jueves, 31 de marzo de 2011

SOBRE EL PERDON

El Papa Benedicto XVI dirigió el pasado viernes unas palabras a los participantes del Curso sobre el Fuero Interno, promovido por la Penitenciaria Apostólica. Por su gran interés, reproduzco aquí una buena parte de su alocución
Deseo detenerme con vosotros sobre un aspecto que quizás no se ha considerado suficientemente, pero que es de gran relevancia espiritual y pastoral: el valor pedagógico de la Confesión sacramental. Si es verdad que siempre es necesario salvaguardar la objetividad de los efectos del Sacramento y su correcta celebración según las normas del Rito de la Penitencia, no está fuera de lugar la reflexión sobre cuanto pueda esto educar la fe, tanto del ministro, como del penitente. La fiel y generosa disponibilidad de los sacerdotes en la escucha de las confesiones, sobre el ejemplo de los grandes Santos de la historia, desde San Juan María Vianney hasta san Juan Bosco, desde san Josemaría Escrivá a san Pío de Pietralcina, desde san Giuseppe Cafasso a san Leopoldo Mandić, nos indica a todos nosotros como el confesionario puede ser un “lugar” real de santificación. ¿De qué modo educa el Sacramento de la Penitencia? ¿En qué sentido tiene su celebración, un valor pedagógico, antes que nada para los ministros? Podríamos comenzar desde el reconocimiento de que la misión sacerdotal constituye un punto de observación único y privilegiado, del cual, cotidianamente, se da la contemplación del esplendor de la Misericordia divina. Cuantas veces en la celebración del Sacramento de la Penitencia, el sacerdote asiste a verdaderos y propios milagros de conversión, que, renovando “el encuentro con un acontecimiento, con una Persona” (Enc. Deus Caritas est, nº1), refuerzan su misma fe. En el fondo, confesar significa asistir a tantas “professiones fidei” cuantos son los penitentes, y contemplar la acción de Dios misericordioso en la historia, tocar con la mano los efectos salvíficos de la Cruz y de la Resurrección de Cristo, en todo tiempo y para cada hombre. No raramente nos colocamos ante verdaderos y propios dramas existenciales y espirituales, que no encuentran respuesta en las palabras de los hombres, pero que son abrazados y asumidos por el Amor divino, que perdona y transforma: “Aunque vuestros pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve” (Is 1,18). Conocer y, en cierto modo, visitar el abismo del corazón humano, incluso en los aspectos oscuros, si por un lado pone a prueba la humanidad y la fe del mismo sacerdote, por el otro lado alimenta en él la certeza de que la última palabra sobre el mal del hombre y de la historia es de Dios, y de su Misericordia, capaz de hacer nuevas todas las cosas (cfr Ap 21,5). Cuanto puede aprender el sacerdote de penitentes ejemplares de su vida espiritual, de la seriedad con la que conducen su examen de conciencia, de la transparencia en el reconocimiento del propio pecado y por la docilidad hacia la enseñanza de la Iglesia y las indicaciones del confesor. ¡De la administración del Sacramento de la Penitencia podemos recibir profundas lecciones de humildad y de fe! Es una llamada muy fuerte para todo sacerdote a la conciencia de la propia identidad. ¡Nunca, sólo por la fuerza de nuestra humanidad, podremos escuchar las confesiones de los hermanos!. Si estos se acercan a nosotros es sólo porque somos sacerdotes, configurados en Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, y capaces de actuar en su Nombre y en su Persona, de hacer realmente presente a Dios que perdona, renueva y transforma. La celebración del Sacramento de la Penitencia tiene un valor pedagógico para el sacerdote, con respecto a su fe, a la verdad y pobreza de su persona y alimenta en él su conciencia de la identidad sacramental. ¿Cuál es el valor pedagógico del Sacramento de la Penitencia para los penitentes? Debemos comenzar diciendo que esto depende, antes que nada, de la acción de la Gracia y de los efectos objetivos del Sacramento en el alama del fiel. Ciertamente la Reconciliación sacramental es uno de los momentos en los que la libertad personal y la conciencia de uno mismo están llamadas a expresarse en un modo particularmente evidente. Y quizás también por esto, en una época de relativismo y, por consiguiente, de una conciencia atenuada del propio ser, se debilita también la práctica sacramental. El examen de conciencia tiene un importante valor pedagógico: educa a mirar con sinceridad la propia existencia, a confrontarla con la verdad del Evangelio y a valorarla con parámetros no sólo humanos, sino tomados de la Revelación divina. La confrontación con los Mandamientos y con las Bienaventuranzas y, sobre todo, con el Precepto del amor, constituye la primera gran “escuela penitencial”. En nuestro tiempo caracterizado por el ruido, la distracción, la soledad, el coloquio del penitente con el confesor puede ser una de las pocas, sino la única ocasión de ser escuchado de verdad y en profundidad. Queridos sacerdotes, no dejéis de darle el espacio adecuado al ejercicio del ministerio de la Penitencia en el confesionario: ser acogidos y escuchados constituye también un signo humano de la acogida y de la bondad de Dios hacia sus hijos. La confesión íntegra de los pecados, además, educa al penitente a la humildad, al reconocimiento de la propia fragilidad y, al mismo tiempo, a la conciencia de la necesidad del perdón de Dios y a la confianza de que la Gracia divina puede transformar la vida. Del mismo modo, escuchar las advertencias y de los consejos del confesor es importante para el juicio sobre los actos, para el camino espiritual y para la curación interior del penitente. ¡No olvidemos cuantas conversiones y cuantas existencias realmente santas comenzaron en un confesionario! La acogida de la penitencia, la escucha de las palabras “Yo te absuelvo de tus pecados” representan, finalmente, una escuela verdadera de amor y de esperanza, que guía a la plena confianza en el Dios Amor revelado en Jesucristo, a la responsabilidad y al compromiso de la conversión continua. Queridos sacerdotes, que experimentar nosotros primero la Misericordia divina y ser humildes instrumentos de ella, nos eduque a una siempre fiel celebración del Sacramento de la Penitencia y a una profunda gratitud hacia Dios, que “nos ha confiado el ministerio de la reconciliación (1Cor 5,18).

