jueves, 10 de enero de 2013

Los FALSOS PROFETAS

Por el R. P. Leonardo Castellani. 1966

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. "Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conoceréis. «No todo el que me diga: "Señor, Señor", entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿ no profetizamos en tu nombre, , y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé : "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"
Así pues, todo el que oiga mis palabras y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga mis palabras y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.» (Mt. 7,15-28) El Evangelio hoy leído es el final del Sermón Montano y trata de los pseudo-profetas. ¿Dónde están los pseudo-profetas hoy día? En todas partes: son los heresiarcas, los herejes y los falsos Doctores. Millares dellos. Ya respondí en otra ocasión (en otro año) a dos pequeñas dificultades que tiene este Evangelio, a saber: que esa señal que da Cristo "por sus frutos los conoceréis" no sirve, porque llega tarde; el daño ya está hecho: es como si dijéramos: "si quieres distinguir los hongos venenosos de los comestibles, cómetelos; y si comes uno y te mueres, es señal que era venenoso...".
Pero Cristo no dice así: dice que observemos el árbol de hermoso aspecto que todavía no frutó, y si da higos y uvas, es bueno; y no es bueno si da abrojos o cápsulas de beleño. ¿Y cuáles son esos frutos malos? Son la mala vida y los vicios de los heresiarcas, primero; y las perturbaciones morales, e incluso sociales que producen las herejías, segundo. Conozco la vida de docenas de heresiarcas, y solamente conozco dos que no hayan tenido defectos y vicios brutos: el obispo Yanssens o "Jansenius", de quien nació el Jansenismo, y el jesuita Teilhard de Chardin; los cuales llevaron una vida exteriormente correcta y más o menos honrada. Hay otros, como Pelagio y Miguel de Molinos, que llevaron por un tiempo una piel de oveja y en su interior eran lobos rapaces; como se vio después.
En cuanto a las perturbaciones sociales, basta mirar nuestra época, que tiene su raíz en la Revolución Francesa y en las doctrinas heréticas de los Enciclopedistas del siglo XVIII —la cual Revolución hemos celebrado en estos días y dice "La Prensa" que es "el más grande aniversario de la humanidad en la edad moderna"; del cual dijo el gran historiador Jacques Bainville que cuando ve a sus compatriotas celebrar el 14 de Julio le recuerdan a un hombre que festejara cada año el aniversario del día en que pilló... una fiebre tifoidea.
El Jueves pasado un millón de franceses festejaron en París la tifoidea: porque así los han enseñado. ¿Qué quieren? ¿Que cada francés se convierta en un Jacques Bainville y rectifique por sí mismo la historia? No puede: tienen que atenerse a lo que les han enseñado. ¿Y quién les enseña? Los pseudo-profetas. La otra dificultad es que los heresiarcas del cristianismo no hacen profecías; por tanto no son los pseudoprofetas de que habla Cristo. La respuesta es sencilla: los profetas hebreos eran esencialmente los que enseñaban la religión, y dentro desa decían profecías —acerca del Mesías y del fin del mundo, o sea la Primera y la Segunda Venida de Cristo. Incluso hay algunos profetas, como Abdías, Elias y Elíseo que no tienen ninguna profecía.
Los pseudo-profetas pues eran los que enseñaban mala religión; o sea, herejes. "Pero en la Argentina no hay heresiarcas: Borges es un blasfemo, Mallea es un infeliz; Murena es un perturbado...". Martínez Zuviría decía en la Argentina no había herejías porque no había tampoco fe. Hay que modificar esa proposición diciendo que en la Argentina no hay herejías como las antiguas, el Pelagianismo o el Luteranismo, pero está la herejía moderna, que es oculta, resume a todas las otras, y es más peligrosa que todas: ella es el modernismo, el naturalismo religioso, el progresismo, o como quieran llamarla. Ella consiste simplemente en suprimir lo sobrenatural y endiosar lo natural, lo cual hizo el primero de todos Pelagio en el siglo IV. Esa herejía central es el fondo común o cimiento de todas las formas del naturalismo herético actual, que son como veinte o más. Tiene muchas cabezas como la hidra de Lerna; sólo que la hidra de Lerna tenía 7 cabezas y ésta tiene como 70. Muchas dellas son contrarias entre sí —aparentemente— y se golpean y patean.
