miércoles, 13 de enero de 2021

VACUNAS CONTRA LA PANDEMIA

Ligeras diferencias en las vacunas de Moderna y Pfizer

Diario Médico acaba de publicar un interesante artículo, redactado por Sonia Moreno, en el que se recogen las diferencias que pueden existir entre las vacunas Moderna y Pfizer, así como se especifican algunas de sus características de acción y efectos secundarios. Por su interés lo transcribimos:

La vacuna de Moderna se somete hoy jueves a un examen similar al que pasó con éxito la vacuna de Pfizer y BioNTech. El comité asesor de la agencia estadounidense FDA revisa los datos aportados para pronunciarse sobre la aprobación, si todo va según lo previsto, de la que sería la segunda inmunización comercializada en Estados Unidos.

Las dos vacunas utilizan una tecnología basada en ARN mensajero (ARNm). En esencia, esta estrategia consiste en encapsular una serie de instrucciones genéticas  (ARNm) de la proteína S (spike) del coronavirus en una nanocápsula de grasas que se introduce en el organismo para inducir la respuesta inmune.

Ambas vacunas tienen una eficacia altísima, más de la que era previsible, y si es que hay diferencias, son de matiz

En la revisión de la agencia reguladora, que se ha hecho pública esta semana, así como en los últimos datos publicados en la revista científica The New England Journal of Medicine, es difícil encontrar diferencias significativas entre ambas vacunas de ARNm. De hecho, los expertos señalan que esto es algo que solo podrá obtenerse con más investigación y estudios comparativos entre ambas, pues los ensayos respectivos se han hecho frente a placebo.

Las dos rondan el 95% de eficacia global contra la covid-19, (95% la de Pfizer/BioNTech; 94,5% la de Moderna). En su informe, la FDA destaca que la vacuna de Moderna es “altamente eficaz”. El documento también recoge que entre las personas de más edad la eficacia baja un poco: del 95,6% en el grupo de 18 a 64 años se pasa al 86,4% entre los mayores de 65 años. No obstante, como apunta Jaime Pérez Martín, vocal de la Asociación Española de Vacunología (AEV), estadísticamente, con los datos de que disponemos, “no se puede concluir que exista esta diferencia en la eficacia atendiendo a la edad”. Pérez Martín destaca que “ambas vacunas tienen una eficacia altísima, más de la que era previsible, y si es que hay diferencias, son de matiz”.

En la prevención de las formas graves de la covid-19, la vacuna de Moderna mostró una eficacia del 100% (no se registraron casos en el grupo vacunado), mientras que en la de Pfizer/BioNTech, nueve voluntarios registraron enfermedad grave en el grupo del placebo, frente a un voluntario en el de los vacunados. De nuevo, los números disponibles todavía no son suficientes para afirmar que una de ellas prevenga mejor que otra la enfermedad grave.

Tampoco se puede decir en qué medida estas vacunas reducirán los contagios. “Se espera tener datos de este tipo a principios de año. Es probable que jueguen un papel en la disminución de la transmisión”, comenta Pérez Martín, especialista en Medicina Preventiva.

Una vez más, hay que esperar y seguir investigando sobre la duración de la inmunización alcanzada. Nada indica que no vaya a mantenerse un tiempo. Hace dos semanas, The New England publicaba un estudio donde se demuestra que los anticuerpos generados por la vacuna de Moderna se mantenían al menos tres meses, también entre personas mayores.

Las dos vacunas requieren dos dosis que se administran con un espacio de tres semanas (Pfizer/BioNTech) y un mes (Moderna). No obstante, destaca este especialista, se ve protección con la primera dosis en ambas. “A los 12 ó 14 días de la administración de la primera dosis se aprecia forma clara el inicio de la protección. Es un dato muy positivo. No obstante, esto no significa que pueda eludirse la segunda dosis: en todos los ensayos clínico, la protección se garantiza con la segunda dosis, no con la primera”.

Sobre la seguridad, Pérez Martín recalca que son vacunas que han seguido todos los procesos de control. “Tenemos vacunas para niños (meningitis) que salieron al mercado tras ensayarse en 10.000 voluntarios. Estas vacuna se comercializa tras estudiarse en unas 20.000  y 15.000 personas”. Precisamente, en población pediátrica sí se puede encontrar una diferencia: mientras que la de Pfizer se indica en personas con 16 años en adelante, la de Moderna se presenta para adultos de 18 en adelante. Ambas compañías tienen en marcha ya estudios en niños.

La vacuna ‘prende’

Las reacciones adversas más frecuentes fueron dolor en el lugar de la inyección, cansancio, dolor de cabeza y mialgia, pero normalmente no duraban más de 48 horas. “Los datos del ensayo indican que la vacuna de Moderna es algo más reactogénica, en especial en población más joven, y en la segunda dosis”, lo cual parece lógico, si se tiene en cuenta que la dosis de esta vacuna es de 100 mcg, mientras que la de Pfizer es de 30 mcg. Las personas de más de 65 años experimentaron estos efectos secundarios con menos frecuencia que el grupo más joven.

