viernes, 4 de agosto de 2017

creer 6:Logoterapia y religión. Meditación y salud

La logoterapia, conocida como la tercera escuela vienesa de psicoterapia, encuentra su eje rector en la noción de sentido. Proclama la necesidad de recuperar los elementos espirituales y filosóficos abandonados por la psicología con el paso del tiempo. Destaca una clara diferencia entre psicoterapia y religión. Para la primera, la tarea consiste en descubrir, por vía de la ciencia, el sentido de la vida. Mientras que para la religión, este sentido no se encuentra sino en Dios. La psicoterapia no puede sustituir el carácter salvífico que suponen los dones religiosos, pero debe tener en cuenta la dimensión espiritual del hombre en tanto sendero predilecto en pos de la realización personal. Si Freud concebía patológicamente a la religión como la neurosis de la humanidad, y Jung asumía en ella un camino en pos de la individuación, Víktor Frankl vislumbrará en la religión uno de las múltiples, aunque fundamentales opciones a través de los cuales el hombre puede aspirar al encuentro con el sentido. Según Frankl, que era un judío laico, existe una religiosidad latente aún en aquellas personas declaradas totalmente irreligiosas. Dadas las circunstancias, esta “religiosidad inconsciente” podrá expresarse, pero Frankl asume una postura sumamente respetuosa de la espontaneidad religiosa de los demás, es decir, de la expresión de la misma al ritmo e impulso de cada persona, defendiendo la necesidad de una religiosidad personal e interiorizada, aunque sin ir en desmedro de la importancia del culto externo, sino que dotándolo de mayor peso y significado. Tal como expresa la Dra. Marina Gómez Prieto en su ensayo “La espiritualidad en el hombre desde la perspectiva terapéutica de Víktor Frankl”, la concepción antropológica de Frankl supone las siguientes notas distintivas: 1) la persona es un individuo, 2) su unidad no se quiebra nunca, ni siquiera en la psicosis, en las que se puede observar una disociación de ciertos complejos asociativos pero nunca de la persona misma, 3) es totalidad, ya que no se puede agregar ni disolver en la comunidad, ni propagarse a sí misma, lo que corresponde sólo al organismo, 4) cada persona es un ser nuevo, espiritual, libre de la tiranía del Ello, y hace uso de su organismo psicofísico para actuar y expresarse, de la mano de un Yo rector, 5) es existencial, dinámica y capaz de autotrascenderse, 6) es libre y responsable de la actitud que asume frente a los avatares del destino. Su responsabilidad tiene dos puntos de referencia intencionales: el sentido (cuyo cumplimiento depende de nosotros) y un Ser delante del cual ser responsables. En “La presencia ignorada de Dios”, un libro basado en una conferencia que dictó Frankl poco después del fin de la segunda guerra mundial, este propone que ante los conflictos neuróticos in crescendo en la sociedad actual, la psicoterapia no puede prescindir de su diálogo con la religión. En esta obra, Frankl desarrolla las conclusiones de su experiencia e investigación personal en torno a Dios. Refiere que puede hablarse de una "presencia ignorada de Dios” cuando comprendemos que existe en el ser humano un tipo de "fe" inconsciente, que revelaría una orientación no sabida, pero intencional hacia la divinidad. Este concepto tiene que entenderse del siguiente modo: Que Dios como tal no es inconsciente. Que Dios, en ciertas ocasiones, nos es inconsciente. Que la relación entre el ser humano y Dios puede ser inconsciente. Que la relación entre el ser humano y Dios puede ser reprimida y quedar oculta para el sujeto mismo. Que la relación entre el ser humano y Dios puede estar escondida. Frankl propone que al reconocer el inconsciente espiritual, estamos dando un paso más allá de concebir al ser humano como un mero ser racional. Reconocía el mérito de Jung al hacer explícita la dimensión religiosa como parte importante del inconsciente, pero se alejaba del sabio suizo cuando este sugería cualquier tipo de identificación de la imagen de Dios como sinónimo, en última instancia, de esta dimensión oculta para el