Había hecho yo una lista de a dos contrarios, como el optimismo sucio de Rousseau y el pesimismo sucio de Freud; el ateísmo furioso de Bertrand Russell y el pietismo dulzón de Tyrrell y Loisy, etc., etc.; pero no hay tiempo para hacerse el erudito. Basta ver por ejemplo el Liberalismo (ver abajo la nota 1) y el Comunismo; los dos se pelean ferozmente: vean, por ejemplo, la carta de anteayer al Presidente Onganía de la Liga de Acción Liberal: babea contra el Comunismo. Y sin embargo tienen un fondo común: el hombre, prescindente de Dios. Para el Liberalismo el hombre es "animal rationalisticus"; para el Comunismo es "animal oeconomicus"; pero esos dos animales nada tienen que ver con Dios. El naturalismo consiste en independizarse el hombre de Dios; y el hacerse el hombre independiente de Dios es la esencia del Pecado.
Voy a tocar brevemente a los dos capos del naturalismo: en la antigüedad Pelagio, en nuestros tiempos Rousseau; quería tocar también el medio, Lutero; pero no hay tiempo. Pelagio fue un inglés, Morgan, cuya apellido traducido al latín es Pelagius, hombre del mar, marino. ("Pelagus": mar, o sea, piélago en castellano). Lo llaman "moñaco" o monje; pero no era de ninguna orden religiosa, sino un asceta, como decían entonces; un asceta suelto, célibe y penitente, pero sumamente orgulloso y mentiroso. Era gran orador y de naturaleza aventajada, como nos dice San Agustín: alto, robusto, rubio.
Fue a ver a San Agustín a Hipona y no lo encontró, le escribió varias cartas, lo engañó al principio; después el Santo se convirtió en su principal adversario y lo aniquiló doctrinalmente con sus tres libros, que se pueden llamar "Contra Pelagianos": el principal es "De Gratia Christi et de Peccato Originali", Sobre la Gracia de Cristo y el Pecado Original. Fue la última gran campaña del Obispo de Hipona, develador de herejías. Pelagio negó simplemente el pecado original y la gracia de Cristo; después, como se le sublevaron las Iglesias, admitió la gracia y el pecado de Adán, de labios afuera; pues la gracia era la naturaleza humana, y el pecado de Adán no era heredable. Así anduvo soslayando, tergiversando, gambeteando, sometiéndose simuladamente toda su vida (que no se sabe cómo acabó), dando muchísimo que hacer, a seis Papas y unos veinte concilios provinciales. Su doctrina se esparció por todas partes y se prolongó muchísimo, sutilizándose sobre todo en la Galia, con los Semipelagianos.
Si a Pelagio le mostraran un naturalista de hoy, Rousseau por ejemplo, se hubiera ido de espaldas; sin embargo en él estaba Rousseau contenido como en un germen: porque si no hay pecado original, vana es la gracia, vanos los Sacramentos, vana la Redención de Cristo, vana la Iglesia. El hombre es naturalmente bueno y no tiene más que seguir los impulsos de su corazón para acertar siempre —dirá Rousseau más tarde. Catorce siglos después... a esta herejía teológica, que parece puramente teórica, Rousseau agregó la práctica, o sea la corrupción del cristianismo. Rousseau fue un nombre blanducho, corrompido y semi-demente; al fin de su vida, demente del todo y probablemente suicida. Menéndez y Pelayo escribe (Los Heterodoxos Españoles, T. IV.) que Rousseau fue menos canalla que Voltaire pero hizo más daño; a mí me repugna mucho más Rousseau —porque Voltaire parece un demonio pero los demonios son limpios; y Rousseau parece un marrano mugriento.
Pero no contaré su vida, porque no es apta para menores de ... 60 años (ver abajo la nota 2). "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales. La naturaleza humana es buena y la sociedad la corrompe". ¿De dónde sacó esto Rousseau? De su propia naturaleza, que es buena. Él es bueno, inmensamente bueno, su corazón es un abismo de bueneza; cualquier cosa que él haga (como, por ejemplo, ir abandonando uno tras uno en la calle los cinco hijos que tuvo) es cosa buena, porque él siente que su corazón es inquebrantablemente bueno. "No solamente bueno, sino santo", decía su sirvienta Teresa, de la cual tuvo los cinco hijos. La oración que hacía a Dios era ésta (resumida): "Oh Dios, defiéndeme, a fin de que merezcas que yo te defienda". Esta aberración de que, con tal de amar a Dios, uno sigue siendo bueno aunque haga horrores, es una herejía del siglo XVII: el "quietismo" de Miguel de Molinos.