miércoles, 30 de marzo de 2011

ENDURECIMIENTO DEL PECADOR

a) ¿QUÉ ES UN SER ENDEMONIADO? El que tiene el corazón duro. ¿En que consiste esto? San Bernardo, escribiendo al Papa Eugenio, tiene un párrafo clásico. Pecador endurecido “es el que no se rasga con la contrición, ni es ablandado por la piedad, ni movido por los ruegos, ni cede ante las amenazas y se endurece con los castigos. Ingrato a los beneficios, infiel a los consejos, cruel para los juicios, desvergonzado para las torpezas, arriscado para los peligros, no tiene afecto de hombre y es descomedido para Dios…, ni teme a Dios ni respeta a los hombres”. b) NO SE RASGA CON LA CONTRICIÓN Cabrera describe la maldad del pecado. Alejandro, en estado de embriaguez, mató a su amigo Clito y después de saberlo quiso matarse él. “¿Qué debe sentir el que, embriagado de la pasión, ha crucificado con sus pecados a Cristo?” c) NO SE ABLANDA CON LA PIEDAD “¿Qué te ha sufrido Dios? ¿Cuánto te ha esperado? ¿Cuántas veces has confesado y propuesto la enmienda, y quebrantado la palabra? Y Dios con su benignidad y paciencia, disimula, espera, regala, te da salud, hacienda, vida; y ¿tanta bondad no te obliga a servirlo? ¡Oh, corazón duro, cómo te aguarda la ira de Dios, pues no te aprovechas de su clemencia! ¿O es que desprecias las riquezas de su bondad, paciencia y longanimidad, desconociendo que la bondad de Dios te atrae a penitencia?…” (Romanos, 2, 4). Acá, para decir que os enojasteis, decís que se os gastó la paciencia. Erais pobre de paciencia, se os acabó presto el caudal. ¡Oh riquezas de bondad, paciencia, longanimidad de Dios, que no ha de agotarse!… Esta piedad desprecia el corazón duro, empeorado con estos plazos y largas. “Ignoras quoniam benignitas Dei ad poenitentiam te adducit?” (ibid.). Traidor, ¿ahora ignoras que estas esperas de la misericordia de Dios son para que procures pagar con penitencia su justicia? ¿No sabes que quien espera no suelta, sino recambia? Pero tú, con tu dureza y corazón empedernido, atesoras ira y venganza contra ti para aquel día en que Dios soltará la represa de su ira y hará justo juicio y manifiesto. ¡Qué temerosa contraposición! ¡Dios, tesoro de bondad, y el pecador obstinado hace tesoro de ira y de castigo, con que provoca la ira de Dios! ¡Oh, qué mal tesoro! Riquezas acumuladas por el mal de su dueño… d) NO SE MUEVE CON RUEGOS Villano ruin, que, mientras más le ruegan, más se extiende; que ni bastan inspiraciones del Espíritu Santo, ni llamamiento de Cristo, ni voces de la Iglesia. ¡Qué ruegos tan amorosos del Esposo! Ábreme, hermana mía, paloma mía, esposa mía; que, de estar en la calle toda la noche al sereno, traigo la cabeza mojada del rocío y los rizos de mi melena llenas de la escarcha de la mañana. ¡Qué cuidado de rondar la puerta, pasear la calle, dar aldabadas! “Ecce sto ad ostium et pulso” (Apocalipsis, 3, 20). Yo soy el que estoy a la puerta y llamo. Yo ruego con la paz, con mi amistad… ¡Qué de voces dan los ministros de Dios, que son los terceros que andan haciendo amistades! A Dios no es menester importunarlo. Conmigo acabado está. “Impietas impii non nocebit ei, in quacumque die conversus fuerit ab impietate sua” (Ezequiel, 33, 12). Negociarlo con el pecador. Van a él, pónenle delante a Cristo, sus llagas, su pasión. “Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!” (II Corintios, 5, 20). Él nos envía, Él lo ruega; como si le importase vuestra amistad, como si perdiese mucho en perderla. Y con todas estas súplicas, el corazón duro… no quiere salir del mal estado… e) NO SE DOBLA POR AMENAZAS ¡Qué de veces oye predicar el rigor del juicio, el temor de sus señales, la certeza de la muerte!… Y acabándolas de oír, se va a jugar y reír, y se acuesta en su cama tan quieto como un santo. ¡Desventurado, que no sabes si amanecerás en el infierno!… Y ve el pecador herir a éste hoy y que el otro se murió ayer, y no sabe cuando le enclavarán el corazón, y ¿no huye ni se esconde? Huye una ave del cazador, y un ciervo del ladrido de un perro…, ¿y éste no teme el trueno de las amenazas de la divina justicia ni las saetas de sus castigos? f) SE ENDURECE CON LOS AZOTES Pero ya que las amenazas no atemorizan al malo, ¿hace más por los castigos? No. Más se endurece con los azotes y castigos. Con los trabajos con que otros sanan, enferma él. Con la enfermedad, reniega; con la pérdida, blastema; con la injuria que le hacen, maldice; con la pobreza, perjura, hurta, engaña… ¿Cuántas veces enfermaste y llegaste a morir, que ya tocabas con las plantas de los pies y te perdigabas en las llamas vengadoras? Propusiste la enmienda; Dios te dio salud, y teniéndola volviste como perro al vómito. No fueron paces ni amistades las que hiciste, sino treguas, para tornar a más cruda guerra. g) INGRATO A LOS BENEFICIOS Es ingrato a los beneficios, desconocido a las mercedes; ni las estima, ni las engrandece, ni aún las conoce. Conoció el buey a su poseedor, y el jumento al pesebre de su amo; pero Israel no me conoció a mí, y mi pueblo no entendió los bienes que recibía de mi mano… h) INFIEL A LOS CONSEJOS Soberbio, amigo de su parecer. No quiere tomar parecer de otro, y asi se precipita y estrella. i) CRUEL PARA LOS JUICIOS De cuanto para sí es remiso, para los otros es vigoroso… Veréis unos pecadorazos que en su vida y obras no son menos que unos demonios encarnados, y, sabiendo una falta de otro, la encaraman y condenan; jueces impíos que juzgan las intenciones, y todo lo echan a la peor parte. j) DESVERGONZADO PARA LAS TORPEZAS No es tanto mal pecar con encogimiento y recato; pero ventilar el pecado como los de Sodoma, hacer gala de la deshonestidad… Y para decir en breve todos los males de este horrible mal: “yo no temo a Dios ni me importan los hombres” (San Lucas, 18, 4). Mire cada uno su corazón, tome el pulso a su manera de vida; y si hallare alguna de estas malas señales, tome con tiempo el remedio, antes que se acabe de endurecer. No todas las piedras son igualmente duras, aunque todas son piedras. Tomado de Fray Alonso de Cabrera, “Verbum vitæ”

lunes, 28 de marzo de 2011

Agítese antes de usarlo. No caduca y es gratis.

COMPRIMIDOS TONIFICANTES PARA ADULTOS (Léase el prospecto cuidadosamente) Cada comprimido contiene: ORACION con cafeína, sulfato LIMOSNero, REFLEXION en cuajada de EVANGELIO y zumo de ABSTINENCIA. Posología: El medicamento es efectivo contra el desánimo (dícese en chino cansancio),contra la ignorancia aguda (los Mayas les decían desconocimiento),Y es de efecto inmediato y seguro, si se emplea religiosamente: para despertar el interés de asistir de nuevo o por primera vez a la eclesía llamada en castellano comunidad cristiana. Tómese siguiendo el consejo de la medicina tradicional, durante 40 días y notará mejoría de sus males y defectos inmediatamente. A las 2 semanas de haberlo tomado sentirá usted menos pesadez y la desgana habrá desaparecido, dejando sentir sus efectos a su alrededor y pronto sus hermanos y amigos lo notarán a usted más atento, más alegre y más servicial. Le felicitarán por haber salido de la anemia. Al final de esta cuarentena y de haber seguido el tratamiento aconsejado por su santa Madre, se sentirá usted más a gusto y habrá recobrado el sueño y el equilibrio de tal manera que al terminar este ciclo se sentirá usted tonificado y libre para seguir la senda saludable que rejuvenezca su vida a la que, usted mismo confiesa, haber prestado poca atención. Esta medicina es activa y usted mismo comprenderá que el lastre acumulado, y que le dificulta moverse, se irá diluyendo y nos agradecerá el haberle indicado tal tratamiento que además le servirá de aviso contra la anemia crónica, cuyo peligro evitará usted acudiendo con regularidad a la Mesa de la familia. N.B.: No se han observado contraindicaciones y se aconseja ser educados y corteses para ser puntuales y tomar parte en la conversación y en los alimentos. Si es usted alérgico a algún componente de la medicina, acuda al médico inmediatamente.

Y aqui, gente que lo vive...

domingo, 27 de marzo de 2011

misa en el quinto aniversario


Murió el 2 de abril, pero como cae en viernes santo, se adelantó...

sábado, 26 de marzo de 2011

cuaresma bautismal

LA SAMARITANA

Al entrar en Samaria
llegó al pueblo de Sicar
y tedioso de huellar
tantos caminos polvosos,
en el cabezal de un pozo
se apoyó pa descansar.

Llegó en eso una mujer
a subir agua del pozo,
y el Señor, muy respetuoso,
le piidió agua pa tomar,
como pa ver de charlar
sobre un tema misterioso.

"¿Acaso usté no es Judío?
-le dijo aquela mujer-;
¿Y me pide de beber,
siendo yo Samaritana?";
porque era historia lejana
que no se pudieran ver.

"Si supiera quién le pide
el agua de esa vertiente
le afirmo ciertamente
mas bien usté pediríA,
y entonce El le daría
agua viva y permanente".

"Señor, si no tiene nada
pa sacer el agua arriba...!
¿De ánde saca el agua viva
si no hay mas que un solo pozo?
¿O es usté más poderoso
que jacó y su comitiva?"

"De nuevo estará sediento
quien tome de esta cisterna,
y quien tome mi agua interna
no tendrá se nuevamente,
pues de él saldrá una virtiente
que salte a la vida eterna".

"¿Déme de esa agua, Señor!
-le dijo ella medio en charla-;
si el agua suya es pa darla,
¿por qué nno me la da usté
pa que nunca tenga sé
ni trabajo pa sacerla?"

Y Jesús como respuesta
le formuló este pedido:
"Vaya y llame a su marido
y venga de nuevo al pozo".

"¡Cómo- dijo ella al descuido-,
si yo nunca tuve esposo!"
"Ansina es-dijo Jesús-,
que cinco hombresha tenido
y el que hoy tiene no es marido,
aunque la cosa es secreta".

