miércoles, 24 de marzo de 2021

CRISPR, covid 19 adolescentes y ¿vacuna obligatoria?



 CRISPR se está utilizando para tratar algunas enfermedades genéticas hematológicas, como la anemia falciforme y la β-talasemia.

Según se publica en la revista Science,  se aplica por primera vez la técnica genómica CRISPR para tratar la β-talasemia y la anemia falciforme. Estos enfermos tienen mutaciones en las dos copias del gen que produce la hemoglobina, por lo que éste no funciona bien y la sangre no se oxigena adecuadamente. La técnica consiste en extraer sangre al paciente y corregir el gen BCL11A responsable del trastorno, utilizando CRISPR y después inyectando la sangre con la anomalía corregida a los pacientes. En los primeros enfermos tratados se comprueba que tienen un nivel suficiente de hemoglobina fetal, por lo que ya no tienen las crisis que esta enfermedad ocasiona. Sin duda, un esperanzador paso en el tratamiento de una de las enfermedades genéticas hematológicas más prevalentes.

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 Los adolescentes tienen un bajo índice de contagiosidad, pero su capacidad de infectar a los adultos es evidente.

Ahora que prácticamente hace un año del inicio de la pandemia por la COVID-19, el número de afectados sigue aumentando, habiendo alcanzado en el mundo con fecha 1 de enero de 2021, más de 83,6 millones.

Parece que los hogares, los centros de trabajo y los centros educativos son sitios importantes para que el virus pueda transmitirse. Sobre todo los hogares, pues, se ha comprobado que es el principal sitio de transmisión de muchos patógenos respiratorios. Esto ya se comprobó en China dese los primeros momentos de la pandemia por el SARS-CoV-2, por lo que urge una priorización de estudios para concretar esta posibilidad de transmisión del virus (ver más).

Aunque los niños y los jóvenes son menos propicios a desarrollar una enfermedad grave por la COVID- 19 que los adultos, su capacidad de transmisión en los hogares está muy bien caracterizada, por lo que conocer más a fondo esta vía de contagio parece fundamental para prevenir la transmisión de la infección en hogares y centros educativos.

En un metaanálisis realizado en 2020, se comprueba que la infección en los hogares es la causa de la COVID-19 en aproximadamente el 15 al 22% de las ocasiones (ver AQUÍ). Un aspecto que parece de interés en este sentido es que al parecer la transmisibilidad del SARS-CoV-2 esta inversamente relacionada con el tamaño de la vivienda.

De todas formas, aún son pocos los estudios que valoran la infectividad de las personas asintomáticas en los hogares. En el trabajo que se acaba de publicar en The Lancet con fecha 18 de enero de 2021, se evalúa el contagio en los hogares a partir de datos obtenidos en Wuhan, que como se sabe fue el primer epicentro de la pandemia por la COVID-19 y que incluyó el 80% de los casos confirmados en China de esta enfermedad.

En el estudio en cuestión se evalúan 29.578 primeros casos cuyo origen fue una contaminación hogareña. Estimándose que el porcentaje de transmisión fue del 15.6%, asumiendo un periodo de incubación de cinco días y dándose el pico de infección más alto a los 22 días. En este trabajo se confirma que las personas que viven en el hogar de 60 años o más fueron las que tuvieron mayor riesgo de infección. También se confirma que los niños de 0 a 1 años tenían más facilidad para contagiarse que los niños de 2 a 5 años y que los niños de 6 a 12 años.

Los autores concluyen que la contagiosidad en los hogares de niños y adolescentes es baja, pero su capacidad e infectar a los adultos es evidente. Según ellos, las implicaciones que estos resultados tienen en cuanto a la infección por el SARS- CoV-2 se refiere, puede ser decisiva para controlar la epidemia, estableciendo intervenciones bien evaluadas para bloquear la transmisión hogareña.

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 CRISPR se está utilizando para tratar algunas enfermedades genéticas hematológicas, como la anemia falciforme y la β-talasemia.

Según se publica en la revista Science,  se aplica por primera vez la técnica genómica CRISPR para tratar la β-talasemia y la anemia falciforme. Estos enfermos tienen mutaciones en las dos copias del gen que produce la hemoglobina, por lo que éste no funciona bien y la sangre no se oxigena adecuadamente. La técnica consiste en extraer sangre al paciente y corregir el gen BCL11A responsable del trastorno, utilizando CRISPR y después inyectando la sangre con la anomalía corregida a los pacientes. En los primeros enfermos tratados se comprueba que tienen un nivel suficiente de hemoglobina fetal, por lo que ya no tienen las crisis que esta enfermedad ocasiona. Sin duda, un esperanzador paso en el tratamiento de una de las enfermedades genéticas hematológicas más prevalentes..

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