lunes, 10 de enero de 2022

DE INTERÉS. PROBLEMAS RECIENTES EN LOS NIÑOS

 Los niños concebidos por reproducción asistida tienen más problemas cardiovasculares

Los niños concebidos por reproducción asistida están asociados con mayor prevalencia de problemas de salud cardiovascular, según un estudio.

 

Un reciente artículo publicado en JAMA Network  presenta el mayor y más robusto estudio publicado hasta ahora, comparando la incidencia de problemas cardiacos entre los niños nacidos naturalmente y los nacidos por medio las diferentes técnicas de reproducción asistida.

Los autores se refieren a estudios previos, algunos de los cuales concluyeron que existía mayor prevalencia de problemas cardiacos en los niños concebidos por reproducción asistida, mientras que otros lo negaban. Según los autores, estas divergencias se debían a las diferentes metodologías usadas, como un reducido tamaño muestral en los estudios o la inclusión de pacientes pertenecientes a diversas franjas de edad.

El mencionado trabajo cuenta con una población de 764 niños entre 6 y 10 años, de los cuales la mitad fueron concebidos naturalmente y la otra por medio de técnicas de reproducción asistida. En todos ellos se verificó que sus padres no padecían de problemas cardiacos. Cabe destacar que este estudio utilizó la técnica más avanzada para el diagnóstico de estas patologías (ver AQUÍ).

Este nuevo aporte cobra especial importancia ante el continuo incremento de niños nacidos por medio de las técnicas de reproducción asistida en el mundo, lo que responde, en parte, a los crecientes problemas de infertilidad, a la fuerte tendencia social, muy significativa en los países industrializados, de aplazar el nacimiento del primer hijo y a las agresivas campañas de marketing desarrolladas por las clínicas de fertilidad ofertando las técnicas de reproducción asistida.

Los autores concluyen que, efectivamente, los niños concebidos por reproducción asistida están asociados con mayor prevalencia de problemas de salud cardiovascular. Así, de los 764 niños que formaron parte del estudio, los 382 que habían sido concebidos por técnicas de reproducción asistida tenían una significativa mayor incidencia de deficiencias y problemas estructurales del ventrículo izquierdo en relación con los concebidos naturalmente.

Destacan también la importancia de los resultados constatados de cara a implementar procedimientos de diagnóstico precoz en el caso de los embarazos logrados por técnicas de reproducción asistida, que permitan detectar tempranamente las eventuales afecciones cardíacas y permitan promover las intervenciones necesarias para tratar a los afectados con mayores posibilidades de éxito.

Desde el análisis bioético, resulta prioritario suministrar la información suficiente a los implicados tanto antes de someterse a técnicas de reproducción asistida, para una correcta valoración de los riesgos, como durante la gestación. Su consentimiento exige el acceso a toda la información relacionada con los riesgos potenciales del proceso.

Madres de niños con “disforia de inicio rápido” crean una asociación que cuestiona el autodiagnóstico de sus hijos

Un grupo de madres que no creen que sus hijos sean trans, ha creado “Amanda”, una organización que cuestiona el autodiagnóstico de sus hijos. En la web de la agrupación hablan de “disforia de género de inicio rápido (DGIR)”, es decir, de atribuir el malestar psicológico de algunos menores a una supuesta incongruencia de género, dando por supuesto que su bienestar pasa por un proceso de reasignación de sexo, que puede incluir tratamientos hormonales de bloqueo y transición seguidos de agresivas cirugías, como la amputación del pene o los pechos, de naturaleza irreversible en muchos casos.

Lo que estas madres quieren es, “que se permita a los profesionales atender los desórdenes subyacente, previos a la aparición de la disforia de género, diagnosticándolos y tratándolos desde un ámbito pluridisciplinar, de manera prudente, de modo que se permita a los menores completar su maduración antes de tomar decisiones irreversibles. Los tratamientos irreversibles, hormonales de bloqueo y transición y quirúrgicos de reasignación, deberían constitutir la última opción a valorar, por el daño que suponen y los malos resultados a largo plazo.

