viernes, 22 de octubre de 2010

Jesus y Judas

Leonardo Da Vinci pintó su Última Cena y -dicen- tardó 20 años (!) porque -dicen- era muy exigente a la hora de escogere sus modelos. Asi, para pintar a Jesús -el primero de todos- debería encomntrar un rostro lleno de pureza, nobleza y todo lo bueno así como una extraordinaria belleza varonil... Tardó mucó pero encontró a su hombre.
Después fue localizando al resto, a los apóstoles. Pero -dicen también- no daba con el modelo de Judas, que debía ser un rostro con las huellas de la traición y la avaricia... Aquí había pensado en una persona de edad madura, retorcida, calculadora, quizás también con un punto de odio en la mirada... Y como no encontraba ese rostro el cuadro quedó inconcluso por largo tiempo.Pero un día le hablaron de un criominal de aspecto terrible que habían apresado. Fue a verlo, y era exactamente el Judas que él quería para terminar su obra. Así que solicitó a la autoridad permiso para que aquel reo posara para él. Y, por supuesto, conociendo la fama del maestro Da Vinci, gustosos le llevaron al reo -bien custodiado y encadenado- al estudio del pintor. Y allí posó aquel sin dar muestras de emoción alguna, siempre callado y distante. Al final, Da Vinci, satisfecho concluyó su trabajo y mostró su obra al reo. El reo al ver la pintura quedó conmocionado y cayó de rodillas, llorando... Da Vinci, extrañado, le pregunto el por qué de su actitud, a lo que el preso respondió:
— Maestro, ¿es que acaso no me recuerda?
Da Vinci observándolo fijamente le contesta:
— No, nunca antes le había visto.
Llorando y pidiendo perdón a Dios, el reo dijo:
— Yo soy aquel joven que hace 19 años usted escogió para representar a Jesús en este mismo cuadro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario