lunes, 1 de marzo de 2021

Los judíos y en proceso de Jesús

Ricciotti, en su Vida de Jesucristo, a cuenta que en 1930 constituyeron los judíos un tribunal oficioso en Jerusalén, compuesto de cinco israelitas, para que examinase la sentencia dada por el Sanedrín contra Jesús. El veredicto pronunciado por este tribunal, con cuatro votos a favor y uno en contra, fue que la antigua sentencia el Sanedrín debía ser retractada, ya que la inocencia del inculpado estaba demostrada, y su condena fue uno de los más terribles errores que los hombres hayan cometido jamás, error cuya reparación honraría a la raza hebraica”.

No tenemos a la vista la revista Jerusalén, el de la que el docto escriturista italiano ha tomado las palabras que preceden; pero es indudable que este hecho entra de lleno el actual corriente de pensamiento judío respecto a Jesús. Estamos ya muy lejos de aquellos días -principios del siglo pasado-el que el judío José Salvador, nacionalista entusiasta y precursor del sionismo, trataba de justificar en la vecina Francia la condenación de Jesús. En la actualidad, los sabios judíos, que tratan de exonerar a su pueblo de la acusación que sobre él pesa, suelen seguir uno de estos dos caminos: o bien atribuyen la condenación exclusivamente al Sanedrín saduceo, o bien, rechazando en parte la narración evangélica, hacen a Poncio Pilato único responsable de la muerte del Señor.

Klausner, uno de los hombres más eminentes del judaísmo actual y profesor de Historia de la literatura hebrea en la Universidad de Jerusalén, combina hábilmente ambas soluciones: “De numerosos papiros -dice-descubiertos en Egipto, que se remontan al periodo romano y contienen relaciones de procesos importantes juzgados en Egipto bajo el control del gobierno romano o por los representantes mismos de este gobierno, resulta que las autoridades romanas (que juzgaban todos los procesos importantes) tenían costumbre de confiar la instrucción previa de los mismos al gobierno local egipcio". De ahí deduce que en Palestina debieron seguir los romanos el mismo procedimiento, y que, por tanto, en el proceso de Jesus se debe distinguir el proceso propiamente dicho y su previa instrucción. El proceso corrió todo él a cargo de Pilato. El Sanedrín sólo sería responsable de la instrucción previa.

Pero, además, el Sanedrín, a cuya presencia fue llevado Jesús, sería un tribunal saduceo, en el que no figuraban los fariseos. Los Sinópticos no hablan más que de " los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos", y Klausner observa que también había escribas y ancianos saduceos. Los fariseos, según el mismo autor, no podían juzgar a Jesús por sus doctrinas, pues que lo tenían por uno de los suyos, que enseñaba como ellos la resurrección, el juicio y la proximidad de una era mesiánica. El proceso, por otra parte, llevaría la marca saducea y boetusiana. Los saduceos, a cuya secta pertenecía el Sumo Pontífice, presidente del Sanedrín, y una gran parte de los componentes de este tribunal, practicaban una política de realidades, y no podía soportar con tranquilidad el que un visionario Galileo se proclamará el Mesías, provocase disturbios en el templo, y hablase severamente a los jefes de la nación. Sabían muy bien con cuánta facilidad podía un profeta o taumaturgo suscitar en Jerusalén durante los días de la Pascua una rebelión contra Roma, y querían evitarlo a todo trance. A esto se debería la detención de Jesús.

Cuando los esbirros " enviados por los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos” detuvieron a Jesús, les dijo éste: "Como contra ladrón habéis salido con espadas y garrotes para prenderme" (Mc 14,48). Los garrotes y palos, observa Klausner, son citados son de expresión en el Talmud como procedimiento usado por los sumos sacerdotes infames de la casa de Boetus, entre los que se encuentra el Anás de los Evangelios. De ellos dice el Talmud:" Desgraciado en mí a causa de la casa de Boetus, desgraciado en mí la causa de su garrote. Desgraciado en mí a causa de la casa de alas, desgraciado en mí a causa de sus cuchicheos. Desgraciado de mí a causa de la casa de Katos, desgraciado de mí a causa de su pluma. Desgraciado de ni a causa de la casa de Ismael (ben Fiabi), desgraciado en mí a causa de su puño. Porque todos estos son sumos sacerdotes y sus hijos son sus tesoreros, sus yernos son oficiales del templo y sus criados apalean al pueblo”. Estos criado serían los que prendieron a Jesús.

