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sábado, 4 de noviembre de 2023

UN SENTIDO PARA LA VIDA

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miércoles, 17 de julio de 2019

¿Los 30 son los nuevos 20?


Los 30 son los nuevos 20. Y los 40 los nuevos 30. Y así hasta el final. Estas frases tan escuchadas últimamente consuelan cada vez que cumplimos años pero, lejos de ser triviales, reflejan un profundo cambio social que hace tambalear los tradicionales roles propios de cada edad, dilatando la entrada en la vida adulta… Por Raquel Miguel, periodista

…Este profundo cambio es fruto del progreso social y económico pero que plantea transformaciones individuales y colectivas llenas de retos a largo plazo.

 “Yo a tu edad (….)”. Otra de las coletillas más frecuentes que salen de la boca de nuestros progenitores ponen en evidencia ese cambio social que afecta a las pirámides de edad tradicionales en las sociedades occidentales y que retrasan la entrada al mercado laboral o la formación de una familia. Los números son los mismos, pero las percepciones, bien distintas. En la década de los 20 o incluso antes, lo más urgente no es ya buscar una vía de supervivencia económica. Ni tampoco formar una familia, como sí lo era hace sólo una o dos generaciones.

La “época dorada”
La veintena ha pasado a ser una época de transición entre una adolescencia acabada y una edad adulta que no termina de llegar. Una época dorada definida en muchos caso por una gran libertad, ausencia de responsabilidades plenas y un abanico de posibilidades ante una vida cuyos límites no se perciben y en la que nada de lo que hacemos parece definitivo. Aún hay tiempo para probar y cambiar de rumbo, pensamos. Según una encuesta de la MTV, los jóvenes definieron los mejores años como una fase entre los 25 y los 34 años, una percepción de alargamiento de la juventud que se plasma incluso en los cánones estéticos.

“Las tareas y roles que desempeñábamos hace unos años con menos edad, como la incorporación al trabajo o la formación de una familia se ha retrasado”, constata el Alejandro García, profesor de sociología de la Universidad de Navarra en entrevista con HUMANIZAR. “Incluso la etapa de madurez en la que uno se hace responsable de sus acciones y de su vida”.

Las causas son de diversa índole, pero sobre todo, económicas. El progreso económico, pero también social y cultural hace que no sea tan urgente trabajar de inmediato para ganarse la vida, asegura el experto. “El incremento de condiciones productivas y económicas permite que podamos dedicar más tiempo a la formación, prepararnos para la vida adulta y profesional de forma más dilatada y pausada”.

Entre la adolescencia y la adultez plena
El estado del bienestar permite, en definitiva, dedicar más tiempo a la etapa de premadurez o preprofesional antes de empezar una vida propia. Una etapa que si antes se daba por zanjada en la entrada de la veintena, hoy se sitúa al final de esa década. El profesor estadounidense Jeffrey Arnett creó una teoría aplicable a las sociedades desarrolladas contemporáneas bautizada como la adultez emergente (“emergind adulthood”) en la que define un momento entre la adolescencia y la adultez plena, que sitúa entre los 18 y 30 años. Una fase de transición a la edad adulta que se caracteriza por una gran estabilidad pero también gran libertad y un amplio abanico de posibilidades para definir el futuro.

Pero también por una gran trascendencia en la búsqueda y definición de la identidad. De ahí los llamamientos como los de la psicóloga estadounidense Meg Jay a no desperdiciar esos años y a ser conscientes de que son claves para la definición del futuro.

“Lo que se retrasa no es el desarrollo cognitivo”, defiende García. Sino el desarrollo como seres culturales, la asunción de un proyecto de vida propio del que uno se hace responsable. Porque la madurez tiene una faceta más externa, reflejada en hechos como la incorporación al mercado laboral o la formación de una familia, y otra más interna, consistente en la capacidad de adoptar decisiones propias con responsabilidad y asumiendo los costos que esas decisiones tienen.

El desafío de educar para la madurez

¿Qué suponen estos cambios para nuestras sociedades? ¿Son buenos o malos? Por un lado, el cambio de roles acompaña un cambio en las pirámides de edad y se adapta de alguna forma a ese cambio demográfico. El aumento de la esperanza de vida hace disponer de más tiempo para el desarrollo de un proyecto personal y la postergación de las decisiones parece lógica. Pero plantea también algunos retos de índole social, familiar o incluso psicológica.

“En términos educativos, se ha producido una cierta infantilización de nuestros jóvenes”, considera el profesor García. No tanto en el sentido de que tarden más en marcharse de casa, tener un trabajo o formar una familia como en el de no estar preparados para enfrentarse solos a problemas o contratiempos, asegura.

“El estado del bienestar lo hemos interpretado como la ausencia de problemas o contratiempos y en términos educativos hemos evitado formar a los más pequeños a enfrentarlos, sobreprotegiendo a nuestros hijos e infantilizando de alguna forma a las nuevas generaciones, abocándolas a una cierta carencia formativa y de autonomía, que es una de las claves para enfrentar la madurez”.

Los logros estructurales de las sociedades occidentales de las últimas décadas -traducidas en una mayor confortabilidad económicas o coberturas sanitarias, educativas o sociales-  han traído cambios, pero el problema es dar todos los avances por descontado y postergar la capacitación para enfrentar problemas y dificultades reales.

Algo que puede producir conflictos personales e incluso problemas psicológicos, cuando un adulto llega a cierta edad y no se siente preparado para enfrentar determinados desafíos. Los agentes sociales educativos deben enseñar a tomar decisiones; enseñar a que toda elección conlleva una cesión y a que en la vida no se puede tener o hacer todo.

