sábado, 26 de marzo de 2011

cuaresma bautismal

LA SAMARITANA

Al entrar en Samaria
llegó al pueblo de Sicar
y tedioso de huellar
tantos caminos polvosos,
en el cabezal de un pozo
se apoyó pa descansar.

Llegó en eso una mujer
a subir agua del pozo,
y el Señor, muy respetuoso,
le piidió agua pa tomar,
como pa ver de charlar
sobre un tema misterioso.

"¿Acaso usté no es Judío?
-le dijo aquela mujer-;
¿Y me pide de beber,
siendo yo Samaritana?";
porque era historia lejana
que no se pudieran ver.

"Si supiera quién le pide
el agua de esa vertiente
le afirmo ciertamente
mas bien usté pediríA,
y entonce El le daría
agua viva y permanente".

"Señor, si no tiene nada
pa sacer el agua arriba...!
¿De ánde saca el agua viva
si no hay mas que un solo pozo?
¿O es usté más poderoso
que jacó y su comitiva?"

"De nuevo estará sediento
quien tome de esta cisterna,
y quien tome mi agua interna
no tendrá se nuevamente,
pues de él saldrá una virtiente
que salte a la vida eterna".

"¿Déme de esa agua, Señor!
-le dijo ella medio en charla-;
si el agua suya es pa darla,
¿por qué nno me la da usté
pa que nunca tenga sé
ni trabajo pa sacerla?"

Y Jesús como respuesta
le formuló este pedido:
"Vaya y llame a su marido
y venga de nuevo al pozo".

"¡Cómo- dijo ella al descuido-,
si yo nunca tuve esposo!"
"Ansina es-dijo Jesús-,
que cinco hombresha tenido
y el que hoy tiene no es marido,
aunque la cosa es secreta".

Viendo entonces roto el nido
lo tuvo ella por profeta.
Sigió después la conversa
y, mientras Jesús decía:
"Yo soy el Cristo Mesías
de que hablan las tradiciones",
los Apóstoles venían
de agenciar las provisiones.
Pero naides dijo nada
de tan raro proceder
y, dejando la mujer
la vasija sobre el pozo
se jué a contar sin rebozo
cuanto acababa de ver.

Dos días pasó en el pueblo,
que lo rodió co mo un mar,
naides quería averiguar
ni de la mujer tampoco,
porque lo dicho era poco
después de sentirlo hablar.



EL CIEGO DE NACIMIENTO

Mientras salían del templo,
al ver un ciego mendigo,
preguntaron sus amigos
la cuestión del hombre aquel:
"¿Pecaron sus padres o él
pa nacer con tal castigo?"

"Esto es pa gloria de Dios
y no a causa de algún mal;
porque en este mundo atual
-siguió diciendo Jesús-,
yo soy la verdadera luz
pa la noche del mortal".

Jesús salivó en el suelo
haciendo como un barrito;
pelliscó luego un poquito
y, untando al ciego los ojos,
le ordenó darse un remojo
en el jagüel del distrito.

Se lavó entonces el ciego
y al punto notó que vía;
muchos que lo conocían ciego
y mendigo hasta poco,
casi lo volvieron loco
a preguntas ese día.

Como jué curado en fiesta,
la Sinagoga y Gobierno,
con otros del mismo terno,
lo cansaron de tal modo
que al fin los mandó al infierno
con sinagogas y todo.

Ansina anduvo aquel ciego,
dale que dale a la noria,
contando la mesma historia
de aquel milagro patente,
que no admitía esa gente
de malicia tan notoria.

"¿Cómo puede pirlo Dios,
si ni las fiestas respeta?
Pero usté, en forma concreta,
¿qué piensa del hombre aquel?"
"Yo -les dijo entonces él-
tengo pa mi que es profeta".

Como no queráin creer
que juera ciego endenantes,
buscaron el confirmante
de preguntarle a sus tatas,
pa que salieran garantes
de esa duda tan ingrata.

"Sabemos que es hijo nuestro
y que era ciego también;
pero no sabemos quién
le dio la vista en verdá;
preguntelén a él más bien,
porque ya tiene su edá".

