lunes, 3 de mayo de 2010

año Sacerdotal


Un Sacerdote debe ser...
muy grande
y a la vez muy pequeño,
de espíritu noble como si llevara sangre real
y sencillo como el labriego,
héroe por haber triunfado de sí mismo
y el hombre que llegó a luchar contra Dios...

fuente inagotable de santidad
y pecador a quien Dios perdonó,
señor de sus propios deseos
y servidor de los débiles y vacilantes,
uno que jamás se doblegó ante los poderosos
y se inclina, no obstante, ante los más pequeños...


dócil discípulo de su Maestro
y caudillo de valerosos combatientes,
pordiosero de manos suplicantes
y mensajero que distribuye oro a manos llenas,
animoso soldado en el campo de batalla
y mano tierna a la cabecera del enfermo...

anciano por la prudencia de sus consejos
y niño por su confianza en los demás,
alguien que aspira siempre a lo más alto
y amante de lo más humilde,
hecho para la alegría
y acostumbrado al sufrimiento...

ajeno a toda envidia,
transparente en sus pensamientos,
sincero en sus palabras,
amigo de la paz,
enemigo de la pereza,
seguro de sí mismo...

(De un manuscrito medieval)




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