lunes, 8 de noviembre de 2010

persecucion religiosa

Un científico está preocupado por arreglar el mundo, decidido a buscar la solución. Su hijo de 7 años entra en el laboratorio para ayudar a su papá. El hombre, nervioso por la interrupción, coge una revista que tiene una portada con el mapa del mundo; la arranca, la hace pedazos y se la da al crío para que se entretenga armando el rompecabezas; así continúa sus experimentos. Pero a los pocos minutos... “Papá, ya arreglé el mundo” Asombrado, piensa que hallará el torpe trabajo de un niño. Sin embargo, el mapa está completo. Todos los pedazos han sido colocados perfectamente. ¿Cómo lo hizo? E intrigado, pregunta: “ Si no sabes cómo es el mundo, ¿cómo lograste armarlo?” respuesta: “Papá, cuando arrancaste el mapa, vi que por el otro lado había la figura de un hombre. Así que le dí la vuelta a los pedazos y comencé a componer al hombre. Luego, le dí la vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo.” Siempre fue ese el mejor camino...


Todos sabemos las lamentables noticias de estos días sobre lo que está pasando en Irak: el gravísimo atentado en la catedral siro-católica de Bagdad. Sabemos que el Santo Padre, además de asegurar su oración por las víctimas y su cercanía “a la comunidad cristiana, que ha vuelto a ser golpeada”, y que “ante los crueles episodios que siguen destrozando a las poblaciones de Oriente Medio, quisiera renovar mi apremiante llamamiento a la paz: es don de Dios, pero es también el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales”... Pues bien, el obispo de San Marino-Montefeltro, al final de una Misa se dirigió a los fieles y denunció el objetivo que se persigue con ésta y otras acciones es destruir el cristianismo en Tierra Santa, en Oriente Medio y, luego, en todos los países de antigua tradición cristiana. Ofrecemos la traducción del mensaje de Mons. Negri:

Sin vacilación ni incertidumbre alguna -haciendo uso de la autoridad que me viene como Obispo de la Iglesia particular pero que vive el sentimiento profundo de la Iglesia universal- quiero inscribir en la multitud de los santos a estos 37 hermanos nuestros -entre ellos dos sacerdotes- que han sido violentamente asesinados dentro de una iglesia católica en Irak por un acto de terrorismo, cuyo balance provisorio, sin embargo -según una primera estimación- asciende a 50 el número total de las víctimas y a más de 80 el de los heridos... Se ve claro cada día que pasa -a pesar de irenismos y moderaciones- que el terrorismo internacional tiene un objetivo explícito: la conquista islámica del mundo y que -dentro de este objetivo que ciertamente es a muy largo plazo- un objetivo más inmediato es el de la destrucción del cristianismo en Tierra Santa, en Oriente Medio y -luego, más o menos- en todos los países incluídos los de antigua tradición cristiana.

Son mártires -lo pensamos así- que han ofrecido su vida casi sin quererlo,buscarselo o saberslo; sin decidirlo. Son una suerte de nuevos santos inocentes que estaban allí, en la iglesia para orar y que no volvieron a su casa. Espero que la Santa Iglesia Católica no tenga tergiversaciones o incertidumbres sino el coraje de señalarlo como un evento absolutamente extraordinario de martirio recibido de parte de aquellos que -lo repito- tienen, en lo hondo de su corazón, la intención de eliminar la vida cristiana, la presencia de Cristo en la Iglesia y en el mundo...
Y no porque haya sucedido en Irak podemos estar tranquilos (y dice más adelante)No penséis que no puede suceder también aquí... En el curso -tal vez de una generación o incluso meno- puede suceder que los cristianos de Montefeltro que van a la iglesia para orar no vuelven más a su casa. Y digo esto no para alimentar alarmismos sino para que tomemos conciencia del grado al que ha llegado este enfrentamiento epocal entre Cristo -entre el cristianismo- y aquellos que quieren destruirlo. Tengamos conciencia y pidamos al Señor nos de fuerzas /... don Abbondio dijo a su Cardenal “la valentía uno no se la puede dar”, y el Cardenal le respondió “uno no se la puede dar pero la puede pedir”/ Comencemos a pedir al Señor Dios, por intercesión de la Virgen de las Gracias, el don de una valentía que nos haga ser testigos límpidos de la fe en Cristo frente a este mundo que en todas partes está lejos de El; que incluso cuando parece cercano, sustancialmente está lejos del Señor. Que nos conceda esta fuerza y que nos reduzca -si es posible las fatigas- pero, sobre todo, que nos haga arraigar en su presencia llena de alegría y de sacrificio.
Pennabilli, 1 de noviembre de 2010 + Luigi Negri, Obispo de San Marino-Montefeltro

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