Viendo entonces roto el nido
lo tuvo ella por profeta.
Sigió después la conversa
y, mientras Jesús decía:
"Yo soy el Cristo Mesías
de que hablan las tradiciones",
los Apóstoles venían
de agenciar las provisiones.
Pero naides dijo nada
de tan raro proceder
y, dejando la mujer
la vasija sobre el pozo
se jué a contar sin rebozo
cuanto acababa de ver.

Dos días pasó en el pueblo,
que lo rodió co mo un mar,
naides quería averiguar
ni de la mujer tampoco,
porque lo dicho era poco
después de sentirlo hablar.



EL CIEGO DE NACIMIENTO

Mientras salían del templo,
al ver un ciego mendigo,
preguntaron sus amigos
la cuestión del hombre aquel:
"¿Pecaron sus padres o él
pa nacer con tal castigo?"

"Esto es pa gloria de Dios
y no a causa de algún mal;
porque en este mundo atual
-siguió diciendo Jesús-,
yo soy la verdadera luz
pa la noche del mortal".

Jesús salivó en el suelo
haciendo como un barrito;
pelliscó luego un poquito
y, untando al ciego los ojos,
le ordenó darse un remojo
en el jagüel del distrito.

Se lavó entonces el ciego
y al punto notó que vía;
muchos que lo conocían ciego
y mendigo hasta poco,
casi lo volvieron loco
a preguntas ese día.

Como jué curado en fiesta,
la Sinagoga y Gobierno,
con otros del mismo terno,
lo cansaron de tal modo
que al fin los mandó al infierno
con sinagogas y todo.

Ansina anduvo aquel ciego,
dale que dale a la noria,
contando la mesma historia
de aquel milagro patente,
que no admitía esa gente
de malicia tan notoria.

"¿Cómo puede pirlo Dios,
si ni las fiestas respeta?
Pero usté, en forma concreta,
¿qué piensa del hombre aquel?"
"Yo -les dijo entonces él-
tengo pa mi que es profeta".

Como no queráin creer
que juera ciego endenantes,
buscaron el confirmante
de preguntarle a sus tatas,
pa que salieran garantes
de esa duda tan ingrata.

"Sabemos que es hijo nuestro
y que era ciego también;
pero no sabemos quién
le dio la vista en verdá;
preguntelén a él más bien,
porque ya tiene su edá".

Eso dijeron sus padres de miedo,
porque sabían que esa caterva judía
pensaba atarle la soga
y echar de la Sinagoga
al que lo hiciera Mesías.

"Largue el rollo -le dijeron,
citando al ciego otra vez-,
y honre a Dios con sencillez,
porque ese hombre es pecador,
jurando delante el juez
que todo ha sido un error".

Pero el ciego retrucó:
"Si es pecador yo no sé,
pero aura mi vista ve";
y entonces, viendo el fracaso,
le insistieron por si acaso:
"¿Y cómo dice que jué?"

"Pa qué tanto preguntar?
-les dijo él sin aturullo-;
¿pa que armar este barullo
y hacer repetir adrede?,
¿o quieren también ustedes
hacerse aparceros suyos?"

¡Pa qué!¡Mejor que no hablara!
levantó tal polvadera
que, bramando como fieras,
le gritaron a la vez
que ellos eran de Moisés
y no de un hombre cualquiera.

"Sabido es que Dios escucha
al güeno y no al pecador;
que ande se ve que el señor
que me destapó las vistas
es Dios, aunque se resistan
en ver ustedes su error".

Tanta rabia iban juntando
los maistros de fantasía,
al ver que los estruía
aquel hombre con despeje,
que lo echaron como hereje
por tamaña picardía.

Cuando oyó Jesús que echaban
campo ajuera al ciego nato,
y también oyó el relato
con que defendió su nombre,
"¿Tiene fe al Hijo del Hombre?",
le preguntó de inmediato.

"¿Quién es, Señor, pa que crea?"
preguntó él con hincapié.
"Yo soy, que habla con usté",
terció Jesús con sosiego.
"¡Creo, Señor!" dijo el ciego,
y se arrodilló con fe.

"Yo he venido para esta tierra
pa que el ciego pueda ver,
y aquel que crea tener
Güena vista quede ciego";
esto dijo, a i entender,
con malicia, dende luego.

Cosquillaron los judíos
al escuchar tal sentencia
y blanquiados de inocencia
preguntaron con desden:
"¿Ansi que según su cencia
estamos ciegos también?"

"¡Cómo ciegos! -Jesús dijo-,
ustedes no quiern ver,
que es más triste que tener
los propios ojos cegados;
y es el pior de los pecados
que viendo no quieran creer".

Dios sólo cura al humilde
y no al duro como un perno;
porque pa el Medico Eterno
el pecado es una herida;
pero el orgullo en la vida,
un veneno del infierno.

Dios resiste a los falsarios
y ama el cazón sincero;
por eso a los altaneros
con callos en el amor,
no se les ablanda el cuero
ni pa creer en el Señor.

La puerta del corazón
sólo de adentro es abierta,
y por eso es cosa cierta
que naides dentra de ajuera,
mientras el hombre no quiera
abrir por dentro la puerta.

Malo es el pecado, hermanos,
y de los males mayores;
pero el mal entre los piores,
que endurece el corazón,
es negar con presunción
de que somos pecadores.

Naides lo rechace a Dios
en su vida y su concencia
sino rebelión que asombra,
ni uno es libre de su sombra
por más que huya su presencia.

En el jagüel del Bautismo
lava el hombre la ceguera;
allí se le abren las fronteras
y, en un ministro de luces,
el hombre y Dios se reducen
a vivir de igual manera.




LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

Estaba su amigo Lázaro
enfermo, según decían,
pues la Marta y la María,
como hermanas del paciente,
le enviaron parte urgente
con una mensajería.

Aunque oyó Jesús el parte,
les respondió que no iría,
porque ese mal no tenía
ningún peligro de muerte,
y allí se quedó, de suerte
que se demoró dos días".

Pasados los cuales dijo:
"Vamos de nuevo a Judea";
y como quiera que sea,
por miedo o por cobardía,
sus amigos no querían,
pa evitarse más peleas.

Porque los malos judíos
le querían apedriar;
y era un peligro atizar
el fuego de aquellos odios,
y con un triste episodio
todo juera a terminar.

Jesús entonces les dijo
un dato más halagüeño:
les notició con empeño
que su aparcero dormía,
y que jueraáura nomás iría
a despertarlo del sueño.

"S Lázaro está durmiendo
es señal que sanará",
dijeron con ansiedá
pa cuerpiar su cobardía;
aunque el Señor aludía
a su muerte, en realidá.

Pero al fin jesús les dijo:
"En verdá Lázaro ha muerto;
y me alegro que sea cierto
pa que ustedes puedan creer";
aunque pa ellos era incierto
lo que Jesús iba hacer.

En medio de aquellas dudas
se abrió Tomás del tropel,
hizo coraje sin yel
y habló en nombre de los otros:
"Pues vamos también nosotros
a morir junto con El".

Llegó Jesús a Betania,
cuando llevaba el finado
cuatro días de enterrado,
en medio de gran afluencia
de gente, que había estado
pa esperar sus condolencias.

Marta le salió al encuentro
quedando en casa María:
"Señor! -triste le decía-,
si hubiera estado presente,
dejuro que ciertamente
mi hermano no se moría".

"Pero cuanto pida a Dios,
Dios mesmo se lo dará".
Viendo Jesús la ansiedá
que aquella mujer le expresa,
"Tu hermano revivirá",
le respondió con firmeza.

"Ya sé, Señor, dijo Marta,
resucitará al final".
Con todo, Jesús igual
le insiste con emoción
"Yo soy la resurrección
y la vida del mortal".

"Y toodo aquel que me crea
aunque muera vivirá;
ni pa siempre morirá
el que viva y crea en mi;
¿Marta, cré usté de verdá
lo que Yo le digo aquí?"

"¡Señor!-le respondió ella-,
yo creo que es el Mesías,
el Hijo de Dios que un día
debía llegar al mundo,
pa salvar al moribundo
de su terrible agonía".

Vino después la María,
pues Jesús la hizo llamar;
y esa mujer,al llegar
ande se hallaba el Señor,
no agunató más su dolor
y se puso a sollozar.

Viéndola Jesús llegar
y con ella los judios,
le corrió un escalofrío
que lo sacudió hondamente;
y hablando con el gentío,
preguntó por el yacente.

Entonces lloró jesús
y los judíos que estaban

decían: "¡cómo lo amaba!",
agregando medio juerte:
"¿Por qué no evitó su muerte
si a tantos otros curaba?"

