viernes, 4 de junio de 2010

TODOS AL CORPUS (5)



Sin dejar la derecha de su Padre y para consumar su obra divina,
el sumo Verbo, que ha venido al mundo, llega al fin a la tarde de su vida.
Antes de ser (por uno de los suyos) dado a quienes la muerte le darían,
en el vital banquete del cenáculo se dio a los suyos como vianda viva.
Se dio a los suyos, bajo dos especies, en su carne y su sangre sacratísimas,
a fin de alimentar en cuerpo y alma a cuantos hombres este mundo habitan.

Se dio naciendo como compañero; comiendo se entregó como comida;
muriendo se empeñó como rescate; reinando, como premio se nos brinda.
Hostia de salvación, que abres las puertas celestes de la gloria prometida:
fortalece y socorre a nuestras almas asediadas por fuerzas enemigas.
Glorificada eternamente sea la perpetua Deidad, que es una y trina,
y que ella finalmente nos conceda en la patria sin fin vida infinita.

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