Además, los nuevos tiempos traen consigo desafíos diferentes, pero no menos duros, de cara al futuro. “Los retos actuales son más cualitativos que cuantitativos”, considera García. “Buscamos calidad en el empleo, un desarrollo profesional, que lo que hacemos nos llene, pero ya no pensamos tanto en morirnos o no de hambre como las generaciones anteriores”, afirma. Sí existen otros desafíos graves como la precariedad laboral o desafíos medioambientales de igualdad de género que se enfrentan con más crudeza en estos momentos.

La trinchera biológica

Uno de los desafíos más infranqueables se presenta sin embargo en el ámbito familiar. Aunque el reloj social se ralentice, el biológico sigue corriendo a la misma velocidad, constituyendo un desafío especialmente acuciante para las mujeres, que se ven muchas veces obligadas a elegir entre éxito profesional o formación de una familia. Algo que se intenta paliar con políticas de conciliación que favorezcan que no sea así.

“La edad biológica es la que es. Ahora se potencian otros métodos que permiten postergar la maternidad, pero siempre hay un límite”, cree García. Y esa postergación de la maternidad y la paternidad sí está teniendo consecuencias en una institución vertebradora de la sociedad como es la familia, produciéndose una cierta crisis en el modelo familiar tradicional.

“La crisis de la natalidad en España y Europa tiene que ver con esa transformación del momento en que empezamos nuestro proyecto de vida profesional y familiar y es consecuencia de que estamos privilegiando más la primera”, apunta García.

Nuevas oportunidades y modelos

Pero no todos son desafíos. Los cambios entrañan también oportunidades y la apertura a nuevos modelos sociales. Las trincheras de los roles de edad y los modelos de vida se desdibujan para dar paso a más opciones distintas de desarrollo personal y elecciones más propias. No tener hijos o apostar por un proyecto de desarrollo personal centrado en el trabajo, en viajar o en modelos de familia alternativa son cada vez más frecuentes, aunque aún minoritarios.

“Las opciones se han ampliado y no todo el mundo sigue ya las pautas establecidas en generaciones anteriores, pero la clave sigue siendo un proyecto de vida propio y diferenciado”, insiste el profesor García.

lunes, 10 de junio de 2019

Los miedos en la infancia y la adolescencia y su relación con la autoestima

El miedo constituye unsistema de alarma primitivo que permite al niño evitar situaciones que pueden llegar a ser potencialmente peligrosas. Son fenómenos normales, adaptativos y frecuentes (Caballo, 2005), especialmente comunes en la infancia y adolescencia. Es una emoción que se experimenta a lo largo de la vida, aunque las situaciones temidas varían con la edad. El desarrollo biológico, psicológico y social, propio de las diferentes etapas evolutivas, explica la disminución o abandono de unos miedos y la aparición de otros nuevos para poder adaptarse a las demandas cambiantes que exige el medio (Pelechano, 1981).
Sin embargo, en algunos niños y adolescentes, los miedos pueden convertirse en crónicos debido al condicionamiento, modelado e información negativa (Báguena y Chisbert, 1998). En Psicología Online te dejamos un completo estudio sobre los miedos en la infancia y adolescencia y su relación con la autoestima.
Desde una perspectiva evolutiva (Echeburúa, 1993), los miedos son respuestas universales e instintivas, sin previo aprendizaje. De acuerdo con Marks (1991), los bebés no suelen experimentar miedo antes de los 6 meses de vida. Es a partir de esta edad cuando empiezan a expresar miedos evolutivos importantes, como los miedos a las alturas, los extraños y la separación Sin embargo, la universalidad y el carácter instintivo de estos temores están siendo cuestionados, ya que situaciones como el temor a las personas extrañas, que aparece en torno a los 6-8 meses de edad, está modulado por la experiencia.
El miedo tiende a aparecer con menor frecuencia si el contacto con la persona extraña se realiza de manera gradual y no es de corta duración. De igual manera, si el desconocido es una mujer o un niño, el temor suele ser también menor (Toro, 1986). También se han comprobado diferencias en los miedos cuando los padres de los menores se separan (Orgilés, Méndez, Espada y García Fernández, 2008) expresando mayores temores escolares que los niños con padres no separados, lo que avalaría la teoría del aprendizaje y adquisición de los miedos por cambios en los estilos educativos paternos.

