martes, 26 de abril de 2022

Una técnica de edición genética... + la Academia Nacional de Medicina de Francia

Por primera vez se consigue obtener descendencia a partir de una sola hembra en mamíferos. La investigación, llevada a cabo en China, se ha publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU (PNAS), bajo el título “Descendencia viable derivada de ovocitos únicos de mamíferos no fertilizados”.

El abordaje ha implicado una combinación de dos técnicas: la partenogénesis y la edición genética. La partenogénesis, que en griego significa “creación virgen”, es una forma de reproducción asexual que sucede de forma natural en algunas plantas y animales, pero no en mamíferos, y consiste en que el ovocito femenino sin fecundar duplica su material genético y comienza a desarrollarse como un embrión. En mamíferos, la inducción artificial de la partenogénesis no había sido exitosa (hasta ahora) debido al fenómeno de la impronta genética, según el cual hay determinados genes inactivados en el gameto femenino y otros inactivados en el gameto masculino. Esta inactivación selectiva se consigue mediante determinados grupos químicos que actúan sobre el ADN, por lo que es una forma de regulación epigenética (del griego epien o sobre, –genética). La combinación de estos dos patrones característicos del sexo es necesaria para que el individuo resultante de la fecundación sea viable. En la partenogénesis, la dotación genética viene solo de la hembra, por lo que falta la impronta genética masculina. Esta carencia, había impedido hasta ahora que los pseudoembriones obtenidos por partenogénesis, llamados partenotes, pudieran evolucionar hasta el nacimiento. Es aquí donde entra la edición genética, que se ha aplicado en este experimento para superar esta dificultad y lograrlo finalmente. Los científicos han utilizado una técnica similar a CRISPR que, en lugar de cambiar unas letras del ADN por otras, realiza cambios químicos sobre esas letras, activando o desactivando ciertos genes. Así, tras activar la partenogénesis en ovocitos de ratón, se aplicó esta herramienta de edición genética para integrar artificialmente en el genoma el patrón de impronta masculino. Así, los ovocitos empezaron a desarrollarse como un embrión. En un primer experimento, 192 embriones obtenidos por este medio se implantaron posteriormente en hembras de ratón subrogadas para continuar su desarrollo logrando nacer finalmente solo tres de ellos. Solo uno sobrevivió tras nacer, el cual llegó a la edad adulta y pudo reproducirse de forma normal. En un segundo experimento, en el que se añadió una nueva modificación genética, se consiguió que sobrevivieran dos hembras de los 155 embriones transferidos.

Aunque la eficacia del proceso ha sido extremadamente baja, el estudio supone una prueba de concepto de que el nacimiento de individuos generados por partenogénesis en mamíferos es posible, es decir, puede obtenerse descendencia a partir de una sola madre, sin necesidad de un padre. Debe aclararse que la descendencia obtenida por este método será exclusivamente de hembras. En 2004 ya se había conseguido obtener ratones sin necesidad de esperma ni reproducción sexual, pero en este caso se usaron dos ovocitos, uno que funcionaba como tal y otro que imitaba la aportación genética de un espermatozoide (ver AQUÍ), abordaje que se perfeccionó en 2018 y permitió obtener crías de ratón a partir de células reprogramadas genéticamente procedentes de machos y hembras que se combinaron con ovocitos enucleados (ver AQUÍ). El trabajo que comentamos va un paso más allá, generando un nuevo individuo a partir de un solo ovocito sin fecundar.

Nuestra valoración bioética

Cabe remarcar que este trabajo se ha desarrollado exclusivamente en ratones. Ningún embrión humano se ha utilizado en la investigación ni se espera que esta aplicación pueda ser usada en humanos por el momento ni en un futuro próximo. No obstante, realizar estos avances en un modelo animal mamífero nos acerca a la posibilidad de aplicarlos en el ser humano, lo que implicaría generar exclusivamente hijas a partir de una sola persona, la madre.

