miércoles, 21 de abril de 2021

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Teoría extendida de la evolución

Últimamente se está planteando que en la «teoría de la evolución» pueden existir mecanismos evolutivos distintos a las mutaciones genéticas. Es decir, no relacionados con cambios en el ADN. La evolución dependiente de estos cambios se ha denominado «Evolución extendida».

Ahora se ha publicado un interesante artículo, en Trends Ecol. Evol. 2020; 35P1078-P1089, en el que se profundiza sobre ello.

En dicho artículo se afirma que recientes experiencias realizadas en mamíferos, muestran que pueden existir factores ambientales, tales como la dieta, el sobrepeso o el estrés, que pueden afectar a la herencia transmitida de padres a hijos, a pesar de que las modificaciones ocasionadas no afecten al ADN del esperma paterno. Se sugiere que todo ello puede ser debido a mecanismos epigenéticos.

En este caso concreto, dichas modificaciones epigenéticas pueden deberse a dietas deficientes en folatos, que produzcan modificaciones en las histonas del esperma. Lo que específicamente se determina en el artículo al que nos estamos refiriendo, es que las modificaciones ocasionadas en las histonas, pueden afectar la metilación del ADN, que, como se sabe, es una de los mecanismos que ocasionan modificaciones epigenéticas.

Estos hallazgos sugieren que puede ser beneficioso que las gestantes mantengan una dieta rica en folatos, para tratar de evitar estos cambios.

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El número de personas que pueden padecer la «COVID-19 prolongada» podría ser masivo

9 meses después de la infección por COVID-19, un tercio de los infectados padecen síntomas, especialmente fatiga, lo que dado lugar a que en el mundo haya más de 115 millones de afectados. El número de personas que pueden padecer la «COVID-19 prolongada» podría  ser masivo.

Recientemente se ha planteado si los efectos tardíos de la COVID-19 se puede calificar como una enfermedad individualizada, al margen de la enfermedad.

En relación con ello, los Institutos Nacionales de la Salud norteamericanos (NIH), a través de su director Francis Collins, han anunciado una iniciativa para estudiar sus efectos, que puedan darse semanas o meses después de la infección.

El pasado 23 de febrero, los NIH anunciaron que van a dedicar 1.150 millones de dólares para poner en marcha un proyecto, de cuatro años de duración dedicado a investigar la «COVID-19 prolongada» y las prioridades que debieran establecer para su estudio.

Los principales síntomas de la «COVID-19 Prolongada» son: fatiga, dificultades respiratorias, problemas neurológicos, especialmente ansiedad, depresión y dificultad para concentrarse. Síntomas que pueden manifestarse a las pocas semanas de la infección por el SARS-CoV-2 y prolongarse durante meses.

Algunas de las iniciativas de los NIH promovidas para estudiarla, están dirigidas a determinar las bases biológicas de esta anomalía, a analizar si existen personas más vulnerables a ella y a encontrar posibles tratamientos.

Según Francis Collins, “desconocemos la magnitud del problema, pero dado el número de individuos de todas las edades que se han infectado o serán infectados por el SARS- CoV-2, el impacto en la salud pública podría ser muy grande”.

En relación con ello, en un estudio que incluye 177 personas, publicado el mes pasado, se concluye que 9 meses después de la infección, un tercio de los infectados padecen síntomas, especialmente fatiga, lo que dado que en el mundo hay más de 115 millones de afectados por la COVID-19, el número de personas que podrían padecer la «COVID-19 prolongada» sería masivo.





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