Era un sacerdote español residente en Roma que profesaba ser Director Espiritual, tenía innumerables penitentes y penitentas, escribió un libro remilgado sobre la oración mística, la Guía Espiritual, y gozaba de gran fama en Roma; hasta que se descubrió que enseñaba en secreto que se podía cometer toda clase de pecados carnales; con tal de tener el pensamiento fijo en Dios, no eran pecados; y él daba el ejemplo en forma muy copiosa. Lo metió preso la Inquisición y murió en la cárcel: era un simple delincuente. El quietismo se lo enseñó a Rousseau otra de sus concubinas, Madame de Waerens; pero en realidad él ya lo tenía en su naturaleza; en su naturaleza buena, aunque demente; es decir, desdoblada. Tenía una aberración sexual, y tenía el desdoblamiento propio de los esquizofrénicos. Madame de Waerens ha sido llamada con razón la Madre del Modernismo: también era buena, era católica, tenía estampitas de María Santísima aunque ella fuera exactamente lo contrario de María Santísima. Rousseau fue católico (de nombre) 26 años (ver la nota 3) y después entró en el calvinismo. Estos dos corrompieron el cristianismo convirtiéndolo en un sentimentalismo, en una sensiblería y en una complacencia fangosa de sí mismo.
Cuando el cristianismo está así, poco importa se mantengan o no de labios afuera los dogmas, convertidos en mitos; en mitos hermosos, para Unamuno, o en mitos feos, para Carducci. Y así progresó el naturalismo, diversificándose en cien facetas, todas con un fondo común: desde la indiferencia religiosa hasta el anticlericalismo furioso; y entre estos extremos toda clase de errores: "Yo no creo en Dios, pero creo en los curas como factor electoral" —dijo Gelsi. "Yo creo en Dios y en los curas, pero entrego la Universidad a los comunistas" —dijo Dell'Oro Maini: un ateo y una columna de la Iglesia. Y así vino gestándose a través de los siglos la herejía del Anticristo, compendio de todas las herejías, que consiste en la adoración del hombre en lugar de Dios.
Convierte tú primero al cristianismo en algo inútil, extrayendo lo sobrenatural; después apodérate de la cascara, o sea los dogmas vacíos, como mitos, o sea como imágenes poéticas o como recuerdos históricos, "El Cristo de Velázquez" de Unamuno; infaliblemente vendrá el tercer paso, el relleno del vacío de lo sobrenatural con lo natural, la sustitución de Dios con el hombre. Porque el hombre es un ser esencialmente dependiente y siente su dependencia; y si rehuye su verdadera dependencia de Dios, echará mano de otros dioses de quien depender y adorará al Estado, o a la Razón, o a la Ciencia o a la Estética, obras del Hombre; y finalmente al Hombre, sea con el nombre de la Humanidad, o la Libertad, o la Patria o lo que fuere. Si Martínez Zuviría dijera: "En la Argentina no hay idolatría porque no hay fe" habría que decirle: "En la Argentina hay más idolatría que en tiempo de los guaraníes: y es una idolatría contaminada de tanguismo. Todo en la Argentina parecería contaminado de tango". Por tanto, frente a esta universal caída, hemos de afirmar con firmeza y hasta con descaro lo sobrenatural: nos va en ello la salvación. —¿Para qué lleva Ud. esa medallita? —Para dar rabia a los gansos.
Hemos de decir que todos somos canallitas, dejados a nosotros mismos, que sin Jesucristo no podemos nada, que Dios es terrible aunque sea también amable, que hay salvación eterna y perdición eterna, que sin religión no hay verdadera moral, que sin la Iglesia no hay salvación, que únicamente Dios puede salvarnos de la nada, y la nada está en nosotros. Es decir, debemos afirmar todo el Credo de las cosas visibles e invisibles, con su retahila de milagros y de misterios; justamente porque no lo entiendo lo creo; pues si yo entendiese a Dios, Él no sería Dios, sería Dios yo. "Si no existe Dios, lógicamente yo soy Dios; y para establecer que soy Dios, y no dependo de nadie ni de nada, me suicido", dice Kirilof, el personaje de Dostoiewski.