hombre. Jung, según Frankl, había sacralizado el inconsciente, y por ese motivo, lo religioso se constituía en un impulso en vez de ser una decisión personal. Para el psicoterapeuta vienés, no es lo mismo decir que hay algo religioso en mí, a decir que yo-soy-religioso. No es lo mismo afirmar que uno se siente impulsado hacia Dios, a decir que uno-se-decide-ante-Dios. Lo valioso de la dimensión religiosa en el hombre es su carácter existencial, esencialmente decisivo y no impulsivo. La persona humana es el "centro" de donde emerge la religiosidad inconsciente. La religiosidad, para el padre de la logoterapia, no es innata, su afirmación de base es que la religiosidad se desliza dentro de un contexto histórico-social, que puede corresponder a la forma concreta ya existente en la que se vierte esta religiosidad (pudiendo tratarse de una confesión o credo religioso, ligado a una determinada institución). Desde este punto de vista, la dimensión confesional e institucional concreta, no es de "necesidad", pero sí es un medio que pone en contacto al ser humano con Dios. Según Frankl hay una realidad eterna y actual, omnipresente, que constituye la religiosidad humana, y cuya represión, con frecuencia, es el desencadenante de la neurosis. No obstante, su profundo respeto hacia la libertad del ser humano, lo lleva también a respetar la independencia de la investigación científica. Convertir a la psicoterapia en sirvienta de la religión es algo que no le serviría ni a una ni a otra. Y esto debido a que, y como expresa la logoterapeuta Laura Ulloa, resulta esencial que la psicoterapia mantenga su independencia de modo que, si algún día llegara a probar que el alma humana es en esencia religiosa, lo logre partiendo desde su propia autonomía de ciencia. ---- ---- ---- La práctica de la meditación, en sus diversas variantes, fue elogiada desde antaño debido a los beneficios que se le atribuían a favor de la salud física y mental; sin embargo, no fue sino en épocas recientes cuando gracias a los avances tecnológicos, se contó con herramientas valiosas para estudiar los mecanismos y los efectos de estas disciplinas psicoespirituales. En términos vulgares, podemos definir a la meditación como la práctica de un estado de atención concentrada, pudiendo este ser sobre un objeto externo o interno: un pensamiento, la propia consciencia, o el propio estado de concentración. Siguiendo los postulados budistas, podemos distinguir, a grandes rasgos, dos modalidades bien distintas de meditación: la denominada Shamatha, que busca sosegar la mente usando un foco; y la Vipasyana, que intenta comprender la mente, sus objetos y procesos. Los primeros estudios científicos en torno a la meditación apuntaron a explorar que hay detrás de la calma y la tranquilidad atribuida a los practicantes de esta disciplina. Promediando la década del 70´, se realizaron experimentos que probaron la incidencia de la meditación respecto a los niveles de stress y sus patologías asociadas. En una experiencia llevada a cabo por Daniel Goleman y Gary Schwartz, se logró determinar que la meditación incrementaba los niveles de base frente a un estímulo, por lo cual los meditadores alcanzaban niveles de distrés a mayor nivel de estímulo que los no meditadores. En una investigación del año 2013, Britta Holzel y su equipo realizaron estudios con personas padecientes de Trastorno de Ansiedad Generalizada. En las evaluaciones de control pudo observarse una gran actividad de la amígdala cerebral, parte responsable de los comportamientos instintivos y primarios, como la violencia. En el experimento llevado a cabo por este equipo, se sometió a un grupo de personas a un programa de control del stress, el cual estaba basado en diversas formas de meditación. Al finalizar, las personas sometidas al programa no sólo sufrían de menor grado de estrés, sino que se pudo apreciar que la amígdala se excitaba menos ante un estímulo estresante y se veía incrementada la actividad entre la amígdala y el lóbulo pre frontal, principal zona interviniente en la modulación social de los actos. Otras investigaciones se centraron en los