miércoles, 30 de agosto de 2023

BIID: La lucha interna entre la identidad y el cuerpo

El trastorno de identidad de la integridad corporal o BIID por sus siglas en inglés (Body Integrity Identity Disorder) es una condición mental en la que una persona experimenta una discordancia entre su identidad corporal y su cuerpo físico. Esto puede llevar a la persona a desear amputarse algunas zonas o extremidades sanas de su cuerpo.

Las personas con BIID suelen describir un fuerte deseo de perder una parte de su cuerpo, a menudo desde la infancia. Pueden sentirse como si la parte de su cuerpo no les perteneciera o como si fuera un objeto extraño. También pueden sentir ansiedad o depresión cuando piensan en la parte de su cuerpo.

No hay una causa conocida del BIID, pero se cree que éste puede estar relacionado con factores genéticos, neurológicos y psicológicos.

La Dra. Fátima Ruiz Fuster, Psicóloga General Sanitaria y colaboradora del Observatorio de Bioética de la UCV ha afirmado en un artículo publicado en Aceprensa, que se desconoce la prevalencia del trastorno, que está relacionado con anomalías en la estructura cerebral y que, además, resulta difícil de diagnosticar –no se ha categorizado en los manuales DSM-V y el CIE-11–. Suele confundírsele con la dismorfia corporal.

“Hay casos en los que, amputado un miembro, no desaparece la incomodidad psicológica, y la persona pide que se le quite otro más. Según la experta, algunas investigaciones muestran el caso de pacientes que lograron la amputación quirúrgica que tanto anhelaban, y su angustia desapareció. Algunos autores consideran que esto podría deberse también a que, como los pacientes llevaban toda la vida deseando someterse a una amputación, difícilmente iban a admitir que la intervención quirúrgica había sido un error. También señalan que se han propuesto tratamientos quirúrgicos para problemas psiquiátricos, y posteriormente se ha descubierto que era un error.

J. Johnston y C. Elliot (2002) consideran, por tanto, que se debería desalentar este tipo de intervención como solución a un trastorno psiquiátrico”, asegura la Doctora.

Reasignación de sexo

Cuando se habla de la pertinencia o no de retirar órganos sanos para “aliviar” un trastorno o una asfixiante condición corporal “¡que no me deja vivir!”, merodea la conversación un convidado de piedra: la reasignación de sexo; el proceso por el cual una persona, diagnosticada con disforia de género (DG) –que la lleva a no reconocer como propios sus caracteres sexuales primarios– pide una “corrección” hormonal y quirúrgica que le reasigne el sexo percibido, so pena de que la no intervención médica la empuje a mutilarse, cuando no a atentar contra su vida, afirma Aceprensa en su artículo.

“En algunas ocasiones –señala la Dra. Ruiz Fuster–, se ha considerado la cirugía un mal menor ante el riesgo de autolesión, o de que [la persona] busque cirugías ilegales que podrían conducirla a la muerte. ¿Es esto ético? ¿Estaría también justificado en una cirugía de reasignación? La efectividad de un tratamiento no solo puede medirse por que hayan disminuido los pensamientos obsesivos y compulsivos que conducen a querer amputarse un miembro sano, o a querer cambiar el sexo. Es importante, por tanto, introducir otro tipo de medidas que no impliquen ceder a las compulsiones de dichos pensamientos, que nos alejan de la aceptación de nuestro cuerpo”.

Según sigue afirmando la Doctora Fuster, no existen aún tratamientos totalmente eficaces contra el BIID, apostando por la realización de estudios que investiguen el efecto que ha tenido la combinación de terapias tanto farmacológicas como cognitivo-conductuales en el trastorno de dismorfia corporal, “que guarda gran similitud con el BIID”. El tratamiento, explica, “se basa en la reestructuración cognitiva y busca modificar los pensamientos distorsionados por otros más realistas”. Lo que se persigue es ayudar al paciente a “reconciliarse” con sus miembros “y ajustar su ideal corporal, que busca poseer una discapacidad y no acepta su cuerpo como es, con la realidad de su cuerpo”.