“Este trabajo es un primer paso, muy preliminar, hacia la autonomía reproductiva de la mujer”, opina Xavier Vendrell, portavoz de la Asociación Española de Genética Humana y especialista en salud reproductiva. “Trasladar estos resultados a los humanos no es ni mucho menos automático. En España, por ejemplo, sería ilegal mantener embriones de este tipo más allá de los tres días de edad. Pero es que además el programa de impronta genética humano es mucho más complejo que el del ratón. Ni siquiera conocemos todas las familias de genes que están involucradas”, destaca.

Nos parece que pretender relacionar este experimento con la autonomía reproductiva de la mujer, ignorando las graves dificultades técnicas y éticas que conlleva, resulta del todo inaceptable.

Al margen de estas dificultades, el riesgo de que en un futuro este abordaje pueda trasladarse al ser humano, hace pertinente que nos cuestionemos la motivación del estudio. A este respecto, el artículo publicado está escasamente justificado, apenas cuenta con una línea en la discusión que afirma que “el éxito de la partenogénesis en los mamíferos abre muchas oportunidades en la agricultura, la investigación y la medicina”. A nuestro juicio, un artículo con semejantes implicaciones merecería una mayor explicación de cuáles son esos posibles beneficios que pudieran derivarse de estas investigaciones, así como alguna referencia a las cuestiones éticas que plantearía la aplicación del procedimiento en humanos, algo que no se menciona en ningún momento. En nuestra opinión, es inexcusable alertar de los problemas éticos que implicaría generar seres humanos por partenogénesis. Por un lado, los estudios implicarían la obtención y destrucción de cientos o miles de embriones humanos, lo que nos parece éticamente inaceptable. A este respecto, conviene aclarar que, hasta ahora, la imposibilidad de progresión en su desarrollo de los pseudoembriones obtenidos por partenogénesis, debida a las grandes diferencias genéticas que los distinguen de los embriones obtenidos por fecundación sexual, relacionadas con la ausencia de la impronta masculina, habían propiciado que no fueran considerados verdaderos embriones humanos, lo que los hacía éticamente aceptables en experimentación. Pero tras este nuevo paso, por el que estas diferencias han sido en parte superadas, deberían ser considerados como verdaderos embriones, lo que añade nuevas dificultades éticas al experimento. Además, en este caso no podrían utilizarse embriones sobrantes de tratamientos de fecundación in vitro, sino que deberían generarse específicamente para las investigaciones, lo que amplía el abanico de público que podría oponerse y de legislaciones que no permitirían estos estudios. Esta oposición podría ser incluso mayor, abarcando a algunas posiciones utilitaristas, si no se demuestran unos beneficios potenciales de suficiente entidad. Por otro lado, las niñas que nacieran fruto de esta técnica se verían privadas de padre, no solo socialmente sino también biológicamente, ya que la madre sería genéticamente madre y padre de esa niña. Esto plantea serias cuestiones sobre el bien del menor y su protección. Finalmente, los riesgos de seguridad superarían con creces a los de la fecundación in vitro y no parece justificable exponer a la futura niña a tales riesgos simplemente para satisfacer el deseo de una mujer de ser madre sin contribución masculina.     

Julio Tudela y Lucía Gómez Tatay del Instituto Ciencias de la Vida. Observatorio de Bioética. Universidad Católica de Valencia 

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La Academia Nacional de Medicina de Francia ha emitido un comunicado de prensa adoptado el 25 de febrero de 2022, con 59 votos a favor, 20 votos en contra y 13 abstenciones,  advirtiendo, al igual que han hecho otros países recientemente del alarmante incremento en el número de casos de identidad transgénero en los jóvenes, afirmando que, a menudo, están relacionados con la influencia del entorno social y que debe extremarse la prudencia al instaurar tratamientos de bloqueo hormonal y transición de género, porque pueden resultar contraproducentes y, en muchos casos, irreversibles.

La Academia llama la atención sobre la dificultad en diferenciar una tendencia transexual duradera de una fase pasajera del desarrollo de un adolescente.