Se arrimó a la sepoltura
que era una cueva piegrosa,
una piegra como losa
le srvía pa cerrar,
que dejaba abrir la fosa
con sólo hacerla rodar.

A pesar que se llenó
otra vez de la tristura,
mandó abrir la sepoltura
ande se hallaba su amigo
mientras tanto los testigos
lloraban como criaturas.

"¡Ya jiede, Señor!", pues lleva
enterrado cuatro días",
dijo Marta que entuavía
sentía su desventura,
sin tener ni conjetura
de lo que Jesús haría.


"¿No le he dicho que si cré
verá la gloria de Dios?"
le respondió a media voz,
tratando de recordar
cuanto acababan de hablar
hacía un rato los dos.

Removieron, pues, la piegra
y Jesús meditabundo
alzó sus ojos projundos
dando gracias a su Padre,
porque ese terrible encuadre
sería pa bien del mundo.

Le dio gracias a su Padre
porque siempre lo atendía;
pero áura le agradecía
de que le hubiera escuchado,
ansí todos le creerían
qie El mesmo lo había enviado.

Y ahi nomás le pegó el grito:
"¿Lázaro salga pa juera!",
ye entonces, de una manera
que a todos casi los pasma,
el muerto, como un fantasma,
salió de la madriguera.

Y como estaba tan liado
de estorbos y ceñidores,
Jesús mandó a los señores
que allí presentes estaban
le quitaran esas trabas
de trapos y pormenores.

Como dueño de la vida
el Señor hizo el prodigio
entre el pueblo partidario,
pero remachó el litigio
con sus duros adversarios.

El hombre estaba en la tumba
del pecado en que nació;
pero entonces se apiadó
de nosotros el Señor,
y con un grito de amor
de esa tumba nos sacó.

Y ansina juépor qué Dios,
Ser Divino, se hizo hermano
del hombre mortal perdido,
y a este tronco carcomido
con su poder lo hizo sano.

viernes, 25 de marzo de 2011

VIACRUCIS POR LA IGLESIA PERSEGUIDA

rezamos hoy en la parroquia con la gente de Ayuda a la Iglesia Necesitada

NORMAS PARA EL TRATO CON LOS MALOS
La mezcla de la cizaña y del trigo nos obliga a estudiar nuestra conducta para con los malos. Entender las razones por las que Dios permite su existencia, es cosa que se nos escapa. Pero, en cambio, podemos observar e imitar cuáles son las normas de la conducta divina para con los pecadores.
Dios convive con ellos sólo por la necesidad de su ser, y nosotros debemos tratarlos sólo por la necesidad de nuestro estado. Dios, de su presencia con los pecadores, saca dos bienes, a saber, su propia gloria y la conversión del pecador, que no deja de procurar. Nosotros hemos de obtener algún provecho espiritual nuestro y a la vez beneficiarlos.

Dios, presente al pecador por la necesidad de su ser
En la Sagrada Escritura vemos unas veces a Dios presente ante el pecador, donde quiera que trate de refugiarse. Otras aparece avergonzándose de haberlo creado y apartándose de él. ¿Cómo unir ambas verdades?
El problema resulta sencillo. La necesidad del Ser divino lo obliga a estar presente con los malos, porque, supuesta la creación y el orden de la Providencia, Dios no puede dispensarse de ciertas obligaciones que Él mismo se impuso. Su sabiduría, por ejemplo, le impone la necesidad de gobernar y dirigir prudentemente al mundo, incluso a los pecadores. Pero junto a estas obligaciones generales está el corazón de Dios, y, si pudiéramos entrar dentro de Él, veríamos cómo le repugna el hombre en pecado.
Apenas caído el hombre, Dios rompe con él todas las alianzas y lo hace objeto de su odio. Los teólogos, al estudiar esta repugnancia de Dios respecto del pecador, coligen que, si pudiera prescindir del atributo de su inmensidad, todavía seguiría presente a los hombres, pero sólo a los justos, de lo cual San Juan Crisóstomo deduce una idea brillantísima: que la inmensidad, condición nobilísima de Dios, no deja de serle en cierto modo onerosa. Pues bien éste es el ejemplo que se nos da.
En primer lugar, debemos tolerar a los malos, pues Dios y los buenos nos han tolerado a nosotros cuando lo fuimos; pero subrayando bien con San Agustín la palabra tolerar, que no consiste en complacernos, sino en soportar con caridad.
En segundo término, debemos pensar que Dios no sólo nos permite convivir con los pecadores, sino que nos lo requiere, pues nos ha colocado en un estado que lo exige. Lo contrario nos obligaría a salir de este mundo (I Corintios, 5, 10). Un padre, por ejemplo, debería apartarse de sus hijos licenciosos, y la esposa romper con su marido por la misma causa. Esto es lo que llamamos necesidad del estado, y se corresponde con la necesidad del Ser divino.

Motivos para evitar otro trato
Pero, fuera de este caso, nunca debemos mantener relaciones frecuentes y mundanas con los malos sólo por complacemos.
a) El mandato divino. Ello quebrantaría los mandatos de Dios. En nombre de Nuestro Señor Jesucristo, decía San Pablo, os mandamos apartaros de todo hermano que vive desordenadamente (II Tesalonicenses, 3, 6). David lo convertía en asunto de conciencia: No me siento con los falaces…, aborrezco el consorcio de los malignos (Salmo, 25, 4-5).
Debemos mirar a los paganos y a los herejes con horror tan santo como el que Dios inspiró a su pueblo hacia ellos. Quizá hubiera convenido políticamente que los judíos trataran a los pueblos de Canaán y contrajeran matrimonios ventajosos con extranjeras. Sin embargo, les fue rigurosamente vedado. Al sectario… evítalo, manda San Pablo.
Y si no fuere pagano ni hereje, sino vicioso, oíd al Apóstol: Lo que os digo es que no os mezcléis con ninguno que, llevando el nombre de hermano, sea adúltero, avaro…; con éstos ni comer (I Corintios, 5, 11).
Un bello pensamiento de Guillermo de París nos dice que Dios quiere que, al separarnos de los impíos, nos adelantemos a lo que Él piensa hacer en el juicio, pues su deseo es diferenciar a unos de los otros.
b) Es conveniente para la santificación social e individual. Cuando Dios manda matar al sacrilego Acán, dice que santifiquen al pueblo (los. 7,13). Parece como si el separarse de los malos equivaliese a un sacramento de expiación, y, en efecto, a veces no es necesaria otra cosa para santificar una familia, comunidad o corte, porque un ateo en esta última pervierte más gente que un demonio, y una mujer licenciosa contagia a más personas de las que pudieron ser inficionadas por los filósofos del libertinaje. Ésta es la explicación que da Santo Tomás de la excomunión, con la cual, según él, la Iglesia busca dos fines, castigar al culpable y preservar al inocente, separando a aquél de la comunicación con los buenos.
c) El honor de Dios. El menosprecio de Dios que supone la amistad con los malos constituye otra razón. ¿Qué juicio se formaría del hijo unido con corazón y afecto a los enemigos que intentaran mancillar el honor de su padre? Leed, como prueba, la severa reprensión de que fue objeto el piadoso Josafat, rey de Judá, por su amistad con Acab. Dice la Escritura que se hizo digno de la ira divina por socorrer al impío y ayudar a los que aborrecen al Señor (II Paralipómenos 19, 2): “Excusaron a Josafat sus buenas obras y la rectitud de su fe. Pero vosotros ¿qué podéis alegar? ¿No es un escándalo veros todos los días acompañados de las personas más sospechosas del pueblo, en reuniones donde parece que el pudor ha sido desterrado… y donde no se observa regla alguna de decencia y modestia?”

Peligro contrario de corrupción
Por una parte, escandalizáis, y por otra, no es posible que en medio de tal comercio conservéis un corazón puro, por mucho que me lo queráis decir. Si tal presunción fuera cierta, no hubieran hablado con tal rigor los profetas y los santos. Ellos mismos, mucho mejor preparados que tú, huyeron de la posible corrupción, como Ezequiel. ¿Qué temeridad es, pues, la vuestra al arriesgar mucho más que lo que otros, más fuertes que vosotros, no osaron comprometer? ¿Por qué creéis que Dios deseó conservar aislados a los hebreos? Se mezclaron con las gentes y adoptaron sus costumbres, dijo David (Salmo, 105, 35). Por este mismo motivo la Iglesia ha prohibido los matrimonios mixtos, y hasta disuelve el vínculo conyugal cuando uno de los esposos se convierte de la infidelidad y el otro ofrece algún peligro. Al principio repugnará algo la conducta de los enemigos, pero poco a poco la costumbre los hará juzgar normal lo que antes parecía perverso. Un paso más y serán iguales.
Resulta preferible tratar a un pagano que a un pervertido. La causa de tanta disolución en la juventud, tanto desorden en los matrimonios, tanta impiedad en la corte e incluso tanto pecado entre los ministros del altar, es el influjo del mal ejemplo tolerado y hasta sonreído.

