viernes, 9 de septiembre de 2022

Matar nunca es un derecho

 La Eurocámara afirma que “toda persona tiene derecho a un aborto seguro y legal”, y muestra su apoyo y solidaridad a las mujeres de Estados Unidos y a quienes colaboran en la defensa y prestación de una asistencia legal y segura tras la derogación de Roe Vs. Wade. Además, muestra su preocupación por si los grupos antiabortistas reciben fondos para su financiación.

La resolución pide que los países de la UE aseguren el acceso al aborto seguro, legal y gratuito y reclama a los países miembros que garanticen la planificación familiar, métodos anticonceptivos y asistencia sanitaria prenatal y materna.

Cabe recordar que en enero de este año Emmanuel Macron ya pidió que el aborto fuera incluido como derecho fundamental y que en junio de 2021 la Eurocámara declaró el aborto como “derecho humano” en el Informe Matić.

En todo caso, es improbable que finalmente consigan incluir el aborto como “derecho fundamental”, ya que la Carta de Derechos Fundamental de la Unión Europea solo puede ser modificada por unanimidad.

Valoración bioética

Como hemos publicado previamente, el primer artículo de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea proclama el derecho a la vida, que entra en colisión frontal con este supuesto “derecho al aborto” que implica necesariamente atentar contra el derecho a la vida del nasciturus. Esta es la primera contradicción grave del posicionamiento actual de la mayoría del Parlamento Europeo. La segunda contradicción, que invalida sus argumentos, es la no existencia de aborto seguro. Promover el aborto es multiplicar el riesgo de las mujeres que se someten a él. El aborto constituye una agresión física contra la situación fisiológica de la mujer gestante, en la que se producen cambios violentos destinados a terminar con la vida de su hijo, y que tendrán consecuencias sobre su propia salud, tanto de forma inmediata con complicaciones asociadas, como diferida, en forma de un incremento en el riesgo de padecer trastornos psíquicos en el futuro, como se ha documentado suficientemente. Además, la exposición repetida al aborto, a la que conduce el reconocimiento del aborto como derecho, multiplica alarmantemente el riesgo de padecer estos trastornos, que pueden llegar a comprometer la vida de las implicadas.

Matar nunca es un derecho, y la agresión que supone un aborto tampoco puede asociarse a la “salud reproductiva”. El aborto mata y hace enfermar. Ni es un derecho ni es saludable.

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