El miedo no es fobia ni ansiedad

El concepto de miedo lo debemos diferenciar de otros similares y que, con frecuencia, son utilizados, erróneamente, como sinónimos : la ansiedad y las fobias. Si tratamos de diferenciar la ansiedad del miedo, podemos decir que, en el caso de la ansiedad, las causas del malestar son difíciles de identificar, mientras que en el caso del miedo está bastante claro que lo que causa la reacción psicofisiológica, motora y/o cognitiva en el niño es el estímulo al que teme. De igual manera, la ansiedad no tiene un comienzo ni un fin determinado, así como no desaparece cuando no está presente aquello que origina su ansiedad, circunstancias que no suceden en los miedos.
Por lo que respecta a las fobias, en éstas aparece una respuesta desproporcionada en relación al estímulo, que en un principio no constituye una amenaza objetiva para el niño, y una respuesta desadaptada, ya que es de tal intensidad la respuesta que repercute negativamente en su rendimiento académico, su relación con la familia, en su desarrollo personal..., mientras que los miedos son adaptativos y congruentes a la peligrosidad del estímulo. Lo que es evidente es que los miedos intensos que ocurren durante la infancia o durante la adolescencia, pueden derivar en fobias, o en otros problemas de ansiedad, durante la edad adulta (Valiente, Sandín y Chorot, 2002a).
A pesar de que los temores se encuentran presentas en la gran mayoría de los niños, las fobias evaluadas como clínicamente significativas, parecen estar presentes en tan sólo el 3,5% de los niños y adolescentes (McCabe, Antony y Ollendick, 2005)
La prevalencia de los miedos, habitualmente, se ha estudiado calculando el número total de miedos que experimenta una población dada de niños o de adolescentes, obteniéndose resultados dispares dependiendo del estudio, oscilando el número de miedos entre 14 (Ollendick et al., 1989) y 22,48 (Shore y Rapport, 1998). Por otro lado, la intensidad de los miedos se ha obtenido en los estudios calculando el nivel global de miedo o en cada una de las dimensiones del FSSC-R, obteniéndose resultados similares que con la prevalencia.
Los miedos en la infancia y la adolescencia y su relación con la autoestima - Por qué tenemos miedo en la adolescencia

Diferentes tipos de miedo dependiendo del sujeto en cuestión

Si analizamos las diferencias en cuanto al sexo de los evaluados, la mayoría de estudios indican que la prevalencia e intensidad es mayor en el sexo femenino que en el masculino (Valiente, Sandín, Chorot y Tabar, 2002c; Caballo et al, 2006; Valdez et al., 2010), tanto para edades infantiles como adolescentes, siendo especialmente significativas estas diferencias en miedos a animales pequeños.
Por otra parte, si analizamos las diferencias en la prevalencia e intensidad de los miedos según la edad, las investigaciones basadas en el FSSC-R indican que ésta tiende a disminuir a medida que pasan los años (Shore et al, 1998; Valiente, Sandín, Chorot y Tabar, 2003; González, 2005; Caballo et al, 2006), lo que es coherente con las teorías que afirman que los miedos normativos tienden a decrecer conforme los niños van creciendo, considerándose fenómenos transitorios que se asocian al desarrollo, contrastando con las fobias ( Sandín, 1997) , si bien existen diferencias dependiendo del tipo de miedo.
De esta forma (Méndez, 1999), los adolescentes obtienen en los tests puntuaciones medias más bajas que las que consiguen los menores en edad infantil. No obstante, cabe destacar que se aprecia una ligera subida en la pre-adolescencia, con puntuaciones ligeramente mayores que en niños más pequeños. En líneas generales, podemos afirmar que, con el paso de los años, la naturaleza de los temores infantiles evoluciona de miedos físicos (ruidos fuertes, oscuridad, animales, daño físico...) a miedos sociales (miedo al fracaso y a la crítica, miedos escolares...).
Respecto a estos, parece que existe un temor social global alrededor de la edad de 9 años, y que los temores sociales se vuelven más diferenciados a partir de entonces (Bokhorst, Westenberg, Oosterlaan y Heyne, 2008). De los 12 a los 18 años aumentan los miedos que tienen que ver con las relaciones interpersonales y la pérdida de la autoestima, (Echeburúa, 1993; Méndez, Inglés e Hidalgo, 2002). Sin embargo, tanto en la infancia como en la adolescencia, los estudios indican que los miedos pertenecientes a la dimensión “peligro y muerte”, son los más frecuentes (Caballo et al, 2006)
Analizando las comorbilidades estudiadas de los miedos con diversos trastornos o problemas que puedan afectar a niños y adolescentes, existen numerosos trabajos (Byrne, 2000; Ollendick, Yule, Oilier, 1990; Sandín, Chorot, Valiente, Santed y Lostao 2007; Sandín, Chorot, Valiente y Santed, 2002; Valiente, Sandín y Chorot, 2002b) que relacionan los temores con la ansiedad. En ellos se destaca una correlación positiva, entre moderada y fuerte dependiendo de los autores, entre ambas variables. En estos mismos estudios, se analiza la relación existente entre los miedos y la depresión, siendo en este caso variables que no correlacionan fuertemente entre ellas. También se ha descrito una correlación negativa, aunque débil, con la afectividad negativa (Valiente et al., 2002b)
Existen muy pocos estudios cuya línea de investigación sea la relación entre los miedos y la autoestima. En uno de ellos (Byrne, 2000), se comparan variables como la autoestima, la ansiedad, los miedos y las estrategias de afrontamiento, en una muestra infantil australiana (N = 224), donde se refleja que los niños tienen una autoestima más elevada que las niñas, pero no queda clara su relación con los miedos. Si que existen, en cambio, numerosos trabajos que analizan las relaciones entre las fobias, principalmente de tipo social, con la autoestima (Olivares, Piqueras y Rosa, 2006; Vallés, Olivares y Rosa, 2007; Zubeidat, Fernández Parra, Sierra y Salinas, 2007) donde se pone de manifiesto su correlación negativa, principalmente en población adolescente, y significativamente mayores en mujeres.
Por esta razón, en nuestro trabajo queremos explorar qué tipo de relación existe entre la autoestima y los miedos, pronosticando una relación negativa como la descrita en las fobias, y siendo mayor en los miedos sociales. Esto iría en la línea de lo apuntado por Verduzco, Lucio y Durán (2004), quienes afirman que las personas con autoestima baja tienen tendencia hacia un comportamiento de miedo, duda y defensa.
Los objetivos de nuestro trabajo eran, por un lado, conocer la prevalencia e intensidad de miedos en escolares en una muestra del municipio de Alicante, estableciendo una clasificación de los miedos más comunes. Por otro lado, pretendimos conocer si existían diferencias , según la edad, en la prevalencia e intensidad de estos miedos, así como conocer las diferencias según el sexo de los participantes en nuestro estudio. Por último, quisimos analizar la relación que existe entre el nivel de autoestima y la intensidad y prevalencia de los miedos.
Partiendo de la evidencia de la literatura, podemos pronosticar que:
  1. Los miedos más comunes serán los relacionados con la dimensión “miedos al peligro y a la muerte”
  2. Existirá mayor prevalencia e intensidad de miedos entre las chicas que entre los chicos
  3. El nivel de prevalencia general e intensidad de miedos será menor en los adolescentes (13-14 años) que en los pre-adolescentes (10-12 años)
  4. El nivel de prevalencia general de miedos oscilará entre los 14 y 22 miedos relevantes
  5. Existirá una correlación negativa entre la autoestima y la intensidad y prevalencia de miedos

