domingo, 17 de junio de 2018

"Autobiografía del hijito que no nació" de Hugo Wast Capítulo X


La voz del doctor negro.
¿Podrán mis padres criar otro hijito?

- Mañana te podré dar una buena noticia- me dijo Absalón, pero han pasado muchos días y no ha hablado.
Las lecciones que me dio me cansaron de tal modo que no he podido despertarme en no sé cuánto tiempo.
Me siento algo viejo. Cuando se lo he dicho a Absalón ha sonreído y me ha contestado así:
- Te sientes viejo y sin embargo tu mamá todavía ignora que existes. Algo sospecha y eso la tiene en mortal angustia, porque sin saber que existes te quiere inmensamente.
Le he respondido que él siempre me dice cosas incomprensibles para mí.
- Pronto sabrás por qué no te hablo con más claridad. Pronto tú mismo lo comprenderás sin que yo agregue nada. ¿Ves cómo no eres tan viejo? Reza, pues, por tu madre que está llena de miedo a causa de ti.
Y se ha volado otra vez sin explicarme lo que me anunció, que pronto el corazón de mi madre estaría resplandeciente.
Ha pasado un día más. Han pasado dos y tres y hasta seis días más en que he dormido muy mal, por haber escuchado. ¡Ya tengo mis pequeños oídos que no pierden ningún rumor de afuera! Y he oído varias veces la voz del hombre negro que hablaba con mi padre, delante de mi pobrecita mamá que temblaba entera.
Yo sólo entiendo todavía la lengua de los ángeles, pero el mío, que estaba conmigo una de las veces que habló el hombre negro con su odiosa voz, que también a mí me hace estremecer, ha escuchado sus palabras y me las ha explicado. Se reducen a esto, que el hombre negro repite como una lección ante sus alumnos: Los padres no tienen derecho de traer al mundo hijos a quienes no pueden sostener.
- ¿Qué significa eso?- le he preguntado.
- Algún día lo sabrás, sin que yo te lo explique.
No me satisface la respuesta y vuelvo a la carga. Soy un poco testarudo. Pienso que Dios se ha esmerado al crear mi alma y la ha hecho así.
- ¿Significa que si yo naciera mis padres no podrían sostenerme?
- De eso han hablado- me responde indirectamente.
Yo insisto:
- ¿Son muy pobres mi papá y mi mamá que sólo pueden sostener a sus dos primeros hijitos, que son hermanitos míos?
- Hay muchos hombres negros además de este, cuya voz has oído. Todos razonan de igual modo: los padres no tienen derecho de traer al mundo hijitos que no podrán sostener.
- ¿Se necesita mucho dinero para sostener un nuevo hijito?
- ¡Qué curioso eres!
- ¡Contéstame, pues eres mi ángel!
- No se necesita mucho, cuando los padres tienen confianza en Dios y saben sacrificar sus antojos.
- ¿Qué quiere decir antojos?
- Necesidades frívolas, vicios, caprichos de vanidad.
- ¿Mis padres son muy pobres?
- No, no son pobres. Si lo fueran no tendrían tanto miedo de tener nuevos hijitos. Las gentes verdaderamente pobres casi nunca piensan en los sacrificios que les impondrá un nuevo hijito. Lo encomiendan a Dios y le ruegan que los ayuda a mantenerlo.
Y se voló para que yo no siguiera preguntándole. Pero me dejó en un mar de perplejidades. ¿Por qué mamá no sabe que soy ya un hijito de ella, cuando yo, más pequeño que ella, sé que es mi mamá? ¿Por qué tiembla de miedo cuando oye en nuestra casa la voz del hombre negro? ¿No podría echarlo y decirle que no venga más?
He dicho nuestra casa, considerándome ya con derecho a ella, como mis dos hermanitos, bajo la protección de mi mamá que sé que me quiere, aun antes de que ella sepa que existo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario