miércoles, 9 de junio de 2021

¿Son más frecuentes los accidentes tromboembólicos en las personas vacunadas contra la COVID-19?

Un tema que preocupa a la población general es determinar, con la mayor certeza posible, si el riesgo de padecer problemas tromboembólicos es mayor en las personas que se han vacunado contra la COVID-19 que en la población general, pues al parecer, tras días o semanas después de la vacunación, se han descrito problemas circulatorios como trombocitopenia (disminución del número de plaquetas), hemorragias y trombos, especialmente venosos, lo que suscita una indudable preocupación, tanto en las personas que han de vacunarse, como en las ya vacunadas.

Pero antes de abordar el tema, me parece que conviene hacer dos consideraciones previas. La primera es si al hablar de problemas tromboembólicos, nos estamos refiriendo a trombosis venosas o arteriales; y la segunda es si existe un riesgo diferente entre las distintas vacunas utilizadas, especialmente entre las mRNA, como la de Pfizer y Moderna y las que usan virus genéticamente modificados, como la AstraZeneca y Johnson & Johnson.

En relación con el primer aspecto, hay que decir que los problemas tromboembólicos que se pueden producir tras la vacunación son la gran mayoría de las veces venosos, no existiendo evidencia médica, o siendo ésta muy escasa, de que las vacunas contra la COVID-19 aumenten significativamente el riesgo de problemas trombóticos arteriales, principalmente infarto de miocardio o ictus cerebrales. También cuando nos referimos a las trombosis venosas, hay que distinguir si son de miembros inferiores, hígado, bazo o cerebrales, (generalmente de senos cavernosos), pues indudablemente estas últimas son de mayor gravedad.

Con respecto a la segunda pregunta, parece confirmado que las vacunas mRNA muestran un ligero menor riesgo de promover procesos tromboembólicos venosos cerebrales que las vacunas que utilizan virus genéticamente modificados, pues en un trabajo publicado en Estados Unidos, el pasado 13 de abril, se constata que solamente dos pacientes entre 489.871 vacunados con una vacuna mRNA desarrollaron una trombosis venosa cerebral, cuando este riesgo, según la EMA, es en lo vacunados con AstraZeneca de 5 por millón. Contratan estos datos con los vacunados contra la gripe en los que no se ha detectado ningún caso de trombosis cerebral y con las personas que padecen la COVID-19 y no están vacunadas, en las que se han detectado 20 accidentes de trombosis cerebral por millón. Es decir, tendrían más riesgo las vacunas de AstraZeneca y Johnson & Johnson que las de Pfizer y Moderna.

Haciendo un poco de historia, y en relación con los posibles accidentes tromboembólicos atribuibles a la vacuna de AstraZeneca, el 7 de marzo de 2021, las autoridades sanitarias austríacas, comunicaron la muerte de una persona que había recibido esta vacuna.

El 10 de marzo, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) manifestaba que hasta esa fecha se habían detectado en Europa 30 casos de trombosis, predominantemente venosas, en aproximadamente 5 millones de personas que habían recibido la vacuna de AstraZeneca, por lo que afirmaba que “el número de problemas tromboembólicos en las personas vacunadas no es mayor que los que se detectan en la población general”.

El 15 de marzo, las autoridades sanitarias alemanas suspendían la vacunación con AstraZeneca por haber detectado 4 accidentes tromboembólicos, que ocasionaron la muerte de 3 pacientes.

El 30 de marzo, Canadá prohibía el uso de la vacuna de AstraZeneca para los menores de 55 años y el 31 de ese mismo mes Alemania tomaba la misma decisión para los menores de 60 años.

En la semana del 2 de abril, Canadá y Alemania se unían a Islandia, Suecia, Finlandia y Francia al recomendar que no se usara la vacuna en los niños y adolescentes, pues la COVID-19 en ellos es menos severa, por lo que no es recomendable someterles a un posible problema tromboembólico, aunque su incidencia en ellos sea menor que en los adultos.

El 6 de abril, la “Medicines and Healthcare products Regulatory Agency” (MHRA), paralizaba un ensayo clínico que se estaba realizando en niños y adolescentes, hasta que se averiguase la causa por la cual se producían los trombos.

El 7 de abril, la EMA concluía “que la producción de trombos, acompañada de bajo número de plaquetas, podría ser admitida como un raro efecto secundario a la vacunación con AstraZeneca”, pero que “los beneficios globales de la vacunación eran muy superiores a los efectos secundarios adversos”.

El 8 de abril, Australia, Bélgica y Francia anunciaban restricciones para el uso de la vacuna, mientras que Italia y España limitaban estas a las personas menores de 60 años.

También Estados Unidos, con fecha 13 de abril, frenaba el uso de la vacuna de Johnson & Johnson al detectar 6 casos de trombosis venosa y una muerte, entre los 6,8 millones de personas vacunadas con esta vacuna.

Por todo ello, la FDA norteamericana, en comunicado de fecha 16 de abril, no autorizaba el uso de ambas vacunas, AstraZeneca y Johnson & Johnson, en su país, aunque, para la gran mayoría de los expertos el beneficio de la vacunación con ambas vacunas supera los posibles riesgos.

Con fecha 26 de abril, se informaba de que entre 34 millones de personas que habían recibido la vacuna de AstraZeneca en Europa, 222 habían sufrido accidentes tromboembólicos y que más de 30 de ellas habían fallecido. Hasta aquí lo referente a los problemas tromboembólicos.

Además de los problemas tromboembólicos comentados, también se ha descrito la existencia de trombocitopenias severas, hemorragias, trombosis arteriales, trombosis venosas en miembros inferiores y en otras localizaciones anatómicas inusuales, como son las venas porta, esplénicas, y el cerebro, así como embolismo pulmonar, ocurriendo todo ello entre los días 5 al 24 después de haberse vacunado.

Pero, a pesar de todo lo anteriormente referido, hasta ahora, no se ha evidenciado fehacientemente que exista un exceso de problemas tromboembólicos entre los vacunados con AstraZeneca y la población general, por lo que parece necesario determinar si realmente ese riego tromboembólico aumentado tras la vacunación es o no real. Esto es lo que se aborda en un reciente artículo publicado en el British Medical Journal, en el que se incluyen 148.792 personas danesas y 132.472 noruegas, que han recibido una primera dosis de la vacuna de AstraZeneca. En él se constata que, entre las 281.264 personas que han recibido la vacuna se han dado 59 accidentes tromboembólicos venosos, en oposición a 30 que se han detectado en un grupo de similar número de personas no vacunadas, lo que indica que el índice de morbilidad en las vacunadas es 1,97, ya que se detectaron 11 accidentes tromboembólicos más por 100. 000 personas, que en las personas no vacunadas.

En relación con las trombosis venosas cerebrales, el índice de morbilidad es de 20,25, con un exceso de 2,5 accidentes por cada 100.000 personas vacunadas. Con respecto a los otros problemas circulatorios, el índice de morbilidad para la trombocitopenia fue de 1,52 y para las hemorragias de 1,23.

Según los autores, este estudio aporta la evidencia médica de un exceso de problemas tromboembólicos venosos, en los vacunados con AstraZeneca, dentro de los 28 días siguientes a recibir la primera dosis. Aunque el riesgo absoluto es pequeño en comparación con los beneficios que los vacunados obtienen, dada la alta incidencia de casos graves que se asocian a la infección por el SARS-CoV-2.

Por todo ello, nuestra opinión es que, aunque realmente existe el riesgo de accidentes tromboembólicos que estamos comentando, el beneficio de la vacunación es muy superior a los riesgos que conlleva, por lo que indudablemente, en caso de no existir la posibilidad de vacunarse con una vacuna mRNA, la conveniencia de vacunarse con AstraZeneca nos parece indudable.

Justo Aznar. Observatorio de Bioética

Instituto de Ciencias de la Vida. Universidad Católica de Valencia

No hay comentarios:

Publicar un comentario