domingo, 8 de marzo de 2020

Contagio (2011): cuando se anticipa a la realidad

Steven Soderbergh hace 9 años hizo una peli sobre un virus similar al COVID-19, se convierte CONTAGION
Hace unos nueve años, unos pocos espectadores fieles al cine-crónica de Steven Soderbergh acudimos a las salas a ver su película Contagio, protagonizada por un solvente elenco de estrellas, algunas de las cuales apenas salían unos minutos en pantalla.
Sin utilizar efectos especiales, sólo sirviéndose de los intérpretes y de un efectivo guión de Scott Z. Burns, el filme era más sobrecogedor que cualquier cinta de zombies y pandemias. Porque todo lo que narraba Soderbergh parecía muy realista, aunque próximo a la ciencia ficción: un escenario que podría darse, pero que (pensábamos) no iba a suceder porque hoy los gobiernos mantienen un control total sobre las poblaciones.
Vista casi una década después, a la luz de los acontecimientos del coronavirus o COVID-19, es como si Contagio fuese una premonición: asusta su similitud con la realidad, y depara más escalofríos que antaño. Por este motivo se ha convertido en estos meses en uno de los títulos que encabezan las ventas y los alquileres en plataformas del catálogo de Warner Bros.

Es extraordinario cómo el director cuenta en poco más de un minuto de metraje, sin diálogos ni voces en off explicativas cómo se monta el lío: Beth contagia a quienes están a su alrededor: una modelo, un camarero, etcétera, y esos contagiarán a su vez a otros y así de modo exponencial... cuando suben al metro, viajan en avión o se introduzcen en lugares donde abundan las masas... Ya de regreso a casa, hace escala en Chicago para ser infiel con un antiguo amante, al que también contagia... Así que el virus se transmite por contacto, estornudos, toses y mucosidades… sin olvidar las superficies, (hay muchos planos de picaportes, carpetas, vasos, tarjetas de crédito, barras de sujeción del transporte público, botones de ascensores)…Una frase da la medida de la relación entre rostros, tacto y superficies: La gente se toca la cara entre 2000 y 3000 veces al día
Soderbergh también nos va enseñando diversas ciudades con densidad de población para que veamos cómo la enfermedad se propaga en cuestión de minutos: Hong Kong, Londres, Tokyo…

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