Eso dijeron sus padres de miedo,
porque sabían que esa caterva judía
pensaba atarle la soga
y echar de la Sinagoga
al que lo hiciera Mesías.

"Largue el rollo -le dijeron,
citando al ciego otra vez-,
y honre a Dios con sencillez,
porque ese hombre es pecador,
jurando delante el juez
que todo ha sido un error".

Pero el ciego retrucó:
"Si es pecador yo no sé,
pero aura mi vista ve";
y entonces, viendo el fracaso,
le insistieron por si acaso:
"¿Y cómo dice que jué?"

"Pa qué tanto preguntar?
-les dijo él sin aturullo-;
¿pa que armar este barullo
y hacer repetir adrede?,
¿o quieren también ustedes
hacerse aparceros suyos?"

¡Pa qué!¡Mejor que no hablara!
levantó tal polvadera
que, bramando como fieras,
le gritaron a la vez
que ellos eran de Moisés
y no de un hombre cualquiera.

"Sabido es que Dios escucha
al güeno y no al pecador;
que ande se ve que el señor
que me destapó las vistas
es Dios, aunque se resistan
en ver ustedes su error".

Tanta rabia iban juntando
los maistros de fantasía,
al ver que los estruía
aquel hombre con despeje,
que lo echaron como hereje
por tamaña picardía.

Cuando oyó Jesús que echaban
campo ajuera al ciego nato,
y también oyó el relato
con que defendió su nombre,
"¿Tiene fe al Hijo del Hombre?",
le preguntó de inmediato.

"¿Quién es, Señor, pa que crea?"
preguntó él con hincapié.
"Yo soy, que habla con usté",
terció Jesús con sosiego.
"¡Creo, Señor!" dijo el ciego,
y se arrodilló con fe.

"Yo he venido para esta tierra
pa que el ciego pueda ver,
y aquel que crea tener
Güena vista quede ciego";
esto dijo, a i entender,
con malicia, dende luego.

Cosquillaron los judíos
al escuchar tal sentencia
y blanquiados de inocencia
preguntaron con desden:
"¿Ansi que según su cencia
estamos ciegos también?"

"¡Cómo ciegos! -Jesús dijo-,
ustedes no quiern ver,
que es más triste que tener
los propios ojos cegados;
y es el pior de los pecados
que viendo no quieran creer".

Dios sólo cura al humilde
y no al duro como un perno;
porque pa el Medico Eterno
el pecado es una herida;
pero el orgullo en la vida,
un veneno del infierno.

Dios resiste a los falsarios
y ama el cazón sincero;
por eso a los altaneros
con callos en el amor,
no se les ablanda el cuero
ni pa creer en el Señor.

La puerta del corazón
sólo de adentro es abierta,
y por eso es cosa cierta
que naides dentra de ajuera,
mientras el hombre no quiera
abrir por dentro la puerta.

Malo es el pecado, hermanos,
y de los males mayores;
pero el mal entre los piores,
que endurece el corazón,
es negar con presunción
de que somos pecadores.

Naides lo rechace a Dios
en su vida y su concencia
sino rebelión que asombra,
ni uno es libre de su sombra
por más que huya su presencia.

En el jagüel del Bautismo
lava el hombre la ceguera;
allí se le abren las fronteras
y, en un ministro de luces,
el hombre y Dios se reducen
a vivir de igual manera.




LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

Estaba su amigo Lázaro
enfermo, según decían,
pues la Marta y la María,
como hermanas del paciente,
le enviaron parte urgente
con una mensajería.

Aunque oyó Jesús el parte,
les respondió que no iría,
porque ese mal no tenía
ningún peligro de muerte,
y allí se quedó, de suerte
que se demoró dos días".

Pasados los cuales dijo:
"Vamos de nuevo a Judea";
y como quiera que sea,
por miedo o por cobardía,
sus amigos no querían,
pa evitarse más peleas.

Porque los malos judíos
le querían apedriar;
y era un peligro atizar
el fuego de aquellos odios,
y con un triste episodio
todo juera a terminar.

Jesús entonces les dijo
un dato más halagüeño:
les notició con empeño
que su aparcero dormía,
y que jueraáura nomás iría
a despertarlo del sueño.

