domingo, 10 de noviembre de 2013

el mendigo elegante

Sentado en un banco de la calle, José Luis está concentrado frente a un folio, ajeno al estrépito que organizan los camiones de reparto a la entrada del mercado. José Luis sujeta un boli con la mano derecha y repasa una y otra vez las líneas que ha escrito. Me acerco por su espalda y le digo: ―Tienes buena letra… ¿Qué haces? ―¡Ah! Buenos días, Monasterio. Estoy escribiendo un libro. Se va a titular “el mendigo elegante”. ―¿Y me dejarás verlo? ―Cuando termine. Creo que le gustará. Se lo mandaré a su casa por correo. A Vallecas, ¿no? José Luis gasta un apellido ilustre de origen gallego y, aunque no se puede decir que vista con elegancia, va limpio y aseado. Nadie diría que está aquí para pedir limosna. Lo conocí hace diez días en este mismo lugar. Llevaba la misma cartera llena de folios y me hizo una seña: ―Padre, ¿podría darme un euro para un café? Me contó entonces que había trabajado en unos laboratorios farmacéuticos. La empresa hizo unos recortes y se quedó en la calle hace dos años. ―Ahora tampoco recibo nada del paro y, con 60 años, soy demasiado viejo para trabajar y demasiado joven para cobrar. Entramos en el mercado y nos tomamos un par de cafés con unas porras. Allí hablamos de mil cosas y pude comprobar que José Luis es hombre educado y de cierta cultura. Conoce la doctrina cristiana mucho mejor que la mayoría y es evidente que no me engaña cuando habla de sus inquietudes espirituales. ―¿Ha visto ese letrero? Hay un cartel pegado en la luna del bar: “arroz con bogavante, 10 euros”. ―Cuando cobre algo, le invito. Creo que aquí hacen bien el arroz. SEGUNDO DOMINGO DE MES, CARITAS

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