jueves, 19 de abril de 2012

Absolutistas de lo relativo

El Obispoo de Alcalá de Henares y sus homilias... Si la unica voz que en democracia quieren acallar es la de la Iglesia, por favor, se metan conmigo y con todos. Porque la doctrina es la de la Comunidad Católica. Más abajo y mejor dicho habla Ignacio sanchez Cámara...



Los artículos de Ignacio Sánchez Cámara son siempre certeros y brillantes; pero el que publicó hace un par de días en ABC es, en mi opinión, antológico. Vale la pena leerlo y conservarlo. Aquí lo tenéis.

EL relativismo ejerce una profunda fascinación en nuestro tiempo, aunque tiene el pequeño inconveniente de que es falso. Pero no es posible negar sus aparentes encantos. El relativista, el verdadero, no su frecuente falsificación, es un buen tipo: no es dogmático (si bien tampoco tiene mérito, ya que niega los dogmas), no se siente en posesión de la verdad (tampoco es algo meritorio, ya que, para él, la verdad no existe), es tolerante (virtud de muy menguada jerarquía para él, ya que no la necesita, pues la tolerancia consiste en el respeto hacia quien consideramos que está en el error, y todos estamos en él), es demócrata (aunque deje a la democracia sin fundamento), es, en el buen sentido de la palabra, liberal (aunque deje al propio liberalismo sin justificación y en precario), es dialogante (aunque no sepamos muy bien para qué ha de servir el diálogo si cada quién tiene su propia verdad, eso sí, relativa). En definitiva, es alguien que exhibe virtudes tan recomendables como inútiles y poco meritorias. Pues ¿cómo va a imponer a los demás una verdad en la que no cree?
Su contrafigura es el absolutista. Alguien tan presuntuoso como para creer que es posible acercarse a la posesión de la verdad, que distingue entre el bien y el mal, que defiende, en su caso, la democracia o el liberalismo por los bienes que reportan o por los males que evitan, que entiende el diálogo como medio para alcanzar una verdad preexistente, y que, si es tolerante, renunciará a imponer por la fuerza. Por cierto, ¿por qué el relativista considera que la imposición de ideas por la fuerza es un mal y la democracia un bien? ¿No estará a un paso de dejar de ser relativista? ¿O es relativista ma non troppo?
En estas estamos, cuando llega el Papa y habla de la «dictadura del relativismo». ¿Cómo será posible una dictadura de algo tan inofensivo, amable y liberal? Y sin embargo… ¿No será posible también la dictadura de la mayoría? Mill, Tocqueville y otros advirtieron de esa posibilidad. ¿Tiene razón siempre la mayoría? La verdad no depende del voto. Hume, nada menos que Hume, no precisamente un católico, escribió lo siguiente: «Aun cuando todo el género humano concluyera de forma definitiva que el Sol se mueve y que la Tierra está en reposo, no por esos razonamientos el Sol se movería un ápice de su lugar, y esas conclusiones seguirían siendo falsas y erróneas para siempre». Y Condorcet, tampoco un ferviente católico: «La única fuente de la felicidad pública es conocer la verdad y conformar con ella el orden de la sociedad». En esto, y en muchas cosas más, el cristianismo y la ilustración coinciden. Pues ¿cómo va a ser ilustrado quien niega la existencia de la verdad? Hoy parece, sin embargo, que la negación del conocimiento es la más alta expresión de la sabiduría.
El relativismo es un pésimo remedio contra el fanatismo, la intolerancia y el fundamentalismo, porque no puede sostener, sin grave contradicción, que estos —el fanatismo, la intolerancia y el fundamentalismo— sean graves males. ¿Cómo se las arregla el relativista para condenar la tortura, la miseria o la tiranía? ¿Se tambalearán sus convicciones relativistas (valga la contradicción)? Si la democracia, como Kelsen pretende (y, por cierto, veinticinco siglos antes que él, Protágoras de Abdera), se fundamenta en el relativismo, ¿no quedará sin fundamento o, como mucho, con uno relativo? ¿Qué opondrá entonces el demócrata al antidemócrata sino la virtud, no relativa, de la democracia? Por lo demás, el relativista se contradice, ya que debería aceptar que su relativismo es también relativo y, entonces, el absolutismo tan verdadero (o falso) como el relativismo.