Fines de la presencia de Dios en los pecadores
a) Su gloria. Dios no podría tolerar el pecado si no redundara de alguna forma en gloria suya. Tal es la ciencia divina, que hasta parece superior a su omnipotencia, porque ésta crea bienes y aquélla sabe utilizar el mal para conseguir un bien; y como el pecador hace uso de las criaturas buenas para el mal, Dios sabe usar del pecador para lo contrario.
Aprovechémonos también nosotros del malo en su trato útil. Por mucho que lo fuere, siempre nos servirá para ejercitar la paciencia, la caridad, la mortificación y la humildad, y para sujetar la ira. ¡Cuánta materia de santificación existe en el trato con los impíos si sabemos aprovecharnos!…
Cuando en el tribunal de la penitencia un hombre de mundo se me queja de su condición social, como si con ello quisiera justificar sus extravíos; cuando una mujer llora al decirme que vive sometida a un hombre sin religión, no me lamento en esos casos de una situación que ellos llaman infeliz, y en la que Dios los ha puesto, sino del mal uso que hacen de ella. ¿No es digna de compasión la mujer que padece las incomodidades de una compañía molesta y no sabe aprovecharse del mérito posible?
Me dirás: Si yo estuviera en otro estado me santificaría más… No es cierto. Ese es el que Dios te ha deparado y en el que te ayuda. Imposible resistir tanto mal ejemplo… ¡Tampoco! Imposible es si te arrojas en él voluntariamente, pero no si lo utilizas para cumplir las obligaciones de tu estado.
El colmo del impío es que en la tierra del bien él hace el mal. La más aquilatada santidad viene a ser la del bueno en medio de los malos. Se asemeja a la de Moisés, que en la corte de Faraón no perdió a Dios nunca de vista, y a la de San Luis, presente siempre ante Él, en medio de las batallas o de las pompas humanas.
Abrazaos con Dios en medio de vuestra vida, y os dirá: Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas (San Lucas, 22, 28).
b) La conversión del pecador. ¿Hubierais creído que el pecador puede serviros para vuestra santificación? Pues os diré más: vosotros podéis serle útiles para lo mismo.
Daniel contempló en visión una donosa disputa entre el ángel de los judíos, que deseaba salieran éstos cuanto antes de Babilonia para que no se corrompieran, y el de los persas, que pedía continuasen allí para santificar a los dominadores con su ejemplo. Es que Dios con su presencia busca la conversión de aquellos mismos a quienes como a pecadores odia, y nosotros debemos obrar a semejanza suya.
Monseñor Ángel Herrera Oría

jueves, 24 de marzo de 2011

MADRE SACRAMENTO

Dedicado especialmente a Salvadora que bien sabe -como otros
de la parroquia- lo que vale esta santa. Y también para que hoy
bendiga -ya que es la santa de nuestro arciprestazgo- a los que
empiezan a reunirse con motivo del IDR (itinerario diocesano de
renovación diocesana). Amén























miércoles, 23 de marzo de 2011

Decreto de beatificación de Juan Pablo II

De la Congregación para las Causas de los Santos. Texto completo.

Beatificación... Señal de hondura de fe e invitación a una vida cristiana plena. La proclamación por la Iglesia de un santo o un beato es fruto de la unión de varios aspectos relativos a una persona concreta. Primero, es un acto que dice algo importante en la vida de la misma Iglesia. Está ligado a un "culto", por ejemplo, a la memoria de la persona, a su pleno reconocimiento en la conciencia de la comunidad eclesial, del país, o de la Iglesia universal en distintos países, continentes y culturas. Otro aspecto es la conciencia de que la "elevación a los altares" será un importante signo de la hondura de la fe, de la difusión de la fe en el itinerario vital de esta persona, y que este signo se convertirá en una invitación, un estímulo para todos nosotros hacia una vida cristiana incluso más profunda y plena. Finalmente, la condición sine qua non es la santidad de la vida de la persona, verificada en los precisos y formales procedimientos canónicos. Todo ello proporciona el material para la decisión del sucesor de Pedro, del Papa, con vistas a la proclamación de un beato o un santo, del culto en el contexto de la comunidad eclesial y de su liturgia.
El pontificado de Juan Pablo II fue un elocuente y claro signo, no sólo para los católicos, sino para la opinión pública mundial, para personas de todos los colores y credos. La reacción mundial a su estilo de vida, al desarrollo de misión apostólica, al modo como soportó su sufrimiento, la decisión de continuar su misión petrina hasta el final como querida por la divida Providencia, y finalmente, la reacción a su muerte, la popularidad de la aclamación "¡Santo, ya!", que algunos hicieron el día de su funeral, todo ello es base sólida en la experiencia de haberse encontrado con la persona que era el Papa. Los fieles sintieron, experimentaron que era un "hombre de Dios", que realmente ve los pasos concretos y los mecanismos del mundo contemporáneo "en Dios", en la perspectiva de Dios, con los ojos de un místico que alza los ojos sólo a Dios. Fue claramente un hombre de oración: tanto es así que, sólo en la dinámica de unión personal con Dios, de la escucha permanente a los que Dios quiere decir en una situación concreta, fluía la entera actividad del papa Juan Pablo II. Quienes estuvieron más cercanos a él pudieron ver que, antes de sus entrevistas con sus visitantes, ya fueran jefes de Estado, altos dignatarios de la Iglesia o sencillos ciudadanos, Juan Pablo II se recogía en oración por las intenciones de los visitantes y de la reunión a celebrar.

1.- Aportación de Karol Wojtyla al Concilio Vaticano II
Tras el Vaticano II, durante los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II, el modo de presentación, y entonces de autopresentación del papado, ha sido completamente expresiva. Con motivo del 25 aniversario del pontificado de Juan Pablo II, el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano publicó en 2004 un libro titulado "Id por todo el mundo".
Giancarlo Zizola, vaticanista reconocido, subrayó que "el papado ha conquistado su ciudadanía en el reino de la visibilidad pública, saliendo del lugar de marginación del culto a donde había sido relegado por decreto de la sociedad secular, en nombre de una visión militante del principio liberal de separación de Iglesia y Estado (p. 17). Un historiador alemán, el jesuita Klaus Schatz, hablando de Pablo VI y de Juan Pablo II, subrayó el significado de "papado itinerante" ­por tanto en conformidad con el Vaticano.
Schatz se refiere a la manera de interpretar la misión papal como una llamada a "confirmar en la fe a los hermanos" (Lucas 22, 32), en un modo ligado a la autoridad estructural pero con un fuerte toque espiritual y carismático, en relación con la credibilidad personal y arraigada en el mismo Dios.
Detengámonos un momento a considerar el Vaticano II. El joven arzobispo de Cracovia fue uno de los padres conciliares más activos. Hizo una aportación significativa al "Esquema XIII", que luego devendría en la constitución pastoral del Concilio Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el Mundo Contemporáneo, y la constitución dogmática Lumen Gentium. Gracias a sus estudios en el extranjero, el obispo Wojtyla tenía una experiencia concreta de evangelización y de la misión de la Iglesia, en Europa occidental o en otros continentes, pero sobre todo del ateísmo totalitario en Polonia y en otros países del bloque soviético. Llevó toda esta experiencia a los debates conciliares, ciertamente no como conversaciones de salón, muy corteses pero vacías de contenido. Aquí había un esfuerzo sustancial y decisivo por insertar el dinamismo del Evangelio en el entusiasmo conciliar arraigado en la convicción de que el cristianismo es capaz de dar un "alma" al desarrollo de la modernidad y a la realidad del mundo social y cultural.
Todo esto sería utilizado en preparar las futuras responsabilidades del sucesor de Pedro. Como Juan Pablo II dijo, el ya tenía en mente su primera encíclica, Redemptor Hominis, y la trajo a Roma desde Cracovia. Todo lo que tenía que hacer en Roma era redactar todas estas ideas. En su encíclica, hay una amplia invitación a la humanidad a redescubrir la realidad de la redención en Cristo: El hombre (...) permanece como un ser incomprensible para sí mismo, su vida no tiene sentido, si no se le revela el amor, si no encuentra el amor, si no lo experimenta y lo hace suyo, si no participa íntimamente en él.
Esto, como ya se ha dicho, se debe a que Cristo el Redentor "revela plenamente al hombre su mismo ser". (...) el hombre reencuentra la grandeza, dignidad y valor de su propia humanidad. En el misterio de la Redención, el hombre es nuevamente "expresado" y, en cierta manera, es nuevamente creado. (...) El hombre que desea comprenderse a sí mismo a fondo --y no sólo de acuerdo a los inmediatos, parciales, a menudo superficiales, e incluso ilusorios estándares y medidas de su ser- debe con su inquietud, incertidumbre e incluso debilidad y pecaminosidad, con su vida y muerte, acercarse a Cristo. Debe, en cierto modo, entrar en él con todo su propio ser, debe "apropiarse" y asimilar la totalidad de la realidad de la Encarnación y la Redención para encontrarse a sí mismo (n° 10).
Esta unión de Cristo con el hombre es en sí misma un misterio. Del misterio ha nacido "el hombre nuevo", llamado a ser copartícipe de la vida de Dios, y nuevamente creado en Cristo por la plenitud de la gracia y la verdad. (...) El hombre es transformado interiormente por este poder como fuente de una nueva vida que no desaparece y no pasa sino que dura hasta la vida eterna. (...) Esta vida, que el Padre prometió y ofreció a cada hombre en Jesucristo (...) es en cierto modo la plenitud del "destino" que Dios ha preparado para él desde la eternidad. Este "destino divino" progresa, a pesar de todos los enigmas, los enigmas sin resolver, giros, vueltas del "destino humano" en el mundo temporal. En efecto, mientras tanto, mientras todo esto, a pesar de todas las riquezas de la vida temporal, necesaria e inevitablemente lleva a la frontera de la muerte y al fin de la destrucción del cuerpo humano, más allá de este fin vemos a Cristo. "Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí... nunca morirá" (n° 18).

