadores, el diagnóstico y la medicina de precisión, pero guardó silencio sobre la ética de la IA en la salud pública y de la población. La literatura destacó una serie de preocupaciones éticas comunes relacionadas con la privacidad, la confianza, la rendición de cuentas y la responsabilidad, y los prejuicios. En gran parte, falta en la literatura la ética de la IA en la salud mundial, particularmente en el contexto de los países de ingresos bajos y medianos (PIBM).

Conclusiones

Las cuestiones éticas que rodean a la IA en el campo de la salud son vastas y complejas. Si bien la IA tiene el potencial de mejorar la salud y los sistemas de salud, nuestro análisis sugiere que su introducción debe abordarse con un optimismo cauteloso. La escasez de literatura sobre la ética de la IA en los países de ingresos bajos y medianos, así como en la salud pública, también apunta a la necesidad crítica de realizar más investigaciones sobre las implicaciones éticas de la IA en la salud tanto mundial como pública, para garantizar que su desarrollo e implementación sean éticos. para todos, en todas partes.



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