En realidad, la democracia no decide sobre la verdad, incluida (con permiso) la verdad moral. Solo decide sobre el Derecho, lo que no es poco, y, por cierto, tampoco algo enteramente ajeno a la moral. Pero si nadie tiene razón, la mayoría tampoco. En esto Kelsen es coherente. Y si la mayoría tiene razón, entonces la minoría estará para siempre en la sinrazón. ¿Qué quedaría entonces de la crítica al poder en la democracia? Si el relativismo es verdadero, entonces el auténtico intelectual, como el profeta de Israel y el filósofo griego, que se oponen a la opinión dominante, solo pueden ser impostores. No creo que la consideración de que una ley democrática sea injusta lo convierta a uno en antidemócrata.
Un ejemplo: el aborto. Tan relativa será la posición de sus defensores, que lo convierten en un derecho de la mujer, como la de sus detractores, que lo consideran un delito. La mayoría puede decidir tanto su consideración como un derecho como su tipificación delictiva. Y no se diga que el relativismo adopta necesariamente la primera posición, pues es tan poco relativista como la segunda. Debatamos, pues, aunque el debate con un relativista se antoja faena estéril y conducente a la melancolía. Y aquí entra, de repente, la noción de pecado. No se puede, nos dicen, imponer a todos que el aborto, la eutanasia o el matrimonio entre personas del mismo sexo sean pecados. Entonces, tampoco que sean derechos. La primera opción es tan poco relativista como la segunda. Los creyentes, nos dicen, no pueden imponer a los demás lo que ellos consideran pecado. Bien, ¿tampoco en el caso de la prohibición del robo, el homicidio o la tortura? Pues también son, para ellos, pecados. ¿Tendremos, entonces, que despenalizarlos? Parece más sensato considerar que la democracia consiste en legislar según el principio de la mayoría, y que eso no entraña la negación de que existan verdades en el orden moral. Tanto derecho tendrá a participar en el debate público el creyente como el que no lo es, el absolutista como el relativista. Incluso cabría pensar que la participación de un relativista en un debate democrático podría constituir una extravagancia.
Es cierto que el dogmatismo puede llevar al totalitarismo, pero también lo es que el relativismo, que entraña la negación de la verdad moral, conduce al nihilismo, y que este constituye una vía regia hacia el declive moral de una sociedad. Ni la raza ni la clase social habrían llegado a producir el terror totalitario sin la funesta labor realizada previamente por el nihilismo moral. La afirmación de la verdad moral puede o no ser totalitaria; su negación siempre lo es.
Sí. Tiene razón Benedicto XVI. Puede haber una dictadura del relativismo. Todo hombre tiene un dios, aquello que ocupa el lugar más alto en su jerarquía estimativa, en su ordo amoris. Lo que importa es si se trata de un ídolo, de un falso dios, o del Dios verdadero. Max Scheler afirmó que el relativista es un absolutista de lo relativo. Todos somos, en este sentido, absolutistas. Solo que unos somos absolutistas de lo absoluto, y otros absolutistas de lo relativo. Bien se ve cuando relativistas confesos condenan, al parecer absolutamente, guerras injustas, capitalismos o dictaduras (incluso con un peculiar criterio selectivo). El relativista es un absolutista de lo relativo, ya sea esto el bienestar, el placer, el poder o el dinero. No alcanzo a entender esta aversión contemporánea a la verdad. Sin ella no es posible una vida personal, es decir, humana.


