viernes, 23 de marzo de 2012

RESPETO A LAS PALABRAS

el pasado martes trece fue el aniversario de la muerte del P.Castellani, el profeta de Argentina. En su octavario le recordamos con uno de sus escritos...

El hombre es el animal más social que existe, dice el Filósofo, a causa de la palabra. Siendo pues la palabra causa de la sociabilidad e instrumento de la convivencia, hay que respetarla. El que no la respeta se llama (gradualmente) inculto, insincero, falso, mentiroso, embaucador, felón y perjuro, nada menos. El primer malentendido internacional que existió en la historia, ocurrió, según cuentan, en la Torre de Babel, a causa del falseo de las palabras; porque empezaron los constructores del primer rascacielo a llamar ladrillo a la cal, cal a la cuchara, cuchara al andamio, andamio al cimiento y cimiento al ladrillo, con lo cual se pelearon, y en vez de hacer entre todos la torre que rascase el cielo, empezaron a construir muros y fosos para separarse unos de otros. Muchas otras veces después de eso (y ahora entre ellas), el mundo se ha encontrado en una babel universal a causa de ese persistente prurito que tienen los mortales de rascar el cielo, de lo cual viene la confusión de las palabras; y de ahí, muchos otros males.

Dice el filósofo Kiang-Chu-Tsé que: tres clases de cristianos puso Dios en el mundo para mangonear la palabra: el filósofo, el gramático y el diplomático. El filósofo cuida que a las palabras correspondan cosas. El gramático que a las mismas palabras correspondan las mismas cosas. El diplomático que a las mismas palabras y a las mismas cosas las entienda el prójimo al revés; y se embrome. Así, por ejemplo, tomemos la palabra perro.
Al filósofo le toca definir el perro. Al gramático, cuidar que no le llamen perro a un gato. Al diplomático, decir solemnemente: “Aquí tengo un perro”, para que el otro crea que tiene un gato, cuando a decir verdad lo que tiene realmente no es ni perro ni gato. Es un cordel para ver si puede atar el perro y de ese modo llevarse el gato.

Bueno, en Cuaresma y en todo tiempo interesa llamar a las cosas por su nombre y no enredarnos con síntomas y enfermedades. porque hasta que no este dulucidada la realidad estaremos sufriéndola si es mala. Por otra parte, la verdad nos hará no sólo libres sino que nos llevará a la verdad completa que es Dios... sin necesidad de "rascar" como los de Babel...

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