sábado, 8 de junio de 2019

Efecto Forer 1

El psicólogo Bertram R. Forer realizó en 1948 un experimento que cambiaría sustancialmente nuestra comprensión del funcionamiento de la mente humana, y explicaría de forma muy simple cómo funcionan algunas disciplinas adivinatorias como la astrología, el tarot, los oráculos y hasta los tests de personalidad.
El Efecto Forer es bastante conocido (sobre todo por quienes solemos cuestionar las pseudociencias) como así también algunos prejuicios cognitivos. Pero es muy importante, no sólo conocerlo y entenderlo, sino interiorizarlo, para poder reconocer cómo influye constantemente en muchos actos cotidianos.
Bertram Forer se doctoró en Psicología Clínica en la Universidad de California en los años ’30, y desempeñó funciones de psicólogo y administrador en un hospital militar francés durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, nunca perdió su interés por la investigación.
En 1948 realizó el famoso experimento que lleva su nombre y publicó un año después como The fallacy of personal validation: A classroom demonstration of gullibility” en el Journal of Abnormal and Social Psychology: basándose en las descripciones de varios horóscopos, armó una descripción un tanto genérica y se la mostró a varios estudiantes por separado. La consigna era poner una puntuación, del 1 al 5, según la exactitud de esa descripción respecto de cada sujeto.

Tienes la necesidad de que otras personas te quieran y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Disciplinado y controlado hacia afuera, tiendes a ser preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irrealistas.ç
En los primeros intentos, se obtuvo un promedio de 4,26. Eso significaba que las personas creían realmente que el texto estaba dirigido a ellos. Desde entonces, el experimento se ha repetido miles de veces, con los mismos resultados.
Cualquiera puede imitar el experimento de forma muy simple, tanto con el texto de Forer, o leyendo en una reunión de amigos, algún signo zodiacal erróneo (de forma voluntaria): la mayoría de las veces nuestros colegas confirmarán que la descripción es muy acertada.
En el siguiente video veremos a James Randi poniendo a prueba a un grupo de alumnos.


viernes, 31 de mayo de 2019

Un colirio para...

Un hombre entró un día en el salón público de lectura de su ciudad. En aquel momento estaban leyendo una página que trataba de los peligros de la rutina o algo así... 
La audiencia escuchaba con agrado cómo escalar la montaña de la vida ascendiendo cada día una cota más alta que la del día anterior. Detenerse en el mismo punto podía crear una costumbre negativa, peligrosa para aquel pueblo nómada. Había, pues, que subir siempre más alto para ver más campo y tener una visión más amplia, para detectar más y mejores pastos, por si un día tocaba emigrar Le gustó a nuestro hombre lo que allí se leía y se quedó. “¿Por qué vas a cazar siempre al mismo lugar y por qué subes siempre a la montaña por idéntico camino”? seguía preguntando el lector. “¿Has olvidado acaso que los bosques enteros son tuyos, que los prados, los senderos y los ríos te pertenecen?” Nuestro hombre, impresionado por aquellos párrafos que le invitaban a romper con sus costumbres, se prometió a sí mismo volver más veces a aquel salón. Valía la pena. Por lo menos allí le hablaban claro y llamaban a las cosas por su nombre. Hoy sabemos que la rutina es un mecanismo de defensa que usamos para no cambiar, para resistirnos al cambio, manteniendo un argumento que legitime la dulce continuidad. Pero sospechamos que tal argumento no nos vale. Rutina es el pasado acumulado que todos llevamos dentro por no habernos decidido a ensayar nuevos caminos en la vida. No romper con la rutina y seguir con nuestros usos y costumbres significa envejecer cada día más, sumidos en las propias manías. Lo malo es que a ese paquete de rancias prácticas que vamos arrastrando le llamamos experiencia o, peor todavía, estilo personal. La rutina tiende a encerrarnos en nuestras viejas (a veces tan queridas) cárceles de siempre. Nos impide el contacto necesario y vital con los otros y con el mundo. Nos arrebata la pasión, la belleza y la frescura de la vida, llegando a convertirse ésta en una pesada carga, cada vez más difícil de soportar. 
Los niños, una vez más, se convierten en nuestros maestros por su diferente manera de actuar. Son ellos los que con su espontaneidad y fresca libertad emprenden nuevos caminos, se inician en diferentes juegos y van aprendiendo nuevas expresiones con las que renuevan y enriquecen su lenguaje y sus meninges. Convendría imitarlos haciéndonos como ellos, pero preferimos seguir 
con nuestros criterios adultos. Nosotros somos gente seria. 
“Te aconsejo… un colirio para que te des en los ojos y recobres la vista…” 

