domingo, 13 de junio de 2010

protestamos (2)


La noticia es vieja pero no por eso hay que dejarla escapar... Hay que hacer seguimiento estrecho del tema de la laicidad y aconfesionalidad del Estado...

El letrado José Luis Mazón junto a una colega de profesión, Encarnación Martínez Segado, y la Asociación Preeminencia del Derecho,
de la que ambos son presidente y vicepresidenta, han presentado un recurso ante la Sala de lo Contencioso-Administrativo
del Tribunal Superior de Justicia de Madrid,por el que solicitan la «retirada de símbolo religioso de espacio público
(el denominado 'Cristo de Monteagudo')».
NOTA: El primer Cristo de Monteagudo fue erigido, en honor al Sagrado Corazón de Jesús, durante el reinado de Alfonso XIII.
El proyecto, impulsado en 1921 por una comisión de próceres locales, fue financiado por suscripción popular
entre el alborozo de los murcianos, que organizaron diversos actos religiosos, recordando la consagración de España
al Sagrado Corazón de Jesús. La inauguración del monumento se celebró el 31 de octubre de 1926.
Aquel Cristo de Monteagudo -como el del Cerro de los Ángeles- sería destruido diez años más tarde, en plena vorágine cristofóbica
desatada por la Guerra Civil. Algunos años más tarde, en 1951 exactamente, otro monumento fue levantado
sobre las ruinas del antiguo; y ahora, como ocurriera en 1936, otra nueva vorágine cristofóbica trata de derribarlo,
aduciendo que se trata de una «reliquia del totalitarismo católico impuesto por el régimen de Franco,
que sobrevive sobre el castillo musulmán de Monteagudo, cuya belleza destroza». El odium fidei se disfraza
con ropajes diversos, aclimatándose a la época en que trata de imponerse; en esta fase «democrática» de la historia,
el odium fidei, que en épocas perfumadas por el aroma de la sangre no necesitaba para imponerse sino la expansión
de los más sórdidos instintos criminales, se emperifolla con la coartada legalista, amparándose además en la ignorancia histórica
que corrompe a un pueblo reducido a la esclavitud. El Cristo no es ninguna «reliquia del totalitarismo católico
impuesto por Franco», sino expresión de una fe popular que fue perseguida y abatida por el plomo durante la Guerra Civil;
y este episodio cristofóbico que trata de volver a destruirlo, como ocurriera en 1936, no es sino otra expresión
-más meliflua, si se quiere- del mismo odio de antaño.

La petición, se basa en la llamada 'jurisprudencia Lautsi' del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH),
con sede en Estrasburgo, que recientemente obligó al Estado italiano a retirar los crucifijos de las aulas
de los colegios públicos... Mazón y sus compañeros de la Asociación Preeminencia del Derecho al afirmar que
«la citada estatua, aparte de constituir una enfermiza incrustación que profana el castillo hispano-musulmán
del último rey islámico, y patrimonio histórico, está ubicada en terrenos propiedad del Estado,
por lo que proyecta la identificación de éste (el Estado) con el credo católico del cual dimana (la estatua)»,
lo que según ellos contraría la laicidad y aconfesionalidad del estado, sólo muestran su feroz jacobinismo.
Recordaban en el escrito dirigido a la Administración Pública, el pasado 15 de enero,
que este organismo disponía de 20 días para contestar a la solicitud y ya anunciaban que, de ser negativa la respuesta,
interpondrían un procedimiento judicial de tutela de derechos fundamentales. Como el Ministerio no respondió
en 20 días, Mazón, Martínez Segado y sus compañeros han cumplido la advertencia y han interpuesto recurso...
El Alcalde, Miguel Ángel Cámara, no concebe "Monteagudo sin su Cristo; la sola idea “me parece una barbaridad”.
"Sentimos tener que darle protagonismo a esta gente pero no nos queda otra que manifestarnos
para proteger lo que es parte de nuestra historia". Así reaccionó el alcalde a la noticia de la demanda.
La junta municipal de Monteagudo decidió actuar con la máxima celeridad posible y convocó un pleno extraordinario
para mostrar el rechazo de "la mayor parte de la pedanía". "No podemos eliminar parte de nuestra historia.
Aquí viven los hijos de mucha gente que participó en la construcción del monumento
y lo que parece claro es que la mayoría de los vecinos quiere que se quede donde está". Por su parte,
el Obispo de Cartagena, monseñor José Manuel Lorca Planes, ha defendido la presencia de la estatua porque
"a un pueblo no se le puede tocar su historia porque se le hace daño". El obispo considera que este monumento
es comparable al del Corazón de Jesús de Río de Janeiro, en Brasil, que "no plantea ninguna cuestión".
"La fe de este pueblo tiene 2.000 años de historia y tiene derecho a manifestarla", finalizó.
Si se ponen a derribar símbolos religiosos, lo suyo sería quitarlos todos, debajo del Cristo hay
un bonito castillo musulmán que, con ese criterio, también debería ir fuera, lo mismo que la Alhambra
o cualquier otro monumento erigido por cualquier religión. Y Mazón -¿masón?- y los suyos deberían internacionalizarse
y, de una buena vez, pedir que se destruyan las pirámides de Egipto porque se erigieron en honor
a los faraones que eran considerados dioses. Además, se construyeron con esclavos una dictadura de las más crueles
que ha conocido la humanidad. Y por respeto a la memoria de sus víctimas, habría que -con este absurdo argumento-
acabar con las pirámides. Y si seguimos con más ejemplos, no acabaríamos.

Otro episodio cristofóbico más abyecto aún, al cobijo de la llamada ley de Memoria Histórica, sucede en
el monasterio de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, que los cristófobos de hogaño pretenden convertir
en una suerte de museo de los horrores del franquismo. Pero para ello hace falta negar el sentido religioso
de aquel monumento, que la cruz de piedra más alta de Europa pregona a los cuatro puntos cardinales;
un sentido que la presencia de monjes benedictinos en el lugar hace patente. La coartada legalista
ha prohibido ya el acceso al recinto; pero su objetivo más inmediato es expulsar a los monjes benedictinos del monasterio.
Tal expulsión, que podría consumarse en las próximas semanas, permitirá invertir su verdadera naturaleza:
un monasterio benedictino encomendado, bajo la advocación de la Cruz, a la oración por los muertos caídos
en una guerra fratricida se convierte así en un monumento al odio; o sea, la «abominación de la desolación»
de la que nos hablaba el profeta Daniel. Y es que en el episodio del Cristo y en el Valle de los Caídos,
disfrazado de coartadas legalistas, hallamos el mismo odio de antaño, la misma cristofobia que derribaba estatuas
del Sagrado Corazón y vaciaba de monjes los monasterios.

NOTA: A este monumento del Valle de los Caídos se refiere Juan XXIII en su CARTA APOSTÓLICA SALUTIFERAE CRUCIS,
cuando erigió ese templo a la dignidad de Basílica, en estos términos: "Yérguese airoso en una de las cumbres
de la sierra de Guadarrama, no lejos de la Villa de Madrid, el signo de la Cruz Redentora,
como hito hacia el cielo, meta preclarísima del caminar de la vida terrena, y a la vez extiende sus brazos piadosos
a modo de alas protectoras, bajo las cuales los muertos gozan el eterno descanso".
"Este monte sobre el que se eleva el signo de la Redención humana ha sido excavado en inmensa cripta,
de modo que en sus entrañas se abre amplísimo templo, donde se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios
por los Caídos en la guerra civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos
y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española".

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