Según ha afirmado Ane Maiora, presidenta de Amanda, “los adolescentes que se identifican como trans de un día para otro, están sufriendo muchísimo y necesitan apoyo psicológico y médico para buscar el origen de su malestar y abordarlo, para resolver sus problemas de ansiedad y síntomas depresivos y ayudarles a sentirse bien consigo mismos y con su entorno. El fenómeno está calando especialmente en España desde la presentación del anteproyecto de la Ley Trans. Esta forma de disforia de género, insólita hasta hace pocos años, es más frecuente en niñas (7 de cada 10 casos) y en un alto grado suelen tener de fondo problemas subyacentes sin tratar como el autismo, TDAH, TOC, trastornos alimenticios, etc” (ver más).

EL MITO DE LA “DISFORIA DE GÉNERO DE INICIO RÁPIDO”

En 2018, investigadores estadounidenses publicaron un estudio hablando de la llamada “disforia de género de inicio rápido” (ROGD, por sus siglas en inglés), que refiere una vía “única” en la que los jóvenes que atravesaban la pubertad experimentaban disforia de género repentina influenciada por el entorno social, además de otros factores como la mala salud mental o el conflicto entre padres e hijos.

Ahora, un estudio realizado por investigadores de Schulich Medicine & Dentistry, la escuela de medicina de la Western University en Canadá, disipa la controvertida teoría que activistas y expertos calificaron de inexacta y dañina para las personas transgénero.

Al respecto, la publicación The Journal of Pediatrics, ha publicado un artículo titulado “¿Apoyan los datos clínicos de adolescentes transgénero el fenómeno de la disforia de género de inicio rápido?” donde se incluye información de 173 adolescentes menores de 16 años de diez clínicas médicas canadienses que brindan atención especializada de afirmación de género a través de una variedad de modelos de atención diferentes. Según detalla el trabajo, se probaron 13 factores que serían consistentes con la hipótesis de ROGD, incluidos la influencia de los grupos online, así como también variables relacionadas con la salud mental.

El equipo de investigación, sin embargo, no encontró justificación para un nuevo fenómeno etiológico de disforia de género de inicio rápido durante la adolescencia. Entre los adolescentes menores de 16 años atendidos en clínicas especializadas en género, las asociaciones entre el conocimiento de género más reciente y los factores que se suponía que estaban involucrados en la disforia de género de inicio rápido no eran estadísticamente significativas o estaban en la dirección opuesta a lo que se suponía. Este fenómeno puede representar las percepciones o experiencias de los padres más que de los adolescentes, particularmente aquellos que pueden reciben atención clínica.

Una investigación en Suecia revela los graves daños producidos por los tratamientos de transición de género en niños

En un programa de televisión sueco llamado Uppdrag granskning, se ha informado de que 13 niños que se habían sometido a tratamientos con bloqueadores hormonales para transición de género, sufrieron graves efectos adversos.

En este sentido, desde el hospital Universitario Karolinska de Estocolmo, han declarado que no van a volver a iniciar tratamientos hormonales en adolescentes transgénero, ya que, tal y como afirman, no se puede tratar a nadie si se desconoce si el tratamiento es seguro y efectivo.

En el reportaje mencionado se muestra la historia de Leo, una niña que empezó a identificarse como chico a los 10 años. Como el pequeño tenía cada vez más problemas mentales, estaba muy deprimido y se autolesionaba debido a la disforia de género que padecía. Entonces, sus padres pidieron ayuda al hospital Astrid Lindgren.  Allí comenzaron a administrarle bloqueadores de la pubertad a los 11 años.