La Sociedad para la Medicina de Género Basada en la Evidencia (SEGM), en un comunicado de prensa, ofrece el texto completo, que puede consultarse aquí.

Reproducimos a continuación los aspectos más importantes:

La identidad transgénero, identificarse con un género diferente al biológico, es persistente y dura más de 6 meses. Esta experiencia puede causar una angustia significativa y prolongada, lo que puede contribuir a un mayor riesgo de suicidio.

No existen evidencias de la existencia de bases genéticas que predispongan a la disforia de género o a la tendencia transexual.

Si bien esta condición se ha reconocido durante mucho tiempo, se ha observado un fuerte aumento en la demanda de intervenciones médicas(1,2) primero en América del Norte, luego en el norte de Europa y, más recientemente, en Francia, particularmente entre niños y adolescentes. Un estudio reciente de varias escuelas secundarias en Pittsburgh reveló una prevalencia que es claramente más alta que la estimada anteriormente en los Estados Unidos(3): el 10 % de los estudiantes se declararon transgénero o no binarios o no estaban seguros de su género. En 2003, el Royal Children’s Hospital de Melbourne diagnosticó disforia de género a un solo niño, mientras que en la actualidad trata a casi 200.

Cualesquiera que sean los mecanismos involucrados en los adolescentes -compromiso excesivo con las redes sociales, mayor aceptabilidad social o influencia por parte de su círculo social- este fenómeno epidémico se manifiesta en la aparición de casos o incluso grupos de casos en el entorno inmediato de los adolescentes(4). . Este problema primordialmente social se debe, en parte, al cuestionamiento de una visión demasiado dicotómica de la identidad de género por parte de algunos jóvenes.

La demanda de intervenciones médicas, debido al malestar que provoca esta condición (que no es una enfermedad mental per se), conduce a una creciente oferta de atención en forma de consultas o atención en clínicas especializadas(5). Esto involucra muchas subespecialidades pediátricas. Se utilizan primero las consultas psiquiátricas, y si la identidad es auténtica y persiste el malestar, se interviene endocrinología, ginecología y, en última instancia, cirugía.

Sin embargo, se debe extremar la precaución médica en niños y adolescentes, dada la vulnerabilidad, especialmente psicológica, de esta población y los múltiples efectos indeseables e incluso complicaciones graves que pueden ocasionar algunas de las terapias disponibles. En este sentido, es importante recordar la reciente decisión (mayo de 2021) del Hospital Universitario Karolinska de Estocolmo de prohibir el uso de bloqueadores de la pubertad.

Aunque Francia permite el uso de bloqueadores de la pubertad u hormonas cruzadas con autorización de los padres y sin límites de edad, se necesita la mayor precaución en su uso, teniendo en cuenta los efectos secundarios como el impacto en el crecimiento, el debilitamiento de los huesos, el riesgo de esterilidad, consecuencias emocionales e intelectuales y, para las niñas, síntomas parecidos a la menopausia.

En cuanto a los tratamientos quirúrgicos, en concreto la mastectomía, permitida en Francia a partir de los 14 años, y las cirugías relativas a los genitales externos (vulva, pene), hay que subrayar que estos procedimientos son irreversibles.

Cuando se brinda atención médica por este motivo, es fundamental asegurar el apoyo médico y psicológico, primero a los niños y adolescentes afectados, pero también a sus padres, sobre todo porque no existe una prueba que distinga entre disforia de género persistente y disforia adolescente transitoria. Además, el riesgo de sobrediagnóstico es real, como lo demuestra el creciente número de adultos jóvenes que desean la “detransición” o reversión del proceso. Conviene, por tanto, prolongar al máximo la fase de atención psicológica.