El especialista recuerda que clásicamente se decía que este tipo de efectos secundarios indican que “la vacuna ha prendido”, que está haciendo efecto. Y extrae una metáfora compartida en una reciente reunión de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “Es un efecto similar al de la persona que empieza a hacer ejercicio y al día siguiente tiene agujetas: el pequeño precio que hay que pagar por tener una vida sana”, si bien, incide, “no es un precio que tenga que pagar todo el mundo, pues los efectos adversos no parecen superar al 40% de los vacunados. No obstante, hay que tenerlos en cuenta, porque pueden suponer un día o dos de sensación de cansancio”.

En cuanto a la potencial aparición de trastornos asociados a la inmunización, con la vacuna de Moderna tres voluntarios vacunados y uno que recibió placebo desarrollaron parálisis de Bell, mientras que con la de Pfizer/BioNTech fueron cuatro en el grupo vacunado y ninguno en el de placebo. “Todos los casos se resolvieron solos, sin secuelas”, afirma Pérez Martín, “no obstante, es un efecto que la FDA ha indicado que debe vigilarse”.

Las diferencias en la logística

Sin embargo, la diferencia más evidente, para la que no hay que escrudiñar ninguna tabla ni gráfico, es la forma de conservación. Mientras que la vacuna de Pfizer/BioNTech parte de unas condiciones de almacenamiento recomendadas de -75°C±15°C, la conservación en frío de Moderna resulta menos exigente para la logística de los planes de vacunación.

Esas diferencias se atribuyen, explica África González, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, a los diversos compuestos que forman la cubierta lipídica empleada, y que condicionan posteriormente la conservación. “El reto que plantea el ARN es su elevada inestabilidad, de ahí que requiera ultracongelación, si bien con el preparado de Moderna se ha conseguido preservarlo con menos frío gracias a una estructura específica”. No obstante, Pfizer y BioNTech están trabajando para conseguir una formulación liofilizada (deshidratada) de la vacuna, con la que se aligere la logística de transporte y distribución.

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Dudas sobre la eficacia de las vacunas y en concreto de la de Pfizer


El pasado 13 de noviembre se publicó en Science un artículo en el que se reflexiona sobre la vacuna contra el SARS-CoV-2. En él se comenta que la segunda semana de noviembre la firma norteamericana Pfizer, fabricante, junto a la alemana Biotech de una vacuna mRNA contra la SARS-CoV-2 anunció que tenía una eficacia del 95%, lo que promovió una ola de esperanza entre la población. Sin embargo, afirma Jon Cohen, autor del artículo, que aún existen algunas dudas sobre cómo actuará dicha vacuna, dudas que habrá que resolver antes de su comercialización.

Entre ellas, que Pfizer tiene que obtener aún la autorización de la FDA norteamericana para poder empezar a distribuirla en ese país, autorización que la firma farmacéutica manifiesta que solicitó por vía de urgencia el pasado 20 de noviembre, por lo que piensan que podrían obtener el permiso para distribuirla y tenerla a disposición de la población de más riesgo a partir de diciembre. Sin embargo, la FDA norteamericana exige que pasen dos meses desde que el último grupo de pacientes participantes en el ensayo clínico hayan recibido la dosis total de la vacuna, lo que dificulta que dicho plazo pueda cumplirse. Por otro lado, Pfizer está tramitando la aprobación de la vacuna con la Agencia Reguladora de la Unión Europea y las de otros países, como Australia, Canadá, Japón y Reino Unido (ver AQUÍ).

Pero además de esta dificultad administrativa, existen algunas dudas sobre su eficacia que habría que resolver también antes de comercializarla. La primera es que no se conoce bien su eficacia, pues únicamente se sabe por un comunicado de prensa de la propia compañía, lo cual no es una vía de comunicación que ofrezca todas las garantías. Tampoco se conoce cuánto durará la inmunidad generada por la vacuna, e incluso si podrá evitar el contagio en casos de Covid-19 severa o si disminuirá la velocidad de transmisión si se vacuna a una amplia proporción de la ciudadanía, es decir, si se consigue una inmunidad de grupo. Tampoco se sabe si tendrá una acción efectiva en las personas de mayor edad (ver más).

Pero además de ello, otra dificultad añadida es que hay que transportarla a -80ºC para que el material genético no se deteriore, lo que sin duda dificultará su distribución, especialmente en los países en vías de desarrollo, cosa que al parecer podría resolverse, utilizando otras vacunas de mRNA que no requieren ser transportadas a tan baja temperatura.

Otra dificultad que se puede plantear es determinar si Pfizer podrá fabricar el suficiente número de vacunas requeridas por la población. A este respecto, la firma norteamericana manifiesta que espera tener 50 millones de dosis de vacunas a final de este año y que durante el 2021 puede fabricar 1300 millones de dosis más.

En la fase III del ensayo clínico la eficacia y seguridad de la vacuna se está evaluando en un grupo placebo de 43.661 voluntarios y en el grupo control de 41.135 personas que recibieron las dos dosis de la vacuna necesarias para conseguir un buen nivel de inmunidad.

Finalmente, un hecho positivo que merece la pena destacar es que se está consiguiendo disponer de una vacuna eficaz justo 11 meses después de que el SARS-CoV-2 fuera identificado, lo cual es un hecho insólito en la ciencia.






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