Hablando, después, del interrogatorio a que fue sometido el Señor, dice Klausner que la doctrina que había enseñado ante las turbas no caía bajo el peso de la ley. Creí que luego le pidieron cuentas por haber expulsado del templo los traficantes, y observa: “Desde un punto de vista estrictamente jurídico, los sacerdotes que estaban en su derecho; pero esto no basta para justificar una sentencia de muerte “. Finalmente, al recordar que el tribunal pregunto a Jesús solemnemente si era de él el Cristo, Klausner, que como judío de religión, no cree en la miseria vida de Jesús, dice: " Jesus estaba convencido de su mesianismo; de esta no cabe duda; si no fuera así, sería un vulgar impostor, y nos son tales hombres los que hacen la historia; Y lo funda en ellos o religiones que subsisten durante 2000 años y reinan en 500 millones de civilizados. Era imposible que ante la pregunta del sumo sacerdote el alma mística, soñadora y entusiasta de Jesus uno se sintiese removida en sus últimas profundidades, y no cabe duda de que respondió afirmativamente”.Que sus añadió que un día le veían venir sobre las nubes a la diestra del poder de Dios, y el tribunal le condenó como blasfemo. Pero el Profesor judío afirmar que, según la Mischna no merecía la muerte, porque el blasfemo no es culpable mientras no pronuncie el nombre Santo, y Jesús siguiendo la costumbre de los judíos piadosos, lo había sustituido por el término “poder de Dios".

Y termina Klausner diciendo: " por temor del tirano romano, los que eran entonces los jefes entre los judíos, entregaron a Jesús a este tirano. Los judíos no participaron en el proceso propiamente dicho ni en la crucifixión. En este momento es Pilato, el " hombre sanguinario" quien es responsable de todo”.


En época más reciente, Salomón Zeitlin,Profesor de literatura rabínica en el colegio Dropsie, de Filadelfia, ha publicado en la revista judía The JewishQuarterly Rewiew varios artículos, escalonado se entre los años 1941-1945.También él sostiene que la condenación de Jesús fue obra exclusiva de Pilato. El único delito imputable a los usuarios sería el haber entregado a Jesús al tribunal romano; pero esta mismo no lo habría hecho un Sanedrín religioso, sino un tribunal civil que obraban bajo la presión romana.

Según este autor, hay que distinguir en la palestina posterior al destierro dos tribunales distintos: Uno, religioso, llamado Bet Din en hebreo y Kriterion o Dikasterion en griego, y otro, civil, llamado Synedrion. Ahora sólo después de la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 de nuestra era se llamó Sanedrín al tribunal religioso.

El Sinedrio era un tribunal que sólo se convocaba cuando hacía falta. Mientras Palestina estuvo gobernada por reyes, era el rey quien convocaba el tribunal. Después que Judea fue convertida en provincia romana, a pesar de la presencia en el país de un procurador romano, los asuntos internos de Palestina estaban en manos del sumo pontífice. El era, por lo mismo, quien convocada el tribunal civil.

El Bet Din Po tribunal religioso, constaba de dos magistraturas. Una, compuesta de 70 jueces, era un cuerpo legislativo, cuya función se limitaba a la interpretación de la ley bíblica. Fuera de eso, sólo actuaban cuando se trataba de juzgar al jefe del Estado o el sumo sacerdote o en juicios por ofensas contra Estado o del templo. A su reuniones se celebraron bajo la presidencia del Nasí en un departamento del templo, que se llamaba "la cámara de la piedra rota".

