lunes, 21 de junio de 2010

NO al crimen - 2

Gustavo Bueno: el aborto y el fundamentalismo democrático
La ley de plazos del aborto, una vez aprobada por las Cortes, se convierte en una ley democrática. Ahora bien, una ley que se justifica por principios hilemórficos propios de la época de Aristóteles o Santo Tomás y completamente inadmisibles tras el desarrollo del microscopio, es una ley que muestra el nivel de corrupción ideológica de los políticos y científicos que la gestaron. Es por tanto un claro ejemplo de corrupción no delictiva propia del fundamentalismo democrático.


25 años ya... mas de millón y medio de asesinados... vergonzante el silencio. Desde aquí denunciamos el crimen y apostamos por el evangelio de la vida.


Este conmovedor testimonio fue enviado a Vida Humana Internacional con la siguiente nota de la autora : "Aquí le envío un poema que escribí pensando en el hijo que perdí, por quien voy a luchar en contra del aborto toda mi vida y en su memoria. Ojalá lo publicases para que lo lean las mujeres que quizás piensan en abortar, para que no lo hagan."

Padre perdóname, perdóname porque he pecado, he pecado contra ti, contra mí y contra toda la humanidad, de la peor forma que pude algún día imaginar. Tú más que nadie sabes que yo no quise hacerlo, que quise incluso enfrentarme a todos con tal de salvar la vida de mi hijo, pero que me faltó valor para defenderlo de aquellos que lucran con la matanza de niños sin ningún remordimiento, y que ni siquiera yo su propia madre lo pude defender.
Tú más que nadie eres testigo, del dolor que me causó tomar esa triste y fatal decisión que por un tiempo traté de justificar, pensando que era lo mejor, por que no hubiera sabido cómo afrontar tal situación. Sé que las lágrimas no me van alcanzar, sé que la vida tampoco me alcanzará para lamentar la pérdida de mi bebé, y hoy más que nunca sé que la violencia no soluciona nada. Y es más, empeora todos nuestros problemas.

Perdóname Padre, porque en mi ignorancia y desesperación trataba de creer que estaba tomando la mejor solución. ¡Ay!, cuán equivocada estuve , lo que daría por regresar el tiempo y corregir la atrocidad que cometí; lo que daría por tenerlo aunque sea un momento en mis brazos, conocer su rostro. ¡Ay!, Dios mío, ¿ porqué tuvo que ser así? Si alguien me hubiese hablado, me hubiese aconsejado que el aborto no es ninguna solución, que abortar es matar a tu propio bebé, te juro que no lo hubiese hecho; porque no soy tan tonta e inhumana como para no comprender que ante un problema siempre hay alternativas, y que es mejor enfrentar todo problema sin hacer daño a nadie, sin cargar muertos en la conciencia y lo que es peor, tu propio hijo.
Padre, dame fuerzas para poder superar este dolor que día a día me consume, ilumina mi camino ahora que me siento tan culpable y no sé que hacer con mi vida. Si hubiese sabido que después de perder a mi hijo se me iban a quitar las ganas de vivir, la alegría, la paz interior, y todo lo que para mí hasta ese entonces era bueno , estoy segura que no hubiese hecho nada contra mi hijo y hoy lo tendría en mis brazos. Pero ahora de qué me vale arrepentirme si jamás podré volver atrás el tiempo y no hacer lo que hice.

Perdóname Padre, porque mi vida desde ese entonces se ha convertido en un verdadero tormento donde la culpable fui yo. Pero hoy, cansada de tanto dolor y tanta culpa quiero renacer en tu nombre Señor Jesucristo, quiero enmendar mi vida porque sé que con tu infinito amor me puedes perdonar la atrocidad que cometí. Ojalá algún día yo pueda hacerlo. Hoy quiero renacer en tu nombre Señor Jesucristo, quiero convertirme en una persona nueva, y trabajar para que otras mujeres no tengan que pasar por lo que yo pasé. Quisiera poder salvar a todas esas pequeñas criaturas de las más grande y peor de las muertes, que es el aborto.
Sé que todavía existe gente en el mundo que aún ama y respeta la vida y a través de tu palabra y una adecuada educación, hacerles entender lo que es en realidad el aborto : un crimen contra un inocente que no pidió venir al mundo y que no tiene porqué pagar los errores de sus padres. Bendice a todas esas mujeres que sí tienen el coraje para enfrentarse a la vida con sus hijos y que no los abortan, te lo pido Señor, ilumina sus caminos, dales fuerza. Porque yo sé que con tu ayuda y su esfuerzo, pueden progresar por sí mismas y por sus hijos y vivir con la conciencia tranquila y en paz al lado de sus hijos. Bendícelas Señor. Amén. Alondra


