lunes, 4 de noviembre de 2013

luisa

Muy cerca de José Luis vi a Luisa. Me llamó la atención que estuviese fumando. Nunca la había visto antes con un pitillo en la boca. Sentada en el suelo, con el letrero de siempre (estoy enferma, tengo tres hijos…, etc.), pedía limosna a gritos, riñendo de mala manera a los que no respondían. ―Hola, padre. Dame un euro si quieres… ―¿Qué te pasa? ¿Estás enfadada? Antes no fumabas… ―Me voy a morir dentro de seis meses. Tengo metástasis en los pulmones. Dios ya no me quiere. Se puso en pie y se tapó con una especie de chal rojizo. Empezaba a llover sobre Madrid. Apagó el cigarro y entramos en la iglesia. Se celebraba una boda, pero los últimos bancos estaban vacíos. ―¿Hablamos…? ―Por mí… Esta historia tiene que terminar bien. Rezad por ella.

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