viernes, 6 de agosto de 2010

KATTOR

Kattor era un joven tigre, tenía una hermosa piel amarilla con rayas negras. Las patas eran grandes, su cola suave, sus ojos amarillos y fieros. Kattor habitaba con su madre en una cueva rocosa situada en una colina. Allí dormía en su cama de hojas secas y crujientes. Cuando era joven se divertía estirando sus patas, sacando sus uñas y tumbándose sobre su madre todo el día. Al ir creciendo, la madre comenzó a sacarlo de la cueva para que hiciera ejercicio. Entonces jugaba, haciendo piruetas y dando golpes traviesos y zarpazos con sus patas delanteras. Así, creciendo, Kattor al mismo tiempo que jugaba fuera de su casa, se iba sintiendo más fuerte... Pasaron muchos meses. Un día Kattor salió solo. Afiló sus uñas en un árbol y golpeó, jugando, todas las cosas que encontraba en su camino... Era divertido aplastarlas de un solo manotazo. Todas las criaturas del bosque le huían. Regresó a su casa y contó a su madre lo que había hecho: - Soy un tigre grande y fuerte, ¿no es verdad?
- Eres un tigre pequeño muy fuerte. Pero ahora debes dormir. -dijo la madre y ablandó su cama de hojas, le limpió tiernamente con su lengua y ronroneó para él hasta que se durmió.

Día tras día Kattor se alejaba más de su casa. Cuando volvía junto a su madre le decía como antes:
- Mamá, soy un tigre grande y fuerte, ¿verdad?
Todas las noches le repetía su madre:
- Eres un tigre pequeño, muy fuerte.
Después le lavaba con su gran lengua, ablandaba su cama de hojas y le ronroneaba suavemente hasta que se dormía.

Después de mucho tiempo, una mañana Kattor arañó la corteza de un árbol con tal vigor que se sintió más fuerte que nunca.
Aquel día fue solo a buscar comida por primera vez y llevó lo que había cazado a su madre.
- Mamá, soy un tigre grande y fuerte, ¿verdad?
Y aquella noche su madre respondió.
- Si, Kattor, te estás convirtiendo en un tigre grande y fuerte.
- Algún día conquistaré el mundo para ti. - dijo Kattor
- Haz bien todo lo que tienen que hacer los tigres, Kattor. - dijo su madre con suavidad y le limpio tiernamente con su lengua, ablandó su cama de hojas y ronroneó para él hasta que se durmió.

La fuerza de Kattor aumentaba y pronto creyó que ya no había nada que no pudiera conquistar.
- Conquistaré el mundo para ti, mamá. - repetía Kattor una y otra vez...
Una mañana, cuando, Kattor estuvo a punto de salir para hacer sus ejercicios diarios, se dio cuenta de que estaba más oscuro que de costumbre.
- ¿Qué es esto mamá?
- Es una tormenta. - contesto su madre
Y en aquel momento se desencadenó una furiosa tormenta.
- ¿Quién es ése tan fuerte que puede romper los árboles? - preguntó Kattor
- Es el viento. - respondía la madre
- Conquistaré el viento. - dijo Kattor y salió corriendo bajo la tormenta - ¡Vete viento, o te arañaré!
El viento sopló más fuerte y parecía burlarse de él.
- ¡Vete, viento! - gritaba Kattor, pero el viento se tragaba totalmente su voz
Kattor golpeó una y otra vez el aire. Parecía que sus fuertes garras no golpeaban nada. Kattor seguía luchando con la lluvia en sus ojos y diciendo:
- ¡Te venceré! ¡Lo haré! ¡Lo haré!
Y el viento arrojó lluvia a Kattor, hasta que este se cansó y no pudo luchar más. De pronto la tormenta cesó. Kattor se detuvo asombrado y después corrió hacia su madre.
- ¡Mira, mamá, he conquistado el viento! ¡Conquistaré el mundo para ti!
Su madre dijo otra vez:
- Kattor, haz bien las cosas que los tigres tienen que hacer. Así serás siempre feliz.
Después su madre le lamió y él se durmió.