Nuestro hombre se hizo un hueco entre los asistentes del salón y escuchó esas palabras que le hablaban de un remedio para aplicarse en los ojos y recuperar la vista. Cuando se dirigió hacia el espejo para comprobar cómo era su mirada, advirtió que el colirio se lo había estado poniendo mientras frecuentaba con esfuerzo las reuniones de aquel salón.

jueves, 30 de mayo de 2019

El efecto de los Cinco Lenguajes del Amor

Gary Chapman describió cinco lenguajes...
1.    Palabras: palabras de ánimo, amables, humildes, palabras que edifiquen, palabras de aprecio, cumplidos verbales…, de forma activa y directa. Son grandes reforzadores positivos. 
2.    Tiempo de calidad: es la importancia de darle toda la atención a la otra persona, haciéndolo de todo corazón, estar con ella en todo su ser, ofrecer conversación de calidad y actividades de calidad. Comunicarnos experiencias, deseos, necesidades y experimentar juntos, sentir cuidados y cuidar. 
3.    Regalos: el regalo es un símbolo visual del amor, un lenguaje fácil de entender. Los regalos pueden ser comprados, hechos o encontrados. Cuando se invierte tiempo o dinero en el regalo de otro, también repercute en uno mismo ya que se invierte en el amor de la relación. También uno se puede regalar a sí mismo a través de la presencia, estar cuando tu pareja lo necesita. 
4.    Actos de servicio: o hacer cosas que sabes que le gustan al otro, puede ser cocinar, limpiar algo, sacar la basura, vestir a los niños…, requieren pensamiento, planificación, esfuerzo, energía… También es una forma de decir te quiero. 
5.    Contacto físico: el mejor instructor es la pareja, ella sabe cuál es el toque que le gusta. Realizar los toques que agradece es un acto de amor; abrazos, coger la mano, besar, sentarse juntos en el sofá… 
Ingresar en Cuidados Paliativos supone un revés… también para la pareja. Esta circunstancia puede impedir que la pareja continúe utilizando su lenguaje del amor habitual, pudiendo sentir una gran frustración por no poder comunicar o por no poder percibir. Además, una vez que fallece la persona, los dolientes tienen importantes dificultades en su proceso de adaptación a la pérdida. Una buena comunicación con el familiar antes de fallecer, no solo favorece el disfrute de ese último tiempo de ingreso, sino que también protege al doliente de un duelo complicado posterior. 
Por esta razón, en el Centro San Camilo decidimos hacer un estudio. El objetivo fue analizar si la psicoeducación sobre los Cinco Lenguajes del Amor puede mejorar la comunicación de la pareja durante el ingreso y, posteriormente, proteger al familiar del duelo complicado. 
Así, las psicólogas de la Unidad de Cuidados Paliativos San Camilo ofrecieron participar en el estudio a 50 familiares de los ingresados. Se formaron dos grupos de estudio; el grupo control donde los familiares recibían acompañamiento psicoemocional basado en counselling (es el trato habitual de la Unidad) y el grupo experimental, donde, además acompañamiento psicoemocional basado en counselling, se les instruía en los Cinco Lenguajes del Amor para que lo utilizaran con su pareja ingresada. De esta forma, todos los familiares eran tratados con la misma atención de siempre, pero, a la mitad de ellos, a los 25 que por azar se seleccionaron y entraron en el grupo experimental, además se les instruyó en los Cinco Leguajes del Amor. 
Para poder medir el impacto de los Cinco Lenguajes del Amor, esperábamos que al menos lo pudieran utilizar durante dos semanas con su pareja ingresada, pero las condiciones son tan difíciles en esta unidad, que de los 50 iniciales, solo 29 familiares completaron el estudio. 

De estos 29, solamente 17 pertenecían al grupo experimental y el resto, 12, fueron del grupo control. Al acabar las dos semanas completaron varios cuestionarios y en los resultados se pudo ver que la psicoeducación en los Cinco Lenguajes del Amor si que tiene un efecto positivo en los familiares. En concreto vimos que los niveles de ansiedad, estrés y estados emocionales aversivos como disgusto, ira, culpa, miedo y nerviosismo de los familiares del grupo experimental eran más bajos que los del grupo control.  

Esta investigación fue presentada en el XII Congreso Internacional de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (en Vitoria, junio 2018)  por los autores Yolanda López, Elena Lallana, Alicia García, Julia Sánchez, José Carlos Bermejo y Marta Villacieros.

sábado, 18 de mayo de 2019

Cultura del descarte: jóvenes y ancianos

Una de las expresiones más llamativas de la retórica discursiva de Jorge Mario Bergoglio es la cultura del descarte. Se refiere a ella en múltiples discursos y alocuciones. Se puede definir como una forma de discriminación, como una práctica de la exclusión. Por Francesc Torralba, bioeticista.

Consiste en cultivar una ideología que conduce a separar a los seres humanos en categorías, de tal modo que quienes no cumplan los requisitos que impone la cultura estándar son, sistemáticamente, descartados, situados en el ámbito de la marginalidad. 
El papa Francisco critica, con ahínco, esta cultura del descarte que se ha vuelto hegemónica en nuestro mundo, porque vulnera la dignidad sublime de toda persona humana, tesis central de la Doctrina Social de la Iglesia. Descartar a un ser humano ya sea por su poder adquisitivo, por su color de piel, por su condición social, religiosa o económica o, simplemente, por sus creencias o ideas, es sucumbir a la cultura del descarte.  