NOTAS
1. Aunque en apariencia sólo es una doctrina económica o política, en realidad el Liberalismo es una herejía, y nuestra Historia da prueba suficiente de ello: "aquí el político liberal se sale continuamente del plano político para treparse al plano religioso; para hacer 'sermones", por ejemplo. Por eso fracasa en la política, pues 'fracasar en lo político" es no conseguir el bien común, y aquí los políticos liberales nos han dejado desgarrado, despojado y desencuadernado al país. El político liberal en estas tierras, cuando ve que están en peligro sus 'dogmas" (es decir, su ideología) echa mano de cualquier medio para defenderla, aunque sea en contra del bien común del país: le sacrifica las arcas fiscales, el buen nombre, el porvenir, la industria del interior, la felicidad de la gente; y trozos del territorio nacional; y aun todo el territorio nacional, si necesario fuere: véase la "Misión García". Y esto es religioso". "Y no son propiamente hablando 'traidores a la patria", ni Vendepatrias", ni 'nazis", ni 'cipayos", conforme a la nueva terminología académica de actuales unitarios y federales: obran de buena fe. Tienen razón desde su punto de vista: LA RELIGIÓN ESTÁ POR ENCIMA DE TODO. Lástima que han elegido una religión falsa, de lo peor que hay, una herejía cristiana". Consideremos la naturaleza de esta herejía: "Benedetto Croce subtituló su libro de historia del Liberalismo europeo "La Religión de la Libertad"; y no estuvo mal, al contrario... Porque esto tiene de curioso esta religión moderna que trata de que sus adeptos NO SEPAN que es una religión. En eso, pues, Croce estuvo muy bien; y se portó como un verdadero filósofo". "Tenemos, pues, que el Liberalismo es una religión que tiene por objeto de culto a la Libertad... La libertad es una palabra muy hermosa por cierto; pero escrita con mayúscula se convierte en un ídolo. En el curso de los siglos, los hombres han hecho objeto de su culto al sol, a la luna, a los planetas, a hombres inmortales... a la serpiente, al dragón, al león, al águila, al escarabajo; y han llegado en la antigüedad a adorar incluso al cocodrilo; pero estaba reservado a nuestros tiempos la idolatría de una palabra con mayúscula; es decir de un "flatusvocis". "Monseñor De Andrea ha dicho una vez desde el pulpito que 'la Libertad es el bien más grande que Dios ha dado al hombre'; es por tanto el Ideal absoluto de hombres y naciones. Bien se ve que esta definición no nos sirve, porque pivota sobre la palabra 'libertad", que es una palabra ambigua, pues si no se le añade para qué, es una palabra sin contenido... La libertad no es propiamente un movimiento sino un poder moverse solamente; y en el moverse lo que importa es el Hacia Dónde; lo que determina el movimiento -dicen los filósofos- y lo hace chico-grande, bueno-malo, tal o cual, es el término dónde; pues todo movimiento tiene dos términos que lo determinan desde y dónde... Así que anoten esto: que Libertad no tiene sentido alguno si no se añade pura qué; y sin eso es mejor ni hablar..." "La ambigüedad filosófica del estandarte enarbolado el siglo pasado con Libertad, Libertad, Libertad, era sólo del estandarte, no de los que lo llevaban. Los que lo llevaban sabían bien lo que querían; querían la libertad de comercio, o sea la libertad para el Gran Dinero a fin de llegar al poder del Gran Dinero o sea el actual Capitalismo; y para eso querían gobiernos débiles o sea parlamentarios, divisiones de poderes, sufragio universal y todo lo demás; y para eso querían una religión débil, el deísmo, y después el cristianismo liberal y hoy día el modernismo". La prepotencia del Dinero ha logrado debilitar la Religión. Castellani admite que hoy se ha cumplido la profecía formulada por Marx el siglo pasado: "La burguesía ha despojado de su aureola a todas las funciones hasta entonces reputadas venerables y en efecto veneradas. Del médico, del jurista, del sacerdote, del poeta, del sabio ha hecho trabajadores asalariados". El dominio de la sociedad por el Gran Dinero es un hecho gravísimo insistentemente denunciado por el Magisterio de la Iglesia desde León XIII hasta Juan Pablo II: el Capitalismo Salvaje promueve la "Cultura de la Muerte" y pone la vida humana bajo el signo de lo demoníaco: "CUANDO EL DINERO MANDA EN UNA SOCIEDAD, EL DIABLO ES EL DUEÑO DEL DINERO". Sobre el Liberalismo cfr. la homilía de "Cristo Rey".
2. Sobre Rousseau se puede ver Psicología Humana, cap. X - "El delirio de Juan Jacobo".
3. N. del E.: Rousseau nació en Ginebra y fue educado en el calvinismo, del que nunca logró desprenderse. El gobierno calvinista de Ginebra inspiró su doctrina política.

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