Cuando despertó a la mañana siguiente y recordó su lucha contra el viento y la lluvia se sintió más fuerte. Salió y caminó hasta una gran montaña.
- ¡Apártate de mi camino montaña! - dijo Kattor
Arañó y arrancó trozos de la montaña hiriéndose las patas.
Mientras el sol se ponía, Kattor, con los ojos llenos de polvo, ya no quería continuar, pero tampoco quería dejarse vencer. Volvería a su casa y regresaría por la mañana. Dijo a la montaña.
- ¡Oh, montaña bajo el sol, te conquistaré por la mañana¡
Y regresó junto a su madre. Esta le dio de comer, ablandó su cama, alisó su piel con su lengua y ronroneó suavemente para dormirlo.
- Soy un tigre grande y fuerte - dijo Kattor antes de dormirse - ¿verdad?
- Eres un tigre joven y fuerte. - le dijo su madre, y Kattor se durmió profundamente

Al día siguiente salió pronto a conquistar la montaña, pero joven y confundido se dirigió equivocadamente hacia el Este.
Anduvo por largo tiempo sin encontrar ninguna montaña y de pronto un estremecimiento de placer corrió por su cuerpo.
Había asustado la montaña. ¡Cuán fuerte y poderoso era!
Caminó y caminó hasta llegar a un sitio desde donde divisó mucha, mucha agua. Era el mar.
- ¡Apártate de mi camino, agua¡ - dijo Kattor con orgullo, mientras el agua lamía pacíficamente la costa
Se lanzó al mar, mordió, arañó y rasgó el agua sin poder agarrarla o hacerle daño.
Kattor se enfadaba cada vez más. Con golpes más fieros luchó hasta sentirse incómodo y decidió volver a casa, caminando hacia su guarida. Pero, ¿qué era lo que veía sus ojos? Grandes extensiones de arena húmeda estaban frente a él. Como era un tigre pequeño ignoraba que la marea había bajado. ¡Creyó que había arrojado al agua lejos hacia el mar!
- ¡Soy el tigre más fuerte de la tierra! - pensó Kattor, y corrió para contárselo a su madre
- ¡Madre! -dijo sin resuello- ¡ Me he conquistado el viento, asusté a la montaña y ahora he hecho retroceder al agua! ¡Soy el tigre más fuerte que existe!
- Todavía eres joven, pero eres un tigre grande y fuerte. - dijo su madre a la vez que le limpiaba con su lengua y le ablandaba la cama de hojas; después añadió, mientras ronroneaba suavemente para que Kattor se durmiera:
- Mañana iré contigo.

Y así, al día siguiente, su madre fue con él. Le condujo al pie de una elevada colina rocosa en la que Kattor no había estado nunca. Era difícil subir, pero, al fin, llegaron a la cima. Aún no terminaba de asomar la cabeza sobre ella cuando ya sintió una brisa muy fuerte que soplaba sobre la cumbre.
- Es el viento. - dijo la madre de Kattor
Y Kattor se preguntó cómo se había atrevido el viento a volver. Pero, antes de que pudiera decir nada, vio también a distancia la gran montaña que pensó haber asustado.
- Es la montaña. - dijo la madre de Kattor
Los pensamientos se mezclaban en la mente de Kattor. ¿ No había hecho huir a la montaña y derrotado al viento?
Pero, cuando quiso preguntarle a su madre, vio que ésta estaba en el extremo más lejano de la cumbre de la colina y parecía mirar a lo lejos. Kattor fue hacia su madre y allá delante estaba el mar, el agua que él creía haber derrotado.
- Es el mar. - dijo la madre
Kattor no sabía que pensar; su madre ya no dijo más y comenzó a caminar sobre las rocas.

Aquella noche, le ablandó la cama y alisó su aterciopelada piel con su gruesa y áspera lengua.
- Entonces, ¿no soy un tigre grande y fuerte? - preguntó Kattor
- ¡Sí, Kattor, eres un tigre grande y fuerte! - dijo su madre cariñosamente - Pero no es suficiente un tigre grande y fuerte para hacer mover el viento, la montaña o el mar - y ronroneó con dulzura hasta que Kattor se durmió
Y, como en sueños, le pareció oír que ella decía: "Haz bien todo lo que pueden hacer los tigres, Kattor, y así serás feliz siempre."

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