miércoles, 30 de noviembre de 2016

Equipos ENS: PERMISO, PERDÓN, GRACIAS...

El Papa Francisco nos sugiere tres palabras que pueden educarnos en este sentido: ¡Permiso! Expresa el respeto, con sus muchas componentes: delicadeza, discreción, paciencia, acogida, que dicen la capacidad de reconocer a la otra persona como una preciosa realidad. Es la familia el lugar ideal para entrenar nuestra capacidad de respeto sobre todo en los encuentros con los indefensos (niños, ancianos, enfermos). Como dice el Papa Francisco, “Los lazos de fraternidad que se forman en familia entre los hijos, si se da en un clima de educación a la apertura a los otros, es una gran escuela de libertad y de paz. En familia, entre hermanos se aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad. ¡Tal vez no siempre somos conscientes, pero es justamente la familia la que introduce la fraternidad en el mundo! A partir de esta primera experiencia de fraternidad, alimentada por los afectos y la educación familiar, el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre la sociedad entera y sobre las relaciones entre los pueblos”. ¡Perdón! Expresa la petición de perdón: darse cuenta de haberse equivocado, haber ofendido, haber traicionado la confianza del otro, haber olvidado sus derechos. Es este el fundamento para vivir con misericordia y comprensión también las relaciones humanas. Pero en familia se va más allá del perdón, el clima de amor pide y sostiene de hecho la reconciliación que renueva las relaciones, haciéndose fuente de nueva vida. ¡Gracias! Esto pide el darse cuenta de que uno no es el centro del mundo, de dar espacio al otro, de reconocer cuánto hicieron los otros, que han vivido antes que nosotros. A este propósito el Papa Francisco nos dice: “Debemos llegar a ser intransigentes en el empeño de educar a la gratitud, al reconocimiento: la dignidad de la persona y la justicia social pasan ambas por esto. Si la vida familiar pasa por alto este estilo, también la vida social lo perderá. La gratitud, además, para un creyente está en el mismo corazón de la fe: un cristiano que no sabe dar gracias es uno que ha olvidado el lenguaje mismo de Dios”. ¡Por otro lado “las relaciones entre los miembros de la comunidad familiar están inspiradas y guiadas por la gratuidad… que se hace encuentro y diálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso, solidaridad profunda! (FC43). El pueblo cristiano tiene necesidad del cotidiano camino en la fe, en el amor y en la esperanza de los esposos y de las familias, con todas las alegrías y las penas que este camino comporta. “Para responder plenamente a la vocación de esposos, para orientar la fecundidad es indispensable crecer en la conciencia de que toda pareja es parte de una historia humana más grande. La historia que concierne a todos los hombres de todas las regiones de la tierra, su propia historia pasada, como la presente y la futura. Con el estilo evangélico los esposos cristianos hacen la historia y su historia con la humanidad” (Equipos de Nuestra Señora, El amor y el Matrimonio, 1997). Para realizar esta misión social, es necesario salir y “simplemente vivir, simplemente amarse, pero con una fuerza tal, con una tal transparencia, que el ambiente inconscientemente sea tocado y se diga: “¡pero mira!”, en nuestro mundo, en el que, hasta entre los jóvenes, se pierde la fe en el amor, este testimonio dado del amor conyugal por parejas cristianas es de un grandísimo valor” (H.Caffarel)

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