2.- Totus Tuus, confianza en María Madre de Dios
La vida de Juan Pablo II se dedicó totalmente al servicio del Señor, por intercesión de su Madre. Su lema era Totus Tuus, ya fuera para el bien de la Iglesia o para el del hombre que es el camino para la Iglesia (Redemptor Hominis, n° 14). Esta es la "razón de ser" de los viajes apostólicos internacionales, los encuentros diarios con la gente, con los responsables de comunidades eclesiales, con cardenales y obispos, con los cabezas de otras Iglesias y comunidades cristianas, los líderes de otras religiones y con los laicos.
Esto es también verdad en los documentos escritos por el papa, las relaciones diplomáticas de la Sante Sede con los estados y organizaciones internacionales. La profunda convicción del valor del Vaticano II ­no sólo sobre la necesidad sino también sobre la posibilidad, para la Iglesia, de ofrecer el Evangelio de Cristo y construir sobre él la experiencia de la Iglesia como una inspiración vibrante y energética de la visión y mecanismos del mundo moderno- fue siempre convicción del papa.
En 1989, cayó el Muro de Berlín pero, a nivel internacional, se podía sentir la fuerza destructiva de los mecanismos comerciales y de los intereses privados económicos e ideológicos, incluso muchos de ellos anónimos, que traían injusticia y marginación a todos los pueblos ­incluso a ciertos grupos sociales en los países desarrollados--, y en especial se podía percibir que la vida humana había sido devaluada. En muchos viajes apostólicos internacionales a los varios continentes, el Papa proclamó el Evangelio de Cristo y la preocupación de la Iglesia. Escribió de modo más sistemático las encíclicas Laborem Exercens, Sollicitudo Rei Socialis, Centesimus Annus; y también Evangelium Vitae, Veritatis Splendor, Fides et Ratio; y las encíclicas que tenían que ver directamente con la vida y el apostolado de la Iglesia, como Dominum et Vivificantem, Redemptoris Missio, Ut Unum Sint, Ecclesia de Eucharistia.

3 ­ La guerra de Iraq y la "paz ofensiva"
A menudo, como en el caso de los esfuerzos realizados para evitar la guerra entre los Estados unidos e Iraq, existe una auténtica "paz ofensiva", no sólo para salvar la vida de las personas, también para frenar el crecimiento del odio y las dementes ideas sobre el enfrentamientos entre las civilizaciones, o sobre el nuevo fenómeno de terrorismo a gran escala. De ahí el discurso de Año Nuevo ante los cuerpos diplomáticos acreditados en la Santa Sede, también el inolvidable febrero de 2002 en el que el Papa mantuvo encuentros con diplomáticos de "primera categoría", J.Fischer (el 7 de febrero); Tarek Aziz (el 14 de febrero), Kofi Anan (18 de febrero), Tony Blair (22 de febrero, Jose Mª Aznar y el enviado de Seyyed Mohammed Khatami, presidente de la República Islámica de Irán (27 de febrero); y finalmente, debido a la insostenible situación humana, la deciisión de mandar al cardenal Echegaray en misión especial a Bagdad (15 de febrero) y al cardenal Pío Laghi a Washington (del 3 al 9 de marzo). El "febrero del Papa" concluyó con el encuentro del cardenal J.L. Tauran con los 74 embajadores y diplomáticos del mundo entero; el secretario por las Relaciones con los Estados, el "ministro de Asuntos Exteriores" del Papa, el cardenal Tauran hizo un llamamiento para evitar la guerra, y les recordó todo lo que el Papa había dicho en su "paz ofensiva".

4 ­ Año 2000 Jubileo: una realidad histórica para recordar la venida de Jesús de Nazaret
La entonces actual tarea de Juan Pablo II se centró en la pastoral y vida de la Iglesia: las visitas ad Limina de los obispos de todo el mundo, las audiencias de los miércoles y los encuentros de los domingos con los fieles, para el Ángelus, las visitas pastorales a las parroquias de Roma. Todo fue hecho y recordado para promover la proclamación de Cristo, para acercar a nuestros conocimientos Su Persona, y "las palabras que Cristo había dicho cuando estaba a punto de dejar a los Apóstoles nos habla del misterio de la vida del hombre, de uno y de todos, el misterio de la historia de la humanidad. Bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es una inmersión en el Dios viviente, 'en uno que es, que fue y que será'. El Bautismo es el principio del encuentro, de la unión, de la comunión, y de esta vida terrenal no es más que un prólogo y una introducción; cumplimiento y plenitud pertenecen a la eternidad. La imagen de este mundo se desvanece. Debemos encontrarnos a nosotros mismos, en el 'mundo de Dios', con el fin de llegar a la meta, ir hacia la plenitud de la vida y de la vocación del hombre" (Cracovia, 10 de junio de 1979).
"Esta es precisamente una de las cosas que Juan Pablo II quiso más: explicar claramente que nosotros miramos a Cristo que viene; por supuesto El que vino, pero aún más el que vendrá, y ésto, desde este punto de vista, mantiene nuestra fe, orientándonos hacia el futuro. En este camino, somos realmente capaces de presentar un mensaje de fe, en una nueva manera, desde la perspectiva de Cristo que viene. (Benedicto XVI, Luz del Mundo).
El Gran Jubileo de la Redención, en el año 2000, no fue para Juan Pablo II, un "pretexto" para la acción pastoral, sino que ante todo fue una realidad histórica que recuerda la venida de Jesús de Nazaret y todo lo que este acontecimiento histórico ha traído consigo, a saber, la Redención, el Testimonio del Amor de Dios en la Cruz y en la Resurrección, la vida de la Iglesia primitiva, el camino de salvación realizado por el Salvador por el que ha introducido a su Iglesia como un signo e instrumento de unidad interna con Dios, así como de la familia humana. El año Jubileo del Año 2000 nos trae de la Tierra Santa, tierra de Jesús, y de Roma, sitio del apostolados del Sucesor de Pedro, el vínculo de autenticidad del mensaje y de la unidad de la comunidad eclesial. El mensaje ha sido reformulado en las Cartas Tertio Millenio Adveniente y Novo Millennio Ineunte. Pero para el Papa lo que más importaba era el agradecimiento personal y de la Iglesia entera a nuestro Señor Jesús y el encuentro en la fe con el que Él nos ha amado hasta el final, que nos ha salvado y sigue siendo un signo tan necesario en un mundo que se está volviendo
cada vez más sordo, mientras trata de organizar su vida como si Dios no existiese, errando sin identidad y sin sentido.

