jueves, 6 de enero de 2022

Eutanasia y el mito de la autonomía del paciente

 Un tema que consideramos relevante en la defensa de la vida humana y su dignidad en su proceso de muerte, es la validez de consentimiento del paciente en las circunstancias que le afectan. Esto nos ha llevado a denunciar la creciente cantidad de personas a las que se aplica la eutanasia sin su consentimiento (ver “La pendiente resbaladiza de la legalización de la eutanasia”), asunto que es ahora analizado desde la perspectiva psiquiátrica.

Un artículo publicado en la revista Pschiatry Times (29 de octubre de 2021), cuyo autor es un conocido profesor de psiquiatría y una psiquiatra especializada en bioética (ver AQUÍ) cuyo título es “Suicidio Asistido y el mito de la autonomía del paciente”, trata el delicado tema con solvencia y rigor.

Los autores del artículo afirman que en los últimos 3 años, 4 estados de EE.UU. han legalizado lo que eufemísticamente se ha denominado suicidio asistido por el médico; los estados de Hawái, Nueva Jersey, y Nuevo México, han legislado para permitir que los médicos puedan facilitar sustancias letales a los enfermos terminales que desean terminar con sus vidas. Nuestro Observatorio viene ofreciendo datos sobre la aplicación de esta ley en el ámbito internacional, que es como una mancha de aceite en continua expansión.

En el caso de la muerte asistida: ¿Disponen los pacientes de una verdadera autonomía?

Según el mencionado artículo, las legalizaciones aprobadas o en vías de serlo en EE.UU. no protegen adecuadamente el respeto a la autonomía del paciente en todo el proceso que conlleva la eutanasia.

Los autores analizan lo que entienden como mito de la autonomía, afirmando que tanto en las leyes como en la práctica clínica, no se respeta la autonomía de los pacientes, tanto referida al procedimiento empleado como al nivel de información suministrado a título personal, como la información de tratamientos alternativos facilitada por especialistas en cuidados paliativos. Los pacientes que desean administrarse la medicación letal prescrita, deben superar una serie de obstáculos administrativos y de procedimientos que dependen completamente del criterio médico. Las decisiones de control con respecto al diagnóstico del paciente, la necesidad de un consultor para confirmar el diagnóstico, la supuesta naturaleza “terminal” de la enfermedad, la cumplimentación de los formularios de certificación requeridos, y, finalmente, la redacción de la prescripción letal, son todos ejercicios de la autonomía del médico.”

Los autores afirman que incluso en el eventual rechazo de la petición de eutanasia por parte del paciente, la toma de decisiones está preferentemente en el ámbito de la autonomía del médico. Está demostrado que durante el proceso previo a la administración de la sustancia letal por el médico,  la actuación del mismo podría modificar la decisión del paciente que haya pedido el suicidio asistido, sobre todo si se le presentan alternativas para aliviar su dolor, además de la debida asistencia psicológica y espiritual.

Estas son las conclusiones de un reciente estudio realizado en el área psiquiátrica ver Psychiatrists Must Prevent Suicide, Not Provide It,  Annette L Hanson MD. (19 de noviembre de 2021). Las leyes actuales y los procedimientos relacionados, lejos de proteger la autonomía del paciente, fortalecen la autoridad de terceros.

El artículo continúa definiendo un esclarecedor término: autonomía genuina, oponiéndola a la pseudo-autonomía de las leyes y prácticas referidas, y argumentan que éstas no son capaces de proteger la autonomía genuina del paciente sufriente o terminal, que en determinadas circunstancias pueden verse coaccionados por la influencia de la familia y su entorno que quieren este tipo de muerte por “razones emocionales o económicas”. Los autores enfatizan que no conocen una sola ley o proyecto de ley que establezca un mecanismo para valorar que la autonomía genuina (razonada) del paciente ha sido respetada antes de la administración de la sustancia letal, ni considere los importantes factores que pueden comprometerla, como por ejemplo los miedos y fantasías inconscientes frecuentes en este tipo de pacientes y la falta de una información especializada en cuidados paliativos que ofrezca tratamientos alternativos. AQUÍ.

Julio Tudela y Manuel Zunin

Observatorio de Bioética

Instituto Ciencias de la Vida

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