lunes, 17 de enero de 2022

Aspectos bioéticos de la donación de órganos en contexto pandémico

La pandemia de la COVID-19 ha alterado muchas cosas en la práctica asistencial en todos los países. Una de las prácticas que se han visto seriamente afectadas ha sido la relacionada con la donación y trasplante de órganos y tejidos.

La situación de emergencia sanitaria ha obligado a focalizar la atención en la nueva enfermedad emergente, asociada a una elevada prevalencia y mortalidad, relegando otras necesidades terapéuticas, como la relacionada con los trasplantes, a un segundo plano, generando graves dilemas éticos y asistenciales.

El elevado riesgo de infección asociado al virus Sars-Cov-2 ha afectado tanto a los pacientes como a los profesionales sanitarios, que han visto complicarse los procesos relacionados con los trasplantes, tanto por la seguridad del personal implicado y de los pacientes candidatos a recibir los órganos,  como por la viabilidad de dichos órganos y tejidos.

La necesidad de destinar más recursos, económicos, técnicos y humanos, a gestionar la pandemia ha obligado a posponer muchos procesos de extracción y trasplante de órganos, con el riesgo que esto supone para la supervivencia de los posibles receptores.

Además, la situación de emergencia generalizada ha supuesto un obstáculo para la correcta cumplimentación del consentimiento informado por parte de los donantes o sus familias.

Un reciente estudio publicado en la revista BMC Medical Ethics, aborda este problema analizando la situación de Canadá durante la pandemia, antes de la aparición de las vacunas, analizándose tanto aspectos generales como éticos relacionados. (Ibrahim et al. BMC Med Ethics (2021) 22:142).

Entre los primeros, cabe destacar el riesgo de exposición a la Covid-19 por parte de los profesionales de la salud implicados, efectos de la espera en ser trasplantados que se traduce en un incremento de mortalidad en los pacientes candidatos a recibir órganos, así como problemas relacionados con su localización y obtención. Entre los aspectos éticos que evalúan los autores, destacan la obtención del consentimiento informado en un contexto de incertidumbre, que ha obligado a realizar el proceso de forma telemática en muchos casos, con los riesgos que ello conlleva para la salvaguarda de la integridad de los datos así como su correcta comprensión por parte de los pacientes, junto a los problemas relacionados con la elegibilidad de los órganos y los pacientes.

Tal como hemos publicado previamente,  durante la pandemia se ha reducido el número de trasplantes drásticamente. De los 166.374 trasplantes de órganos sólidos (riñón, hígado, corazón, pulmón, páncreas e intestino) que se realizaron en el mundo en el año 2019, se ha pasado a 114.181 en el año 2020, lo cual supone un 31,37 % menos de pacientes que han podido ser trasplantados.

Las causas no son atribuibles exclusivamente al efecto directo del virus Sars-Cov-2 a nivel global, sino que deben también tenerse en cuenta otras causas como el descenso en el número de accidentes de tráfico o el número de asistencias por patología cerebrovascular, además del elevado nivel de ocupación de las unidades de cuidados intensivos por pacientes COVID-19. La falta de camas disponibles en UCI para la admisión de pacientes potenciales donantes de órganos, la dificultad de mantener pacientes con potencial evolución de muerte encefálica en unidades de cuidados intensivos y la fatiga del personal sanitario de las unidades de cuidados intensivos durante la pandemia, entre otros, han sido determinantes.

La situación pandémica obliga a replantearse algunos aspectos fundamentales relacionados con la medicina de trasplante, que puede verse seriamente alterada en situaciones de crisis afectando, no solo a la salud de los pacientes en lista de espera para recibir un órgano, sino también a la integridad de los equipos sanitarios implicados y al manejo de los recursos disponibles, que incluyen no solo los medios técnicos necesarios, sino también una reevaluación de los pacientes candidatos tanto a donar como a recibir los órganos en función de las circunstancias cambiantes que determina una situación pandémica.

Por último, se subraya la necesidad de vigilar los procedimientos de obtención del consentimiento informado por parte de los pacientes, garantizando su comprensión  y libre decisión, que no siempre puede formularse debidamente en situaciones de crisis pero cuyo escrupuloso cumplimiento se hace necesario si se quiere mantener la aceptabilidad ética de un complejo proceso como es el de la donación y trasplante de órganos y tejidos.

Julio Tudela

Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida

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