La otra magistratura se encontraba en todas las ciudades importantes de Judea, y formada tribunales de 23 miembros, encargados de juzgar los delitos que exigían pena capital. A la ejecución podría revestir una de estas cuatro formas: lapidación, incineración, decapitación y que estrangulación. El tribunal celebrar la sesión todos los días de la semana, excepto los sábados y días de fiesta y y la víspera de estos días. Podía una persona será juzgada y absuelta en un mismo día, pero no podía ser condenada en el mismo día en que había comenzado el oficio. Por esta razón, no se reunía el tribunal en víspera de fiesta.

Ninguna de estas reglas se observan en el tribunal civil. Mientras los miembros del tribunal religioso eran doctores que habían pertenecido previamente otros tribunales inferiores, los de el Synedrion eran elegidos a discreción del jefe del Estado, que sólo se preocupaba de buscar personas dispuestas a secundar sus deseos. No era necesario que estuviesen enterados de las leyes judías, y podían reunirse en cualquier lugar y al cualquier hora.

Se discute si el tribunal religioso tenía en tiempo de Pilato la facultad de imponer penas de muerte. Zeitlin opina que sí, y niega esta facultad únicamente al tribunal civil o Synedrion.

De la presencia de soldados de la corte romana entre los emprendieron hace somos deduce Zeitlin que no fue detenido por orden del tribunal religioso, sino del Synedrion. Por eso no se movieron en cuenta las reglas del Bet Din en cuanto al lugar, día y hora del interrogatorio.

Cuando el sumo sacerdote procedió contra Jesús y lo entregó a la autoridad romana, habría obrado movido por el temor de verse acusado por los ordenadores romanos como cómplice de la rebelión. Caifás, como sumo sacerdote, era responsable personalmente ante el procurador romano de la obediencia de los judíos a la autoridad del invasor. él y algunos príncipes de los sacerdotes que con el colaboraban eran los Quislings de aquellos días. El pueblo judío no puede ser moralmente responsable de la crucifixión de Jesús. El mismo San Lucas dice que cuando llevaban accesos camino del calvario, " le seguía una gran muchedumbre del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por el” (Lc 23,27).

La condenación y la ejecución de Jesus revisten la forma en netamente romana.



La argumentación de Klausner y de Zeitlin deja no pocos cabos sueltos. San Juan, que escribió su Evangelio completando en algunos detalles la narración de los Sinópticos, dice expresamente que los que prendieron a Jesús era enviados "de los pontífices y de los fariseos” . Si se admite el testimonio de San Juan cuando dice que entre ellos había soldados romanos, también debe admitirse cuando en el mismo versículo dice que había criados de los fariseos.

La misma distinción de tribunales establecida por Zeitlin no todos el admiten, al menos en todos sus detalles. Las reglas del tribunal religioso están tomadas de la Mischna, que refleja más bien una práctica posterior a la época de Jesucristo, y que no haya sido conservadas en la prueba que el tribunal judío que poco a Jesús no fuese el religioso.

Pero en medio de todo es simpática esta preocupación de los sabios judíos por declarar as un pueblo ajeno a la muerte de Jesús. Sería injusto -dice Zeitlin- atribuir a los noruegos las violencias realizadas por Quisling cuando gobernaba bajo la protección del soberano alemán. De la misma manera es injusto atribuir al pueblo judío una muerte causada por los que en aquellos días gobernaban bajo la protección de Roma.

Con un dejo de tristeza e indignación escribe Klausner: “En todo caso los odios, como nación, fueron muchos menos culpables de la muerte de Jesús, quiero fueran los griegos, como nación, de la muerte de Sócrates, Sin embargo, ¿quien pensaría hoy en hacer caer la sangre de Sócrates el griego sobre sus compatriotas? Pues los judíos han expiado ya, durante diecinueve siglos, y expían aún con torrentes de sangre, la muerte de Jesús el judío”.

No deja de haber un fondo de verdad en estas apreciaciones. No fue el pueblo judío quien llevó a Jesús a la muerte. Fueron sus dirigentes, fariseos y saduceos. Los dirigentes actuales del pueblo de Israel, considerando los hechos con la perspectiva quien está el tiempo pasado, comprender que fuera un crimen, y quisieran borrarlo de la historia. Esta actitud les honra. Pero la sangre de Cristo no se puede borrar.

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