"S Lázaro está durmiendo
es señal que sanará",
dijeron con ansiedá
pa cuerpiar su cobardía;
aunque el Señor aludía
a su muerte, en realidá.

Pero al fin jesús les dijo:
"En verdá Lázaro ha muerto;
y me alegro que sea cierto
pa que ustedes puedan creer";
aunque pa ellos era incierto
lo que Jesús iba hacer.

En medio de aquellas dudas
se abrió Tomás del tropel,
hizo coraje sin yel
y habló en nombre de los otros:
"Pues vamos también nosotros
a morir junto con El".

Llegó Jesús a Betania,
cuando llevaba el finado
cuatro días de enterrado,
en medio de gran afluencia
de gente, que había estado
pa esperar sus condolencias.

Marta le salió al encuentro
quedando en casa María:
"Señor! -triste le decía-,
si hubiera estado presente,
dejuro que ciertamente
mi hermano no se moría".

"Pero cuanto pida a Dios,
Dios mesmo se lo dará".
Viendo Jesús la ansiedá
que aquella mujer le expresa,
"Tu hermano revivirá",
le respondió con firmeza.

"Ya sé, Señor, dijo Marta,
resucitará al final".
Con todo, Jesús igual
le insiste con emoción
"Yo soy la resurrección
y la vida del mortal".

"Y toodo aquel que me crea
aunque muera vivirá;
ni pa siempre morirá
el que viva y crea en mi;
¿Marta, cré usté de verdá
lo que Yo le digo aquí?"

"¡Señor!-le respondió ella-,
yo creo que es el Mesías,
el Hijo de Dios que un día
debía llegar al mundo,
pa salvar al moribundo
de su terrible agonía".

Vino después la María,
pues Jesús la hizo llamar;
y esa mujer,al llegar
ande se hallaba el Señor,
no agunató más su dolor
y se puso a sollozar.

Viéndola Jesús llegar
y con ella los judios,
le corrió un escalofrío
que lo sacudió hondamente;
y hablando con el gentío,
preguntó por el yacente.

Entonces lloró jesús
y los judíos que estaban

decían: "¡cómo lo amaba!",
agregando medio juerte:
"¿Por qué no evitó su muerte
si a tantos otros curaba?"

Se arrimó a la sepoltura
que era una cueva piegrosa,
una piegra como losa
le srvía pa cerrar,
que dejaba abrir la fosa
con sólo hacerla rodar.

A pesar que se llenó
otra vez de la tristura,
mandó abrir la sepoltura
ande se hallaba su amigo
mientras tanto los testigos
lloraban como criaturas.

"¡Ya jiede, Señor!", pues lleva
enterrado cuatro días",
dijo Marta que entuavía
sentía su desventura,
sin tener ni conjetura
de lo que Jesús haría.


"¿No le he dicho que si cré
verá la gloria de Dios?"
le respondió a media voz,
tratando de recordar
cuanto acababan de hablar
hacía un rato los dos.

Removieron, pues, la piegra
y Jesús meditabundo
alzó sus ojos projundos
dando gracias a su Padre,
porque ese terrible encuadre
sería pa bien del mundo.

Le dio gracias a su Padre
porque siempre lo atendía;
pero áura le agradecía
de que le hubiera escuchado,
ansí todos le creerían
qie El mesmo lo había enviado.

Y ahi nomás le pegó el grito:
"¿Lázaro salga pa juera!",
ye entonces, de una manera
que a todos casi los pasma,
el muerto, como un fantasma,
salió de la madriguera.

Y como estaba tan liado
de estorbos y ceñidores,
Jesús mandó a los señores
que allí presentes estaban
le quitaran esas trabas
de trapos y pormenores.

Como dueño de la vida
el Señor hizo el prodigio
entre el pueblo partidario,
pero remachó el litigio
con sus duros adversarios.

El hombre estaba en la tumba
del pecado en que nació;
pero entonces se apiadó
de nosotros el Señor,
y con un grito de amor
de esa tumba nos sacó.

Y ansina juépor qué Dios,
Ser Divino, se hizo hermano
del hombre mortal perdido,
y a este tronco carcomido
con su poder lo hizo sano.

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