Tras la polémica por su homilía del Viernes Santo en que habló de la homosexualidad
el Obispo Reig Pla dice: "No quiero ofender a nadie, pero no renuncio a anunciar la verdad en la caridad"

MADRID, martes 16 abril 2012 (ZENIT.org).- Monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares, España, pronunció una homilía, en la misa retransmitida por Televisión Española el pasado Viernes Santo, que ha suscitado polémica, en incluso una querella, por sus palabras sobre los homosexuales. El obispo ha realizado unas declaraciones explicando su actitud.
En una entrevista concedida a “Religión en Libertad”, el prelado, presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española, habla por primera vez tras la polémica desatada por su homilía, y explica lo que dijo y lo que pretendió decir.
En su homilía, el obispo afirmaba “Quisiera decir una palabra a aquellas personas que, llevadas por tantas ideologías, acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana, piensan ya desde niño que tienen atracción hacia las personas de su mismo sexo y, a veces, para comprobarlo, se corrompen y se prostituyen, o van a clubs de hombres. Os aseguro que encuentran el infierno”.
El obispo explica sus palabras: “La sexualidad humana posee un sentido y significado inherente que la persona debe aprender a reconocer y descubrir respetando su lógica interna, la llamada 'antropología adecuada'. Sin embargo, las ideologías a las que me refería son la llamada 'ideología de género' y sus sucesivas mutaciones”.
“Muy brevemente indicaré –añade el obispo- que el principal postulado de la ideología de género es negar la diferencia sexual entre varón y mujer y afirmar que la configuración de la identidad sexual masculina y femenina es un producto de la cultura, una decisión personal construida en función de los deseos y apetencias subjetivas. Realmente, lo que se pretende es 'deconstruir' la antropología humana propuesta por la naturaleza de la persona y el pensamiento coherente con la misma. Todo lo demás quedaría justificado por el principio de no discriminación y tolerancia”.
Según monseñor Reig Pla, “la ideología de género se está quedando obsoleta ante otras propuestas más radicales de 'deconstrucción de la identidad', como son la teoría queer, el transhumanismo, posthumanismo y la teoría cyborg. Naturalmente, estas teorías que desconocen la naturaleza humana, no orientan bien el verdadero sentido y significado de la sexualidad, propiciando, más bien, la confusión del corazón humano”.
Explica el obispo que “la persona humana es una unidad substancial cuerpo-espíritu y la sexualidad es una dimensión esencial de la persona. El cuerpo no es una prótesis del 'yo' sino una visibilización de la persona. El cuerpo modalizado como varón o como mujer es una expresión del ser personal. Su configuración 'esponsal' es una llamada al amor y a la complementariedad sexual. Si confundimos el 'ser sexuado' con el 'deseo de elegir el modo de ser sexuado', estamos equivocando el mensaje”.
En opinión de monseñor Reig Pla, “nos encontramos ante un programa de 'deconstrucción' calculado y propiciado en todos los ámbitos (en la educación desde la más tierna infancia, en ciertos medios de comunicación, en el trabajo y en el ocio, etc.), que además cuenta con el impulso y protección de una gran cantidad de leyes inicuas y algunos poderosos lobbys que determinan qué es lo políticamente correcto y, por lo tanto, lo socialmente aceptable”.
“Desde estos presupuestos --añade--, a muchos niños, jóvenes y adultos –cada vez más– se les invita a poner en cuestión su identidad sexual, y con el tiempo se les exhorta a 'verificar y comprobar' cuáles son sus 'preferencias sexuales'; algunos caen en la trampa".
A la pregunta de si dijo algo que vaya en contra de lo que dice el Magisterio de la Iglesia Católica, monseñor Reig Pla responde: “Humildemente he de decir que todo lo que expliqué en mi homilía responde al Magisterio de la Iglesia Católica. Quise poner ejemplos actuales, que todo el mundo conoce, con la máxima delicadeza y caridad posible, pero con claridad".
Recordó que al respecto el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que las personas con atracción sexual hacia el mismo sexo "deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta".
En relación a los actos sexuales entre personas del mismo sexo la Iglesia afirma que “son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso” (Catecismo de la Iglesia Católica n. 2357).
