jueves, 19 de agosto de 2010

Fátima y la bomba atómica...

Era el seis de agosto. El P. Schiffer, después de celebrar misa se sentó para desayunar y en ese momento hubo un destello de luz muy brillante. Pensó que, como en Hiroshima había instalaciones militares,sería algún tipo de explosión en el puerto. Pero esta terrible explosión llenó el aire con un estallido atronador y una fuerza invisible le levantó de la silla, le arrojó por el aire, le sacudió, le maltrataba y le daba vueltas y vueltas ... Cuando se levantó del suelo miró alrededor y vio que la devastación había sido total. Pero sólo sufrió lesiones muy leves, nada serio. Exámenes posteriores demostraron que tanto él como sus siete compañeros jesuitas sobrevivieron gracias a que vivían el mensaje de Fátima y rezában diariamente el rosario... Fué como lo que les pasó a los jovenes que fueron arrojados al horno por orden de Nabucodonosor.

Pero como el gobierno japonés se negó a rendirse incondicionalmente, cayó una segunda bomba atómica en Nagasaki tres días después... Nagasaki era en realidad el objetivo secundario, pero la nubosidad que existía sobre el objetivo primario, Kokura, la salvó a ésta de la destrucción. Lo irónico es que allí estaban concentrados los dos tercios de los católicos de Japón. Pero aquí también y en extraño paralelismo con lo ocurrido en Hiroshima, el convento de franciscanos que estableciera San Maximiliano Kolbe en Nagasaki también se salvó.
Resulta que el P. Kolbe era muy devoto de la Virgen y por ello erigió el conventó en otro lugar distinto al que le aconsejaban que lo hiciera. Cuando cayó la bomba dicho convento fue protegido de la fuerza de la bomba por una montaña.

Las apariciones de Fátima culminaron cuando 70.000 personas vieron la danza del sol en el cielo. Muchos de los presentes pensaron que era el fin del mundo, pero el sol regresó y retomó su lugar en el cielo... Lo esencial del mensaje de Fátima se refiere a la conversión y al retorno a Dios, e implica la reparación, la oración y la Eucaristía, asi como el rosario y la devoción de los cinco primeros sábados.
Seguramente hay un mensaje aquí para todos nosotros: vivir el mensaje de Fátima, en un mundo en que surgen cada vez más peligros, y que sigue amenazado por una guerra nuclear. Es tan importante y profunda esta necesidad para nosotros como lo fue para el y sus compañeros.

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