efectos que la meditación tiene sobre la tolerancia al dolor. En marzo de 2010, la revista científica “The journal of pain: officinal journal of the American Pain Society”, publicó los resultados de un experimento en relación a dicho tópico. Se sometió a un grupo de personas a la exposición de una experiencia dolorosa, midiéndose los resultados. Luego se las hizo meditar durante veinte minutos cada día. Al ser expuestos nuevamente a una experiencia dolorosa similar, se encontró una disminución en la sensibilidad al dolor comparada a las mediciones hechas inicialmente. Es decir, se demostró que existe una correlación entre la práctica de la meditación y la elevación del umbral frente al dolor. La meditación también agudizaría los sentidos, según los resultados de otro estudio realizado por científicos de la Universidad Ruhr de Bochum y la Universidad LuisoMaximiliana de Múnich (ambas en Alemania). En este caso, se trabajó con personas experimentadas en la meditación Zen, demostrando que esta técnica de concentración mental puede promover mecanismos de aprendizaje similares al entrenamiento físico. La investigación se realizó durante un retiro de meditación controlado, que duró cuatro días. En ella participaron individuos que llevaban muchos años practicando este tipo de meditación. Durante su retiro, que se llevó a cabo en completo silencio, los participantes meditaron al menos ocho horas cada día de la manera a la que estaban acostumbrados. Además, algunos de ellos aplicaron un tipo de meditación especial dos horas al día, que consistía en centrarse específicamente en su dedo índice derecho y tomar conciencia de aquellas percepciones sensoriales que surgieran en este dedo. Lo que se descubrió en las evaluaciones que se realizaron tras estos cuatro días de retiro, fue que los individuos que practicaron la meditación centrada en su dedo índice presentaron una mejora significativa de la agudeza táctil en el índice derecho, y también en el dedo medio. Sin embargo, el resto del grupo no experimentó cambios en la agudeza táctil. Esta mejoría fue detectada midiendo lo que se denomina el “umbral de discriminación de dos puntos”, es decir, lo lejos que dos estímulos deben aplicarse a los dedos para que un individuo pueda determinar que ambos estímulos son dos sensaciones distintas y no una sola. La mejoría en este marcador, en las personas que habían practicado la meditación centrada en sus dedos, fue de un 17%; un porcentaje de mejoría muy cercano al detectado en personas invidentes o con problemas de visión (en estas es de entre un 15 y un 25%). Esto significa, afirman los científicos, que los cambios inducidos por la meditación serían comparables a los logrados por un entrenamiento intenso a largo plazo. Según ellos, además, esta sería la primera vez que se demuestra que se puede mejorar la percepción sin necesidad de ningún tipo de estimulación física. Quizás uno de los indicios más espectaculares sobre los beneficios de las prácticas meditativas, tengan que ver, no obstante, con su posible relación con los procesos de integración cerebral y la denominada neuroplasticidad, tópico de estudio muy en boga en la actualidad. Hoy sabemos que la gran cantidad de funciones cerebrales no están acotadas a regiones específicas de la corteza cerebral, como fuera postulado antaño por los científicos, sino que en los procesos cerebrales se relacionan zonas, se integran funciones, y se moderan reacciones. De la misma forma, con el avance de la ciencia neurológica y de sus técnicas auxiliares, se ha podido comprobar una determinada capacidad en la reacomodación de las funciones cerebrales. A lo largo del siglo veinte, y sobre todo a partir de la segunda mitad del mismo, comenzó a tomar vigencia el concepto de una plasticidad del sistema nervioso central; algo inicialmente planteado por William James en 1890, y conceptualizado posteriormente por Jerzy Konorski. Este último determinaría la existencia de una capacidad inherente a las neuronas para formar nuevas estructuras y adquirir nuevas funciones. Esta capacidad sería la posibilitadora de una mejor adecuación