Pero entonces, ¿hay esperanza para quienes sienten atracción sexual por el mismo sexo? “Por supuesto que sí –responde monseñor Reig Pla--. El corazón de cada hombre y mujer desea encontrar la verdad sobre el amor humano. 'En esperanza fuimos salvados, dice san Pablo a los Romanos y también a nosotros'. Según la fe cristiana, la 'redención', la salvación, no es simplemente un dato de hecho. Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente".
El obispo dice conocer experiencias, especialmente en España, Europa, Estados Unidos y Latinoamérica "muy esperanzadoras". "Con la pertinente unión de la ayuda espiritual y profesional, muchas personas, laicos, religiosos y sacerdotes, que voluntariamente lo han solicitado, se están viendo beneficiados por estos nuevos 'itinerarios de libertad, caridad, verdad y esperanza' que conducen al dominio de sí y, en su caso, al cambio".
Los que deseen conocer algunos de estos “itinerarios de la esperanza” pueden consultar la siguiente página web: www.unav.es/departamento/preventiva/homosexualidad.
¿Proponer un itinerario hacia el gobierno de la propia persona y, en su caso, la reorientación de la inclinación sexual, puede ofender a las personas con sentimientos homosexuales? "No --responde monseñor Reig Pla--, porque nosotros sólo proponemos; sin embargo, es cierto que los lobbys parecen usar la estrategia mediática de hacerse los ofendidos si se citan en voz alta algunos textos de la Biblia o del Magisterio de la Iglesia sobre este tema. Si alguien piensa que tiene un problema y pide ayuda, sin duda la Iglesia lo atenderá. No se trata de imponer nada a nadie, sólo ofrecemos el espacio de libertad, verdad y esperanza que otorga la Iglesia para quien libremente desee escapar de la dictadura del silencio".
Para quienes deseen ampliar conocimientos sobre este tema, han preparado en la página web de la diócesis una sección titulada “Homosexualidad y esperanza”, con información sobre documentos de la Iglesia, recursos, profesionales especialistas que abordan el tema, etc.: www.obispadoalcala.org/homosexualidad.html.
Sobre si se ha sentido solo ante este acoso mediático, el obispo responde: "Cuando se cree en Jesucristo y en la maternidad de la Iglesia uno no está nunca solo. He recibido el apoyo de obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos de España y de muchas partes del mundo, así como de importantísimas instituciones eclesiales y civiles. He recibido más de un millar de correos electrónicos, cartas, faxes, telegramas y llamadas telefónicas de personas que han querido mostrarme su cercanía espiritual afirmando su adhesión al Magisterio de la Iglesia y asegurándome sus oraciones por mi persona y ministerio".
Desde algunos ámbitos le han acusado de “homofobia”. Sobre esto monseñor Reig Pla afirma: "La precisión terminológica es aquí muy importante. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define la homofobia como 'aversión obsesiva hacia las personas homosexuales': nada más lejos del Magisterio de la Iglesia y de mi voluntad. Como ya he recordado la Iglesia enseña que las personas con AMS deben ser acogidas 'con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta'.
"En mi homilía --precisa el prelado--, poniendo ejemplos de pecados concretos, hablé de las infidelidades conyugales, del aborto procurado, de los empresarios y trabajadores que cometen injusticias, de los sacerdotes que se corrompen, de los jóvenes que consumen drogas y de las personas con AMS que, a veces, se corrompen y se prostituyen, o van a clubs de hombres. Deducir de ello que incitaba al odio hacia los matrimonios, las mujeres y los médicos, los sacerdotes, los empresarios y los trabajadores, los jóvenes y las personas con AMS es simplemente, por ser parco, una colosal manipulación; al contrario, anuncié que hay esperanza, que Dios nos ama a todos, que Cristo ha muerto por nuestros pecados llamándonos a conversión, y que nadie queda fuera de su Divina Misericordia".
Y concluye expresando un deseo: "En España, es muy importante mantener abierto un serio debate sobre estos temas, aportando los argumentos de la teología, de la antropología cristiana y de todas las ciencias humanas que faciliten más y mejor la propuesta del Magisterio de la Iglesia. El corazón humano es nuestro principal aliado y ese corazón espera el anuncio de la verdad y de la esperanza".

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