La Academia Nacional de Medicina llama la atención de la comunidad médica sobre la creciente demanda de atención en el contexto de la identidad transgénero en niños y adolescentes, y recomienda lo siguiente:

  • Los niños y adolescentes que expresen un deseo de transición, así como sus familias, deben recibir apoyo psicológico extendido.
  • Si persiste el deseo de transición, la decisión de tratar con bloqueadores de la pubertad o hormonas sexuales cruzadas debe considerarse cuidadosamente y en el marco de consultas multidisciplinarias.
  • Los estudios médicos deben incluir información clínica específicamente adaptada para informar y orientar a los jóvenes y sus familias.
  • Es necesario seguir investigando tanto los aspectos clínicos y biológicos como los éticos de este asunto, con evidencias todavía insuficientes.
  • Los padres que respondan a las preguntas de sus hijos sobre la identidad transgénero o la angustia asociada deben permanecer atentos al papel adictivo del compromiso excesivo con las redes sociales, que es perjudicial para el desarrollo psicológico de los jóvenes y es responsable de una parte muy importante del creciente sentido de incongruencia de género.

Valoración bioética

La acumulación de posicionamientos en distintos países alertando del enorme riesgo de las intervenciones de bloqueo y transición hormonal de género, así como las cirugías posteriores relacionadas, que han llevado a países pioneros en este tipo de intervenciones, como Finlandia o Suecia, a prohibirlas en adolescentes, surge de las numerosas evidencias acerca del negativo balance beneficio/riesgo de estos tratamientos, que no resuelven las causas del problema sino que, por el contrario, generan trastornos graves y, en muchos casos, irreversibles en las poblaciones afectadas.(ver aquí)

Sorprendentemente, persiste la tendencia en muchos países, especialmente en España, de publicar leyes que promueven todo lo contrario de aquello de lo que nos advierten los expertos, facilitando al máximo las intervenciones de transición de género, a edades tempranas, sin evidencias sólidas y renunciando a todo control clínico que incluya diagnósticos precisos tanto de los procesos de disforia como de otros trastornos que pueden estar asociados, así como del necesario acompañamiento que debe ofrecerse, en actitud prudente y expectante, a los jóvenes que experimentan el deseo de transición de género, que en la mayoría de casos, lo hacen de manera transitoria influenciados por el ambiente, potenciado por las redes sociales y medios de comunicación.

Persistir, como hacen muchos políticos desde posiciones ideológicas mal fundamentadas y en actitud intransigente, en negar la evidencia científica, empujando a muchos jóvenes a intervenciones lesivas e irreversibles, constituye un acto maleficente e imprudente, que debe ser denunciado en aras de la protección de la salud de los implicados, su autonomía y, en último término, su libertad, para lo que es necesario informales debidamente del alcance y riesgos de estas intervenciones, así como de las alternativas disponibles.

Julio Tudela. Observatorio de Bioética. Instituto Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia

Referencias

  1. NHS, The Tavistock and Portman, Referrals to the Gender Identity Development Services (GIDS) for children and adolescents level off in 2018-19, 28 June 2019 (https://tavistockandportman.nhs.uk/about-us/news/stories/referrals-gender-identity-development-service-gids-level-2018-19/
  2. Swedish national health Council, Report on the prevalence of persons diagnosed with gender dysphoria since 1998 among registered citizens of Sweden, 2020, www.socialstyrelsen.se
  3. Kidd K.M., Sequeira G.M., Douglas C. et al, Prevalence of gender diverse youth in an urban school district, Pediatrics, 2021, vol 147, issue 6
  4. Littman, L., Parent reports of adolescents and young adults perceived to show signs of a rapid onset of gender dysphoria. PLoS ONE, 2018, 13(8), e0202330. https://doi.org/10.1371/journal.pone. 0202330; Correction: PLoS ONE 2019; 14(3): e0214157. Published online 2019 Mar 19. doi:10.1371/journal.pone.0214157
  5. Martinerie L., Condat A., Bargiacchi A., et al., Management of endocrine disease. Approach to the management of children and adolescents with gender dysphoria, European Journal of Endocrinology, 2018, 179, p. 1219-1237.

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