miércoles, 4 de diciembre de 2013

poema de Leonardo C.

En mi soledad estoy
y en mi soledad me angustio
y canto solo de miedo
y el eco me sigue a dúo.

 Porque existe un padre corto
-y debe existir mas de uno-
¿deberé morirme yo morirme
o volverme estupido?

 Ningún mortal ha creado
lo que soy, poco o mucho:
hay un solo Padre Eterno
los demás son... latifundios...

 "Desensillar -como dicen- 
hasta que aclare Juan Rubio".
Mejor dormir o cantar
que caminar en lo oscuro.

 No se puede vivir hoy
sin deporte, y sin el gusto
del riesgo y de la aventura
y del humor y del humo.

 Poruqe en el mundo que corre
hay un toro suelto y bruto
que ha saltado la barrera
y hay que torear el absurdo.

Parezco una mujer,
pero una mujer es peor que un mulo
acerca de ciertas cosas
que ella solo ve -o ninguno.

La verdad es pegadora
aunque su conchavo es duro
defender las cosas que hizo Dios,
es su programa único.

 Déme Dios la gracia
de sucumbir bien si sucumbo...
si él quiere librarme,
Él sabe y me librara a lo brujo.

 Cristo cayó bajo el leño
no gallardo pero puro
no se revolcó, no dio coces,
no lanzó rebuznos.

 El mundo es ancho. La vida
es tenaz. Dios es profundo.
La maldad, la tontería
son falsas reinas del mundo.

 Al cabo de siete años
lo que el hombre ha dicho es nulo
y a las siete veces siete
todos quedamos desnudos.

 He escrito en mi testamento
que pongan en mi sepulcro:
"Este ha amado la verdad
 como un niño como un burro.

 Naturalmente no fue César
 ni Creso ni Lúculo...
 y le dieron prestamente
 permiso de ser difunto".

 Pero la verdad un día
pondrá una flor en mi túmulo.
Todo pasa. El alma queda.
Este es el asunto.

                Manresa, 1 de febrero de 1949
Leonardo Castellani de "El libro de las oraciones",

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