lunes, 4 de marzo de 2013

El salmo del peregrino

E1 el salmo18 es el más largo del salterio. Mientras los otros sabemos, su mayor parte, no pasan de vente versículos, el nuestro tiene 176.

Tal tensión, unida a la repetición frecuente de conceptos sinónimos de elogio de la ley, le da una apariencia de monotonía, que fácilmente se traducen rutina. La iglesia emplea este salmo en las obras menores de los días de fiesta, dividiéndolo en 11 secciones de 16 versículos cada una, pero en realidad a contextura externa del salmo presenta una división más numerosa. Cada una de las 11 secciones se divide en dos, y de esta manera resultan 22 estrofas; es decir, tantas como letras tiene el alfabeto hebreo.

No es ésta una coincidencia casual. Todos los lectores recordarán que en la semana Santa, cuando acuden al oficio de tinieblas, oí cantar las “lamentaciones”, de jeremías, y en ellas el cantor pronunciar de cuando en cuando algunas expresiones misteriosas: “alef, bet, guimel”, etc... No se trata, como pudiera parecer, de otros tantos ayes lastimeros del profeta. Estas expresiones son sencillamente los nombres de otras tantas letras del alfabeto hebreo, que encabezan cada una de las estrofas de la “lamentación”. En la estrofa alef cada uno de los versículos comienza con una palabra cuya inicial es alef la los de la estrofa bet comienzan con las palabras cuya inicial se has bet. Y así sucesivamente.
Entre las instituciones del pueblo de Israel se destaca de manera singular la celebración de la pascua, que tenía lugar en Jerusalén, ya la que estaban obligados a acudir a impregnación todos los israelitas. Para los fieles que habitaban en galilea, el cumplimiento de esa ley resultaba particularmente peligroso en la época posterior al destierro. Entre su país y Jerusalén se extendía la tierra de samaria, que tenían que atravesar, y esto les exponía a serios disgustos, porque los samaritanos, que habían erigido un templo cismático en el nombre Garizim, émulo del templo de Jerusalén, usaban toda clase de vejámenes contra los infortunados peregrinos que, en vísperas de la pascua o de la sota solemnidades pasaban camino de la ciudad Santa. Eso retraía

A la algunos peregrinos y a la otros les hacía asociarse en grupos para hacer el viaje, yo seguridad. En el camino entretenían el tiempo de fomentaban su piedad con el canto de algunos almas, que en el salterio figuran con el título de “cánticos de las subidas”, es decir, de la subida hasta Jerusalén.
El propósito queda resonando en el corazón del poeta, que, con el pensamiento siempre puesto cumplir el estatuto oh, que mandaba ir a Jerusalén, y en el conocimiento que allí iba a adquirir de los secretos de la ley, sigue diciendo: con todo mi corazón te estoy buscando; no dejes que me des día de tus mandamientos. En el camino de tus prescripciones pongo mi alegría, más tiempo ser toda riqueza… En tus estatutos tendré mis delicias. No olvidaré tus palabras (10.14.16).

En la tercera estrofa -sección segunda del resto de prima-se nota que comenzado ya la peregrinación, y el peregrino se siente extraño en la tierra que atraviesa: peregrinos hoy en esta tierra, no me oculte estos mandamientos (19). Tales son las dificultades que surgen, que la vida misma está en peligro: concede a tu siervo que vivo y guarde tus palabras (17). Más nuestro peregrino recuerda la aversión que tiene Dios de los pecadores y espera que, en cambio, a él le ayude, pues observa sus prescripciones (21,22), y con este pensamiento o se siente superior a todas las dificultades que le rodean: aunque se sientan los príncipes y hablan contra mí, tu siervo sigue pensando en tus estatutos (23).

A medida que penetra en la tierra de los samaritanos su situación va empeorando: postrada sobre el polvo está mi alma; hace reviva según tu palabra… Mi alma derrama lágrimas de pena; levantarme según tu palabra (25.28). Entre los dos caminos, el que apartando de Jerusalén, aparta también del cumplimiento de la ley, y el que lleva cumplir la ley en Jerusalén, nuestro peregrino no ha elegido el segundo, y en el esperar la ayuda de Dios: apartarme del camino erróneo. Elegido el camino verdadero. Corre de por el camino de tus mandamientos cuando des anchura mi corazón (29.30.32).

Las dos estrofas siguientes-primera sección del rezo de tercia- son una petición de auxilio para permanecer fiel al camino elegido. Con este auxilio fácilmente encontraba palabras para responder a los que le insultan, y aun para hablar en presencia de los reyes sin avergonzarse (42.46).