Según el doctor Ricard Nergardh, endocrinólogo pediátrico que trata a niños transgénero, las hormonas que se les aplica a estos niños pueden afectarles gravemente, ya que producen castración química y pueden afectar negativamente a su salud mental, por lo que es muy recomendable informar a sus familias sobre los posibles efectos adversos.

Entre 2015 y 2020, unos 440 niños con disforia de género recibieron bloqueadores de la pubertad en Suecia. Para minimizar los riesgos, los trataron sin exceder el tiempo recomendado, dos años, ya que prolongar el tratamiento puede incrementar el riesgo de sufrir efectos secundarios.

En el Reino Unido, la joven de Keira Bell, que empezó con el tratamiento de bloqueo hormonal a los 16 años, consiguió una victoria en la Corte Suprema al lograr una sentencia que recomienda a los médicos que no prescriban bloqueadores hormonales a los adolescentes sin autorización. Inmediatamente después, la clínica Servicio de Desarrollo de Identidad de Género de Londres, también conocida como Centro Tavistock, suspendió la terapia hormonal en adolescentes.

En el caso de Leo, poco después de iniciar su tratamiento, su salud mental empezó a resentirse, lo que le llevó a intentar suicidarse en numerosas ocasiones.

Otro síntoma fueron los constantes dolores de espalda, y a los 15 años se le diagnosticó osteoporosis, se estancó su crecimiento y se descubrió que tenía dos vértebras deformadas.

Esto se debió a que, en lugar de aplicársele el tratamiento hormonal durante el tiempo recomendado, dos años, se le aplicó durante cuatro, es decir, el doble.

Para prevenir dolores, la densidad ósea del paciente debe ser monitorizada frecuentemente, pero en este caso no se hizo ningún seguimiento desde que inició su tratamiento.

Valoración bioética

Tal como hemos publicado previamente, los tratamientos tanto de bloqueo hormonal como de posterior transición de género, basados en la “masculinización hormonal” de las mujeres y la “feminización hormonal” de los varones, no están oficialmente autorizados para este fin por los organismos reguladores. Ello implica que existe una evidencia insuficiente sobre su seguridad y eficacia, a pesar de lo cual algunos grupos favorables a su generalización, los promueven desde edades tempranas -inicio de la adolescencia- y los mantienen durante largos periodos de tiempo -más de dos años- incrementando la gravedad de sus secuelas. Muchas de ellas resultan irreversibles, como la infertilidad, problemas metabólicos u óseos, o, y es lo más preocupante, disfunciones del sistema nervioso central en cerebros que aún no han completado su maduración, en los que la “tormenta hormonal” que inducen estos tratamientos pueden estar detrás de muchas de las disfunciones psíquicas constatadas en muchos adolescentes que ahora están motivando un cambio de postura radical en la aplicación y validación de estas terapias. La falta de seguridad en un tratamiento, junto a su no suficientemente probada eficacia, constituyen serios obstáculos no solo clínicos, sino también bioéticos, para su aplicación, por ser maleficentes además de afectar a niños y adolescentes con una capacidad de decisión autónoma limitada, muchas veces mal informados y, casi siempre, incapaces de evaluar correctamente las consecuencias de estas decisiones.

Debe mencionarse la necesidad de promover una reflexión basada en las evidencias al colectivo médico que promueve estas intervenciones, cuyos errores pueden perjudicar seria e irreversiblemente a personas que sufren y confían en ellos. Las ideologías, en este caso la de género, no son buenas aliadas para la recta praxis médica, que debe orientarse en todo caso hacia el bien del paciente y la sociedad.

La evidencia de resultados negativos en los procesos de transición de género, no deja de crecer, lo que debe apremiar tanto al colectivo sanitario como a los organismos reguladores a reorientar el abordaje de los procesos de disforia de género, que, lejos de pretender ser normalizados o “despatologizados”, requieren de una asistencia clínica especializada, pluridisciplinar y prolongada en el tiempo que permita a quienes la sufren superarla definitivamente.



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