5 ­ Atención a la Juventud y el significado de las JMJ
Juan Pablo II acostumbraba a analizar los resultados de sus Viajes Apostólicos al extranjero con sus colaboradores, para identificar lo que se había hecho bien, y prever cambios para los viajes sucesivos. Tras el viaje a Polonia en 1991, el papa se dio cuenta que, durante la Misa en Varsovia, en las zonas más alejadas, los jóvenes iban y venían, bebían cerveza o coca-cola, y volvían. "No era como en los viajes anteriores, dijo, ha habido un cambio en la mentalidad de la sociedad. No vale la pena fijarnos en los 'primeros puestos'. Los VIP están siempre sentados de la misma manera, pero los 'márgenes' son importantes y merecen nuestra atención". Es importante fijarnos en que el Papa no usaba la palabra "multitud": él siempre veía y prestaba atención a "la gente". Era muy atento al papel de los laicos en la vida y misión de la Iglesia. Es muy significativo que, cuando todavía era capellán de la Universidad de Cracovia, aprovechara un breve periodo de "deshielo político" en 1957 para organizar ­ en colaboración con el arzobispo de Wroclaw, Boleslaw Kominek - un simposio en la ciudad para más de 100 estudiantes universitarios de toda Polonia (¡por primera vez desde hacía décadas!) precisamente sobre el tema "El papel de los laicos en la Iglesia" (¡y esto fue años antes del Concilio Vaticano II!). Más tarde, durante las vacaciones de verano, organizaba ejercicios espirituales en la sede de las Hermanas Ursulinas de la Unión Romana de Bado Slaskie para un grupo un poco más pequeño de participantes del simposio de Wroclaw, precisamente para promover la "formación de los laicos".
Con la creación de las Jornadas Mundiales de la Juventud, el Papa dio su apoyo a diversas formas de actividad de los laicos en la vida y misión de la Iglesia, allanando así el camino a iniciativas muy significativas, algunos años más tarde, durante el pontificado de Benedicto XVI: la celebración, en septiembre de 2010 en Corea, de un importante Congreso de laicos católicos de Asia, las reuniones de los obispos africanos que cada vez alientan más a los laicos a ocupar cargos de responsabilidad en los sectores de la evangelización, la actividad social y en ámbito educativo de la Iglesia, la significativa presencia de laicos católicos en la Misión Continental de América Latina.
Al revisar su pontificado, Benedicto XVI hace una observación de los cambios generacionales a escala mundial, y llega a la misma conclusión que su predecesor, a saber, que "los tiempos han cambiado". Mientras tanto, una nueva generación ha llegado, con nuevos problemas. La generación de finales de los sesenta, con sus propias peculiaridades, vino y se fue. Incluso la siguiente generación, más pragmática, ha envejecido. Hoy en día, hay que preguntarse: "¿Cómo podemos hacer frente a un mundo que se pone en peligro, y en el que el progreso se convierte en un peligro? ¿No deberíamos empezar todo de nuevo desde Dios?"(Luz del Mundo). Así que Benedicto XVI hace un llamamiento "a que pueda surgir una nueva generación de católicos, personas renovadas interiormente, que se comprometan en la política sin ningún complejo de inferioridad" (una idea muchas veces repetida por el Papa, por ejemplo, en el Mensaje para la 46 ª Semana Social de los católicos italianos, 12 de octubre de 2010). Él sigue pidiendo una nueva generación de buenos intelectuales y científicos, atentos al hecho de que "un punto de vista científico que ignora la dimensión ética y religiosa de la vida se vuelve peligrosamente estrecho, justo como sucedería a una religión, si se negara a una legítima contribución de la ciencia a nuestra comprensión del mundo" (Londres, St. Mary's College, 17 de septiembre de 2010); el Papa pide una"nueva generación de laicos cristianos comprometidos, capaces de buscar, con rigor y competencia moral, soluciones de desarrollo sostenible" (7 de septiembre de 2008).

6 ­ La sencillez de la oración de Juan Pablo II
Cuando recordamos lo que Juan Pablo II llevó a cabo, los "grandes eventos" se mezclan
con el recuerdo de momentos sencillos de oración, que fueron una fuente de asombro
incluso para sus colaboradores. Voy a mencionar sólo dos, procedentes de dos diferentes períodos de su vida. En los años setenta, yo era capellán de los estudiantes de la Universidad Católica de Lublín. Al inicio del año académico, el entonces cardenal de Cracovia vino para participar en la Eucaristía en la iglesia de la universidad, en la inauguración oficial del gran salón, y en el almuerzo. Después de eso, el cardenal estaba listo para regresar a Cracovia. El rector de la Universidad, el padre Krapiec, lo acompañó hasta el coche, pero se detuvo a charlar con otro invitado, tanto que hicieron para llegar al coche. Pero he aquí que ¡el cardenal había "desaparecido"! Los diez segundos que esperaron les pareceron diez siglos. El rector, acostumbrado a tener todo bajo control, no sabía dónde podía haber ido el cardenal. Me preguntó: "¿Dónde está Wojtyla? ¡El cardenal ha desaparecido! ¿Dónde está?" Con una leve sonrisa burlona, me tomé un tiempo antes de responderle, sólo para tomarle el pelo un poco. Entonces le dije: "Probablemente ha ido a la iglesia". Allí fuimos, y efectivamente, encontramos al cardenal, arrodillado en oración delante del Vía Crucis.
El otro recuerdo fue en 1999, durante su séptimo viaje apostólico a Polonia. Duró 13 días, con 22 paradas en el programa, desde el Norte hacia el Sur del país. Un programa mucho más allá de las capacidades físicas del papa. Uno de esos días, tenía que celebrarse ­ según el programa ­ la bendición del Santuario de Lichen, la Eucaristía en Bydgoszcz, a continuación una reunión con la gente de la universidad, la liturgia del Sagrado Corazón, en relación con la beatificación del p. Frelichowski en otra ciudad, en Torun, y después volver a Lichen para la noche. ¡Un día de lo más ocupado! Así que, después de la cena, la comitiva papal se fue a la cama inmediatamente. Pero el Papa se encerró solo en la capilla por un largo, muy largo momento de oración. Quedabamos sólo tres de nosotros: monseñor Chrapek, encargado de la planificación de la visita para el episcopado, yo mismo, como "asistente", y el famoso Camillo Cibin, jefe de la seguridad del Vaticano.
Por fin, el Papa salió de la capilla para ir a su dormitorio. Cibin me dijo: "Padre Andrea, tráigame una silla. Pero una que sea dura, de madera, no un sofá, dos tazas de café, café fuerte, y una manzana". Todo ello para ayudarle a esperar toda la noche en la puerta de la habitación del Papa, que no se había cerrado del todo, para determinar si el Papa ­ no sólo cansado, sino también de edad avanzada ­ respiraba con normalidad o si tenía alguna necesidad de ayuda. La santidad personal del Papa era algo que estaba más allá y por encima de la estima de que gozaba entre sus colaboradores más cercanos, y esto era muy significativo.