Este pensamiento y esta esperanza le sirven de consuelo en medio de las dificultades que no cesan. Porque los soberbios escarnecen sin medida (51) y los pecadores le tienden lazos (61). Pero recuerda la promesa de Dios (49) y piensan los juicios que la antigüedad obró el Sr. En favor de los suyos (54), y todo esto le hace revivir (50) y le lleva a entonar cánticos a los estatutos divinos (54). En nombre de Yahvé, que se invoca en el templo hacia el cual peregrina, despierta en el toda una serie de afectos de fidelidad (57-64).

Las otras dos estrofas da la impresión de que han amainado las dificultades. Casi son una acción de gracias: has favorecido tu siervo, Sr., según tu palabra (65). Las mismas penas pasadas han sido una medicina espiritual: fue conveniente que yo fuese afligido para que aprendí ese tus estatutos (71). Conozco Sr. Que son justos los juicios y que me has afligido con razón (75). A la sombra de esto o sigue siempre la petición de ayuda para sí y de castigo para sus enemigos (77.78).

El auxilio divino parece retrasarse. El peregrino se considera ya cómo un odre puesto a ahumar (83), y pregunta impaciente: “¿Cuántos son los días de tu siervo?” es decir: ¿cuántos son los días en que tu siervo de sufrir? “¿cuándo harás justicia de mis perseguidores?” (84)

. Por último, como todo llega, también nuestro peregrino y Jerusalén. La estrofa duodécima es un canto o a la justicia infidelidad divinas. Ahora todo terminado y ante él se abre del campo espacioso de la ley de Dios (96).

Una vez en Jerusalén comienza el estudio útil y sabroso de la revelación divina: cuanto amo tu ley, oh Señor. En mi asidua meditación (97). Y va capacitando en las ventajas que su conocimiento le acarrea. Porque esta ley le hace más sabio que sus enemigos que le disuadían de venir, más instruido que los que antes le enseñaban y hasta más juicioso que los ancianos (98-100).”¡Qué dulce son a mi paladar tus enseñanzas más que la miel para mi boca! “(103). Bien hizo el peregrino en peregrinar, rechazando los caminos inicuos.

Para ello le sirvió de y a la palabra de Dios, que como una lucecita le alumbró. Ahora está decidido a seguirla, a pesar de todas las dificultades: lámpara es para mis pies tu palabra, y luz para mi sendero. Juro y tomó la resolución de guardar tus gustos decretos (105.106). Fácilmente se divina todo el mundo de claridades y de vivencias religiosas que la meditación de las palabras reveladas habían despertado en el fiel israelita. A la luz de ellas elige como su herencia eso destinó el guarda siempre la ley divina: los prescripciones constituyen mi herencia para siempre, porque sola le iría a mi corazón. E inclinado mi corazón a cumplir tus estatutos perpetuamente con exactitud (111s).

Desde esta altura sus ojos se vuelven hacia aquellos que pueden hacerle difícil el cumplimiento de sus propósitos. Son los de corazón doble que pretenden servir al mismo tiempo Dios y al pecado (113), los malvados (115), los que se alejan de los estatutos divinos (118). No tienen ningún Valor a los ojos de Dios (119). A el peregrino, que no quiere ser como ellos, insisten asegurarse el auxilio divino (121-128).

-con las estrofas siguientes -rezo de nona- nos hallamos en el camino de regreso, y vuelven a la aparecer los temores y peligros: dirige mis pasos según tu palabra, no permitas que domine sobre mí maldad alguna… Librarme de la opresión de los hombres, y guardaré tus preceptos (133-134). En seguida encuentra a sus antiguos enemigos (139), vuelven la angustia y la tribulación (143) y hasta la persecución (150). A todo ello responde el peregrino con una vida de piedad más intensa, madrugan do por las mañanas y velando por las noches para meditar en las palabras de Dios (147s). Sus súplicas en demanda de socorro y sus protestas de fidelidad y llenan el resto de las estrofas.
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Como se ve, bien puede llamarse este salmo el salmo del peregrino. Su idea central, la fidelidad a la ley de Dios a pesar de todas las dificultades que salen al paso, no es idea que valga sólo para una época ni para unas circunstancias. También hay despierta profunda resonancias en el alma de quienes lo rezan.
Por lo tanto, este salmo teje, en torno a la observación del estatuto que mandaba ir a Jerusalén, todo un conjunto de sentimientos piadosos relativos a la revelación de Dios.

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