La “aporofobia”
A lo largo de su magisterio, el papa Francisco, inspirándose en el profeta Amós, analiza los colectivos humanos que son víctimas de esta cultura del descarte. Presta atención, en primer lugar, a los pobres. 
Se observa en el mundo que vivimos una forma creciente de aporofobia, neologismo de nuevo cuño, ideado por la filósofa valenciana, Adela Cortina, que significa, literalmente, miedo o temor al pobre y, justamente, por eso, se le aparta, se le margina, se le separa del cuerpo social. 
Esta cultura del descarte aplicada a las personas que carecen de recursos y de poder adquisitivo es especialmente visible en el sistema neoliberal donde la cultura del tener lo es todo. El descarte de los pobres violenta la ética que emana del Evangelio, pues los pobres son los predilectos de Jesús. En la propuesta cristiana, lo esencial de la persona no es lo que esta posea, tampoco lo que deje de poseer; sino que es su ser o el mero hecho de ser persona lo que realmente tiene valor.

Los frágiles y vulnerables
La cultura del descarte también afecta, negativamente, a todas las personas frágiles y vulnerables, a los seres humanos que padecen enfermedades, dolores, dependencias y deficiencias de todo tipo. Las víctimas de esta cultura del descarte son las personas frágiles. 
En la cultura imperante en la sociedad occidental, la salud constituye el principal valor de la pirámide axiológica social, con lo cual, la enfermedad, la carencia, la vulnerabilidad, se excluyen sistemáticamente. Sin embargo, en la antropología de corte bíblico, el ser humano es definido, como un ser frágil que requiere esencialmente del cuidado de los demás y del cuidado de Dios para poder permanecer en la existencia. Dentro del universo de seres descartados están los enfermos mentales, las personas discapacitadas y los ancianos dependientes. 

Los ancianos
La cultura del descarte no solo afecta a los pobres y a los grupos vulnerables, incide gravemente en el conjunto de los ancianos que, a juicio de Jorge Mario Bergoglio, son sistemáticamente relegados del cuerpo social en el marco de la cultura occidental contemporánea. El anciano, en el pensamiento del papa Francisco, juega un rol muy valioso en la sociedad, pues es el testimonio de la memoria colectiva, la presencia viva de las raíces de una cultura, de una tradición.  

Los jóvenes y niños
Al descartar su voz, al ignorar su visión y su aportación, la cultura pierde sus raíces, sus orígenes, el valor de la memoria. No solo los ancianos son descartados en nuestra cultura contemporánea, también se descarta, a juicio de Jorge Mario Bergoglio, a los niños, a los jóvenes y a los moribundos. Muchos niños son tratados como fuerza laboral en situaciones de extrema precariedad. Muchos jóvenes son descartados de la sociedad, no se les acepta o bien se les explota laboralmente para conseguir el máximo beneficio de su talento y energía vital con el mínimo coste posible. 

El concebido, no nacido
Otro colectivo que es víctima de la cultura del descarte son los seres humanos concebidos, pero no nacidos. El papa Francisco critica la cultura de la muerte que reina en nuestro mundo y la destrucción de vidas humanas emergentes por distintos motivos. La interrupción voluntaria del embarazo es, a su juicio, una expresión más de esta la cultura del descarte que penetra en todas las esferas de la sociedad. A través de esta práctica, se descarta el nacimiento de un ser humano inocente que no tiene ninguna posibilidad de decidir respecto a su futuro, ni de defender sus derechos.   
En plena sintonía con el pensamiento de san Juan Pablo II y del papa emérito, Benedicto XVI, el papa Francisco defiende una cultura abierta a la vida, capaz de acogerla tal y como es, con el respeto que corresponde a su dignidad humana. En Evangelium vit? se recuerda que el nasciturus debe ser tratado como persona humana desde el mismo momento de la fecundación hasta su muerte natural.  

La cultura de la acogida
Frente a la cultura del descarte, el papa Francisco nos exhorta a practicar la cultura de la acogida. Acoger al otro significa dedicarle tiempo y espacio, atenderle en nuestra propia casa, lo cual solo es posible si se superan muchos prejuicios, tópicos y estereotipos que actúan como barreras invisibles. 
Los descartados son los que sobran, los que la sociedad expulsa de su vientre. En las grandes ciudades, el papa Francisco se refiere a ellos con otra expresión, los sobrantes urbanos. Con esta expresión se refiere a miles de seres humanos que son descartados, que malviven y mueren en las calles de las grandes urbes del mundo y forman parte de los seres invisibles que ni siquiera rompen la indiferencia de los ciudadanos.   
La consecuencia de la cultura del descarte es la invisibilidad del colectivo afectado, lo cual es un proceso activo en el cual se evidencia el desprecio. 


La cultura del desprecio

¿Qué es propiamente el desprecio? Un comportamiento respecto a una persona o un colectivo como si esta o este  no estuvieran y que, para ella o para él, se torna muy real. La visibilidad, por el contrario, significa reconocer los rasgos más relevantes de una persona o un colectivo. La cultura del descarte tiene profundas afinidades con lo que Axel Honneth, filósofo de la tercera generación de la Escuela de Frankfurt, denomina la sociedad del desprecio. 
La preponderancia del utilitarismo económico en el imaginario colectivo tiene como consecuencia esta cultura del descarte. Se descarta al que es inútil, al que no aporta, al que no puede proseguir el ritmo de producción y de consumo que la sociedad hiperconsumista impone. 