El trastorno de identidad de la integridad corporal o BIID por sus siglas en inglés (Body Integrity Identity Disorder) es una condición mental en la que una persona experimenta una discordancia entre su identidad corporal y su cuerpo físico. Esto puede llevar a la persona a desear amputarse algunas zonas o extremidades sanas de su cuerpo.

Las personas con BIID suelen describir un fuerte deseo de perder una parte de su cuerpo, a menudo desde la infancia. Pueden sentirse como si la parte de su cuerpo no les perteneciera o como si fuera un objeto extraño. También pueden sentir ansiedad o depresión cuando piensan en la parte de su cuerpo.

No hay una causa conocida del BIID, pero se cree que éste puede estar relacionado con factores genéticos, neurológicos y psicológicos.

La Dra. Fátima Ruiz Fuster, Psicóloga General Sanitaria y colaboradora del Observatorio de Bioética de la UCV ha afirmado en un artículo publicado en Aceprensa, que se desconoce la prevalencia del trastorno, que está relacionado con anomalías en la estructura cerebral y que, además, resulta difícil de diagnosticar –no se ha categorizado en los manuales DSM-V y el CIE-11–. Suele confundírsele con la dismorfia corporal.

“Hay casos en los que, amputado un miembro, no desaparece la incomodidad psicológica, y la persona pide que se le quite otro más. Según la experta, algunas investigaciones muestran el caso de pacientes que lograron la amputación quirúrgica que tanto anhelaban, y su angustia desapareció. Algunos autores consideran que esto podría deberse también a que, como los pacientes llevaban toda la vida deseando someterse a una amputación, difícilmente iban a admitir que la intervención quirúrgica había sido un error. También señalan que se han propuesto tratamientos quirúrgicos para problemas psiquiátricos, y posteriormente se ha descubierto que era un error.

J. Johnston y C. Elliot (2002) consideran, por tanto, que se debería desalentar este tipo de intervención como solución a un trastorno psiquiátrico”, asegura la Doctora.

Reasignación de sexo

Cuando se habla de la pertinencia o no de retirar órganos sanos para “aliviar” un trastorno o una asfixiante condición corporal “¡que no me deja vivir!”, merodea la conversación un convidado de piedra: la reasignación de sexo; el proceso por el cual una persona, diagnosticada con disforia de género (DG) –que la lleva a no reconocer como propios sus caracteres sexuales primarios– pide una “corrección” hormonal y quirúrgica que le reasigne el sexo percibido, so pena de que la no intervención médica la empuje a mutilarse, cuando no a atentar contra su vida, afirma Aceprensa en su artículo.

“En algunas ocasiones –señala la Dra. Ruiz Fuster–, se ha considerado la cirugía un mal menor ante el riesgo de autolesión, o de que [la persona] busque cirugías ilegales que podrían conducirla a la muerte. ¿Es esto ético? ¿Estaría también justificado en una cirugía de reasignación? La efectividad de un tratamiento no solo puede medirse por que hayan disminuido los pensamientos obsesivos y compulsivos que conducen a querer amputarse un miembro sano, o a querer cambiar el sexo. Es importante, por tanto, introducir otro tipo de medidas que no impliquen ceder a las compulsiones de dichos pensamientos, que nos alejan de la aceptación de nuestro cuerpo”.

Según sigue afirmando la Doctora Fuster, no existen aún tratamientos totalmente eficaces contra el BIID, apostando por la realización de estudios que investiguen el efecto que ha tenido la combinación de terapias tanto farmacológicas como cognitivo-conductuales en el trastorno de dismorfia corporal, “que guarda gran similitud con el BIID”. El tratamiento, explica, “se basa en la reestructuración cognitiva y busca modificar los pensamientos distorsionados por otros más realistas”. Lo que se persigue es ayudar al paciente a “reconciliarse” con sus miembros “y ajustar su ideal corporal, que busca poseer una discapacidad y no acepta su cuerpo como es, con la realidad de su cuerpo”.


 

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