martes, 23 de noviembre de 2010

Asia Bibi

En Pakistán, el 8 de noviembre, una mujer fue condenada a la horca por blasfema. Ahora la sentencia tiene que ser ratificada por el Tribunal Superior de Lahore.
“Estaba tan convencida de que en el juicio la iban a declarar inocente que la inesperada sentencia de muerte ha sido un gran shock para Asia”, comenta preocupado Shahzad Kamran (Bobbi), abogado y amigo de Asia Bibi.
“No soy una criminal, no hice nada malo. He sido juzgada por ser cristiana. Creo en Dios y en su enorme amor. Si el juez me ha condenado a muerte por amar a Dios, estaré orgullosa de sacrificar mi vida por él”
Tres meses antes, en la Prisión Central de Sheikhupura, donde permanecía recluida a la espera de juicio, Bibi confesó a su abogado que el juez Muhamed Naveed Iqbal (quien dictó la sentencia) “entró en su celda y le ofreció convertirse al islam para salir libre. Asia le respondió al juez que prefería morir como cristiana que salir de la prisión siendo musulmana”.

Sentenciada a la pena capital fue enviada a una celda de aislamiento en el corredor de la muerte, donde aún no ha recibido ninguna visita, ni siquiera de su esposo o su abogado. En las anteriores visitas de su abogado, en la prisión de Sheijkupura, Bibi siempre mostraba entereza. “Estoy bien, no te preocupes; incluso los carceleros me preguntan si quiero alguna comida en especial... Lo único que te pido es que reces a Dios por mí para que pueda salir pronto de la prisión. Echo mucho de menos a mis hijos, especialmente a mis dos niñas. Sólo pienso en abrazarlas y besarlas todo el tiempo desde que estoy en la cárcel. Quiero estar con mis hijas, eso es lo único que le pido a Dios”.
Hace iunbos días, alguien dijo a su hija Isha, de 13 años, que su madre iba a ser asesinada en la cárcel: “Vendrá alguien y le cortará la garganta a tu madre y se morirá”.
Su abogado dice que “Ella aprecia el trato que recibe del personal de la prisión”, mas en su opinión no cree que respondiera con “sinceridad”, ya que había tres guardias presentes en la sala de visitas.

Se le pidió a un célebre artista pintar un cuadro que representara la verdadera paz. Aquel tomó su pincel y plasmó en el lienzo un mar agitado por una estruendosa tormenta. Las olas se levantaban en forma gigantesca y arrolladora... Pero entre las furiosas olas una roca se alzaba inmensa e inconmovible y en una de sus grietas se veía un pequeño nido donde estaba, con serenidad y calma, una inocente avecilla dando calor y protección a sus polluelos... El contraste entre la tranquilidad del nido y el embravecido mar erae locuente y describía a la perfección la paz que disfrutan los que confían en el Señor.
No es que no haya peligros, sino que -en medio de la adversidad- tenemos a Cristo, la roca invencible de nuestra salvación.

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