PARA LA MUJER QUE ABORTÓ Y ESTÁ ARREPENTIDA. UNA PALABRA DE ALIENTO Y ESPERANZA

Todos los que nos sentimos cristianos y estimamos la vida humana, tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas contra esa gran matanza de inocentes que está teniendo lugar cada día en el mundo, con el visto bueno de las autoridades y de las leyes en muchos países, mediante la legalización del aborto.
Pero hoy quiero referirme a un aspecto bastante olvidado de toda esa compleja realidad y dirigir una palabra de aliento y de esperanza a la mujer que en un momento de inconsciencia o de desesperación o movida sabe Dios por qué circunstancias, o aún en el peor de los casos por puro egoísmo, ha destruido la vida del hijo que llevaba en su seno y que luego reflexiona y siente sobre su conciencia el peso del remordimiento, que la sume en la amargura y la frustración.

Es a esta mujer que muchas veces arrastra su pecado como un fardo y de la que nos olvidamos tan fácilmente, a la que quiero decirle hoy: enciende en tu vida una luz y una esperanza, levanta tus ojos hacia ese Dios que es siempre misericordioso, que siempre ama y perdona y verás que todo pecado tiene redención.
Lo único que Él nos exige es el arrepentimiento. Pero no un arrepentimiento desesperado como el de Judas que lo llevó al suicidio, sino el arrepentimiento confiado como el de Pedro que lo llevó a la conversión. Sí, tu vida puede ser todavía muy útil, puedes hacer mucho bien en el mundo y sentir así el gozo que se origina después de dar la mano al que la necesita. Sólo hace falta que te vuelvas a El y le digas una sola palabra, pero llena de dolor, de confianza, con deseo de rectificación.
Aprendamos todos el ejemplo de Jesucristo en el Evangelio, que debe ser para nosotros los cristianos la suprema norma de conducta. Él siempre andaba rodeado de pecadores, a pesar del escándalo de los fariseos. Jamás justifica su pecado, ni les defiendía tranquilizándoles con las palabras "no tiene importancia, no se preocupen. Al contrario, les hacía sentir toda la gravedad de su pecado, pero no para rechazarlos o para hundirlos, sino para levantarlos. Él siempre ama y siempre perdona y da la mano al pecador que se le acerca. ¡Con qué respeto trata a la mujer adúltera a quien aquellos acusadores hipócritas despreciaban! Jesús le dice: "Vete en paz y no peques más!" ¡Con qué delicadeza ofrece el agua pura de la gracia a la mujer samaritana junto al pozo de Jacob! ¡Con qué complacencia se deja lavar los pies por la Magdalena pecadora, que ha pecado mucho pero que después ha amado mucho! ¡Con qué solicitud atiende a Zaqueo el ladrón y se va a pasar el día a su casa para que entre en ella la salvación! ¡Con qué rapidez escucha el grito de arrepentimiento del ladrón en la cruz y le dice: "¡Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso!" Para Él no hay ningún pecado tan grande que no pueda ser redimido.
Por eso también te ama a ti, mujer, y quiere restaurar tu vida. Quizás la mejor reparación sería que si ahogaste una vida salves otras muchas, y que si tu hijo no llegó a nacer, que otros hijos nazcan porque tú defendiste sus vidas y ayudaste a sus madres. Y si tu hijo no llegó a crecer, otros hijos crezcan porque tú viviste en actitud de caridad y de servicio para los más pequeños y los más indefensos.
Y para aquellas otras mujeres que han cometido tu mismo pecado y endurecidas y despreocupadas siguen abortando, y que no han sentido siquiera el aguijón del remordimiento; que tu oración las acompañe, para que también ellas abran sus ojos a la luz, para que también ellas se encuentren con la mirada penetrante y amorosa de Cristo, para que también ellas se salven.

Mujer, tú que no quisiste ser madre un día, tienes todavía mucho que hacer en el mundo. Tu recuerdo doloroso es acicate para que crezca tu generosidad y tu entrega a los demás. Tal vez algún día te encuentres en la vida eterna --porque nosotros no podemos poner límites a la misericordia de Dios-- con aquel hijo que no llegaste a conocer en la tierra y a quien Él por caminos extraordinarios y misteriosos ha dado también la gracia y la salvación.

Nota: Este artículo fue escrito por Monseñor Eduardo Boza Masvidal, Obispo de Los Teques, Venezuela.

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