domingo, 14 de febrero de 2016

Jean Lafrance

El fin último de cada cristiano es Dios. Dios es Dios. El prójimo va a Dios si yo voy a Dios. -Nos cuesta entender que la santificación viene del interior hacia el exterior y no al revés. Sería de dejarnos caer en el abismo del Espíritu Santo, de dejarnos habitar por él y así saberlo. La verdadera luz viene del interior que es la del Espíritu y nos transforma poco a poco de hijos de carne a hijos de Espíritu. -El Espíritu Santo nos hace entrar en el misterio y conocer la liberación, lo que es la oración y su poder. Es cuando se desea el silencio para escuchar los gemidos inefables del Espíritu que mora en nosotros, saborear su amor. No son los razonamientos ni los discursos persuasivos sino la habitación del Espíritu que nos purifica, sana y santifica. Es una Gracia que hay que pedir. El Señor la da a quienes lo buscan intensamente sin desfallecer y con perseverancia. -El alma necesita estar serena, en estado de sobriedad y el cuerpo estar en castidad, en estado de pureza. La sobriedad y pureza son requisitos indispensable para "El Encuentro". Virgen prudente es el alma que se dispone para el Espíritu Santo: lo busca, espera, aprende y calla. -María, Esposa del Espíritu Santo, habitada por Dios: "guardaba todas esas cosas meditándolas en su corazón". Es el estado de oración, respuesta al amado, en acción con Él por Él y en Él. Es un estado para siempre, para la vida eterna. Es elegir la mejor parte. El rezo del santo rosario nos lleva al conocimiento de Dios y al deseo de permanecer en su misterio. Jean Lafrance (El Poder de la Oración)

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