7 ­ El testamento de Juan Pablo II
Juan Pablo II era consciente del hecho de que estamos viviendo momentos muy difíciles
de la historia, que el Sucesor de Pedro tenía el deber de confirmar en la fe, pero eraigualmente consciente de que el aspecto más importante fue el de confiar en Dios. El testamento que él escribió en 1979, y que modificaba todos los años,durante los ejercicios espirituales, nos da un poderoso testimonio de ello. Del 24 febrero al 1 de marzo, escribió: "24.II ­ 1.III.1980. Durante estos ejercicios espirituales he reflexionado sobre la verdad del Sacerdocio de Cristo ante el paso que supone, para cada uno de nosotros, la hora de nuestra muerte. Para nosotros, partir de este mundo - para renacer en el siguiente, el mundo futuro, signo elocuente (añadía la palabra decisivo sobre ella), es la Resurrección de Cristo (...) Los tiempos que vivimos se han convertido en indeciblemente difíciles y preocupantes. La vida de la Iglesia también ha vuelto difícil y tenso, una prueba característica de estos tiempos ­ para los fieles y los pastores. En algunos países (como uno sobre el que leí durante los ejercicios espirituales), la Iglesia se encuentra en un momento de la persecución igual al de los primeros siglos, tal vez más, teniendo en cuenta el grado de crueldad y de odio. Sanguis martyrum - semen christianorum. Por otra parte, tantas personas inocentes han desaparecido, incluso en este país en el que vivimos
...
Una vez más deseo confiarme totalmente a la gracia del Señor. Él decidirá cuándo y
cómo debo terminar mi vida terrena y mi ministerio pastoral. En la vida y en la muerte Totus Tuus, mediante la Inmaculada. Aceptando ya esta muerte, espero que Cristo me dé la gracia de este último pasaje, es decir, (mi) Pascua. Yo también espero que la haga útil para esta causa más importante a la que trato de servir: la salvación de los seres humanos, la protección de la familia humana, en todas las naciones y entre todos los pueblos (entre ellos me refiero, en particular, a mi propio país natal), útil para aquellos que, de una manera especial, se me han confiado, en la Iglesia, para gloria del propio Dios".
El 5 de marzo de 1982, añadió: "El atentado contra mi vida, el 13.V.1981, ha confirmado, en cierto modo, la exactitud de las palabras escritas durante los ejercicios espirituales de 1980 (24.II ­ 1.III). Siento aún más profundamente que estoy totalmente en las Manos de Dios ­ y permanezco continuamente a disposición de mi Señor, encomendándome a Él en Su Inmaculada Madre (Totus Tuus)".
Posteriormente, el 17 de marzo del Año Jubilar 2000, número 3: "Como cada año,
durante los ejercicios espirituales, leo mi testamento del 6.III.1979. Sigo manteniendo las disposiciones contenidas en él. Lo que se ha añadido, en ese momento y durante los siguientes ejercicios espirituales, constituye un reflejo de la situación general difícil y tensa que ha marcado los años ochenta. Desde el otoño de 1989, esta situación ha cambiado. La última década del siglo pasado estuvo libre de las tensiones anteriores; esto no significa que no hubiera nuevos problemas o dificultades. De manera especial, que la Divina Providencia sea alabada por ello, el periodo llamado "guerra fría" ha terminado sin un violento conflicto nuclear, una amenaza que pesaba sobre el mundo durante el período anterior" (palabras subrayadas por el propio Papa).

8 ­ Un aspecto esencial del nuevo Beato: "Dios es el fundamento de todos nuestros
esfuerzos"
Este es de nuevo un aspecto esencial, si se quiere entender más profundamente la personalidad del nuevo Beato para la Iglesia, Karol Wojtyla ­ Juan Pablo II. El fundamento de todos los esfuerzos de nuestra vida está en Dios. Estamos rodeados por el amor divino, por los resultados de la Redención y la Salvación. Pero hay que ayudar a que se arraigue profundamente en Dios mismo, debemos hacer todo lo posible para que se creen actitudes personalesy sociales arraigadas en la realidad de Dios. Esto requiere paciencia, tiempo y la capacidad de verlo todo a través de los ojos de Dios.
La última y breve peregrinación del papa Juan Pablo II a Polonia, más concretamente a su "patria chica", a Cracovia, Wadovice y al Camino de la Cruz (de Kalwaria
Zebrzydowska), mostró una determinación, pero también una agudeza espiritual "en el
proceso de maduración en el tiempo" para que toda la humanidad, especialmente la
comunidad eclesial y cristiana, pudiese comprender mejor algunos de los aspectos
fundamentales de la fe. Desde el comienzo de su pontificado, en 1978, Juan Pablo II
hablaba a menudo en sus homilías de la misericordia de Dios. Esta se convirtió en el tema de su segunda Encíclica Dives in Misericordia, en 1980. Era consciente de que la cultura moderna y su lenguaje no tienen un lugar para la misericordia, tratándola como algo extraño, sino que tratan de inscribirlo todo en las categorías de la justicia y la ley. Pero esto no es suficiente, porque no es en absoluto la realidad de Dios.

9 ­ Confiar al mundo a la Divina Misericordia
Más tarde, el Papa tomó algunas medidas para finalizar el proceso de beatificación de sor Faustina Kowalska, y la canonización (2000). Toda la comunidad eclesial fue llevada a sentir la cercanía de esa persona tan íntimamente vinculada con el mensaje de la Misericordia, lo que facilitó el desarrollo de este tema para Juan Pablo II, mostrando la realidad de la Divina Misericordia en los muchos contextos alrededor del mundo, en los diversos continentes de la humanidad hoy.
Por último, en agosto de 2002, en Lagiewniki, donde sor Faustina vivió y murió, Juan
Pablo II confió el mundo a la Divina Misericordia, a la confianza ilimitada en Dios, el Misericordioso, a Aquel que ha sido no solo una fuente de inspiración, sino también de la fuerza de su servicio como Sucesor de Pedro. "Es el Espíritu Santo, Consolador y Espíritu de verdad, quien nos conduce por los caminos de la Misericordia divina. Él, convenciendo al mundo "en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio" (Jn 16, 8), al mismo tiempo revela la plenitud de la salvación en Cristo. Este convencer en lo referente al pecado tiene lugar en una doble relación con la cruz de Cristo. Por una parte, el Espíritu Santo nos permite reconocer, mediante la cruz de Cristo, el pecado, todo pecado, en toda la dimensión del mal, que encierra y esconde en sí. Por otra, el Espíritu Santo nos permite ver, siempre mediante la cruz de Cristo, el pecado a la luz del "mysterium pietatis", es decir, del amor misericordioso e indulgente
de Dios (cf. Dominum et vivificantem, 32). Y así, el "convencer en lo referente al
pecado", se transforma al mismo tiempo en un convencer de que el pecado puede ser
perdonado y el hombre puede corresponder de nuevo a la dignidad de hijo predilecto de
Dios. En efecto, la cruz "es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre
(...). La cruz es como un toque del amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la
existencia terrena del hombre" (Dives in misericordia, 8). La piedra angular de este
santuario, tomada del monte Calvario, en cierto modo de la base de la cruz en la que
Jesucristo venció el pecado y la muerte, recordará siempre esta verdad. (...) ¡Cuánta
necesidad de la misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! En todos los continentes,
desde lo más profundo del sufrimiento humano parece elevarse la invocación de la
misericordia. Donde reinan el odio y la sed de venganza, donde la guerra causa el dolor y la muerte de los inocentes se necesita la gracia de la misericordia para calmar las mentes y los corazones, y hacer que brote la paz. Donde no se respeta la vida y la dignidad del hombre se necesita el amor misericordioso de Dios, a cuya luz se manifiesta el inexpresable valor de todo ser humano. Se necesita la misericordia para hacer que toda injusticia en el mundo termine en el resplandor de la verdad. Por eso hoy, en este santuario, quiero consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir "la chispa que preparará al mundo para su última venida" (Homilía en Lagiewniki, 17 de agosto de 2002).
Esto hizo los últimos meses en la vida del papa Juan Pablo II, marcados por el sufrimiento, llevando su Pontificado a su cumplimiento.
Congregatio de Causis Sanctorum.Vaticano 2011 [Traducción del original en inglés realizada por ZENIT]

martes, 22 de marzo de 2011

Horton

Pelicula de dibujos. Pastoralmente hay que verla porque habla de la importancia de la vida, aunque esta sea pequeña...
Como el 25 -todos los 25 de mes- es dia antiaborto, interesa tener ideas claras y, como decía aquel, orejas verdes. Por cierto, vendrán los de Ayuda a la Iglesia Necesitada a rezar con nosotros un Viacrucis por la Iglesia perseguida.

Un día, en el expreso Soria-Monterde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.

Ya joven no era, sino maduro parecía,
salvo la oreja, que verde seguía.
Le dije: Señor, usted tiene ya cierta edad;
dígame, esa oreja verde, ¿ le es de alguna utilidad?
Me contesto amablemente: Yo ya soy una persona vieja,
pues de joven sólo tengo esta oreja.

Es una oreja de niño que me sirve para oir
cosas que los adultos nunca se paran a sentir;
oigo también a los niños cuando cuentan cosas
que a una oreja madura parecerían misteriosas...
Así habló el Señor de la oreja verde
aquel día, en el expreso Soria-Monterde.

Gianni Rodari

lunes, 21 de marzo de 2011

el camino

Lo primero es que hoy empieza la primavera y lo celebramos dando gracias a Dios
con este canto que es una oración de acción de gracias porque es eterno su amor

Y en la cuaresma seguimos caminando... La película reflexiona sobre la amistad, los recuerdos, el paso del tiempo, el aprendizaje, la redención, la asunción de nuestra condición individual, la muerte y todo ello con el telón de fondo del Camino de Santiago. Dedicada a mi amigo Antonio tan devoto del Santo.

domingo, 20 de marzo de 2011

José y sus hermanos

Dedicado a mis angelitos de comunión