sábado, 13 de julio de 2013

padres (madres) e hijos

    Un adolescente es una amalgama de defectos y virtudes contradictorios entre sí que tratan de buscar acomodo en un organismo con acné.  

No existe el derecho a la adolescencia como tampoco existe el derecho a las fiebres tifoideas.

La adolescencia es un síndrome contagioso propio de sociedades ricas. En Sierra Leona no hay adolescentes.  

El verdadero retrato de un adolescente no es el que se deduce de sus derrotas, sino el que aparece detrás de sus sueños más ambiciosos.

Se hizo cura para convertir a todos los de su barrio. Ahora ha cumplido 80 y el mundo le ha quedado pequeño.

Cortar las alas; he aquí una cirugía estúpida y criminal.

Precocidad e inmadurez son vocablos sinónimos.Pero todo tiene una explicación. Y te la cuentan ellos...


Mi madre me enseñó a apreciar un trabajo bien hecho.
―“Si os vais a matar, hacedlo fuera, que aquí acabo de limpiar el suelo”.
Mi madre me enseñó Religión
―“Más te vale rezar antes del examen, porque si no…”.
Mi madre me enseñó Lógica.
―“¡¿Que por qué?! Porque lo digo yo, y punto”.
 
Mi madre me enseñó más lógica.
―“Tú verás; si te caes de la verja y te matas no te llevaré de compras conmigo”.
 
Mi madre me enseñó a ser precavido
―“Asegúrate de que llevas la ropa interior limpia, no vayas a tener un accidente”.
Mi madre me enseñó ironía.
―“Continua llorando y yo te daré algo por lo que llorar”.
Mi madre me enseñó contorsionismo.
―“Mira como te has manchado en el cuello por detrás.
Mi madre me enseñó paciencia.
―“No te mueves de la mesa hasta que desaparezcan esas espinacas.
Mi madre me enseñó a cambiar de rol.
―“Deja ya de portarte como tu padre”
Mi madre me enseñó profecía.
―“Ponte ese jersey, que yo sé muy bien cuando tienes frío”.
Mi madre me enseñó humor.
―“Cuando te cortes un dedo con esas tijeras no me vengas corriendo”.
Mi madre me enseñó cómo hacerme adulto.
―“Si no comes esa verdura nunca te harás mayor”.
Mi madre me enseñó genética.
―“Eres igualito que tu padre”.
Mi madre me enseñó Sabiduría.
―“Cuando tengas mi edad lo entenderás”.
Mi madre me enseñó más ironía.
―“Un día tendrás hijos y espero que sean igualitos a ti”.

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