Dudo
que mi ángel sea mío.
Ya
puedo moverme un poquito.
No he olvidado ninguna de las innumerables lecciones
que viene dándome mi ángel, mejor dicho, este ángel.
Él afirma que soy muy inteligente, un poquito
orgulloso y reservado, pues no le cuento todas las cosas que pienso.
En verdad, ¿cómo voy a contarle que cada vez me afirmo
en la sospecha de que no es mi ángel guardián, sino un intruso, y que debo
andar con mucho cuidado para comunicarme con él?
Lo escucho y aprendo. La mejor lección que me ha dado
es la de que Dios me ama desde antes de que yo existiera y que la
Santísima Virgen es Madre de Dios y también madre mía, otra madre que me
quiere más que la que ahora me lleva en su seno.
Y la peor lección, que me ha hecho estremecer de
miedo, es que mi papá odia a sus hijitos no nacidos y preferiría que se
muriesen o que no nacieran nunca.
- ¿Entonces me odia a mí?- he preguntado.
- Tu papá ignora que tú existes. ¡Eres tan pequeño
todavía! ¡Ay de ti si lo supiera!- me contestó el ángel.
- Y cuando sea más grande y sepa que existo, ¿me
odiará?
- No sé, los ángeles nos somos profetas. Mucho me temo
que cuando sepa que existes, ocurran cosas tremendas.
- ¿Tiene también mi papá un ángel custodio?
- Sí, como todos los seres humanos, como la
Santísima Virgen, que tuvo un gran arcángel.
- ¿Cómo se llamaba ese gran arcángel?
- Gabriel, y fue él quien le anunció que ella sería la
mamá del Hijo de Dios, que llamamos Jesús y que es tu hermano y también hermano
de todos los seres humanos que han nacido y los que han de nacer, como tú.
Al saber que yo soy nada menos que hermano de Jesús y
quela Santísima Virgen es también mi Madre, me siento orgulloso y me
atrevo a interrogarlo sobre lo que tanta curiosidad me despierta:
- El ángel de mi otra mamá, la mamá de la tierra, se
llama Absalón. ¿Y cómo se llama el ángel mío?
Entonces él me responde:
- No quiero decírtelo, pero te empeñas en saberlo
todo. Yo soy Absalón, el ángel custodio de tu mamá.
- ¿Y el ángel custodio mío cómo se llama? ¿Dónde está?
- Tú no tienes todavía un ángel para ti solo. El de tu
mamá que soy yo la cuida a ella y te cuida a ti. Después, cuando aparezcas a la
luz del mundo, Dios mandará un ángel que será tuyo mientras vivas y te llevará
al cielo cuando mueras.
- ¡El día que yo parezca a la luz del mundo!- exclamo
con desilusión- ¿Y cuándo va a ser eso?
- ¡Eres demasiado preguntón!- me responde el ángel de
mi madre.
Estoy seguro de que si fuera mi propio ángel no
encontraría mal que yo le preguntara tantas cosas, porque enseñarme es su
oficio y no debe cansarse ni negarse a responderme.
Me quedo humillado y triste y me duermo cansadísimo.
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