domingo, 20 de junio de 2010

Laura Antonelli

Recuerdo muy bien a Laura Antonelli. Era bellísima, famosa y rica.
En los años 70 se convirtió en lo que ahora llamarían un “mito erótico”.
Ella contribuyó a conseguirlo exhibiendo su cuerpo sin el menor pudor
en todas las pantallas del mundo.
Con la madurez, llegó el declive de su carrera. Además, una operación
de cirugía estética de terribles consecuencias y una condena por posesión de cocaína
acabaron definitivamente con su imagen pública. Sin trabajo y sin ingresos,
terminó en la indigencia. Según parece, tras diez años de miseria absoluta, el actor Lino Banfi
la visitó en su casa y se le «encogió el corazón» al ver a una anciana sola y desfigurada,
que sobrevivía con poco más de 500 euros y se alimenta gracias a la parroquia y algunas almas caritativas.
Banffi denunció la precaria situación de la actriz en las páginas de Il Corriere della Sera,
y solicitó que se aplicara una disposición legal de 1985 que prevé conceder una pensión vitalicia
a figuras de la cultura o el deporte para que no se vean desposeídos de todo.
El Gobierno de Berlusconi, en efecto, respondió positivamente al requerimiento y le otorgó
una ayuda cuya cuantía no se ha hecho pública.

Hoy leo en un diario digital el final de la historia: Antonelli, agradecida, rechaza la limosna estatal.
Prefiere vivir retirada de todo en la pobreza. Confiesa no encender la televisión desde hace veinte años:
—Sólo escucho Radio María y rezo —ha declarado—. La vida terrenal ya no me interesa.
Hace años que estoy muerta y me gustaría ser olvidada.

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