La empresa, ¿socialmente responsable?
Frente a esta situación, un actor social imprescindible para combatir la cultura del descarte es la empresa. El papa Francisco, en sintonía con Benedicto XVI en Caritas in veritate, defiende una empresa socialmente responsable, capaz de integrar a los descartados, de actuar responsablemente, de ser sensibles a los colectivos más vulnerables de la sociedad y de empoderarles para que puedan aportar su talento a la sociedad y generar riqueza. 
En la nómina de los descartados, están también las familias. A su juicio, nuestra cultura descarta a las familias, pero también la opción por la familia, como consecuencia de un individualismo agresivo que penetra por todos los intersticios de la sociedad. 
También se descarta a las minorías culturales, lingüísticas y espirituales como consecuencia del proceso de uniformización. La uniformización conlleva, a su juicio, un enorme empobrecimiento, pero no solo eso, también una injusticia al descartar las singularidades culturales, lingüísticas y espirituales de cada identidad. El papa Francisco defiende la unidad y la armonía, pero no la uniformización, porque ello representa una violencia contra las identidades existentes. 

viernes, 17 de mayo de 2019

UN SOLO CEREBRO HUMANO TIENE MÁS CONEXIONES QUE TODA LA RED DE INTERNET

Lo que veréis en las siguientes imágenes, ese laberinto de colores, redes y conexiones, no es el cableado de una sofisticada computadora sino una tomografía de un fragmento de la corteza cerebral de un ratón, con miles de millones de sinapsis. Como comentábamos al hablar del “proyecto Conectoma”, los científicos están tratando de trazar un mapa del cableado cerebral, pero la tarea es incluso más compleja de lo que esperaban.
Este vídeo, por ejemplo, es obra del trabajo de varios años en la Universidad de Stanford, donde un equipo de científicos han diseñado un sistema para tomar pequeñas láminas del cerebro de un ratón y navegar después por ellas en tres dimensiones. Para ello, como explican en CNET, introdujeron en el tejido una proteína fluorescente que hace brillar las neuronas más grandes y facilita la visualización de la red de conexiones.
Stephen Smith, uno de los autores del estudio, lo resume así esta semana en la revista Neuron:
Una sinapsis, por sí misma, se parece más a un microprocesador – con almacenamiento de memoria y la parte de procesador de información – que a un mero mecanismo de apagado y encendido. De hecho, una sinapsis puede contener del orden de 1.000 conexiones a escala molecular. Un solo cerebro humano tiene más conexiones que todos los computadores y routers y conexiones de Internet de la Tierra.

jueves, 16 de mayo de 2019

Interesante documental sobre el funcionamiento del encéfalo en situaciones extremas. Habla sobre la regulación de los procesos de hambre, sed, sueño, por parte de nuestro encéfalo

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miércoles, 15 de mayo de 2019

domingo, 12 de mayo de 2019

Síndrome de Diógenes

Un trastorno del comportamiento que se relaciona con la esquizofrenia y las demencias aunque más del 50% de personas que lo sufren no tienen antecedentes psiquiátricos. Quienes los padecen suelen acumulan todo tipo de basura y objetos.

Es más frecuente en personas mayores que viven solas. Acumular desperdicios y todo lo que encuentran, basura, animales incluso dinero. Vivir de forma insalubre sin higiene poniendo en riesgo su salud, son algunas de las características más impactantes de esta enfermedad. En UNED PSICOLOGÍA os contamos más del síndrome de Diógenes.

Características

Casos de ancianos que vivían en una pobreza absoluta acumulando desperdicios coleccionando todo tipo de objetos, el síndrome de Diogenes lo asociamos a la pobreza extrema, sin embargo no siempre es así. Aunque viven en condiciones lamentables algunas personas con síndrome de Diógenes pueden tener escondidas grande sumas de dinero en el colchón o en otras zonas de la casa.
En 1966 fueron Macmillan y Shaw los que describieron este trastorno del comportamiento que puede tener graves trastornos psiquiátricos, se relacionaba con una degradación senil en las normas de aseo personales y de su casa.
El 1975 se le denomina Síndrome de Diógenes en alusión al filósofo griego que defendía los ideales de autosuficiencia y privación y restricción de las relaciones sociales.
  • Los afectados por el síndrome de Diógenes tienen tendencia a acumular todo tipo de objetos. Pueden coleccionar cualquier cosa en sus casas, viven en condiciones de higiene lamentables tanto en sus casas como en su higiene personal, pero no parece importarles.
  • Los afectados tienen una realidad distorsionada y sufren cambios de humor impredecibles. Muchas veces tienen comportamientos paranoicos sospechan de los demás, son agresivos y obstinados.
  • Aunque en su mayor parte se da en personas mayores también puede surgir en personas jóvenes. Lo que si tienen en común es el aislamiento social, personas que han sufrido una pérdida de un familiar, que pueden presentar cuadros de depresión.
  • Algunos trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia y la demencia pueden estar relacionados con esta enfermedad, sin embargo no todas las personas con esquizofrenia sufren el síndrome de Diógenes.
  • El factor económico las penurias pueden influir en el síndrome pero no son el factor clave. El síndrome de Diógenes también se da en personas de clase media y alta.
  • Si son dos personas mayores que viven juntas el comportamiento de uno puede arrastrar al otro.
  • Afecta a un 3% de personas mayores de 65 años.
  • A menudo personas con síndrome de Diógenes sufren neumonías o gangrena, la falta de higiene personal y de su entorno puede tener mucho que ver.