a situaciones nuevas y de una mayor ductilidad del pensamiento, lo cual supondría inevitablemente, procesos mentales más eficientes y rápidos. Científicos como Antoine Lutz o Richard Davidson, se encuentran estudiando desde hace algunos años el impacto que la práctica de la meditación puede tener cerebralmente en términos de incremento de la neuroplasticidad, y es que, a diferencia de lo que se creía en épocas pasadas, la meditación está lejos de ser una práctica calma en cuanto a lo que actividad cerebral se refiere. Richard Davison, conocido por ser el pionero en la investigación que cartografía las relaciones entre ciertas regiones del cerebro y su impacto anímico y mental, tiene en su haber varias investigaciones de interés. En la ciudad de Madison, Wiscosin, realizó una experiencia con empleados de una empresa de biotecnología, que realizaron un curso de atención conciente de ocho semanas de duración con tres horas de entrenamiento cada semana y veinte minutos al día de práctica individual. Al cabo de esos dos meses, se notó un incremento en zonas cerebrales fundamentales como el prefrontal. Seguidamente, se les aplicó una vacuna y se analizó la respuesta de los anticuerpos. Las mediciones demostraron un interesante incremento en la reacción inmune en los empleados que habían sido “entrenados” con la meditación. Es decir, habían desarrollado un sistema inmune más fuerte que los integrantes del grupo de control. En los primeros estudios que realizó junto a monjes tibetanos que practicaban meditación, Davidson había detectado que los sujetos que acumulaban más de diez mil horas de meditación, exhibían un aumento incomparable y hasta ese momento desconocido de las ondas cerebrales en la región asociada con la emoción positiva. En otros términos, la práctica de la meditación estaba íntimamente relacionada con los estados de felicidad. Uno de los autores más divulgados en los últimos años es el Dr. Jon Kabat Zinn, famoso por sus conceptualizaciones en torno al mindfulness. No nos referiremos aquí puntualmente a esta valiosa disciplina, más allá de que consideramos que no se trata sino que de vino viejo en odre nueva. Interesa aludir, no obstante, a un estudio de su autoría desarrollado en la Clínica de Reducción del Estress, una institución dependiente de la Universidad de Massachusetts. Entre todas las experiencias que se vienen desarrollando allí en los últimos años, una de ellas se centró en los posibles beneficios que tendría la meditación para personas aquejadas por ciertas enfermedades dermatológicas. Concretamente, se formaron dos grupos de personas afectadas por psoriasis. Ambos realizaron un tratamiento médico con rayos ultravioleta, pero además uno de los grupos cumplía también con sesiones de meditación guiada. Lo que se comprobó es que el grupo de meditadores sanó cuatro veces más rápido que el grupo que solo asistía al tratamiento convencional. Pero esto no es todo, ya que algunos estudios son todavía más promisorios. Por ejemplo, aquellos que relacionan a la práctica de la meditación con posibles modificaciones anatomo cerebrales. Una investigación encabezada por Eileen Luders en el Laboratorio de Neuroimágenes de la Universidad de California, demostró que habría una relación directa entre los años de práctica meditativa y una mayor concentración de materia gris en varios zonas del encéfalo, especialmente en el hipocampo, que como sabemos, es una región cerebral de gran importancia en los procesos de consolidación de la memoria y el aprendizaje. Resulta indudable que los avances científicos de las últimas décadas permiten aportar una enorme cantidad de evidencias que demuestran los beneficios que la práctica de la meditación tiene ya no solo en una dimensión espiritual, sino concretamente en el ámbito de la salud física y mental de las personas. Todo hace suponer que se continuará en este camino de estudio, acumulando nuevas evidencias, reproduciendo experimentos ya realizados, y diseñando nuevos protocolos de investigación que nos sigan sorprendiendo con sus resultados.

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