martes, 14 de febrero de 2012

MICROCUENTO... para salir del paso

Gemelos...
Éramos idénticos, sí. Hasta mamá nos confundía. Los mismos rasgos, el mismo carácter, la misma voz. Decían que él era más listo, porque sacaba mejores notas en el colegio. ¿Envidia?; no, por Dios. Si acaso admiración.
Aquel día fuimos juntos a la playa. Nos dijeron que era peligroso, que había bandera roja; pero nos lanzamos al agua para hacer la carrera de siempre.
―El que llegue último a la roca paga la merienda…
Mi hermano no llegó nunca. Deshecho en lágrimas tuve que dar la noticia a mis padres:
―¡Juan se ha ahogado…!
Han pasado cuarenta años y debo ser sincero: yo soy Juan. En realidad se ahogó Pablo y me apropié de su nombre, de sus amigos y de sus notas del colegio. No lo hice con mala intención: sólo quería que papá y mamá pensaran que había muerto el tonto. Para ellos fue un alivio en medio de la tragedia.
―No, señor juez, ¿cómo puede pensar eso? ¿Asesino, yo…?

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