Causas

Entre las causas que se barajan para explicar el síndrome de Diógenes
Solo la mitad de los diagnosticados con síndrome de Diógenes tiene antecedentes psiquiátricos. Aunque a simple vista parece tener relación con la personalidad obsesiva compulsiva y la paranoia no parece haber una conexión entre el síndrome de Diógenes y esto trastornos.
  • La soledad es una de las causas junto a otros factores
  • Una reacción de estrés (social, biológico o psicológico)en determinadas personas mayores que pudiera tener relación con el envejecimiento.
  • Disfunción lóbulo frontal es una de las teorías de la causa del síndrome de Diógenes.
  • Trastornos depresivos de larga duración , distimia
  • Carencias nutricionales

Tratamiento

  • El mayor obstáculo es que los propios enfermos no reconocen lo que está pasando y rechazan cualquier tipo de ayuda. Si no están incapacitados y rechazan ayuda no se les puede ingresar en una residencia sin su consentimiento.
    • Las visitas domiciliarias de servicios sociales para apoyar a la persona y tratar que tome conciencia de lo que sucede (se deje ayudar, ir al hospital etcétera)
    • El tratamiento ha de comenzar valorando qué patología puede estar generando este comportamiento. Si existe patología como esquizofrenia,depresión, delirios tratar esta enfermedad.
    • Si el paciente puede estar en una institución social donde se le pueda hacer seguimiento se le puede ayudar mucho. Tratar que la persona se de cuenta que vivir en unas condiciones de falta de higiene es peligros para su salud y para las personas de su entorno como sus vecinos.

sábado, 11 de mayo de 2019

CALCULADORAS CASIO: ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA I

Buenas tardes, os dejo estos videos para que nos sea más sencillo este mundo de la estadística










sábado, 11 de noviembre de 2017

domingo, 5 de noviembre de 2017

sábado, 16 de septiembre de 2017

viernes, 15 de septiembre de 2017

jueves, 14 de septiembre de 2017

efecto Forer

El psicólogo Bertram R. Forer realizó en 1948 un experimento que cambiaría sustancialmente nuestra comprensión del funcionamiento de la mente humana, y explicaría de forma muy simple cómo funcionan algunas disciplinas adivinatorias como la astrología, el tarot, los oráculos y hasta los tests de personalidad. El Efecto Forer es bastante conocido (sobre todo por quienes solemos cuestionar las pseudociencias) como así también algunos prejuicios cognitivos. Pero es muy importante, no sólo conocerlo y entenderlo, sino interiorizarlo, para poder reconocer cómo influye constantemente en muchos actos cotidianos. Bertram Forer se doctoró en Psicología Clínica en la Universidad de California en los años ’30, y desempeñó funciones de psicólogo y administrador en un hospital militar francés durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, nunca perdió su interés por la investigación. En 1948 realizó el famoso experimento que lleva su nombre y publicó un año después como “The fallacy of personal validation: A classroom demonstration of gullibility” en el Journal of Abnormal and Social Psychology: basándose en las descripciones de varios horóscopos, armó una descripción un tanto genérica y se la mostró a varios estudiantes por separado. La consigna era poner una puntuación, del 1 al 5, según la exactitud de esa descripción respecto de cada sujeto. Tienes la necesidad de que otras personas te quieran y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Disciplinado y controlado hacia afuera, tiendes a ser preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irrealistas. En los primeros intentos, se obtuvo un promedio de 4,26. Eso significaba que las personas creían realmente que el texto estaba dirigido a ellos. Desde entonces, el experimento se ha repetido miles de veces, con los mismos resultados. Cualquiera puede imitar el experimento de forma muy simple, tanto con el texto de Forer, o leyendo en una reunión de amigos, algún signo zodiacal erróneo (de forma voluntaria): la mayoría de las veces nuestros colegas confirmarán que la descripción es muy acertada. En el siguiente video veremos a James Randi poniendo a prueba a un grupo de alumnos. Una de las aplicaciones más directas del Efecto Forer, es el de la Lectura en Frío (Cold Reading). Lo utilizan tanto ilusionistas como charlatanes para hacer creer a las personas que están leyendo su mente. Los más experimentados en Lectura en Frío comienzan realizando afirmaciones genéricas que los interlocutores interpretarían como propias, y al observar las reacciones de la personas, se van arriesgando a “leer” cosas más exactas. En el siguiente, el ilusionista Darren Brown muestra cómo un payaso tenebroso realiza lectura fría sobre algunos transeúntes, y luego realiza un experimento sobre el Efecto Forer con estudiantes de diferentes lugares del mundo. Diversos estudios posteriores han confirmado que la eficacia del Efecto Forer se ve acentuada si se dan las siguientes situaciones: Si el sujeto cree que el análisis se aplica sólo a él. El texto debe estar redactado en segunda persona, y dejarlo bien claro en repetidas ocasiones. Si el sujeto cree en la autoridad del evaluador. La sugestión juega un papel muy importante: si el sujeto cree en la magia y el ocultismo, un entorno ambientado como tal, aumentará la efectividad. Si el sujeto es más escéptico, suele tener más efectividad que el ambiente sea más científico. Si el análisis enumera mayormente atributos positivos. Se cree que esto sucede porque las personas tienden a reconocerse más con lo que desean ser que con lo que verdaderamente son. El Efecto Forer no es la única falacia o prejuicio cognitivo que nos conviene entender. Pero si todos estuvieran al tanto de que nuestra mente muchas veces funciona así, una gran cantidad de charlatanes se quedarían sin clientes.